martes, 18 de noviembre de 2025

"Qué mundo tan maravilloso", de Lola López Mondéjar | miércoles 19 | 20 h

 



CUANDO EL MUNDO NO ES TAN MARAVILLOSO

OVIDIO PARADES – THE HUFFINGTON POST | 11 SEPTIEMBRE 2018

Que la vida no es ese lugar tan maravilloso que nos decía Louis Armstrong en su canción es una obviedad. Al menos, no lo es más allá de los mundos que imaginamos, sobre los que fabulamos o fantaseamos, cuando escuchamos canciones así. O dicho de otro modo mucho más claro: el mundo es muy difícil y complicado lejos de la música de Armstrong y de todos esos genios que nos permiten elevarnos de la mediocridad y soñar, por unos momentos, cinco o siete minutos, que la vida es otra cosa: bálsamo, serenidad, estabilidad. Que la vida está llena de posibilidades y que esas posibilidades están siempre a nuestro alcance, de nuestro lado. Que el mundo es maravilloso, en definitiva. Pero no, acaba la canción, ésa o cualquier otra con sus mismas dosis de ensoñación y genialidad, y la realidad vuelve a ser la que era, la que es.

De todo eso, de los viajes (interiores y exteriores) por un mundo real y enrevesado, injusto y sorprendente, nos habla Lola López Mondéjar en su nuevo libro de relatos, Qué mundo tan maravilloso (clara referencia irónica utilizando la canción de Armstrong). Son cuentos que siempre encierran, dentro de su aparente normalidad, algo envenenado. La vida no nos alertó de su verdadera naturaleza, de su rostro sin máscaras, de su implacable ferocidad y desconcierto, pero ahí está, todo ello, en estas historias.





Historias por las que se cuelan dudas, recelos, inseguridades, desigualdad, confusión, problemas, inquietudes, vértigo... Las contradicciones propias del ser humano. Sus anhelos y sus frustraciones, que nunca son pocas. La cara B de ese disco cuya música hace rato que ha dejado de sonar. No, desgraciadamente, el mundo no es tan maravilloso. Y Lola López Mondéjar vuelve a captarlo así: con contundencia, sin estridencias, con su personal estilo. Dejando entrever ese lado envenenado en medio de una aparente tranquilidad.

Hay muchas mujeres en este libro. Como en el resto de su obra. Pienso ahora en las magníficas novelas Mi amor desgraciado o La primera vez que no te quiero, o en los relatos del también extraordinario volumen Lazos de sangre (Páginas de Espuma). Mujeres que se rebelan, que se dejan llevar, que asisten a determinados desmoronamientos. Mujeres en la brecha. Mujeres que cuestionan su destino, que trazan planes para cambiarlo. Que sobreviven.

Hay inteligencia y hay lirismo en estos relatos. Y hay un profundo conocimiento del ser humano, de las cuestiones que se plantea casi a diario. Hay silencios y hay abismos a los que sus personajes se asoman con valentía y decisión, aunque a veces no resulte nada sencillo.

Hay que leer a Lola López Mondéjar (en recorridos largos o en recorridos cortos, como es el caso que nos ocupa), aunque el mundo, decididamente, no sea tan maravilloso…

 

 

Fuente: https://www.huffingtonpost.es/ovidio-parades/cuando-el-mundo-no-es-tan-maravilloso_a_23522067




ENTREVISTA

“Acercarse a la verdad de lo humano es perturbador siempre”  

ESTHER PEÑAS  |  18 SEPTIEMBRE 2018


Reclamando el derecho a convivir con la ambivalencia, a romper el discurso de que el amor es esférico, porque no lo es, es anguloso (a veces como un invierno con alfileres) sin que eso signifique mengua en la intensidad o la calidad del mismo, Lola López Mondéjar nos presenta –con enorme retranca en el título- ‘Qué mundo tan maravilloso’ (Páginas de Espuma), once relatos albardados de ternura en los que, de alguna manera, sí hay espacio para lo maravilloso … de otra manera.


¿De qué depende que el mundo sea maravilloso?

Es una pregunta muy difícil, pero uno de los hilos conductores del libro trata de responderla. En efecto, a pesar de que el mundo no es maravilloso, la posibilidad de que lo sea tiene que ver con el lazo social, con nuestra capacidad de unirnos a los otros, de superar las contrariedades, los conflictos, a partir de algo tan liviano y extraño como son los afectos; sin ellos, sin el vínculo, el mundo no podría ser habitable.


Afectos. Nos sustentan pero no son perfectos y, sin embargo, nos empeñamos en que tiene que ser redondos…

Exacto, hay una idealización del mundo afectivo en Occidente, una idealización romántica; en muchas de mis novelas he ido contra el amor romántico por irreal, porque es un territorio paradisíaco que no existe. Los afectos humanos son profundamente ambivalentes, y el otro siempre tiene aristas para nosotros, el otro nos incomoda siempre, por más afín que sea, por más que se ajuste a nosotros siempre va a ver un momento disruptivo, y si no sabemos hacer que el lazo que tenemos con esa persona, ese puente, ese contacto afectivo, sobreviva a los ataques de la realidad nos quedamos sin nada. Por eso el libro está lleno de conflictos, en el amor, con los amigos, con los hijos…

 

Los personajes, ¿también tienen aristas para el escritor?

Sí. A veces son los secundarios los que más se te rebelan, pero está muy bien, si no, la escritura no merecería la pena, porque si la escritura fuera racional, milimétrica y programada no tendría sentido escribir, porque ya sabría anticipadamente qué texto voy a producir. Esas aristas de los personajes son las que me interesan, me descubren cosas.

 

Me ha emocionado encontrar una cita de Lévinas, un filósofo que admiro muchísimo, y que sustentó su pensamiento en la importancia del rostro del otro. ¿Qué importancia tiene el rostro del lector cuando se está escribiendo?

