CUANDO EL MUNDO NO ES TAN MARAVILLOSO
OVIDIO PARADES – THE HUFFINGTON POST | 11 SEPTIEMBRE 2018
Que la vida no es ese lugar tan maravilloso que nos decía Louis
Armstrong en su canción es una obviedad. Al menos, no lo es más allá de los
mundos que imaginamos, sobre los que fabulamos o fantaseamos, cuando escuchamos
canciones así. O dicho de otro modo mucho más claro: el mundo es muy difícil y
complicado lejos de la música de Armstrong y de todos esos genios que nos
permiten elevarnos de la mediocridad y soñar, por unos momentos, cinco o siete
minutos, que la vida es otra cosa: bálsamo, serenidad, estabilidad. Que la vida
está llena de posibilidades y que esas posibilidades están siempre a nuestro
alcance, de nuestro lado. Que el mundo es maravilloso, en definitiva. Pero no,
acaba la canción, ésa o cualquier otra con sus mismas dosis de ensoñación y genialidad,
y la realidad vuelve a ser la que era, la que es.
De todo eso, de los viajes (interiores y exteriores) por un mundo real
y enrevesado, injusto y sorprendente, nos habla Lola López Mondéjar en su nuevo
libro de relatos, Qué mundo tan maravilloso (clara referencia irónica
utilizando la canción de Armstrong). Son cuentos que siempre encierran, dentro
de su aparente normalidad, algo envenenado. La vida no nos alertó de su
verdadera naturaleza, de su rostro sin máscaras, de su implacable ferocidad y
desconcierto, pero ahí está, todo ello, en estas historias.

Historias por las que se cuelan dudas, recelos, inseguridades,
desigualdad, confusión, problemas, inquietudes, vértigo... Las contradicciones
propias del ser humano. Sus anhelos y sus frustraciones, que nunca son pocas.
La cara B de ese disco cuya música hace rato que ha dejado de sonar. No,
desgraciadamente, el mundo no es tan maravilloso. Y Lola López Mondéjar vuelve
a captarlo así: con contundencia, sin estridencias, con su personal estilo.
Dejando entrever ese lado envenenado en medio de una aparente tranquilidad.
Hay muchas mujeres en este libro. Como en el resto de su obra. Pienso
ahora en las magníficas novelas Mi amor desgraciado o La primera vez que no te
quiero, o en los relatos del también extraordinario volumen Lazos de sangre
(Páginas de Espuma). Mujeres que se rebelan, que se dejan llevar, que asisten a
determinados desmoronamientos. Mujeres en la brecha. Mujeres que cuestionan su
destino, que trazan planes para cambiarlo. Que sobreviven.
Hay inteligencia y hay lirismo en estos relatos. Y hay un profundo
conocimiento del ser humano, de las cuestiones que se plantea casi a diario.
Hay silencios y hay abismos a los que sus personajes se asoman con valentía y
decisión, aunque a veces no resulte nada sencillo.
Hay que leer a Lola López Mondéjar (en recorridos largos o en
recorridos cortos, como es el caso que nos ocupa), aunque el mundo,
decididamente, no sea tan maravilloso…
Fuente:
https://www.huffingtonpost.es/ovidio-parades/cuando-el-mundo-no-es-tan-maravilloso_a_23522067
ENTREVISTA
“Acercarse a la verdad de lo humano es perturbador siempre”
ESTHER PEÑAS | 18 SEPTIEMBRE 2018
Reclamando el derecho a convivir con la ambivalencia, a romper el
discurso de que el amor es esférico, porque no lo es, es anguloso (a veces como
un invierno con alfileres) sin que eso signifique mengua en la intensidad o la
calidad del mismo, Lola López Mondéjar nos presenta –con enorme retranca en el
título- ‘Qué mundo tan maravilloso’ (Páginas de Espuma), once relatos
albardados de ternura en los que, de alguna manera, sí hay espacio para lo
maravilloso … de otra manera.
¿De qué depende que el mundo sea maravilloso?
Es una pregunta muy difícil, pero uno de los hilos conductores del
libro trata de responderla. En efecto, a pesar de que el mundo no es
maravilloso, la posibilidad de que lo sea tiene que ver con el lazo social, con
nuestra capacidad de unirnos a los otros, de superar las contrariedades, los
conflictos, a partir de algo tan liviano y extraño como son los afectos; sin
ellos, sin el vínculo, el mundo no podría ser habitable.
Afectos. Nos sustentan pero no son perfectos y, sin embargo, nos
empeñamos en que tiene que ser redondos…
Exacto, hay una idealización del mundo afectivo en Occidente, una
idealización romántica; en muchas de mis novelas he ido contra el amor
romántico por irreal, porque es un territorio paradisíaco que no existe. Los
afectos humanos son profundamente ambivalentes, y el otro siempre tiene aristas
para nosotros, el otro nos incomoda siempre, por más afín que sea, por más que
se ajuste a nosotros siempre va a ver un momento disruptivo, y si no sabemos
hacer que el lazo que tenemos con esa persona, ese puente, ese contacto
afectivo, sobreviva a los ataques de la realidad nos quedamos sin nada. Por eso
el libro está lleno de conflictos, en el amor, con los amigos, con los hijos…
Los personajes, ¿también tienen aristas para el escritor?
