jueves, 9 de enero de 2025

"La piel fría" | Albert Sánchez Piñol | miércoles 15 enero | 20 h

 



Vivimos momentos apasionantes para la ciencia-ficción en nuestro país; seguramente estamos ante la mejor época del género en España. Las claves de este éxito son varias, desde el acercamiento propiciado por Internet hasta la eclosión de una nueva generación de escritores que han encontrado, por otra parte, una motivación decisiva en el gran número de revistas y colecciones con capacidad para publicar sus obras. Pero si hay que señalar la razón más importante de todas, ésta seguramente se encuentra en la apertura de fronteras, el mestizaje con géneros afines y la ampliación de los ya extensos territorios pertenecientes a la ciencia-ficción. Y no es un fenómeno exclusivamente autóctono. Sólo hay que echar un vistazo a las últimas ediciones de los grandes premios en lengua anglosajona y a la procedencia generalista de muchos de los autores actuales. Por un lado, este fenómeno abre un interesante debate sobre identidades perdidas, pero por otro asegura un aumento de calidad literaria que difícilmente habría sido posible desde el enquistamiento y la estasis.

En un proceso lento pero firme, escritores como Somoza, Loriga, del Toro y otros muchos transitan sin miedo por los mismos caminos que otros escritores más cercanos, veteranos y recién llegados, que todos tenemos en mente. Lo cierto es que hasta el momento, la cf española ha dado escasas muestras de grandeza. Muy pocas novelas han atesorado la calidad suficiente como para medirse en igualdad con la competencia anglosajona, y seguramente ninguna ha sido capaz de dar el gran salto y ser tomada en consideración por la crítica de literatura general, siempre vuelta de espaldas a nuestro amado género. Hasta ahora.

Desde una fuerte convicción personal arriesgaré la siguiente afirmación: La piel fría es la mejor novela en la historia de la ciencia-ficción española, un clásico en ciernes. Su autor es Albert Sánchez Piñol (1965), precisamente uno de esos nuevos escritores "de fuera". La pell freda, cuya edición original en catalán vio la luz en 2002, fue traducida al castellano al año siguiente, provocó rápidas adhesiones y corrió de boca en boca por los mentideros de la crítica literaria española. Recibió el Premio Ojo Crítico de Narrativa y despertó el interés de varias editoriales extranjeras, de tal modo que está próxima a convertirse en una de las novelas modernas escritas en catalán traducidas a un mayor número de idiomas.

La piel fría ahonda en profundidades inaccesibles para otros autores, algo constatable desde el primer párrafo. Novela circular de construcción perfecta, su argumento se resume en una sola línea: dos hombres encerrados en un faro se defienden, noche tras noche, del asedio al que lo someten unas criaturas submarinas. Como en las grandes novelas de las que se nutre, su esencia reside en el proceso mental de los personajes, sus relaciones, directas y con el entorno, y su manera de afrontar y entender la realidad de la situación en que están inmersos. En superficie, La piel fría retrotrae a la corriente decimonónica de la novela de aventuras, flirtea con los géneros de misterio y terror y sustenta su desarrollo en uno de los temas recurrentes de la ciencia-ficción, el de la especie inteligente ajena e incomprensible para el hombre. El autor crea a los extraños citauca (no es el único juego nominal) y sus comportamientos desde referentes bien conocidos como Lovecraft y Hodgson, y encuentra la inspiración (en algunos puntos intertextualidad) en la obra maestra de Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas, para configurar un apasionante estudio que indaga en la polisemia de la actitud humana y el relativismo del comportamiento moral.

Piñol maneja una prosa clara, adictiva, universal, rica en metáforas que buscan, junto al texto, la bipolaridad del sentimiento y el hacer humanos. Así, el interior se contrapone al exterior, el presente al pasado y el raciocinio a la pasión en una historia de carácter cíclico en la que se evidencia que por mucho que cambie el hombre a través de las generaciones, siempre seguirá sujeto a las mismas pautas, a los mismos deseos atávicos. Y es que de eso trata en realidad esta apasionante alegoría cuya trama se devora de forma enfermiza y cuyo contenido oculto invita al lector a buscar la condición humana en el otro.

Albert Sánchez Piñol ha declarado su intención de alertar con esta obra sobre el peligro que representa la falsaria costumbre actual de animalizar la imagen del enemigo y presentarlo como una bestia carente de condición humana. Ha utilizado un escaso número de herramientas: una amenaza incomprensible, dos hombres de distinta formación, un tesoro a defender y una isla que permanecerá en el recuerdo del lector para siempre. Con ello ha logrado mucho más que lo pretendido y ha escrito, en mi opinión, la mejor novela española del género, la primera en traspasar fronteras, una obra que el autor anuncia, a pesar de su carácter autoconclusivo, como principio de una trilogía.

Que la espera no sea larga. 