He pensado esto un poco, pero no exhaustivamente. Pienso en mí como lectora, y creo que es más una voz que un rostro. Cuando leo un texto, la voz lectora no es tu propia voz, es una voz que se mimetiza con la música del propio texto; cuando estoy escribiendo, esa lectura mía me da la voz del lector, al que nunca he puesto rostro, pero sí voz. Es una voz musical, que me acuna, como una nana, y busco una prosa que acune al lector. Así que escucho esa voz que es la que el lector va a escuchar.

 

Acunar. Me ha llamado la atención en el libro la ternura en la que están envueltas las historias…

¡Qué bien que lo hayas visto! Me emociono… Para mí es lo más importante. Después de escribir ‘Cada noche, cada noche’ (Siruela), con esa voz tan firme, tan empoderada, sin contacto humano, salí con un deseo de vínculo con las personas, con deseo de subrayar lo positivo, la ternura y el afecto.

 

Es que si no hay ternura, ¿para qué nada?

Sí, estoy de acuerdo, no merece la pena vivir si no hay ternura. ¿Para qué vivir en medio de un desierto? Por eso, el del libro, es un mundo exuberante, porque es un mundo habitado por plantas, animales, porque no quiero el desierto de falta de ternura, quería que se respirase la ternura incluso en los momentos de conflicto, momentos en los que siempre hay reparación, un giro reparador, y quería que se viera el giro reparador más que el propio conflicto, porque las dos caras de la moneda conforman la vida.

 

Reparar. Hay un problema en el momento que vivimos Se nos enseña a no reparar las cosas, a gestionar las emociones. ¿Qué sucedería si empezáramos a pensar con el corazón?

Todo cambiaría. Pensar con el corazón implica hacernos cargo, poder identificar nuestra vulnerabilidad, todo esto de lo que estamos hablando tiene que ver con que hay una fantasía de invulnerabilidad, muy presente en el mundo de hoy, donde todo tiene una obsolescencia programada. Un mundo sostenible es un mundo que cuida las cosas, las relaciones, pero en el capitalismo neoliberal no lo hacemos. El problema es que esta mecánica de mercado, útil para vender muchos muebles, aunque acabará con el planeta, incide en la producción de sujetos, e inoculan en los hombres y mujeres ese discurso imaginario, tecnológico y capitalista, y acaban por no cuidar los afectos, les hacen creer que pueden prescindir de los lazos porque siempre hay otros lazos prometidos que serán mejores, y esto produce un daño irremediable que tampoco se puede percibir desde dentro y, a la larga, produce una robotización humana. Tengo pacientes (mayoritariamente varones, aunque empieza a suceder con las mujeres) que consumen relaciones sexuales sin parar hasta que se dan cuenta de que se han convertido en seres fríos. No se pueden ‘tirar’ las relaciones, hay que dejar que penetre en ti el afecto, el lazo, de otro modo se produce un adelgazamiento del campo afectivo.

 

Y si duele, pastillas…

Ese sistema de salud cada vez contempla menos la atención psicológica, así que nos recetan más pastillas. Ese sujeto mecanizado es un sujeto perfecto para el capitalismo globalizado, porque no tiene lazos y se puede desplazar, deslocalizar, su vida va con su portátil. Eso es un triunfo inmenso del capitalismo sobre la subjetividad. Los que no se adaptan quedan por fuera, en los márgenes.

 

 Ilustración de una edición de Moby Dick de 1892

(Autor: Augustus Burnham Shute)

 

Inmenso comienzo de relato: “De todos los amantes que había tenido a lo largo de su vida, Marisa se había casado con el hombre a quien menos amaba”. ¿Por qué en ocasiones hacemos justo lo que menor creemos que queremos hacer?

Por qué… porque estamos sobredeterminados por fuerzas que no conocemos, porque hay una fantasía de control sobre nuestras vidas, que forma parte de la supuesta invulnerabilidad, que es falsa. La vida es una partida de ajedrez que se juega a los dados, dijo alguien que ahora no recuerdo. Creemos que controlamos la vida y que elegimos, pero siempre elegimos por otras razones inconscientes que desconocemos.

 

Es que me parece que Marisa, la protagonista del cuento que cree haber elegido mal, ha hecho la mejor de las elecciones posibles…

Sí, se da esa paradoja, cree que elige mal, pero no. O no del todo. Este tipo de reflexión me resulta literariamente interesantísima.

 

¿Cómo sabe uno, en la vida y cuando escribe, que está tomando la decisión correcta?

Si empezamos a pensar con el corazón, a pesar de la sobredeterminación inconsciente de nuestros actos, se produce una escucha atenta de las voces que nos habitan que no son racionales, pero que nos indican, por lo menos en ese momento, que no nos equivocamos. Las decisiones no siempre son racionales, hay que contemplarlas de forma holística, como una unidad, porque no somos unívocos ni únicos, por eso es difícil elegir, y por eso el libro está lleno de dudas, por esa multiplicidad. El humano es múltiple, pero si empezamos a pensar con el corazón y sentimos y aceptamos nuestra fragilidad, escogeremos mejor. No es fácil…

 

El amor que se refleja en estos relatos también está impregnado de ambivalencias, incorporadas no como un problema sino como una necesidad buena.

Es que las mujeres somos esclavas del romanticismo, y el romanticismo es un amor sin aristas, una propuesta fantasiosa, ficticia; y los personajes confrontan el ideal con lo real, y sienten dudas. La pareja, además, es una construcción, y hoy en día apenas aguanta el primer problema con el que se encuentra, cualquier pequeño conflicto la deshace, y así no se puede construir nada.

 

Disculpe la asociación, pero leyendo el cuento de ‘Pipa’, recordé que hay una empresa española, ubicada en Sevilla, que surte de vaginas artificiales a toda Europa, con una facturación que supera los diez mil millones de euros. ¿Por qué esa querencia hacia lo sucedáneo, en todos los órdenes de la vida, también, claro, en lo literario?

