domingo, 15 de abril de 2012

MERCÈ RODOREDA





Mercè Rodoreda i Gurguí vino al mundo el 10 de octubre de 1908 en Sant Gervasi de Cassoles, Barcelona. Fue hija única de Andreu Rodoreda y de Montserrat Gurguí, y frecuentó la escuela desde los siete a los diez años, donde le enseñaron costura y a cocinar, educación apropiada para una jovencita de su edad cuyo sólo horizonte debía ser el matrimonio y unos hijos de quienes ocuparse, predestinación ésta para la que no había nacido la futura escritora, a la que le gustaba mucho leer y experimentaba una gran curiosidad por la vida y sus enseñanzas. A medida que fue creciendo desarrolló también un sentido de la libertad y del individualismo que la convirtieron en una mujer avanzada a su tiempo. 

En 1928 conoce a su tío materno, Joan Gurguí -diecisiete años mayor que ella-, con el que acabará contrayendo matrimonio bajo dispensa eclesiástica por la consanguinidad.

Al año siguiente, el 23 de julio de 1929, nace su único hijo, Jordi. Lejos de querer limitarse a su papel de esposa y madre, Mercè Rodoreda se dedica a diversas actividades intelectuales -periodismo, entre otras-, y a escribir su primera obra, ¿Soy una mujer honrada?, que le fue publicada en editorial Catalonia con financiación de su marido.




Su novela Aloma, que fue Premi Creixells, se publica el año 1938. En plena Guerra Civil fallece su padre a consecuencia de un bombardeo, y en 1939, concretamente el 23 de enero, abandona a su marido y a su hijo, iniciando un exilio que durará muchos años.  La decisión de exiliarse no fue algo irreflexivo; ella trabajaba en el Institut de les Lletres Catalanes, y cuando en 1939 termina la guerra, con la marcha de muchos intelectuales catalanes, Mercè decide irse también.



El amor entra en su vida, no vamos a decir de nuevo, sino de verdad, en la figura de Armand Obiols, seudónimo de Joan Prats, del grupo de intelectuales de Sabadell, a quien conoce en el castillo de Roissy-en-Brie. Después de muchas idas y venidas por Francia, motivadas por la precariedad económica y el momento político que se vive, Obiols marcha a Burdeos y ella se queda en Limoges, volviéndose a reunir con él en 1943. En 1949 visita Barcelona.

Esta época de amor, guerra y posguerra no es muy prolífica en lo literario; ella trabaja haciendo traducciones, aunque también cose si se da la circunstancia, hasta que finalmente reanuda la escritura. En 1958 es galardonada con el Premi Víctor Cátalà por Vint-i-dos contes. La plaza del diamante ve la luz en 1962. En 1966 publica La calle de las camelias, que es galardonada con el Premio Sant Jordi de ese año; Jardin cerca de la mar, en 1967, y Mi Cristina y otros cuentos, también en ese año. 

Fallecido su marido, en 1968 se encuentra por última vez con su hijo, a quien se le ha diagnosticado una enfermedad mental, siendo recluido en un centro psiquiátrico.

Armand Obiols, el amor de su vida, muere en 1971, en Viena, y ella, que vive a caballo entre Ginebra y Barcelona, acaba dejándose seducir por el encanto de Romanyá de la Selva, en Girona, donde concluirá estableciéndose. Al regresar a Catalunya reanudó su relación con sus cuatro nietos, de los que actualmente sólo vive uno, habiendo desaparecido los demás en dramáticas circunstancias. 


En 1974, Mercè Rodoreda publica su obra más ambiciosa, Espejo roto,   culminación de la evolución sufrida por la escritora; en esta novela se percibe aún el empeño psicológico de nuestra autora,  pero también dejan verse ciertas connotaciones míticas. En 1980 aparece Viajes y flores,  por el que es galardonada con el Premio Ciudad de Barcelona de Literatura Catalana. Ese mismo año también verá la luz la  que sería su última novela publicada en vida, Cuánta, cuánta guerra, y en 1981 se publica Parecía de seda y otras narraciones.

Dejó inacabada -aunque sería publicada póstumamente- la novela La muerte y la primavera.

El 13 de abril de 1983 fallece en  Girona.






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