viernes, 3 de diciembre de 2010

LECTURA DEL MES: “El viaje”, de Edmond Baudoin



El viaje es… un disfrute con mayúsculas: una experiencia visual y un ejercicio introspectivo. Un viaje compartido entre su personaje, su autor, Edmond Baudoin, y nosotros, los lectores.


Simon, el protagonista, como le sucedíió a Baudoin en los años 60, es un triunfador social abocado al fracaso personal, un hombre esclavo de su entorno, de su trabajo, de su geografía más inmediata. Un día, Simon –también Baudoin- decide huir, romper los barrotes de su prisión física y mental, abrir su mente a nuevos parajes y gentes por conocer, enfocar su existencia hacia nuevas formas de entender la experiencia vital. Simon, al igual que Baudoin, escapa sin rumbo fijo, se aleja de su París, una ciudad que para él está muy lejos de las ensoñaciones mágicas de la mítica y bohemia ciudad del amor. Un París que podría ser Madrid, Tokio o Nueva York, daría igual, porque Simon no se aleja de una ciudad sino de sí mismo.


El dibujo de Baudoin más que representar, sugiere. Su trazo, etéreo, abierto y libre, encierra símbolos e insinuaciones que se mueven en el territorio de la lírica, más que en el de la narración. Las pinceladas del francés ofrecen una visión expresionista (¡omnipresente la influencia de Munch!) de la realidad física transformada en un viaje iniciático hacia el futuro. Con El viaje vivimos una sensación familiar de déjà-vú: la obra de arte, una vez más, se configura en un estado de ánimo y el lector intuye en ella su propia experiencia, la de esa huida hacia adelante que es la existencia. Porque este cómic canta a todo lo que de verdad importa en nuestro periplo vital: a la libertad, al amor, a la amistad y a cada uno de nosotros mismos.

Edmond Baudoin, dibujante de sueños.



Edmond Baudoin nace en Niza, en 1942. Tras estudiar en la escuela de Artes Decorativas en la adolescencia, ejerce como contable antes de volver al dibujo en 1971.En 1992 y 1997 ganó el premio Alph’Art al mejor guión del Salón Internacional del Cómic de Argoulême, 1997, con El viaje, una secuencia de viñetas que nos hablan de su emancipación cuando decidió dejar su empleo de contable para dedicarse a su vocación verdadera. Piero le valió el premio al mejor álbum en el festival de Sierre de 1998. Aunque el estilo de dibujo libre y la original construcción de sus obras puedan parecer desconcertantes, basta con leer las historietas de Edmond Baudoin para entrar en su universo. En ellas cuenta su infancia en la posguerra, cuando pasaba la mayor parte de su tiempo dibujando con su hermano, Piero. Nos habla de su madre en Éloge de la poussière. De su encuentro con Fred Vargas, una creadora de éxito internacional que escribe novela negra, surge Los cuatro ríos, un diálogo permanente entre la novelista y el dibujante, aportando cada uno la riqueza de su propio medio de expresión. En Arlerí, nuestro autor rememora, a través de la conversación entre un viejo pintor y su modelo, todo lo que sabe del amor y, más concretamente, sobre la relación de los hombres y las mujeres, el sentimiento amoroso y el amor físico. En su más de cincuenta obras –en solitario o colaborando con distintos autores- Edmond Baudoin celebra el arte, con referencias a la pintura; ilustra la vida, abordando temas universales como la esperanza, los encuentros, los viajes, el amor… partiendo de su experiencia personal.

jueves, 4 de noviembre de 2010

LECTURA DEL MES: “El último encuentro”, de Sándor Márai.



Tras una existencia ornada de elegancia y esplendor, el general Henrik decidió recluirse en su castillo en los Cárpatos, donde lleva viviendo más de 40 años. Sólo una nodriza y sus recuerdos le sirven y acompañan. Un día, su mejor amigo, Konrád, a quien no ha visto desde hace más de cuatro décadas, le anuncia por escrito que irá a visitarlo. “Konrád sabía que tenía que regresar –explica el narrador– y el general sabía que aquel momento llegaría algún día”. La novela es la recreación de ese encuentro, y el magnífico diálogo entre ambos personajes no sólo irá desvelando un tercer ángulo en la trama –una mujer imborrable llamada, Krisztina–, sino que ofrece una de las más sabias reflexiones que se han escrito sobre la amistad y el amor. El autor logra en esta breve novela adentrarse, con un lenguaje que es bisturí y candil al mismo tiempo, en el revés y el derecho de ambas pasiones humanas.