Porque acercarse a la verdad de lo humano es perturbador siempre, y simplificarla reconforma. En literatura, el código best seller te da una visión de algo que tú ya sabes, no va más allá, no te interroga. Y eso, como dices, en todos los órdenes, en la música, también…

 


 Delfín rosado (Inia geoffrensis) 

 

Menciona en un relato a Caetano Veloso…

Me acuna, Caetano en mi familia es alguien especial, lo hemos cantado juntos en momentos de fusión y placer familiar.

 

En el relato de ‘Pipa’, se ve muy clara la mentira. ¿Qué lugar ocupa en la literatura y en la vida real la mentira?

Es que creo que todo es mentira, es decir, no creo que haya diferencia entre ficción y la verdad, no existe, cualquier relato es mentiroso, es una memoria inventada. Nietzsche decía: “No existen los hechos, sino las interpretaciones, y esto también es una interpretación”. Nuestro cerebro tiende a creer los relatos que tienen sentido por encima de la verdad, esto es una conclusión de un experimento neurológico, no una opinión mía. Estamos anhelantes de sentido, por encima de la verdad, y el sentido cierra y nunca es capaz de apresar la multiplicidad de los factores de la realidad, luego también es ficción. Y en la vida igual, sin ficciones, sin relatos con sentido no podríamos sobrevivir. El hombre está desamparado y se inventa el sentido de las cosas que desconoce. Vamos a ver, dicho esto, sé que existe la mentira. Cristina Cifuentes mintió, pero ese tipo de ‘mentiras’ no me interesan. La mentira estrictamente se produce cuando sabemos una verdad material que voluntariamente alteramos, pero la mayor parte de las veces la alteramos involuntariamente.

 

Los personajes se mueven en busca de cierto asombro que dé sentido a lo cotidiano, o que lo haga resplandecer, al menos…

Sí, son personajes exigentes…

 

… Pero no lo saben…

No, no lo saben, tienes razón, pero lo son, de ahí la desconfianza de, por ejemplo, la mujer en ‘La Sibila de Cumas’, que se pregunta si está viviendo la vida que quiere vivir, o en otro cuento otra mujer se pregunta si vive el amor que quiere vivir.

 

 

Gruta de la Sibila de Cumas

 

También son personajes que actúan.

Me interesa mucho la historia de ‘Desconfianza’, que se interroga a propósito de ese ‘click’ que se activa y nos coloca en la desconfianza, y me interesa mucho si esa desconfianza que se pronto se produce viene de parte del otro o de nosotros. Y es, curiosamente, de los pocos cuentos en los que la duda se cierra. Hay que ser exigentes con la vida.

 


Fuente: http://www.solidaridaddigital.es/noticias/cultura/acercarse-la-verdad-de-lo-humano-es-perturbador-siempre



martes, 7 de octubre de 2025

SESIÓN DOBLE: Encuentro con Ginés Aniorte & "Lluvia fina", de Luis Landero | miércoles 8 | 19 h

 



Este miércoles 8 celebraremos un encuentro con Ginés Aniorte a partir de las 19 h en torno a Hojarasca, su último poemario.

Hojarasca contiene aquellos poemas que fueron excluidos de mis libros de poesía anteriores a lo largo de los últimos veinte años. Pasado el tiempo, me he dado cuenta de que esos poemas desechados en su momento –por motivos que hoy no alcanzo a comprender del todo– son espejos en los que descubro, conmovido, a aquel que fui una vez y en los que reconozco una parte esencial de lo que me define. Puede que entonces los descartara porque su temática no se ajustaba al espíritu de los poemarios que fui publicando, porque reincidían en aspectos ya recogidos o por tratar de algún asunto especialmente íntimo y doloroso. Ahora he decidido revisarlos y ofrecerles la oportunidad de defenderse y demostrar –o no– que me equivoqué. Libero, pues, estos versos seguramente recluidos sin razón, esperando que cada cual inicie la andadura que los lectores le consientan.


Sobre las 20 h compartiremos impresiones sobre el libro de este mes, Lluvia fina, de Luis Landero.




Yo no creo que un novelista, o un pintor, o un músico, tengan una poética previa al acto creativo, que les sirva de guía y los ilumine en los momentos de extravío o de tinieblas. Más bien parece que la poética viene después, como un añadido teórico, como un intento de explicar lo que, en verdad, pertenece a esa forma no poco misteriosa de conocimiento que es la intuición, el más o menos inspirado maniobrar en los márgenes del pensamiento lógico, en los claroscuros abismales del alma ... : tal es el saber del artista: un saber no sabiendo. El escritor, en cada obra, ha de renovar sus destrezas, porque su territorio es siempre el de la incertidumbre. Por lo demás, creo que el arte de escribir es el arte de observar y, por supuesto, de sentir. La mirada y el corazón. Lo cual equivale a vivir en el asombro, en el extrañamiento. De modo que un escritor es alguien que ha prolongado la infancia, y mezclado sus aguas con las más turbias y experimentadas de la madurez.

Luis Landero





CUANDO LA LLUVIA FINA RASGA LA PIEL

CARMEN PEIRE | 29 MARZO 2019

Ahora ya sabe con certeza que los relatos no son inocentes, no del todo inocentes. Quizá tampoco lo sean las conversaciones de diario, los descuidos y equívocos verbales o el hablar por hablar. Quizá ni siquiera lo que se habla en sueños sea del todo inocente. Hay algo en las palabras que, ya de por sí, entraña un riesgo, una amenaza, y no es verdad que el viento se las lleve tan fácilmente como dicen. No es verdad.

