lunes, 7 de noviembre de 2011

LECTURA DEL MES: "El túnel", de Ernesto Sábato




Se trata de una novela de estructura psicológica que presenta en el personaje de María Iribarne las tensiones ocultas que impulsarán a Juan Pablo Castel, la voz del artista que nos habla, a asesinarla. El protagonista, al dar forma a su obsesión interna, debe renunciar a cualquier otra opción en un proceso a la vez constructivo y destructivo cuyas causas irán siendo esbozadas a lo largo de las páginas en voz del propio protagonista.

Obra esencial de Ernesto Sábato, “El túnel” nos entrega los elementos básicos de su visión metafísica del existencialismo. Tras su publicación en 1948, Sábato logró el reconocimiento internacional al recibir elogios de personalidades del mundo como Thomas Mann y Albert Camus. Cualquier lector convendrá en que en “El Túnel” confluyen multitud de temas: es una historia sobre la incomunicación y sobre la conversión del amor en odio construida desde una perspectiva existencialista; es el recorrido por el apasionante tema de la incomprensión del artista y de su soledad; es un viaje introspectivo hacia ese terreno de la pasión que es oscurecido cuando los celos anegan el sentimiento, haciendo trizas cualquier planteamiento racional; es la historia de un asesinato, trazado, si se quiere, con visos de novela policíaca, pero no de misterio, pues la intriga eventual, anzuelo de todo aficionado a las novelas policíacas, desaparece desde la primera línea de la obra:




“Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona.”













Además, la novela plantea sin rodeos el problema de la felicidad en el Mal . Como en “Macbeth”, de Shakespeare, ninguna voz responde a las dudas angustiosas del personaje, quedando éstas sin respuesta… si bien ese silencio responde al intento de Castel de querer lo que no puede ser: disfrutar de una paz infernal.

La obra ha sido adaptada el cine en varias ocasiones, entre ellas una primera versión de 1952 dirigida por León Klimovsky y con adaptación del mismo Sábato. Existen otras versiones como una de 1977 dirigida por José Luis Cuerda y otra realizada diez años después por Antonio Drove.





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