SANTIAGO L. MORENO - BIBLIÓPOLIS
http://www.bibliopolis.org/resenas/rese0326.htm




ENTREVISTA A ALBERT SÁNCHEZ PIÑOL 

"No entiendo todo ese drama de ‘la página en blanco’. Yo trabajo con planos de obra. No creo en la improvisación"

MARZO 2006

Algunos libros no necesitan de excesivo marketing publicitario por parte de las editoriales porque se venden solos. Este es el caso de "La piel fría", del escritor catalán Albert Sánchez Piñol. El boca a boca funcionó porque quienes leíamos el libro lo recomendábamos, y aunque no es justo que sólo algunas obras tengan marketing y otras no, "La piel fría" puede jactarse de haberse vendido solo. Un mérito, por supuesto, de su autor.

Primera parte de una trilogía muy particular, "La piel fría" cuenta una -o varias- historias de hombres y seres aparentemente humanos que conviven en guerra, huyendo de sÍ mismos y luchando por sobrevivir a su manera.

Escrita originalmente en catalán, llegó finalmente a nuestras manos traducida al castellano, pudiendo así llegar a un público más amplio.


Albert, en un principio "La piel fría" se presenta como una novela de terror, fantástico y aventuras, sin embargo el uso de los asesinos marinos no son más que un leit motiv para la verdadera historia ¿no es así?
En efecto. El elemento fantástico es una excusa para hablar de otros temas, como la alteridad y el miedo a la alteridad. Pero entiendo que a esta novela se le apliquen las etiquetas de relato fantástico, de género e incluso de ciencia ficción (?). Esto último es muy discutible. El problema es que La piel fría se sitúa en unas coordenadas narrativas que no permiten clasificarla fácilmente.
 

¿Cómo se te ocurrió la idea de estos "animales" tan especiales y esa forma tan sobrecogedora de atacar?
Bueno, es una vieja historia. En la facultad de antropología teníamos algunos profesores tan horrendamente mediocres que durante sus clases, en lugar de dormir, aprovechaba para inventarme sociedades fantásticas. Más tarde me di cuenta de que los "carasapos" ("granotots" en catalán) podía aprovecharlos de algún modo narrativamente. Y posteriormente vi las posibilidades de convertirlos en un personaje colectivo.
 

Además de escritor eres antropólogo ¿te ha servido la antropología para dar vida a tus criaturas marinas? Incluso diría yo... ¿hasta qué punto te ha dado confianza en hacerlas tan creíbles?
La antropología es un instrumento idóneo para crear mundos literarios. No sólo por la perspectiva que implica, también por la flexibilidad que aporta en las materias narrativas.
 

Personalmente me he quedado con ganas de saber más de ellos... pero esa sería otra historia ¿verdad?
Por mi experiencia con grupos de lectores, ese es un clamor general. Sin embargo, preferí escribir un relato en el que la historia real estuviera fuera del texto. Cada lector construye una visión respecto a los citauca, y cualquier clarificación por mi parte tan solo conseguiría mutilarla.
 

Centrándonos en lo que es y no lo que podía ser... Nuestros hombres sufren un proceso drástico en esa isla que les cambia completamente, pero ¿influye su pasado de alguna forma, sus creencias, sus experiencias vividas, o sólo lo que viven en la isla...?
En el fondo la estancia en esa isla implica un viaje. Un viaje intelectual, pese a las dosis de violencia. Los protagonistas son capaces de ver la realidad que se esconde detrás del horror, pero quizás no son capaces de asumirla.

 
Profundizas, eso he visto yo, en una historia de supervivientes, en sus instintos primitivos, sus necesidades primarias -incluso emocionales-, y lo haces teniendo a dos personajes aparentemente opuestos: Batís Caffó y Kollege…
Exacto. La idea era encerrar en un faro a los tres personajes más antipódicos que pudiera imaginar: un loco, un fugitivo y una "sirena", por llamarla de algún modo. Sin embargo, la historia nos muestra que posiblemente no son tan diferentes.
 

Tu novela en principio son historias casi paralelas: la de las criaturas marinas (los citaucas) y esa batalla continua contra los hombres -o viceversa-, y la de dos desconocidos que tienen que convivir a la fuerza. Conforme lees se ve que ambas historias son una: imprescindibles juntas pero ¿no es necesariamente el contacto más íntimo con alguno/s de estos seres lo más importante para este desarrollo?
Es muy importante. La piel fría no es un ensayo de etnografía fantástica, es una novela. El acercamiento entre el protagonista y los "otros" se produce a partir de la afectividad, por distorsionada que aparezca en esas circunstancias.

 
¿Es también una historia de comprensión-incomprensión?
Absolutamente. Yo aún diría más: de relaciones fracasadas. La primera frase del libro resume toda la historia.

 
¿Podemos decir que nos invita a la reflexión además de hacernos pasar un rato trepidante? Yo al menos lo afirmaría rotundamente.
Una lectura epidérmica, interpretando La piel fría como un libro de aventuras, es muy legítima. Pero quien quiera encontrar otros elementos podrá hacerlo porque están allí.
 