Así empieza Lluvia fina, la última novela de Luis Landero. Lluvia fina que cae sobre nosotros, acariciando, lluvia fina balsámica que pretende la celebración del 80º cumpleaños de la madre. Lluvia fina que termina calando. Lluvia fina que empieza a gotear como chubasco, luego temporal y aguacero. Lluvia fina que se convierte en granizada, ventisca, pedriza y huracán. Lluvia fina que acaba convertida en nieve, el final de la novela, copos leves que rozan el alma tras lo leído y sufrido, para no dañar más en la herida abierta, en la congoja, en la tristeza familiar. Levedad calvinista (de Italo Calvino: frente a la dureza de la vida la levedad de la literatura), en donde el final se entrevé, se sugiere, final cerrado lleno de sutileza.

Me considero landerista desde que leí Juegos de la edad tardía. Para mí existe ese fenómeno, plenamente identificable, lo mismo que en el cine existió el landismo (por Alfredo Landa). Landero para mí significa olor a dehesa y a pueblo extremeño extrapolable a todos los pueblos, esa mirada particular que se hace universal, infancia de quincalleros, gente que lucha por sobrevivir, ese afán por salir adelante, en el pueblo, en la ciudad, en el barrio al que se emigra. Querer progresar desde abajo. Contar las vivencias historiadas. Ese afán, siempre presente, que va desde Dacio Gil Monroy, ingeniero y poeta de Juegos de la edad tardía, hasta el Balcón en invierno, el joven que intenta amoldarse a un medio hostil y desconocido con los esfuerzos de la madre y las hermanas, su tricotosa, el barrio, y un padre que no da golpe, con el que intenta reconciliarse una vez muerto. Y, en todo ello, la mirada melancólica, la ironía, el cariño pese a la dureza de los personajes o de su condición vital, destilarnos gotas de humor y bonhomía para que traguemos los episodios peores. La familia está presente, pero con cariño, benevolencia pese a todo, como queriendo formar parte de esa unidad. Esa forma de hacerlo era su sello. Hasta ahora.

En Lluvia fina nos chuta sin anestesia una historia dura, descarnada, negra, sin optimismo, sin humor. Escritura a borbotones. Él mismo dice que se le cruzó la historia leyendo en un periódico la noticia de una reunión familiar que acabó con muertos y, como una revelación, la vio escrita y con título. Y esa es la sensación: más que lluvia fina parece una granizada de las gordas.

Landero nos ofrece una voz del narrador pegada a la protagonista, Aurora, la receptora, la que sabe escuchar, la que recoge todas las versiones de la tragedia familiar, de modo que "todas las versiones de todas las historias terminan confluyendo en Aurora", quien también sabe de la dificultad de conocer realmente a alguien, de saber quién es quién, ni siquiera su marido, de las distintas opiniones que emergen de cada uno, según sea padre o madre, o primogénita o el pequeño de la familia. La versión del hermano/marido, tan distinta en función de quien hable. Pero, sobre esa voz del narrador, lo mejor para mí son los diálogos entremezclados, todo conversaciones telefónicas o confidencias que recoge la protagonista, charlas que se mezclan saltando de un personaje a otro, mostrando un mosaico que al final del libro nos desvela los secretos de cada uno, sus vivencias, sus frustraciones y traumas.

Las historias familiares duelen, porque todos tenemos una. Y, en este caso, una historia truncada en la infancia feliz, cuando vive el padre y se inventa el antepasado Pentapolín, sí, ese personaje quijotesco, "Pentapolín del arremangado brazo", y que se suspende con su prematura muerte. A partir de entonces, domina la dureza de una madre para salir adelante en tiempos de miseria, que marca a fuego a sus hijos, que marca también a la protagonista, harta de escuchar y de que nadie la escuche, también con su propia tragedia que nadie tiene en cuenta.

Todo transcurre en la semana de Carnaval, un tiempo corto, unos días, y permite viajar al pasado, al presente e incluso a entrever el futuro. Diálogos entrecruzados con monólogos de los personajes hasta completar la desesperación, los rencores y las memorias retorcidas y trastocadas. La voz del narrador, insisto, solo entra para aclarar al lector lo imprescindible. He vuelto al libro una y otra vez, he releído el final como unas diez veces, de una poética que no voy a desvelar para que lean, lean, lean la Lluvia fina de Luis Landero. No se olvidarán de él.

 

Carmen Peire es escritora. Su último libro es Mapas de asfalto (Menoscuarto, 2024)

 

Fuente: https://www.infolibre.es/noticias/los_diablos_azules/2019/03/29/cuando_lluvia_fina_rasga_piel_93392_1821.html



ENTREVISTA

Óscar López habla con Luis Landero sobre Lluvia fina

PÁGINA 2 – RTVE | 14 MAYO 2019







lunes, 22 de septiembre de 2025

"Paraíso" | Abdulrazak Gurnah | miércoles 24 septiembre | 20 h

 



El argumento de Paraíso se desarrolla en el África Oriental Alemana (en azul claro, margen derecho del mapa), la colonia alemana en la región africana de los Grandes Lagos, que incluía a los actuales Burundi, Ruanda y Tanganica, la parte continental de Tanzania. 

Tenía una extensión de 994.996 km², que era casi tres veces el área de la Alemania actual.




ABDULRAZAK GURNAH  Y LAS SECUELAS DEL COLONIALISMO ALEMÁN EN ÁFRICA ORIENTAL

Abdulzarak Gurnah, Premio Nobel de Literatura en 2021, nos invita a reflexionar sobre el pasado colonial de Alemania en el período entre la lucha por África y la Primera Guerra Mundial en lo que hoy es Tanzania, Burundi y Ruanda

Afribuku | cultura africana contemporánea | TOM MENGER  | 26 ENERO 2022


Cuando Abdulrazak Gurnah fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en octubre de 2021, el jurado halagó «su profundización intransigente y compasiva de los efectos del colonialismo». Siendo África Oriental el centro de gran parte de la obra de Gurnah, el colonialismo alemán suele estar muy presente en sus novelas, más concretamente la colonia del África Oriental Alemana, la mayor colonia germana de todas, que comprendía los territorios actuales de Tanzania, Burundi y Ruanda. Aunque la historia de esta antigua colonia ha sido estudiada en profundidad, sigue estando en el centro de debates públicos contemporáneos sobre los genocidios alemanes perpetrados contra los herero y los nama, así como el debate sobre las continuidades entre ese genocidio y el Holocausto.