La amistad entre Konrad, pobre y con pretensiones inculcadas por sus padres, y el rico Henrik nos posiciona en esa etapa tan rica del imperio austrohúngaro, literariamente hablando, partiendo del momento en que ellos tendrán El último encuentro, y justo ahí encontramos una de las virtudes de la novela: el manejo de esos momentos; cómo Sándor Márai utiliza el tiempo para llevarnos y traernos a la infancia y juventud de los protagonistas, hasta la hora que ya son viejos, porque la reunión que llevarán a cabo la hacen cuando ya son un par de ancianos con las espaldas cargadas de recuerdos.



La casa donde se reunirán estos amigos es un castillo en las estribaciones de los Cárpatos; un sitio que el guardia imperial, padre de Henrik, ocupaba como centro de caza para sus amigos de la corte, entre ellos el Rey. Ahora ese castillo sólo alberga a Henrik, a su nodriza Nini y a los sirvientes.



Cuando se llega al instante del encuentro, los antes inseparables camaradas comienzan un diálogo en el que Márai exhibe su talento: dosifica el suspenso, entrelaza la historia biográfica de ambos, y penetra en su psique para dejarnos ver las posibilidades del alma humana, y hasta dónde nos podría llevar una pasión arrebatadora, sugiriendo las derivaciones éticas de los comportamientos del individuo cuando se traicionan la confianza y la lealtad.

SÁNDOR MÁRAI


Sándor Márai nació el 11 de abril de 1900 en Kassa, una pequeña ciudad húngara que hoy pertenece a Eslovaquia.


En 1918 trabajó como editor en Budapest y al año siguiente se trasladó a Berlín y, poco después, a Frankfurt, donde se dedicó al periodismo.


Durante la década de 1930 se labró un gran prestigio por la claridad y precisión de su prosa de estilo realista. Sus obras alcanzaron grandes cifras de ventas y se traducían a numerosos idiomas.


Cuando los nazis accedieron al poder en Alemania, el escritor húngaro fue uno de los primeros en oponerse abiertamente a Hitler a través de contundentes artículos. Enseguida vio lo que se le venía encima a Europa, por un lado, con Hitler y, por otro, con Stalin. Sin embargo, la crueldad de la guerra no le tocaría de lleno hasta 1945. Después de la invasión alemana de Hungría, frente a tantas atrocidades perpetradas por los invasores secundados por fascistas húngaros, Márai escribió en su diario:


"De hecho, los alemanes son magos. Han acertado a realizar el milagro de que cualquier ser humano decente espere honestamente y lleno de anhelo a los rusos, a los bolcheviques que llegan como libertadores".


Estos "libertadores" decidieron no molestarle de momento, dada su fama. Pero con la ocupación soviética de Hungría y con el establecimiento del régimen comunista, la estrella de Márai comenzó a declinar. Tachado pronto de escritor "decadente y burgués", aquel europeo individualista y cosmopolita, de ideales humanistas, jamás pudo plegarse a la uniformización colectivizada que aceptaban la mayoría de sus colegas, y en 1948 abandonó Hungría definitivamente para instalarse en Italia.


La prohibición de su obra en Hungría hizo caer en el olvido a quien en ese momento estaba considerado uno de los escritores más importantes de la literatura centroeuropea. Transcurrieron así varios decenios hasta que, con el ocaso del comunismo, este escritor fue redescubierto en su país y en el mundo entero.


Márai se quitó la vida en 1989 en San Diego, California, pocos meses antes de la caída del Muro de Berlín.


Sándor Márai destacó sobre todo por su obra narrativa, aunque también escribió poesía, teatro y ensayo, además de múltiples colaboraciones periodísticas, entre las que se encuentran algunas de las primeras reseñas sobre las obras de Franz Kafka. En sus novelas, escritas originariamente en húngaro –aunque había comenzado su carrera escribiendo en alemán- y cuidadosamente desarrolladas, Márai analiza la decadencia de la burguesía húngara durante la primera mitad del siglo en títulos como ”Divorcio en Buda”, “El último encuentro” o “La herencia de Eszter”. En la prosa de Sándor Márai, el “Proust húngaro”, se deja oír la voz de los grandes novelistas, de Flaubert, Stendhal, Dostoievsky, Henry James y Balzac.