Tus protagonistas ¿de qué huyen en realidad?
De ellos mismos, claro. Pero no lo saben. O no quieren saberlo.
 

Decía Milan Kundera en "La insoportable levedad del ser" algo así como que los personajes no existen, surgen con las circunstancias... Cuando se produce la tregua vemos una de las partes más tiernas, impactantes y curiosas de la novela, pero debo confesarte que yo no sabía que fuera sólo una tregua... llegué a imaginarme que la historia iría por otros derroteros al conocer a estos nuevos "invitados" en la novela. ¿Tuviste claro siempre nudo y desenlace o algunas cosas o personajes fueron cambiando, surgiendo de tu mente conforme avanzabas...?
Yo siempre escribo con un guion muy detallado. De hecho, escribir es el último paso del proceso literario. Aunque el libro tiene una estructura aparentemente simple, la composición me resultó muy y muy difícil de planificar en todos sus detalles. En un "espacio escénico" tan restringido como ese islote, los personajes habían de ser muy potentes para aguantar doscientas páginas.

 
Cualquier lector puede sorprenderse en el inicio de la novela -creo que no destripamos nada importante teniendo en cuenta lo que cuenta la solapa del libro- cuando el hombre que vive en el faro no aprovecha -cuando la tiene- la oportunidad para irse de la isla. Ahora me sonrío porque he leído el libro y conozco los motivos. ¿Ese final tan sorprendente que conocen sólo los lectores surgió cuando ibas terminando la novela o estaba allí desde el inicio?
Insisto en el tema del trabajo previo a la redacción. No entiendo todo ese drama de "la página en blanco". Yo trabajo con planos de obra. No creo en la improvisación. Como máximo, sobre la marcha pueden alterarse alguno detalles, no más.
 

Albert, ¿qué puede dar más miedo que la muerte?
Siempre he pensado que el terror a la muerte es inducido. A veces por nosotros mismos. Me da la impresión de que la gente horrorizada por la idea de la muerte se engaña a ella misma. En general es mucho más cómodo preocuparse por problemas insolubles que atreverse a afrontar aquellos que sí tienen solución si nos esforzáramos por trabajarla.

 
¿No asusta tener ya en tu curriculum críticas tan fascinantes como las que se han dedicado a tu primera novela y a tu calidad literaria? No digo que tengas que ser un anciano para que se te reconozca y perder el miedo, pero estamos hablando de una primera novela de un tipo nacido en el 65 que ha despertado verdaderas pasiones entre los lectores. No has sido un descubrimiento sólo para mí…
Como diría alguien: ¡Me gusta que me haga esta pregunta! Esto de escribir te hace sentir joven. Si eres futbolista, con cuarenta tacos estás para el arrastre. En cambio, un novelista de cuarenta es un chavalote que justo empieza.
 

Una curiosidad final: Originalmente la historia está escrita en tu lengua, catalán, sin embargo el libro se ha traducido al castellano. ¿Por qué motivo no fuiste tú mismo quien la tradujo?
Por pereza. Y por miedo a que se me colaran catalanadas sintácticas. (Espero que no haya muchas en esta entrevista)
 

¿Tanta confianza tenías en que la traducción sería buena o la revisaste antes para dar el visto bueno?
Las dos cosas. A medida que los capítulos me llegaban por internet los revisaba uno a uno, modificándolos y enriqueciéndolos con aportaciones de mi cosecha. El castellano es un idioma demasiado rico como para resistir esa clase de tentaciones.
 
Y la última pregunta que todos los lectores estarán deseando saber (me incluyo) ¿qué es lo próximo que leeremos con tu firma?  
Mi segunda novela: Pandora en el Congo. Aparece este otoño. En La Campana en catalán y en Suma de Letras en castellano. Y un dato al respecto: en alguna ocasión he comentado que La piel fría era la primera parte de una trilogía. Sí, pero no con la continuidad clásica de personajes y argumento. Pandora en el Congo contiene elementos estructurales de La piel fría (el elemento fantástico que se proyecta, personajes encerrados en un claro de la jungla en vez de en una isla, el esquema de un relato de aventuras clásico) pero toca temas muy diferentes.

 



ANIKA LILLO  
https://www.anikaentrelibros.com/entrevista-a-albert-s-nchez-pi-ol-por--la-piel-fr-a-





ADAPTACIÓN CINEMATOGRÁFICA


En una isla perdida en medio del océano, dos hombres se defienden, noche tras noche, resguardados en un faro, del asedio de unas extrañas criaturas marinas. Sometidos a la extrema tensión, sin entender las razones del ataque, tendrán que replantearse cómo enfrentarse a lo desconocido.