El África Oriental Alemana ocupa un lugar especialmente destacado en dos de las novelas de Gurnah: Paraíso (1994, en español editorial Salamandra, 2021) y la reciente Afterlives (2020). En ellas se evocan varios temas. El primero, quizá no muy sorprendente, es la violencia colonial. Aunque dicha violencia no siempre está en el primer plano de los libros de Gurnah, siempre está presente. Cuando los personajes de Gurnah se refieren a los mdachi, los alemanes, y a sus soldados africanos, los askari, suelen utilizar términos como despiadado, cruel y feroz. El dominio colonial alemán en África Oriental comenzó con violencia, cuando Hermann von Wissmann le declaró la guerra a las poblaciones costeras entre 1889 y 1890, después de que éstas se rebelaran al intento de la Compañía Alemana de África Oriental de gestionar la colonia como una empresa privada. El ahorcamiento en 1889 de uno de los líderes de la revuelta, Al Bushiri, que los alemanes orquestaron como un gran espectáculo, se repite como un acontecimiento incisivo en Afterlives.


Como han puesto de manifiesto investigaciones recientes, los autores europeos de la violencia colonial realizaron estos «espectáculos» de violencia brutal porque creían que enviarían un mensaje a lo que, en el discurso colonial británico, se denominaba con frecuencia como «la mente nativa». Sin embargo, los amos coloniales rara vez se detenían a considerar lo que constituía esta supuesta «mente nativa», que percibían como monolítica e inmutable. Este tema también es evidente en el caso de Gurnah. Si bien la violencia alemana solía conmocionar a la población local, ésta se producía muchas veces por cuestiones igualmente incomprensible: Paraíso relata, por ejemplo, cómo los alemanes «ahorcaron a algunas personas por razones que nadie comprendía». Sin embargo, a veces las referencias de Gurnah a ese «espectáculo» de violencia alemana también revelan cierta ironía. La exagerada fanfarronería de un askari en Afterlives, que se jacta de que todo el mundo debería temer a los «despiadados bastardos furiosos» de la fuerza colonial Schutztruppe y de que sus oficiales alemanes son «expertos prepotentes en el terror», no consigue impresionar mucho a Pascal, un africano perteneciente a una misión local.


Un soldado, probablemente alemán, supervisando a prisioneros de Namibia entre 1904 y 1908, Fotografía: AFP/Getty Images


Una vez que los alemanes subyugaron la costa en 1890, dirigieron su atención a arrebatar a los árabes el control del comercio de caravanas, que se extendía desde el mar hasta el Congo. El fin de este comercio de caravanas sirve de telón de fondo en Paraíso: «No habrá más viajes ahora que los perros europeos están en todas partes», se lamenta en algún momento un experimentado guía de caravanas. Pero esto sólo fue el comienzo de la conquista alemana. El dominio alemán continuó penetrando en los territorios del interior hasta inicios del siglo XX. Las guerras que se sucedieron se caracterizaron por una violencia especialmente destructiva. El ataque indiscriminado a los campos, las cosechas y las aldeas formaba parte del repertorio habitual de las guerras coloniales (no sólo de los alemanes) para someter con el hambre a los evasivos enemigos. Entretejiendo epítetos alemanes, Gurnah explica a través de un personaje askari: «Así funcionaba la Schutztruppe. A la menor señal de resistencia, los schwein eran aplastados y su ganado sacrificado y las aldeas quemadas».

El episodio más devastador de este modo de batalla fue la guerra de Maji Maji, de 1905 a 1907, cuando varias etnias se rebelaron simultáneamente contra los trabajos forzados y los impuestos punitivos del régimen colonial. La guerra proporciona el escenario inicial de Afterlives, aunque la costa de África Oriental no se vio afectada en gran medida por los combates y, por tanto, los acontecimientos sólo aparecen en segundo plano. Con todo, Gurnah no tiene dudas sobre la crudeza de la guerra: «los alemanes han matado a tantos que el país está sembrado de cráneos y huesos y la tierra está empapada de sangre». Las investigaciones estiman que la guerra costó hasta 300.000 vidas, principalmente debido a la inanición resultante de las tácticas de tierra quemada.

Cuando la Primera Guerra Mundial llegó a las costas de África Oriental, los europeos lucharon por primera vez contra otros europeos en esta región. Sin embargo, como subraya Gurnah, los ejércitos que se enfrentaron en este teatro estaban compuestos en su mayoría por africanos e indios, que constituían la base de las fuerzas coloniales de ambos bandos. En el bando alemán, el comandante Paul von Lettow-Vorbeck, que se vio superado por las fuerzas británicas, belgas y portuguesas, llevó a cabo una retirada de combate tipo guerrilla, que mantuvo hasta el final de la guerra. Esta campaña le valió la fama en Alemania durante décadas. Pero la glorificación del comandante en la posguerra enmascaró la brutal realidad de la retirada, en la que las tropas de Lettow-Vorbeck confiscaron despiadadamente las tiendas de la población local para alimentarse, y luego procedieron a quemar todo lo que encontraban a su paso para bloquear a sus enemigos. El resultado —una vez más— fue un hambre desesperante. Además, decenas de miles de civiles africanos fueron reclutados como porteadores y murieron de agotamiento. Las poblaciones locales que se resistieron se enfrentaron a graves represalias, como en Afterlives, donde un cabo ejecuta a un anciano de una aldea de un tiro en la cabeza.




