miércoles, 18 de abril de 2018

"Nada", de Carmen Laforet (miércoles 18, 20h)




El nombre de Carmen Laforet quedará siempre unido en la memoria colectiva a su más lograda creación, "Nada". Como un trasunto de su propia vida, la novela sigue el itinerario iniciático de la joven Andrea, que, a finales de 1939, llega a Barcelona, cargada de ilusiones y dispuesta a emprender sus estudios universitarios. Pero sus ansias juveniles chocan con el mundo gris, cargado de violencia, que representan su abuelas y sus tíos, que la acogen en su casa. 

Laforet supo transmitir en esta obra, escrita con un estilo literario que supuso una corriente de aire fresco en la prosa de la época, la lenta agonía de la pequeña burguesía de posguerra. Los personajes adultos de la novela caminan desorientados por un territorio cargado de temores y heridas mal cicatrizadas. Frente a ellos, Andrea y su amiga Ena representan una nueva generación que ve cómo sus ansias de crear un mundo diferente son sistemáticamente abortadas. 

"Nada", una de las novelas escritas en castellano más traducidas, refleja la realidad cotidiana de unos seres angustiados, ubicados en la posguerra española y cuya existencia recuerda una pesadilla llena de discordias, confrontaciones y frustraciones. El dolor y el pesimismo son ejes vertebradores de la narración, que se reflejan en sus personajes y en el punto de vista de Andrea, una muchacha que irá madurando a lo largo de su estancia en Barcelona.

                     

Las relaciones entre los protagonistas de la novela dibujan una estructura que entronca con el tremendismo literario y con el existencialismo filosófico.

La crítica que ha analizado la obra define su género como una novela bildungsroman, esto es, una obra narrativa de crecimiento personal, de búsqueda de la propia identidad o de aprendizaje –recordemos la edad temprana en la que la autora la publicó. Andrea, la protagonista, necesita encontrarse a sí misma ante una sociedad hostil, depauperada por la posguerra y llena de escollos. A lo largo de la narración se encuentra con múltiples situaciones que la obligan a evaluarse y a aprender de sus experiencias.


La estructura externa de la novela podemos clasificarla como clásica. Es un relato lineal narrado en primera persona desde una perspectiva temporal no muy alejada –apenas unos años después de los hechos-. Aparentemente posee un final propio de estructura abierta, como si pudiera continuar la acción en Madrid, aunque lo cierto es que el tiempo transcurrido en Barcelona es ya una puerta cerrada que nunca más se abrirá.

Edgar Neville dirigió en 1947 la adaptación cinematográfica de "Nada".




Carmen Laforet (Barcelona, 1921 – Madrid, 2004). Con dos años de edad se trasladó con su familia a las islas Canarias. A los dieciocho años, una vez finalizados los estudios de bachiller, decidió regresar a Barcelona para estudiar las carreras de filosofía y letras y derecho, si bien no acabó ninguna de las dos. Poco satisfecha de su paso por la universidad, cuando contaba veintiún años se fue a vivir a Madrid, donde conocería al periodista y crítico literario Manuel Cerezales, quien la animó para que prosiguiera con sus recién iniciados pinitos literarios. Dos años más tarde, en 1944, presenta su novela "Nada" al recién creado Premio Nadal.


Transcurridos dos años desde su triunfo literario, su vida privada también cambió positivamente cuando contrajo matrimonio con Manuel Cerezales, del que tendría cinco hijos, dos de ellos escritores, Cristina y Agustín.

Consagrada ya como una de las mejores narradoras de la realidad española de la época, los años que siguieron fueron intensos. En 1948 la Real Academia Española la distinguió con el Premio Fastenrath por su primera novela, mientras ella seguía escribiendo cuentos y artículos periodísticos.










Su producción literaria tuvo en ese período tres hitos, las novelas que siguieron a "Nada". En 1952 publicó "La isla y los demonios", donde evocaba los años de su infancia y adolescencia en Canarias. Tres años después vio la luz "La mujer nueva", un título que podría ser el relato de su «reconversión» al catolicismo tras unos años de agnosticismo. Esta novela fue la ganadora del Premio Menorca de Novela y al año siguiente le valió a su autora el Premio Nacional de Literatura otorgado por el Ministerio de Cultura, aunque también más de un problema con la censura eclesiástica. En 1963 su creciente prestigio hizo que Editorial Planeta se interesara por su obra y publicara "La insolación", prevista como la primera entrega de una trilogía titulada "Tres pasos fuera del tiempo".

Durante unos años más siguió publicando relatos cortos, artículos y hasta un libro de viajes en 1967 ("Paralelo 35"), relacionado con sus viajes en EEUU. La década de los setenta estuvo marcada por sus frecuentes depresiones, la separación de su marido y un rechazo cada vez mayor de la vida pública.

Sobre las razones de su aislamiento y búsqueda de la intimidad habla Laforet en "Puedo contar contigo", una colección de cartas cruzadas con su amigo Ramón J. Sender, al que conoció en 1965 durante su estancia en EEUU. La recopilación y edición de los textos la realizó su hija Cristina Cerezales en 2003. A medida que pasaban los años, la memoria de la fértil escritora se debilitaba y su salud física menguaba. Finalmente, enferma de Alzheimer, Carmen Laforet fallece el 28 de febrero de 2004.

Póstumamente se publicó "Al volver la esquina", novela escrita en la década de los setenta a manera de diario en torno a un pintor bohemio, y que correspondería a la segunda entrega de la triología iniciada con "La insolación".

Carmen Laforet, la mujer frágil, tímida y huidiza, que a veces se confunde con la protagonista de la novela que le dio la fama, supo conquistar un puesto destacado junto a colegas de su generación como Camilo José Cela, Antonio Buero Vallejo o Miguel Delibes, quien la definió muy acertadamente como «la mujer nueva cuando apenas había mujeres en la literatura». En efecto, Carmen Laforet, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite y Josefina Aldecoa fueron algunos de los pocos nombres femeninos que desafiaron el oscuro papel reservado a la mujer en la España franquista.

Extinguido el fulgor de la Generación del 27 y con un gran número de escritores víctimas de la guerra o en el doloroso exilio, la generación de posguerra abría caminos nuevos a las letras. Pronto Carmen Laforet logró el respeto y la admiración de sus contemporáneos, como Juan Ramón Jimenez, el cual, glosando la obra maestra de la escritora, hablaba de «la belleza tan humana de este libro que se nutre hoja tras hoja de la sustancia propia de la escritura».



Documental "Carmen Laforet, la chica rara"



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