Sí. A veces son los secundarios los que más se te rebelan, pero está
muy bien, si no, la escritura no merecería la pena, porque si la escritura
fuera racional, milimétrica y programada no tendría sentido escribir, porque ya
sabría anticipadamente qué texto voy a producir. Esas aristas de los personajes
son las que me interesan, me descubren cosas.
Me ha emocionado encontrar una cita de Lévinas, un filósofo que admiro
muchísimo, y que sustentó su pensamiento en la importancia del rostro del otro.
¿Qué importancia tiene el rostro del lector cuando se está escribiendo?
He pensado esto un poco, pero no exhaustivamente. Pienso en mí como
lectora, y creo que es más una voz que un rostro. Cuando leo un texto, la voz
lectora no es tu propia voz, es una voz que se mimetiza con la música del
propio texto; cuando estoy escribiendo, esa lectura mía me da la voz del
lector, al que nunca he puesto rostro, pero sí voz. Es una voz musical, que me
acuna, como una nana, y busco una prosa que acune al lector. Así que escucho
esa voz que es la que el lector va a escuchar.
Acunar. Me ha llamado la atención en el libro la ternura en la que
están envueltas las historias…
¡Qué bien que lo hayas visto! Me emociono… Para mí es lo más
importante. Después de escribir ‘Cada noche, cada noche’ (Siruela), con esa voz
tan firme, tan empoderada, sin contacto humano, salí con un deseo de vínculo
con las personas, con deseo de subrayar lo positivo, la ternura y el afecto.
Es que si no hay ternura, ¿para qué nada?
Sí, estoy de acuerdo, no merece la pena vivir si no hay ternura. ¿Para
qué vivir en medio de un desierto? Por eso, el del libro, es un mundo
exuberante, porque es un mundo habitado por plantas, animales, porque no quiero
el desierto de falta de ternura, quería que se respirase la ternura incluso en
los momentos de conflicto, momentos en los que siempre hay reparación, un giro
reparador, y quería que se viera el giro reparador más que el propio conflicto,
porque las dos caras de la moneda conforman la vida.
Reparar. Hay un problema en el momento que vivimos Se nos enseña a no
reparar las cosas, a gestionar las emociones. ¿Qué sucedería si empezáramos a
pensar con el corazón?
Todo cambiaría. Pensar con el corazón implica hacernos cargo, poder
identificar nuestra vulnerabilidad, todo esto de lo que estamos hablando tiene
que ver con que hay una fantasía de invulnerabilidad, muy presente en el mundo
de hoy, donde todo tiene una obsolescencia programada. Un mundo sostenible es
un mundo que cuida las cosas, las relaciones, pero en el capitalismo neoliberal
no lo hacemos. El problema es que esta mecánica de mercado, útil para vender
muchos muebles, aunque acabará con el planeta, incide en la producción de
sujetos, e inoculan en los hombres y mujeres ese discurso imaginario,
tecnológico y capitalista, y acaban por no cuidar los afectos, les hacen creer
que pueden prescindir de los lazos porque siempre hay otros lazos prometidos
que serán mejores, y esto produce un daño irremediable que tampoco se puede
percibir desde dentro y, a la larga, produce una robotización humana. Tengo
pacientes (mayoritariamente varones, aunque empieza a suceder con las mujeres)
que consumen relaciones sexuales sin parar hasta que se dan cuenta de que se
han convertido en seres fríos. No se pueden ‘tirar’ las relaciones, hay que
dejar que penetre en ti el afecto, el lazo, de otro modo se produce un
adelgazamiento del campo afectivo.
Y si duele, pastillas…
Ese sistema de salud cada vez contempla menos la atención psicológica,
así que nos recetan más pastillas. Ese sujeto mecanizado es un sujeto perfecto
para el capitalismo globalizado, porque no tiene lazos y se puede desplazar,
deslocalizar, su vida va con su portátil. Eso es un triunfo inmenso del
capitalismo sobre la subjetividad. Los que no se adaptan quedan por fuera, en
los márgenes.
Ilustración de una edición de Moby Dick de 1892
(Autor: Augustus Burnham Shute)
Inmenso comienzo de relato: “De todos los amantes que había tenido a lo
largo de su vida, Marisa se había casado con el hombre a quien menos amaba”.
¿Por qué en ocasiones hacemos justo lo que menor creemos que queremos hacer?