Por otra parte, Márai escribió obras de tintes autobiográficos –además de sus famosos “Diarios”- que retratan las convulsiones sufridas por Hungría durante la primera mitad del siglo XX; por ejemplo, los años previos y posteriores a la Primera Guerra Mundial retratada en “Confesiones de un burgués“, o las invasiones del ejército nazi, primero, y soviético, después en “ ¡Tierra, tierra!”.



miércoles, 6 de octubre de 2010

LECTURA DEL MES: "El retrato de Dorian Gray" de Oscar Wilde.




Oscar Wilde nació en Dublín el 16 de octubre de 1854, en el seno de una familia culta y liberal. Su madre, Jane Elgee, traducía a Dumas y escribía versos; su padre, sir William Wilde, era un destacado oftalmólogo, aficionado a la literatura, quien trató de una dolencia al rey Oscar I de Suecia, de quien recibiría una condecoración.

A los 20 años, Oscar gana la Medalla de Oro Berkeley por su trabajo en griego sobre los poetas clásicos y recibe una beca por cinco años para estudiar en Oxford. A los 24 años obtuvo el título de Bachelor of Arts.

Mucho antes de darse a conocer como escritor, Oscar Wilde había alcanzado una gran notoriedad. En su juventud llamaba la atención por su personalidad refinada y su vestimenta rebuscada; por su conversación brillante y agresiva; y por su agilidad intelectual, con la cual desconcertaba, e incluso ridiculizaba, a quienes le rodeaban.

A partir de 1879 decide establecerse en Londres de manera permanente. En esta ciudad se publica la primera edición de su poesía y verán la luz obras como "El Príncipe Feliz" (1888), un volumen de cuentos. Aborda el género del ensayo (“La decadencia de la mentira”, “El escritor como artista”), y en 1890 se publica su única novela, "El retrato de Dorian Gray", obra que despierta el interés de la crítica y del público. En 1884 contraería matrimonio con Constance Lloyd, con quien tendráa dos hijos: Cyril y Vyvyan.


Durante la década de 1890 se estrenan sus obras para teatro "El abanico de Lady Windermer" (1892), “Un marido ideal”, "Salomé" (1894) -que fue censurada por retratar personajes bíblicos-, o "La importancia de llamarse Ernesto" (1895). La fama de Oscar Wilde lleva a que sean publicados sus ensayos en Londres, Dublín, Nueva York y París, y que sus obras teatrales sean representadas en salas de toda Europa.


En marzo de 1895, Wilde promueve un juicio contra el Marqués de Queensberry –padre de Lord Alfred Douglas, su amante- por difamación, lo que desemboca en la detención del escritor, siendo sentenciado a dos años de trabajos forzados. Durante su presidio en el penal de Reading escribiría “De Profundis”, cuya publicación completa sería promovida por su hijo Vyvyan en 1909.


En 1897, tras haber cumplido su condena, Wilde se instala en Beneval, Francia, donde escribió su poemario “La balada de Reading”. Tras la muerte de su esposa en 1898, el escritor se traslada París. En la capital francesa, al igual que en Londres, se convierte en una de las grandes personalidades de los círculos artísticos y literarios. Bajo el nombre de Sebastian Melmoth –nombre de un personaje literario ideado por Charles Robert Maturin, pariente de su madre- viajó por Europa y, enfermo de meningitis, fallece en París el 30 de noviembre de 1900, sumido en un estado de pobreza. Antes de morir, y en pleno uso de sus facultades mentales, ingresa a la fe católica, recibiendo las aguas bautismales.
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ARRANCA UNA NUEVA TEMPORADA DE NUESTRO CLUB DE LECTURA


Nos seguiremos reuniendo todos los meses, de septiembre a junio, para debatir sobre un libro cuya lectura se ha pactado previamente. Cada uno tenemos nuestras propias razones para interesarnos en esta actividad. Unos buscamos el simple placer de compartir una afición y tener un foro permanente en el que hablar de libros y de literatura; otros lo vemos como una especie de formación continua, como una forma de ampliar horizontes culturales; otros, como una ventana que les brinda un paisaje distinto del cotidiano… todas estas razones son igualmente válidas y dignas de ser tenidas en cuenta. Sea cual sea la tuya te esperamos para que compartas con nosotros este nuevo curso.