El trauma inducido por la horrible retirada alemana es un tema recurrente en el libro. Las investigaciones actuales sugieren que este hecho histórico acabó con varios cientos de miles de vidas en África Oriental durante la Primera Guerra Mundial, a lo que hay que añadir cientos de miles más después de que la gripe española descendiera sobre una población ya demacrada y devastada.


Colono alemán en África

Leer estas novelas solo como un tratado literario sobre la violencia colonial no les haría justicia. También ofrecen una rica visión de la vida de los pueblos colonizados. Gurnah, que nació bajo el dominio colonial británico en la isla de Zanzíbar, presta especial atención a la vida de la población costera y a sus influencias africanas, indias y árabes. En este entorno cosmopolita, el islam, como religión y visión del mundo, y el swahili, como lengua franca, eran con frecuencia los elementos de unión. Precisamente este cosmopolitismo ha llevado recientemente a esta región a la atención de la historia global, ya que muestra que la globalización no está impulsada exclusivamente por actores occidentales. Una densa red de conexiones a través del Océano Índico, la costa de África Oriental, el Cuerno de África, Madagascar, las Comoras, la Península Arábiga y la costa occidental de la India prevalecía aquí siglos antes de la colonización europea. Los comerciantes de Zanzíbar podían activar redes para pedir préstamos en la India, y los eruditos islámicos se movían libremente entre los distintos polos de este cosmos.

Con gran sensibilidad y a veces con una atmósfera de cuento de hadas, Gurnah explora este mundo de caravanas y ciudades costeras, con todos sus matices. Los personajes de Gurnah viven su vida a pesar del colonialismo. Crecen, adquieren experiencia, disfrutan de la riqueza o sufren la pobreza, y se enamoran. A veces los amos coloniales quedan relegados a un segundo plano. Así, estas novelas cuentan historias de resiliencia en las que los colonizados no son meras víctimas.

Hacia el final de Afterlives, Gurnah aborda la cuestión de las continuidades entre el colonialismo alemán y el nazismo, aunque a su manera. Resulta que Ilyas, un askari cuyo paradero después de 1918 no se cuenta en el libro, se trasladó a Alemania en la década de 1920. Allí encontró trabajo como cantante, actuando en actos de propaganda de tendencia revisionista-colonial. Debido a un romance con una mujer blanca, fue internado en un campo de concentración en 1938, donde murió en 1942. Por increíble que parezca, se han registrado historias de vida similares de antiguos askari reales en Alemania. Muchos alemanes de ascendencia africana pasaron la guerra en campos de concentración, pero algunos permanecieron en Alemania después de la guerra.

Representan un tipo diferente de continuidad: la de una comunidad negra duradera en Alemania.

 Fuente:: https://www.afribuku.com/abdulrazak-gurnah-colonialismo-aleman-africa/


 

ENTREVISTA A ABDULRAZAK GURNAH

Breve entrevista acerca de su trayectoria, el colonialismo y su vida como migrante en el Reino Unido

FRANCE 24 Español | 21 FEBRERO 2023

 






jueves, 19 de junio de 2025

CALENDARIO 2025-26

 



Os presentamos la programación de nuestro club de lectura para el curso 2025-26.

Como es costumbre, abordaremos diversos géneros literarios: novela, relato corto, teatro, novela gráfica, ensayo, poesía... y un clásico de la narrativa inglesa del XIX.  


¡OS ESPERAMOS!




viernes, 13 de junio de 2025

"Kokoro" | Natsume Soseki | miércoles 18 junio | 20 h

 



A menos que desechemos totalmente todo lo viejo y adoptemos lo nuevo, será difícil que alcancemos igualdad con los países de Occidente. Aunque hacerlo así, va a debilitar el espíritu vital que hemos heredado de nuestros antepasados y nos podrá dejar inválidos.

Natsume Soseki (1892)


LA FRAGILIDAD DEL CORAZÓN

Kokoro es una novela japonesa de ficción, sin embargo el hecho de que pertenezca a este género no impide que encontremos algunas referencias a acontecimientos históricos; y, desde luego, de lo que no cabe duda es de que está muy marcada por la experiencia y la vida de su autor. De la misma podemos decir que Natsume Soseki (1867-1916), hijo de una familia que lo daría en adopción para más tarde readmitirlo, vio morir siendo bastante joven a su madre y dos de sus hermanos, que se especializó durante sus años universitarios en literatura británica, país al que acabó viajando pero cuya pésima experiencia le llevó a un profundo desencanto y, en cierta medida, a volver a los “clásicos”, raíces que en cualquier caso nunca llegó a abandonar del todo , y que sus últimos años vienen marcados por una enfermedad que le tuvo al borde de la muerte varias veces. Debemos tener muy presente, además, que los años de su vida se ajustan casi perfectamente al Periodo Meiji, por lo que al morir el Emperador, precisamente cuando su salud más se deterioraba, es lógico que sintiese muy profundamente que se acababa una época, en cierta medida su época.

Estos hechos sin duda marcaron el carácter de la que probablemente sea la mayor figura literaria del Japón contemporáneo, e hicieron que su prosa se volviese más triste, más desesperanzadora y, en cierta medida, más intimista, pero siempre respetando su propio estilo, y es que “Soseki no perteneció nunca a ninguna de las corrientes literarias que aparecieron durante los años en que escribió su obra”.