Dirigida por Xavier Gens  (España, 2017)











miércoles, 11 de diciembre de 2024

"Malaventura" | Fernando Navarro | miércoles 18 diciembre | 20 h

 



Me ha parecido leer en los quince relatos que componen “Malaventura” una niebla amarilla que los enturbia y los ensucia con la tinta ocre de la fatalidad, de lo que no tiene remedio por mucho que sus protagonistas se revuelvan en el albero y se rebelen inútilmente contra el inevitable destino. Y tiene esa niebla una presencia y un peso tan físicos y contundentes que me ha parecido también como si en cada relato, en cada página, casi en cada frase, su autor, Fernando Navarro, me gritara a la cara que él es un tipo (uno de los buenos) acostumbrado a ver la realidad a través del objetivo de una cámara.


Acueducto de Fernán Pérez (Cabo de Gata)



Desierrto de Tabernas (Almería)


Quizás, por ello, la palabra que más he leído referida a este libro sea Western. De hecho, esta palabra se repite hasta tres veces en la propia faja que abraza al libro —magníficamente editado, por cierto, por Impedimenta—, en unas letras negras sobre un  adecuado fondo color mostaza, donde guionistas y cineastas de la talla de, entre otros, Jon Bilbao, Rodrigo Cortés o los hermanos David y Jonás Trueba, logran seducir con sus elogios al curioso lector. 

Sin embargo, estos relatos no ocurren en el lejano Oeste, sino en un Este muy cercano, muy andaluz y muy murciano. Desde el primero hasta el último me he sentido atrapado en un territorio reconocible a la vez que difuso, que mi imaginación y algunos detalles entre líneas han querido situar, más o menos, entre el desierto de Almería, la Alpujarra granadina, la serranía jienense y la huerta murciana. Allí me ha parecido reconocer una especie de Macondo de paisajes secos, áridos y hostiles, un territorio que mi tocayo Navarro ha convertido en protagonista indiscutible e imprescindible. Y es que las historias de estos relatos podrían ocurrir en cualquier lugar del mundo, pues abordan temas tan universales como el amor y el odio, la venganza, la maternidad o las infancias truncadas y, sin embargo, es en este territorio —¿inventado?— donde adquieren su total y más jondo significado.


Las Negras  (Cabo de Gata, ca. 1970)


Sí, he escrito “jondo”: aunque la rima y la métrica solo estén presentes de modo directo en el relato titulado “Martinete”, sí hay en todas y cada una de las páginas del libro, a raudales, un lirismo muy flamenco y muy gitano, cantado con una musicalidad y un timbre secos, afilados y desgarrados. No en vano, el libro se abre con una cita a una leyenda del cante jondo como es Tía Anica la Piriñaca: “Cuando canto, me sabe la boca a sangre”. No es difícil imaginar a Fernando Navarro relamiendo el sabor a sangre de sus labios al contar estos cuentos. Como tampoco será difícil que algunos de sus pasajes harán morderse la lengua a más de un lector. Así de aterradoras y plásticas son muchas descripciones.

Y que conste, que Malaventura no es un libro de terror. Aunque es cierto que todos los cuentos tienen un halo fantasmagórico, entre gótico y romántico, que consigue inquietar y que, aunque casi siempre sabes lo que va a pasar —porque el lector lo sabe, porque el destino de los personajes, insisto, está escrito, y estos también lo saben—, no puedes parar de leer. Te alcanza una especie de placer doloroso.

¿De qué van los relatos? Yo creo que el tema central es la desesperación. La desesperación por no poder cambiar las cosas. Por no poder estar con la persona a la que se ama. Por tener que matar al otro aunque no se quiera, solo porque así debe ser y está escrito. Por no poder perdonar. Por no poder escapar de un lugar y un tiempo que parecen haberse detenido para siempre.

Aquí debo hacer otra apreciación: estamos ante un libro de cuentos que se lee como una novela. No hay una trama única, un principio-nudo-desenlace, pero sí hay una unidad potente a través de tres elementos: el paisaje, las desgracias de los personajes y un tiempo que, aunque nunca se nos dice cuál es, se nos dan algunas pistas (menciones a Franco, a la furgoneta DKW, a los cigarrillos Bisonte…), que trazan un arco temporal que podría abarcar desde los años del bandolerismo hasta los 70 del siglo XX.