lunes, 23 de agosto de 2010

Un secreto, una canción, una boda



Más que de la novela, hablaré de sus orígenes. Esto es, de los dos o tres elementos aislados (más no hacen falta) que en esta ocasión, como en las precedentes, me hicieron ponerme ante la máquina un día y escribir la primera frase. Esa primera frase de Corazón tan blanco dice así: "No he querido saber, pero he sabido que una de las niñas, cuando ya no era niña y no hacía mucho que había regresado de su viaje de bodas, entró en el cuarto de baño, se puso frente al espejo, se abrió la blusa, se quitó el sostén y se buscó el corazón con la punta de la pistola de su propio padre, que estaba en el comedor con parte de la familia y tres invitados." Esto fue exactamente lo que hizo en la vida real una mujer de mi familia hace años. Nunca se supo por qué, ni qué había sucedido durante las escasas semanas que llevaba casada, un matrimonio en principio alegre, o normal cuando menos. Precisamente porque no es fácil imaginar lo ocurrido, intenté imaginarlo, y no averiguarlo: el narrador de mi novela, un descendiente imposible de esa mujer del primer párrafo, se caracteriza justamente por no querer investigar, por no querer saber, por sus recelos ante la idea de que la verdad debe conocerse siempre o debe resplandecer.

El segundo elemento que me rondaba la cabeza tenía alguna relación, aunque extrañamente no la descubrí hasta que la novela ya estaba avanzada: una de mis abuelas, Lola Manera, había nacido en La Habana. En el 98, cuando se perdió Cuba, su familia regresó a España (o mejor dicho vino por vez primera), y aunque ella contaba entonces ocho o diez años, la anciana reidora y amable que yo conocí conservaba su acento habanero, a mí y a mis hermanos nos llamaba "guajiros" o "guachinangos" y nos cantaba canciones que ella había oído a las ayas negras de su niñez. Entre esas canciones había una siniestra y a la vez cómica: durante su noche de bodas con un extranjero rico, la joven desposada pedía auxilio a su madre, que velaba junto a la habitación nupcial. "Mamita mamita, yen yen yen", cantaba, "serpiente me traga, yen yen yen". Pero el marido respondía a través de la puerta: "Mentira mi suegra, yen yen yen, que estamos jugando, yen yen yen, al uso de mi tierra, yen yen yen." A la mañana siguiente, la madre y suegra encontraba sobre la cama del matrimonio una enorme serpiente, sin rastro de los recién casados. Esta canción tiene su importancia en Corazón tan blanco, y aparece más de una vez.

El tercer elemento atañe a mi propia biografía ficticia, y seguramente por eso es más trivial: yo nunca me he casado, si bien he estado a punto de hacerlo y conviví con alguien en una ocasión. Así, ese estado tan común y banal, por no conocerlo, se me aparece rodeado de cierto misterio, y en algunos momentos no he podido evitar pensar cómo sería mi nunca celebrado matrimonio, o cómo sería un narrador mío en él. Si asociamos esa curiosidad a los dos primeros elementos, no será de extrañar que en mi novela lo conyugal se manifieste como algo más bien ominoso, por no decir peligroso. Ni tampoco que el texto así originado sea un libro (como reza su contracubierta por expresa indicación del autor) "sobre el secreto y su posible conveniencia, sobre el matrimonio, el asesinato, la instigación, sobre la sospecha, sobre el hablar y el callar y sobre los corazones tan blancos que, poco a poco, se van tiñendo, según ven 'transcurrir el transcurrido tiempo' y acaban sabiendo lo que nunca quisieron saber".

Javier Marías

miércoles, 14 de julio de 2010

Javier Marías Franco





Nacido el 20 de septiembre de 1951, pasó parte de su infancia en Estados Unidos. A su padre, el filósofo Julián Marías, encarcelado y represaliado por el régimen franquista, y colaborador de Ortega y Gasset en la creación del Instituto de Humanidades entre 1948 y 1950, se le prohibió impartir clases en la universidad española. Desde 1951 dio clases en universidades americanas y en 1964 ingresó en la Real Academia Española.



Javier Marías recibió una sólida educación liberal en el Colegio Estudio y en su casa, donde sus padres daban clases a estudiantes extranjeros y recibían a intelectuales; entre ellos, Javier Marías conocería a Rosa Chacel.



Sobrino y primo, respectivamente, de los cineastas Jesús Franco y Ricardo franco, colaboró con ellos en su juventud traduciendo o escribiendo guiones, e incluso apareciendo como extra en algún largometraje.