Imágenes tomadas durante el Periodo Meiji

Kokoro es precisamente una obra muy característica de lo ya apuntado. El relato está situado cronológicamente en los últimos años del Meiji y dividida en tres partes. En la primera conocemos el encuentro y la forja de la amistad entre el joven (narrador de la mayor parte del libro) y un hombre mayor del que decide aprender lo máximo posible, “Sensei” . Así, asistimos a los años universitarios del protagonista, a las conversaciones que tiene con “Sensei” y a su creciente intriga por algunas cosas que no acaba de comprender, principalmente el deliberado aislamiento social del que hace gala su amigo y un pasado que claramente esconde. La segunda parte acontece en la casa en la que nació y se crió el protagonista debido a la enfermedad y posterior fallecimiento de su padre, asistimos aquí a las presiones de sus progenitores por que encuentre un buen trabajo (incluso sirviéndose de “Sensei”), a la muerte del Emperador y el suicidio del general Nogi, y a la llegada de una carta del “maestro”, que en realidad es su “testamento vital”, la confesión de su pasado. Efectivamente, cuando llega esa carta a manos del protagonista “Sensei” afirma que ya se habrá quitado la vida, por lo que decide revelarlo todo, y especialmente los dos hechos que le han perseguido y atormentado toda su vida: que su tío le engañase en las cuestiones relativas a la herencia que dejó su padre y que su mujer amigo acabase suicidándose motivado por el hecho de que “Sensei” se casase con la mujer que los dos amaban, un matrimonio que decidió arreglar a espaldas de su compañero.

Al final de la primera parte del libro vemos que el protagonista afirma darse cuenta de “lo frágil que es el ser humano” . La fragilidad del cuerpo es algo que queda patente en la larga enfermedad del padre (en clara semejanza con la del propio Soseki) y que también acabó con la vida de algún familiar de “Sensei”. Una enfermedad que se torna en mortalmente irreversible precisamente poco después de que todos creyesen que la situación del padre había mejorado con respecto a sus últimos desmayos, y una fragilidad corpórea que también acaba con la vida del glorioso emperador Meiji al poco tiempo de que acudiese a la graduación del protagonista.

Pero lo que más presente está durante toda la novela es sin duda lo frágil que es nuestro corazón, y cómo determinados acontecimientos cambian nuestra forma de ser o de actuar y nos marcan para siempre. Este tipo de fragilidad envuelve todo lo que rodea a “Sensei”: en el presente no sólo se ha alejado de la sociedad en un intento de expiar su culpa frente a un pasado al que es realmente incapaz de enfrentarse y asumir, sino que esta soledad y pena alcanza a su esposa, incapaz de entender lo que siente su marido, incapaz de ayudarle. Una soledad que para “Sensei” debe afrontar el hombre moderno como consecuencia del despertar del individualismo y de la conciencia “moderna”. Un despertar que, desde la perspectiva histórica, estaba realizando Japón durante la vida del autor y que para mucha gente creaba serios problemas de adaptación.



Ochiyo (Tamioka Eisen). Periodo Meiji



Por su parte, en el pasado, la fragilidad del corazón lleva al tío, una buena persona hasta entonces, a engañar al sobrino como ya se comentó, y a afectar profundamente, en cuanto al triángulo amoroso que desembocará en la tragedia principal, a la forma de ser del mejor amigo de “Sensei”, K, cuya incapacidad para relacionarse y abrirse a los demás le lleva a empezar a tener problemas de salud, y, sobre todo, a la imposibilidad de declararse a la “señorita” . Aspecto del que también peca “Sensei”, el cual, y pese a que consigue arreglar el matrimonio, hundido por los celos y la inseguridad es incapaz de explicar sus sentimientos a K, cuyo “corazón” no aguantará más.

Esta pesada carga, que impregna de cierta nostalgia y varios silencios el relato, verá una salida en el histórico suicidio ritual del general Nogi, alguien que también cargaba con culpa desde hacía años y que se vio incapaz de querer seguir viviendo una vez muerto su señor. Así, “Sensei” toma conciencia de que ha llegado su final y decide escribir su última carta y quitarse la vida. En cierta manera la culpa y la fragilidad les impiden vivir en los nuevos tiempos que llegaban con el fin del Meiji . Algo de lo que, aunque en más de una ocasión le vemos padecer de las mismas dudas e inseguridades presentes en todos los “corazones”, acaba escapando el protagonista, ya que, pese a la situación familiar, coge la carta y decide marchar a Tokio. Es el momento del relato en el que la fragilidad se convierte en fuerza, dejando así, al menos, una puerta abierta al futuro.


HÉCTOR GÓMEZ PINOS  |  SEPTIEMBRE 2019

Fuente: http://www.eumed.net/rev/japon/09/hgp2.htm



KOKORO, EL MANGA

En 2015 se publicó en castellano el cómic Kokoro, basado en la novela de Sōseki Natsume y traducido por  Raquel Ramos Cudero: 200 páginas ilustradas en blanco y negro, con guion y dibujo de Nagi Yoshizaki.





viernes, 16 de mayo de 2025

"El gran Gatsby" | Francis Scott Fitzgerald | miércoles 21 mayo | 20 h

 




Mi nueva novela, El gran Gatsby, sale a finales de marzo. Le he dedicado alrededor de un año, y creo que es lo mejor que he escrito con mucha diferencia. En ella he prescindido totalmente, sin contemplaciones, del ingenio áspero que considero mi mayor defecto como escritor, pues distrae de lo esencial y desfigura mis libros, por más que de tarde en tarde suscite una risa sardónica.

Me parece que la novela está bien como está. Quería llamarla Trimalchio (está ambientada en Long Island), pero Zelda y todos los demás me disuadieron.

                                                                  Carta a Ernest Boyd, 1925




EL GRAN GATSBY:

LA ENCARNACIÓN DEL SUEÑO AMERICANO

 

ALBA DEL REY ALONSO | 10 SEPTIEMBRE 2020

 

El final de la Primera Guerra Mundial supuso el surgimiento de un nuevo orden mundial en el que Estados Unidos aparecía como la nueva potencia emergente. La prosperidad económica del país durante la década de 1920 se vio reflejada profundamente en la sociedad. Así pues, los jóvenes norteamericanos vivían en una celebración constante llena de excesos y ambientada con jazz. 




En este contexto, surgió la Generación Perdida, un grupo de escritores norteamericanos que comenzaron a publicar durante los felices años veinte con el afán de hallar una expresión literaria moderna que les permitiera retratar la sociedad de su época.