Juan Mingolla Gallardo, alias Pasos Largos
famoso bandolero malagueño


Clint Eastwood, Lee Van Cleef y un guardia civil durante el rodaje de
El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone, 1966) en el desierto de Tabernas

Por último, me gustaría hacer una referencia a la manera en que hablan los personajes y, ojo, también el propio narrador. Las expresiones, giros y formas son muy auténticas. Esos diminutivos (“burrico”), esos participios (“enlutao”, “despistá”), esos sustantivos (“pirriaque, zagalas”) trasladan la sensación de que el cuento no es nuevo, sino que Fernando Navarro lo ha recogido de la tradición oral. Como si en realidad fuera una  leyenda ancestral de ese territorio mítico, que el autor se ha limitado a poner por escrito. De hecho, los distintos narradores de los relatos son muchas veces poco fiables. Es un niño, habla de memoria, rumorea, reconoce que se ha equivocado o que, directamente, ha mentido…

Para terminar, diré que Malaventura es un libro corto, ágil, pero no para leer de un tirón. La intensidad de los relatos requiere un descanso entre uno y otro para saborearlos y asimilarlos en profundidad. Y quiero volver a la faja del libro —insisto, maravillosamente editado por Impedimenta, con esa portada con la muy evocadora imagen de una serpiente de dos cabezas reptando entre flores rojas—, en ella se nos anuncia que estamos ante “un híbrido de Cormac McCarthy y Lorca”. ¿Un cruce entre La Carretera y Bodas de Sangre? Lo suscribo plenamente. No hace falta decir, por tanto, que me ha encantado. Muy recomendable. Como un buen trago de bourbon. O un tequilazo, eso sí, nada de sal ni de limón.


FERNANDO REPISO 

https://www.librosyliteratura.es/malaventura.html



MALAVENTURA, GANADOR DEL XIX PREMIO SETENIL AL

 MEJOR LIBRO DE RELATOS PUBLICADO EN ESPAÑA EN

 2022





FERNANDO NAVARRO DEBUTA
CON UN WESTERN ANDALUZ






 

martes, 12 de noviembre de 2024

"La mañana descalza" | Irene Vallejo & Inés Ramón | miércoles 20 nov | 20 h

 


La mitología antigua tiene el don de expresar y contener todo lo que nos afecta, nuestros miedos, nuestras pasiones, nuestros duelos…  los descubrimientos de griegos y romanos nos interpelan desde el pasado.

Irene Vallejo


No es habitual hallar en un mismo libro dos géneros literarios tales son la narrativa y la poesía. Lo prosaico y lo lírico ensamblados en una suerte de mágica comunión, rigor y coherencia, juventud y madurez se citan para redescubrir al lector dos universos tan distintos como armónicos entre sí: el uno descriptivo, donde la leyenda y el mito ocupan un lugar preferente, pero sin perder esa visión actual e innovadora; de otra, la reflexión, lo real imaginado, trascendido al verso, a lo absoluto, desconocido, invisible.  Tampoco es habitual que sean dos las miradas, las voces que se ensamblan, y que sean dos mujeres quienes dan luz a tanta oscuridad. De igual manera no es corriente que una editorial apueste por este tipo de textos, que arriesgue tanto, que sofoque las soflamas de quienes sólo entienden la edición como beneficio comercial únicamente frente a la calidad de los manuscritos. Así este libro es un todo, la fusión de la buena literatura de sus autoras: Irene Vallejo (narradora) e Inés Ramón (poeta), y una edición excepcional: Olifante, al cuidado desde 1979 de Trinidad Ruiz Marcellán. Con todo ello, el resultado no es sino un libro con un contenido y un continente extraordinarios.

Los textos  narrativos y poéticos se alternan en todo su recorrido, de tal manera que se tiene una clara sensación de plenitud. La temática es variada y siempre el relato antecede al texto poético. Irene  Vallejo nos transporta a una realidad que bebe fundamentalmente del mito y la leyenda clásicas, construyendo así un corpus narrativo que sorprende por su viveza léxica y expresiva, por su extraordinaria forma de recuperar  la olvidada voz de la mujer, luz y esencia de la feminidad, un grito que aún hoy nos trae su dramático eco, todos los silencios que claman justicia y libertad: «Lucrecia no fue una heroína, sino una mujer angustiada porque no cumplía los exigentes requisitos de la víctima: había dejado de entrar libremente a su agresor y no podía exhibir heridas. En su época, solo tenía dos opciones: callar o hablar desde la frontera de la muerte, donde ya no quedan motivos para mentir. Hoy nos rebelamos contra la vieja herencia de la sospecha: el miedo que paraliza a todas las Lucrecias no es signo de consentimiento, sino instinto de conservación. Hay que resistirse, sí, pero a los desplazamientos de culpa». Desde el lirismo más puro, la poética de Inés Ramón produce un temblor que nos advierte igualmente del peligro de quedar abrasados a una culpa inexistente, que en realidad no es sino una sumisión de siglos, la continua humillación a la que ha sido sometida la mujer por el solo hecho de serlo, sin más consideraciones, simple y llanamente, por ser víctima siempre, ahora se rebela contra todo tipo de animadversión, de ese odio engendrado de antiguo y que la somete y desnaturaliza: «Mujeres del siglo veintiuno: / nuestra voz palpita en las cuerdas de la historia; / somos palabra en  la palabra de una alondra calcinada en Auschwitz / y repetimos, hoy, con letras de sangre y de saliva: / “Por fin se acabó / el miedo. / Comienza la esperanza».




