Miguel Delibes (Valladolid, 17 de octubre de 1920).
Miguel Delibes nació en Valladolid en 1920. Al acabar la Guerra Civil comenzó a estudiar Comercio -obtendría la cátedra en 1945- y se licenció en Derecho. Trabajó como redactor en el Norte de Castilla y llegó a alcanzar el puesto de director en 1958, aunque cinco años después dimitiría a raíz de varios enfrentamientos con Manuel Fraga, entonces ministro de Información y Turismo.
Miguel Delibes nació en Valladolid en 1920. Al acabar la Guerra Civil comenzó a estudiar Comercio -obtendría la cátedra en 1945- y se licenció en Derecho. Trabajó como redactor en el Norte de Castilla y llegó a alcanzar el puesto de director en 1958, aunque cinco años después dimitiría a raíz de varios enfrentamientos con Manuel Fraga, entonces ministro de Información y Turismo.
Con sólo 28 años, Delibes obtuvo el Premio Nadal por “La sombra del ciprés es alargada”. A esta obra le sucedieron títulos como “El camino”, “Mi idolatrado hijo Sisí” o “La partida”, su primer libro de relatos. En 1955 publicó “Diario de un cazador”, obra que fue galardonada con el Premio Nacional de Literatura. Siete años después recibió el Premio de la Crítica por “Las ratas”.
Autor de “El disputado voto del señor Cayo” o “Los santos inocentes”, Delibes, amante de la naturaleza y siempre atento a sus peligros, ha escrito numerosas páginas dedicadas al medio ambiente y a su afición por la caza y la pesca.
Adaptadas al cine y al teatro, muchas de las obras del escritor vallisoletano han gozado de reconocimiento y admiración de crítica y público, y le han reportado insignes galardones como el Príncipe de Asturias de las Letras, en 1982, o el Premio Cervantes, en 1993.
Desde 1975 ocupa el sillón “e” de la Real Academia Española. Su última gran obra, “El hereje” –que dedica a Valladolid-, se publicó en 1998, recibiendo el Premio Nacional de Narrativa.
Hace unos años se creó la Cátedra Miguel Delibes, con sede en las universidades de Nueva York y Valladolid, cuyo objetivo es el estudio de la Literatura española contemporánea.
Los versos que le dedicara Jorge Guillén dan cuenta de la admiración que sentía el poeta de la generación del 27 por nuestro escritor:
Admiremos al hombre auténtico de veras,
Que sabe organizar su vivir y sus libros,
Muy al tanto de todo, sin inclinarse a nada,
Porque son tan ajenas
Al manantial continuo de gran inspiración;
Auténtico vivir cuajado en escritura
Límpida, magistral, y así tan convincente,
Un arte narrativo que recrea
Campo y Ciudad, sus luces y sus ideas,
Profundos los paisajes minuciosos,
Vegetaciones, hombres, animales,
En medio el cazador.
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