Por qué… porque estamos sobredeterminados por fuerzas que no conocemos,
porque hay una fantasía de control sobre nuestras vidas, que forma parte de la
supuesta invulnerabilidad, que es falsa. La vida es una partida de ajedrez que
se juega a los dados, dijo alguien que ahora no recuerdo. Creemos que
controlamos la vida y que elegimos, pero siempre elegimos por otras razones
inconscientes que desconocemos.
Es que me parece que Marisa, la protagonista del cuento que cree haber
elegido mal, ha hecho la mejor de las elecciones posibles…
Sí, se da esa paradoja, cree que elige mal, pero no. O no del todo.
Este tipo de reflexión me resulta literariamente interesantísima.
¿Cómo sabe uno, en la vida y cuando escribe, que está tomando la
decisión correcta?
Si empezamos a pensar con el corazón, a pesar de la sobredeterminación
inconsciente de nuestros actos, se produce una escucha atenta de las voces que
nos habitan que no son racionales, pero que nos indican, por lo menos en ese
momento, que no nos equivocamos. Las decisiones no siempre son racionales, hay
que contemplarlas de forma holística, como una unidad, porque no somos unívocos
ni únicos, por eso es difícil elegir, y por eso el libro está lleno de dudas,
por esa multiplicidad. El humano es múltiple, pero si empezamos a pensar con el
corazón y sentimos y aceptamos nuestra fragilidad, escogeremos mejor. No es
fácil…
El amor que se refleja en estos relatos también está impregnado de
ambivalencias, incorporadas no como un problema sino como una necesidad buena.
Es que las mujeres somos esclavas del romanticismo, y el romanticismo
es un amor sin aristas, una propuesta fantasiosa, ficticia; y los personajes
confrontan el ideal con lo real, y sienten dudas. La pareja, además, es una
construcción, y hoy en día apenas aguanta el primer problema con el que se
encuentra, cualquier pequeño conflicto la deshace, y así no se puede construir
nada.
Disculpe la asociación, pero leyendo el cuento de ‘Pipa’, recordé que
hay una empresa española, ubicada en Sevilla, que surte de vaginas artificiales
a toda Europa, con una facturación que supera los diez mil millones de euros.
¿Por qué esa querencia hacia lo sucedáneo, en todos los órdenes de la vida,
también, claro, en lo literario?
Porque acercarse a la verdad de lo humano es perturbador siempre, y
simplificarla reconforma. En literatura, el código best seller te da una visión
de algo que tú ya sabes, no va más allá, no te interroga. Y eso, como dices, en
todos los órdenes, en la música, también…
Delfín rosado (Inia geoffrensis)
Menciona en un relato a Caetano Veloso…
Me acuna, Caetano en mi familia es alguien especial, lo hemos cantado
juntos en momentos de fusión y placer familiar.
En el relato de ‘Pipa’, se ve muy clara la mentira. ¿Qué lugar ocupa en
la literatura y en la vida real la mentira?
Es que creo que todo es mentira, es decir, no creo que haya diferencia
entre ficción y la verdad, no existe, cualquier relato es mentiroso, es una
memoria inventada. Nietzsche decía: “No existen los hechos, sino las
interpretaciones, y esto también es una interpretación”. Nuestro cerebro tiende
a creer los relatos que tienen sentido por encima de la verdad, esto es una
conclusión de un experimento neurológico, no una opinión mía. Estamos
anhelantes de sentido, por encima de la verdad, y el sentido cierra y nunca es
capaz de apresar la multiplicidad de los factores de la realidad, luego también
es ficción. Y en la vida igual, sin ficciones, sin relatos con sentido no
podríamos sobrevivir. El hombre está desamparado y se inventa el sentido de las
cosas que desconoce. Vamos a ver, dicho esto, sé que existe la mentira.
Cristina Cifuentes mintió, pero ese tipo de ‘mentiras’ no me interesan. La
mentira estrictamente se produce cuando sabemos una verdad material que
voluntariamente alteramos, pero la mayor parte de las veces la alteramos
involuntariamente.
Los personajes se mueven en busca de cierto asombro que dé sentido a lo
cotidiano, o que lo haga resplandecer, al menos…
Sí, son personajes exigentes…
… Pero no lo saben…
No, no lo saben, tienes razón, pero lo son, de ahí la desconfianza de,
por ejemplo, la mujer en ‘La Sibila de Cumas’, que se pregunta si está viviendo
la vida que quiere vivir, o en otro cuento otra mujer se pregunta si vive el
amor que quiere vivir.
Gruta de la Sibila de Cumas
También son personajes que actúan.
Me interesa mucho la historia de ‘Desconfianza’, que se interroga a
propósito de ese ‘click’ que se activa y nos coloca en la desconfianza, y me
interesa mucho si esa desconfianza que se pronto se produce viene de parte del
otro o de nosotros. Y es, curiosamente, de los pocos cuentos en los que la duda
se cierra. Hay que ser exigentes con la vida.
Fuente:
http://www.solidaridaddigital.es/noticias/cultura/acercarse-la-verdad-de-lo-humano-es-perturbador-siempre