Nos viene este libro a las manos con un deseo abarcador, renovado en su espíritu de luz y palabra, para acurrucarnos en su pecho de espuma y nube algodonada, para servirnos de guía en el aciago camino que esta vida a veces nos impone, más si cabe, a la mujer cuya olvido y ausencia ha sido una nota discordante a través de los tiempos y que hoy, en la dulce voz de Irene Vallejo e Inés Ramón, dos extraordinarias mujeres escritoras nos reconforta y seduce. Una seducción creciente conforme se avanza en la lectura de “La mañana descalza”, con esa desnudez de la palabra capaz de hacernos vibrar y sentir, conocer y descubrir otra realidad, otras realidades que se nos escapan por la rutinaria forma de vida que llevamos, ajena a los verdaderos valores humanos, a la esencialidad de la existencia. Reinterpretar el pasado tras bucearlo y comprenderlo es, en cierta manera, lo que estas dos autoras pretenden con este libro. Un análisis de lo sucedido a través de todos los tiempos para comprender mejor el presente y reinventarlo, reinventarse a sí mismo cada día, como cada día el sol nace y muere. Un ejercicio poco habitual, y desde este punto de vista, se acierta en el andamiaje del libro, en su sólida estructura, nacida de la observación y comprensión de los mitos y transformar en mensajes actuales sus enseñanzas, siempre útiles y certeras aún a pesar de los siglos transcurridos. “La mañana descalza” es un libro necesario y no puedo sino estar de acuerdo con la prologuista del mismo, Amalia Iglesias Serna, cuando dice: «…Salimos de este libro con la conciencia un poco más iluminada y con la vaga certeza de que tal vez sea necesario descender a esos ínferos para vislumbrar una nueva aurora, como dijera María Zambrano». Tanto Irene Vallejo como Inés Ramón han conseguido en este libro un equilibrio extraordinario, una armonía que tiene su expresión más clara en la palabra que una vez y otra se alza hacia el firmamento como la más diamantina de las estrellas. Descalcémonos todos, hombres y mujeres, y recorramos el camino juntos, con la absoluta creencia de que es posible un mundo donde la igualdad y la justicia nos abrigue a todos los seres humanos. “La mañana descalza”, es sin duda, una realidad que coadyuva a alcanzar esa nueva realidad que con tanto esmero han construido y dejado su singular huella y por igual la narradora Irene Vallejo y la poeta Inés Ramón.

JOSÉ ANTONIO SANTANO

https://republicadelasletras.acescritores.com/2019/09/19/la-manana-descalza-de-irene-vallejo-e-ines-ramon/




La escritora Irene Vallejo y la poeta Inés Ramón 
recitan un texto de su libro "La mañana descalza" 




martes, 8 de octubre de 2024

"La metamorfosis" | Franz Kafka | miércoles 16 oct. | 20 h

 



 1924-2024  

CENTENARIO DE LA MUERTE DE FRANZ KAFKA


La metamorfosis, publicada en 1915, es una de las novelas más analizadas de la literatura moderna, es tal vez la obra más conocida de Franz Kafka y es un relato que permite diversos puntos de vista, interpretaciones psicoanalíticas, marxistas, biográficas, fenomenológicas, sociales, etc. (Cabe preguntarse si en realidad es una novela corta o un cuento; Deleuze y Guattari clasificaron la obra como cuento). Mucho se ha dicho sobre Gregorio Samsa y a muchos, generación tras generación, su fortuita metamorfosis ha sorprendido. El relato no es fantástico, pese a lo obvio. Está más cerca del dadaísmo, el surrealismo y el existencialismo. Es un relato que se ha convertido en un mito contemporáneo. Al mismo tiempo, se sitúa en el origen de la literatura simbolista del siglo XX y explica, como los mitos, qué pasa con aquellos seres humanos que se convierten en “insectos”, en “bichos raros” en esta sociedad global de trabajos y consumos…

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 “Franz Kafka busca siempre decir lo máximo con lo mínimo”

Joan Tarrida



Durante su corta, pero intensa vida, el escritor checo cultivó su pasión por las letras y también por el arte, a través de dibujos que demuestran la esencia de su obra. A un siglo de la muerte del autor, Joan Tarrida, editor español de Los Dibujos, el último libro póstumo de Franz Kafka, comparte con Culto su mirada sobre el "visionario" escritor.


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ADAPTACIONES CINEMATOGRÁFICAS DE 

LA METAMORFOSIS


 Franz Kafka's It's a Wonderful Life (Peter Capaldi, 1993)


A medio camino entre el relato existencialista y la fábula de la incomunicación, es uno de los textos que más juego ha dado en el cine, ya que cuenta con un buen puñado de adaptaciones a la pantalla aunque ninguna demasiado popular.

