sábado, 16 de enero de 2016

PRIMERA MEMORIA (miércoles 20, 20h)


Primera memoria  (1960) es la obra que da inicio a la trilogía Los mercaderes, completada  por  Los soldados lloran de noche (1964) y La trampa (1969),  donde se cierne la figura de la abuela, doña Práxedes, uno de esos personajes que dirigen su existencia y la de los demás, llenos de perversidad y altanería y que privilegian a los parientes que le son afines y saben adularla, perpetuando ese estado de mentira y simulación que consienten mantener dicha actitud de supremacía, y se avala de una absoluta impunidad de cacique. 

Lo que inspira y condiciona cada acto humano es el simulacro de la Guerra civil... Más desconsoladoras resultan las dos obras siguientes, Los soldados lloran de noche y La trampa, donde la desolación llega a su epílogo, porque los jóvenes protagonistas ahora son adultos, en el escenario ya conocido de la isla, donde la abuela ha reunido por última vez a sus familiares para celebrar su centenario.  

El hombre es hombre porque recuerda. 
Anatole France

Primera memoria está considerada como la obra de la memoria de una adolescente, en la cual se proyectan las circunstancias personales de la escritora con la óptica de una edad que coincide con la de la protagonista, incluso en los lugares recordados.

Niños en el puerto. Años 30.
La guerra, aunque seguida a distancia desde la isla de Mallorca, marca el confín de un mundo dividido en dos bandos y sanciona los ultrajes de los potentes sobre los derrotados. Y en esta cultura del enfrentamiento el odio es el intricado vínculo que encadena en un destino común a los miembros de esta sociedad.


Mallorca fue un bálsamo donde Ana María Matute trató de mitigar sus desavenencias conyugales. La autora se refugió en casa de Camilo José Cela y Charo Conde en Son Armadans (Palma) a finales de los años cincuenta, poco después de contraer nupcias con el también escritor Eugenio de Goicoechea. 

De la estancia en la isla y de lo que le relató el matrimonio Cela- Conde y allegados, la escritora extrajo materia novelable para Primera memoria, una historia con la que consiguió el Premio Nadal en 1959. La novela está ambientada en la Mallorca de la Guerra Civil y franquista, pero está narrada desde el recuerdo de una voz adulta que conoció con doce años el barrio de Santa Catalina, el Port o Son Major (probablemente Cala Major).


Con un hábil empleo de la condensación descriptiva y un sólido entramado de imágenes y motivos recurrentes, Primera memoria pone en liza dos cosmovisiones en conflicto: la de Matia, la adolescente que inicia su particular camino de perfección aún con los recuerdos idealistas y evasivos de la infancia, y la de su abuela, cuya inflexible figura domina y oprime la vida de la isla. Un conflicto narrado desde la perspectiva de una Matia adulta que no esconde la fragilidad de sus recuerdos. Es más, el desafío estético que propone la novela está indisolublemente ligado a la maleabilidad de la memoria y al paralelismo que se establece entre cómo opera el recuerdo y cómo germina el relato. En ambos casos, para atisbar una cartografía llena de ambigüedades y lagunas indescifrables.

De ahí el halo remoto e irreal que reviste la narración y la intensa sugerencia que alberga cada pasaje, en cuyo reverso se esconde siempre una posición moral equívoca o un suceso opaco. En ese microcosmos de valores pétreos que muestra la isla, cada uno de los personajes que rodean a Matia encarna una sanción moral latente del statu quo. Desde su condición de niña y extraña a todo ese universo, Matia llevará a cabo un trayecto doble por el que penetrará en las cavidades ocultas que sustentan el poder de su abuela a la par que advertirá los límites de su rebeldía. Así, el descubrimiento de la injusticia no podrá ir acompañado de una restitución del orden, y Matia abandonará la ingenuidad de su infancia asumiendo en ese tránsito la huella que en ella anida incluso de aquello que rechaza.

Interior Catedral de Santa María (Palma)
El despertar de Matia, pues, estará asociado a la incapacidad de escapar a la degradación que la rodea y, en definitiva, al desenmascaramiento de sí misma. Su traición final no será un simple acto de cobardía, sino el aterrizaje en la crisis perpetua de la lucidez adulta, aquella que condena a distanciar la acción del pensamiento. Y entonces, esa nueva Bernarda Alba que tiene por abuela seguirá siendo aborrecible pero ya no tan distante, pues Matia advertirá como la prisión de la isla ha parcelado ya su fuero interno. De ahí que la solución al conflicto entre ambas, más que una final sólido, sea la asunción de la precariedad de la propia posición ante la realidad. Y en esa aceptación es donde el trabado y sugerente mundo simbólico de Matute cristaliza con mayor profundidad y riqueza, y Primera memoria asume un tono entre elegíaco y desencantado que alimenta sin fin su propia lectura. 

Primera memoria no es la complacida búsqueda del tiempo perdido, ni el lento revivir de algunos años lejanos que el tiempo ha jaspeado de melancolía y nostalgia. Es, esencialmente, la creación consciente de un mundo iluminado de luz propia, visto en primera persona por una mujer adulta que permanece escondida detrás de la misma protagonista. 

Fuente: .http://www.ub.edu/cdona/lletradedona/primera-memoria



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