miércoles, 7 de noviembre de 2012

"MATAR A UN RUISEÑOR" ( Lo comentaremos en nuestro club el próximo,miércoles 14 a las 20h)


La novela se desarrolla en los años de la Gran Depresión, en una ciudad sureña de los Estados Unidos, Maycomb. Un hombre negro es acusado de violar a una mujer blanca. Pese a no existir pruebas el hombre es inculpado y nadie quiere defenderlo. Sólo una persona, el abogado Atticus Finch asumirá su defensa y se enfrentará a las críticas de su comunidad e incluso al odio de algunos.
Es la voz de Scout, una niña de 9 años e hija del abogado la que nos cuenta lo que ocurrió ese verano, uno de los más calurosos que recuerda, en su ciudad.
Las aventuras de Scout, su hermano Jim y su amigo Dill, para descubrir a un misterioso vecino que nunca sale de casa, se entremezclan con el mundo de los mayores y todo lo que rodea al juicio.

Los niños no entienden mucho lo que pasa y la razón por la que su padre defiende a “negros y canallas” contra la opinión de la mayoría del pueblo. Pero como le dice Finch a su hija: “La única cosa que no se rige por la regla de la mayoría es la conciencia de uno”.
La novela se publica en 1960, en los años de la lucha en Estados Unidos por los derechos civiles para los afroamericanos, con Martin Luther King a la cabeza.
El personaje de Dill, ese niño que ha venido a pasar las vacaciones a casa de su tía, está inspirado en Truman Capote, amigo de la infancia de la autora. De hecho Harper Lee acompañó a Capote en 1959 a Holcolm (Kansas) para investigar la matanza de la familia Clutter, viaje del que surgiría otra obra maestra de la literatura estadounidense, “A sangre fría.”




No se puede hablar de esta novela sin recordar la maravillosa película de Robert Mulligan, estrenada sólo dos años después, en la que Scout era interpretada por Mary Badham y  Boo Radley  lo interpretaba Robert Duvall, que debutaba en el cine con este personaje. Gregory Peck encarnaba a un inolvidable Atticus Finch, una actuación que le valió uno de los tres Oscar de la película. Toda la película está prodigiosamente narrada desde el punto de vista de los niños - que después de esta maravillosa interpretación no tuvieron futuro en el cine - y ese punto de vista se traslada también a la partitura, donde Bernstein evoca la pequeña ciudad sureña del condado de Maycomb y la percepción de los conflictos del mundo real de los adultos a través de la mirada infantil.

El tema principal comienza con el solo de piano y las flautas, recordando a veces el sonido de una caja de música o el de un niño tocando el piano con un solo dedo, para trasladarnos a ese mundo infantil. El piano introduce posteriormente un ritmo de vals, volviendo a entrar la flauta y el arpa marcando el tema principal y luego toda la orquesta, para finalizar el piano solo de nuevo en ese leit motiv bellísimo, que describe el entorno de los niños, inocentes, aún no contaminados por la cruel realidad adulta, y que se irá introduciendo en los diferentes temas de la banda sonora cada vez que se quiera remarcar la inocencia infantil.
La película no hizo más que acrecentar el impacto social de una novela que es capaz de bucear en las heridas de la vida y de un país sin hacer daño, pero sin hacer concesiones, con una mirada que puede parecer inocente, pero que no lo es en absoluto.
Harper Lee se mostró satisfecha con la película, diciendo: “En la película el hombre y la pieza se encuentran... he tenido muchas, muchas ofertas para adaptar la obra a un musical, a la televisión o al teatro, pero siempre las he rechazado.”
 Lee y Gregory Peck mantuvieron una larga amistad más allá del rodaje de la película.
El libro ha sido adaptado también al teatro por Christopher Sergel. Se estrenó en 1990 en Monroeville, localidad que se autodenomina «la capital literaria de Alabama». La obra se representa cada mayo junto al juzgado del condado y los lugareños encarnan los personajes. Durante el descanso se elige a personas blancas del público para que formen el jurado. La escena del juicio se desarrolla dentro del juzgado  y el pueblo es segregado racialmente.


 

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