 

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LA METAMORFOSIS   (novela gráfica)

 (adaptación de Peter Kuper)





AUDIOLIBRO 



 [audiolibro narrado por Jesús Polvorinos]



jueves, 12 de septiembre de 2024

"Nos vemos allá arriba" | Pierre Lemaitre | miércoles 18 sep. | 20 h

 

 



Se acerca el primer centenario de la Gran Guerra. El 28 de julio de 1914 comenzó una escalada bélica que se cobraría casi veinte millones de vidas, si sumamos las bajas y los desaparecidos. Se habló de Gran Guerra porque nadie se atrevió a pensar que una matanza semejante se repetiría, incrementado hasta cifras inverosímiles el número de víctimas. Pierre Lemaitre (París, 1951) ha recreado convincentemente las heridas provocadas por la rivalidad entre las grandes potencias de la época. Gracias a los avances de la industria y la ciencia, la ambición de poder desató una violencia particularmente mortífera, que exacerbó los impulsos más destructivos de la condición humana.




La historia de Albert Maillard y Édouard Péricourt reproduce los sentimientos de impotencia, humillación, miedo y desamparo de los combatientes, casi siempre hombres comunes con escaso ardor bélico y un sincero anhelo de paz. Albert es un simple contable, con una madre sobreprotectora y una novia casquivana. Édouard es el hijo de un poderoso hombre de negocios, que no le entiende ni le aprecia demasiado. Iconoclasta, provocador y algo bohemio, es un dibujante extraordinario, que se ríe de los convencionalismos y la moral tradicional.

A medio camino entre Goya y Sade, muestra las miserias del clero y los aspectos más escabrosos de la sexualidad.

A pocos días del armisticio, el teniente Henri d'Aulnay-Pradelle provocará una sangrienta escaramuza para ascender y encarar la posguerra como un héroe, explotando sus éxitos militares. Albert avanzará por el campo de batalla, sin esperar que Pradelle le arroje a un cráter excavado por un mortero. Se ha convertido en un testigo incómodo y el teniente intentará deshacerse de él. Una explosión completará el trabajo, enterrándole con la cabeza de un caballo. Una onda expansiva ha decapitado al animal y todo indica que será su única compañía en su viaje hacia la muerte. Sin embargo, Édouard contempla la escena e interviene, desenterrando a su compañero. Su gesto de heroísmo le costará un terrible precio. Un trozo de metralla impacta en su cara y le deja gravemente mutilado. Sin nariz, mejillas ni mandíbula, su rostro se convierte en una horrible máscara. Las quemaduras solo respetarán sus ojos, que sobrevivirán para lanzar una mirada de acusación a una sociedad embrutecida por la guerra y las privaciones. Albert asumirá su cuidado el resto de su vida. Al regresar a la vida civil, los dos romperán sus lazos familiares y sociales, recluyéndose en una modesta habitación. Albert aliviará el dolor de su amigo con grandes dosis de morfina, sometiendo su existencia a la penosa tarea de conseguir la droga en el mercado negro.

Nos vemos allá arriba es una novela con grandes cualidades: una trama meticulosamente urdida, unos personajes rebosantes de humanidad, un buen ritmo narrativo y una prosa que fluye sin retórica ni alardes de estilo.

Sin caer en el panfleto, Lemaitre formula una profunda condena moral contra la guerra. La amistad entre Albert, que renuncia a sus intereses personales, y Édouard, transformado en un golem que se oculta de las miradas ajenas, no es producto de los sentimientos de culpa y gratitud, sino de la fibra moral que alienta en el interior del ser humano. A pesar de todas las ignominias de nuestra especie, la voz de la conciencia no renuncia a manifestarse, recordándonos que nuestra obligación es socorrer a los más débiles y vulnerables. No se trata de caridad, sino de nuestra propia dignidad, pues si ignoramos el dolor del otro, perderemos la autoestima o nos deslizaremos por la pendiente del cinismo y la crueldad.

No es casual que Édouard solo conserve intacta la mirada. Los ojos son una metáfora del Tú que invoca la solidaridad del Yo. El mal solo es la quiebra de esa reciprocidad que se despliega como fundamento de una ética elemental. Nos vemos allá arriba no es literatura juvenil, pero sí es una buena lectura para los jóvenes. Édouard no despierta compasión, sino repugnancia y rechazo. Al margen de su amigo Albert, solo logra el afecto y la aceptación de una niña, que aún no ha sucumbido a los prejuicios de los adultos. Sus pequeños dedos recorrerán su rostro deformado, con un sonrisa llena de ternura. 

Nos vemos allá arriba es una elocuente lección de humanidad y un hermoso relato que nos recuerda la vieja máxima paulina: el hombre no es nada sin amor hacia sus semejantes. 