Una de las figuras más destacadas de la literatura de la “era del jazz” es Francis Scott Fitzgerald (Estados Unidos, 1896-1940). Fitzgerald saltó a la fama con veintitrés años al relatar esos cambios en su primera novela A este lado del paraíso (1920). A lo largo de su carrera, que estuvo obstaculizada por el alcoholismo, los problemas financieros y la enfermedad mental de su esposa, Zelda Sayre, escribió un gran número de historias cortas, entre las que destaca El curioso caso de Benjamin Button (1922). También escribió varias novelas como Hermosos y malditos (1922) y Suave es la noche (1934). 




No obstante, su obra más conocida y aclamada es El gran Gatsby (1925), que relata la historia de Jay Gatsby, un hombre con una gran fortuna, que es conocido por celebrar ostentosas fiestas a las que acuden multitud de personas. Nick Carraway narra los hechos que acontecen tras conocer a Gatsby en una de ellas. El objetivo del anfitrión es que su amada Daisy, con la que tuvo una relación que se vio truncada por la pobreza y por la Primera Guerra Mundial, aparezca en una de ellas para poder recuperarla.


Primera adaptación al cine de la novela (Herbert Brenon, 1926)


El tema central de El gran Gatsby y, en general, de su obra literaria es el temor a que la prosperidad del país fomentara un cambio de mentalidad en la sociedad. Durante los felices años veinte, la exuberancia y el dinero fácil estaban acabando con los valores de épocas anteriores: la moderación y el trabajo duro. Fitzgerald no se limitó a criticarlo, sino que reconoció su atractivo; de manera que sus obras combinan la inmersión con la crítica. En concreto, a través de esta novela, el autor refleja los sentimientos y las motivaciones de la clase alta de la sociedad de los años veinte de forma crítica y pesimista. En aquel momento, en este estrato social, se hacía una diferencia entre aquellos que eran ricos porque habían heredado dinero y aquellos que lo eran porque de algún modo habían adquirido grandes fortunas en poco tiempo. Por un lado, Tom Buchanan, el marido de Daisy, pertenece al primer grupo. Su vida acomodada alimenta su laxitud; Tom es infiel, y Daisy es infeliz, pues se resignó a casare con él únicamente por el dinero y sufre porque es conocedora de su deslealtad. 

Estos dos personajes representan la falta de moral de la sociedad. Por otro lado, Gatsby pertenece al segundo grupo. A diferencia de la pareja, este personaje es inconformista y derrocha optimismo; cree que todo se puede lograr y no pierde la esperanza nunca. Es un hombre que se ha hecho a sí mismo con el objetivo de alcanzar su sueño: recuperar al amor de su vida. De esta manera, el autor hace que Gatsby sea la encarnación del sueño americano, una de las principales creencias de la cultura norteamericana que establece que, en Estados Unidos, todo el mundo puede tener éxito y ser feliz si se esfuerza. Sin embargo, en este caso, el vacío moral de esa sociedad, que permanece oculto para Gatsby debido su espejismo con respecto a Daisy, termina corrompiéndolo.

Para narrar la historia de Gatsby, Fitzgerald crea a Nick Carraway, un narrador testigo, ya que no protagoniza los hechos, pero los presencia. Su honradez y su proximidad con los personajes lo convierten en el narrador ideal, puesto que se relaciona con todos los individuos implicados en la historia, proporcionando así una perspectiva completa. Además, su inocencia y su primer contacto con esa sociedad procuran una representación objetiva del mundo neoyorkino. Nick es esencial en la creación del mito que rodea a Gatsby, ya que engrandece su figura. Él admira su capacidad para infundir esperanza y, gracias a su historia, comprende la falta de moral de ese mundo.

En cuanto a su estilo, Scott Fitzgerald destaca por su prosa distintiva. Las capacidades poéticas de esta y el uso de metáforas extendidas le permiten simbolizar y ahondar en las personalidades de los personajes, expresando así su lamento por la sociedad moderna. Cabe destacar una de las imágenes más memorables de El gran Gatsby: la luz verde que emerge del embarcadero de la casa de Daisy, y que Gatsby observa desde la orilla. Este elemento representa su sueño y, por lo tanto, su futuro, que al igual que la luz, resulta ser inalcanzable. Además, evoca imaginación y, en efecto, finalmente, se demuestra que la idealización de Daisy ha llevado a Gatsby a vivir por y para una fantasía. Por otra parte, el autor consigue un ritmo narrativo rápido gracias al empleo de diálogos ágiles que se alternan con la recreación sensorial del ambiente. Así, consigue retratar a la perfección el frenesí de aquel período.

Fitzgerald murió en 1940 creyendo que El gran Gatsby era un verdadero fracaso debido a las malas críticas que había recibido y a las pocas copias del libro que se habían vendido en comparación con el resto de sus obras. Sin embargo, el paso del tiempo ha permitido apreciar la calidad de esta obra literaria. El interés por la historia ha hecho que El gran Gatsby haya sido adaptada a la gran pantalla en varias ocasiones. Destacan la adaptación cinematográfica de 1974, que cuenta con el guion de  Francis Ford Coppola y en la que Robert Redford encarna a Gatsby, y la versión más reciente, la de 2013, que fue dirigida por Baz Luhrmann y protagonizada por Leonardo DiCaprio. Esta última conserva la acción de la novela, pero la puesta en escena rompe con el realismo de las versiones anteriores planteando una estética colorida y excesiva.

La representación del fracaso del sueño americano y el fiel retrato de los felices años veinte, junto con el impecable estilo de Fitzgerald y su habilidad para dotar a sus obras de cierto aire fantástico han hecho que El Gran Gatsby sea considerada una de las grandes novelas norteamericanas del siglo veinte.

 

Fuente: https://revistacontrapunto.com/la-encarnacion-del-sueno-americano-el-gran-gatsby-f-scott-fitzgerald/