Rafael Narbona

http://www.elcultural.com/revista/letras/Nos-vemos-alla-arriba/34717



ADAPTACIÓN A NOVELA GRÁFICA


ADAPTACIÓN CINEMATOGRÁFICA


Noviembre de 1919. Dos supervivientes de las trincheras, uno un magnífico ilustrador y el otro, un modesto contable, montan una estafa sobre los monumentos a los muertos de la guerra. En la Francia de los años veinte, el proyecto se convierte en algo tan peligroso como espectacular.





martes, 11 de junio de 2024

"Kentukis" | Samanta Schweblin | miércoles 12 junio | 20 h

 



Hace un año, el club de lectura Dante se acercó a la obra de Samanta Schewblin a través de su libro de relatos Pájaros en la boca. 

En esta ocasión nos reuniremos para compartir impresiones sobre Kentukis, su segunda y última novela publicada. 



Furbies con alma y voyeurs inalámbricos

Andrea Núñez-Torrón Stock

8 FEB 2019

 

Los androides también se sienten solos

Philip K. Dick

 

Chats anónimos donde tu webcam se conecta con otras miles del mundo, pastillas para anestesiar la soledad como problema global, niños japoneses confinados a la luz azul de sus pantallas, hogares tardocapitalistas del tamaño de cápsulas para jóvenes sin futuro, como prefacio de sus propios ataúdes, algoritmos que persiguen tus huellas por la red para vender vender vender vender, hashtags como tatuajes efímeros, identidades líquidas, porno virtual a la carta, drones que apagan incendios, pulseras inteligentes que salvan el paseo de señoras con Alzheimer, bebés manejando con destreza Youtube, Zuckerberg mirándote por una rendija, drogas y snuff en la Deep Web, videollamadas a la otra punta del globo, robots operando entrañas con mejor pulso que tu cirujano. Podría parecer ciencia ficción o el sueño húmedo de Julio Verne, pero se trata de la realidad actual, un juego eterno de escopofilia y voyeurismo, de smartphones convertidos en miembros fantasma cuando se quedan sin batería y chutes de endorfina vía likes. La sociedad de la hiperrealidad vive en streaming, pero puede que en plena crisis global, el individuo se sienta más solo que nunca.




Nuestra relación con la tecnología es tan compleja, íntima y agridulce que nadie puede abordarla con palabras mejor que Samanta Schweblin, la pluma detrás de Kentukis, una novela publicada por Penguin Random House que escarba en el lado más oscuro, morboso y dependiente que establecemos con los gadgets, explorando la posibilidad de mirar y ser mirado, pasearse por la vida de otros o que se paseen por la tuya, gracias a unos juguetes exclusivos en forma de tiernos animales con cámaras en los ojos y ligados a una persona anónima de cualquier punto del planeta. Son los kentukis, y como toda tecnología abren una nueva Caja de Pandora y desentierran los problemas de siempre: la identidad, los instintos más depravados, la angustia existencial, la conexión con los demás, la rebeldía contra un sistema que exprime y agota a los cuerpos y a las almas hasta hacerlos papilla, las posibilidades del arte, la evasión a través del viaje, el miedo a lo desconocido, la catarsis de la violencia.

Como los humanos, los kentukis no pueden volver a la vida una vez se hayan quedado sin batería. Aquellas personas que se hacen con uno invitan a un nuevo inquilino a colarse en su casa desde su dispositivo, iniciando una compleja interacción sobre la que la autora porteña se posa con mirada viva y cercana, sin juzgar, mostrando un abanico de historias cuyo regusto no es ya futurista, sino rabiosamente actual. Detrás de uno de esos bichos electrónicos con autonomía propia puede estarte mirando un jubilado aburrido, un pedófilo, una adolescente antisistema, alguien que conoces, un sicario, una antigua compañera de universidad. Tu kentukis podría salvarte de un infarto, follarte con un arnés, escuchar tus últimas palabras, hacerte compañía mientras cocinas, lloras o te masturbas, conocer tus infidelidades y tus miserias, tus secretos de alcoba y tus miedos recónditos. Ignorarte o perseguirte a todos lados. ¿Quién de los dos tiene libre albedrío?




Prefieras ser o estar, hayas nacido para ser mirado o para colarte en las vidas ajenas como forma de vivir otras vidas distintas, Kentukis te encantará. Cruda como la misma realidad, afilada como una navaja, picante como el wasabi y repleta de incógnitas sobre el tecnologizado presente que se ciñe sobre nosotros como una colección de sogas o un universo de posibilidades, se trata de una novela sin precedentes. Un relato coral del vínculo -desde emocional y simbólico a fetichista y y compulsivo- que establecemos con las máquinas, capaces de sacar afuera nuestro patetismo e irrelevancia pero también nuestras ansias de libertad, nuestro interés por el resto o la conexión con lo que verdaderamente nos importa.

A ti te tocó el furby, el smartphone o el cinexin pero puedo haberte tocado vivir con un kentuki. Y la pregunta sigue siendo: ¿qué hacemos ahora?



EL PRIMER SOPLO DE INSPIRACIÓN DE KENTUKIS



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ENTREVISTA A SAMANTA SCHWEBLIN



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