Se matricula en la facultad de Filosofía y Letras, Universidad Complutense de Madrid. Entre sus compañeros está el futuro director de cine Agustín Díaz Yanes, que pertenece, como él, al Comité de Acción Revolucionaria (dependiente del Partido Comunista Internacional). Su afiliación política durará poco tiempo y en los años siguientes se caracterizará por su independencia política, haciendo gala de no pertenecer a ningún partido.



En 1970 escribió la primera novela que vería la luz, “Los dominios del lobo”, publicada un año después. Entre el tiempo de creación de esta obra y de su publicación conocería al escritor Juan Benet, al que le uniría a partir de entonces una gran amistad, y quien llegaría a ser una figura clave en su vida personal y literaria.



En 1986 ganará el premio Herralde de Novela por “El hombre sentimental"



Otras obras señaladas del autor son: “Todas las almas” (1989)Corazón tan blanco” (1992), “Mañana en la batalla piensa en mí” (1994), “Negra espalda del tiempo” (1998), y la trilogía que compone su obra más ambiciosa hasta la fecha, “Tu rostro mañana” (2002-2007). Además, ha cultivado el género de relato breve en “Mientras ellas duermen” (1990), “Cuando fui mortal” (1996) y “Mala índole” (1998).



Profesor en distintas universidades, Javier Marías también es un reconocido traductor de distintos novelistas y poetas en lengua inglesa (Robert Louis Stevenson, Laurence Sterne, Vladimir Nabokov, Joseph Conrad, W. B. Yeats, y otros). Por otra parte, dentro de su faceta ensayística destacan títulos como “Vidas escritas” (1992), y “Faulkner y Nabokov: dos maestros” (2009). Actualmente colabora en las páginas de El País y en la publicación mensual Letras Libres.



Desde 2006 ocupa el sillón “R” de la Real Academia Española.

jueves, 24 de junio de 2010

José Saramago, poeta




EN LA ISLA A VECES HABITADA

En la isla a veces habitada de lo que somos, hay

noches, mañanas y madrugadas en que no

necesitamos morir.

Entonces sabemos todo lo que fue y será.

El mundo aparece explicado definitivamente y

nos invade una gran serenidad, y se dicen las

palabras que la significan.

Levantamos un puñado de tierra y la apretamos

entre las manos.

Con dulzura.

Ahí se encierra toda la verdad soportable: el

contorno, el deseo y los límites.

Podemos decir entonces que somos libres, con la

paz y la sonrisa de quien se reconoce y viajó

infatigable alrededor del mundo, porque

mordió el alma hasta sus huesos.

Liberemos lentamente la tierra donde ocurren

milagros como el agua, la piedra y la raíz.

Cada uno de nosotros es de momento la vida.

Que eso nos baste.

jueves, 17 de junio de 2010

LAMPEDUSA




Giuseppe Tomasi di Lampedusa nació en Palermo en 1896, hijo del Príncipe Giulio Maria Tomasi di Lampedusa y de la Princesa Beatrice Mastrogiovanni Tasca di Cutò.


Hasta los quince años, edad a la que ingresaría en un instituto de enseñanza en Roma, estudió en el domicilio familiar, donde fue educado por una maestra, por su madre y por su abuela, quien le leía novelas de Emilio Salgari.


En 1915,con 19 años, se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Roma, pero ese mismo año fue llamado por el ejército, participó en la derrota de Caporetto y fue hecho prisionero por los austriacos.


En1932 se casó con la más tarde célebre psicoanalista de origen letón Alexandra Wolf-Stomersee, de familia noble y criada en San Petersburgo.


Tomasi se alojó con frecuencia en casa de su primo, el poeta Lucio Piccolo, con el que acudió en 1954 a San Pellegrino Terme para asistir a un premio literario en el que conoció, entre otros, a Eugenio Montale y a Maria Bellonci. Se dice que fue a la vuelta de ese viaje cuando comenzó a escribir El Gatopardo.


El gatopardismo, o mucho más habitualmente, el adjetivo lampedusiano, es un concepto político según el cual en determinados momentos históricos se hace necesario crear una apariencia de cambio revolucionario con el fin último de que la base, el núcleo del sistema, permanezca incólume e inalterado. En una conversación entre el Príncipe de Salina y su sobrino, el autor dibujó este concepto en una frase que ha pasado a la historia: Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie.


En mayo de 1957 le es diagnosticado un tumor pulmonar. Su novela no fue publicada hasta un año después de su muerte, cuando Elena Croce (hija del intelectual Benedetto Croce) la envió a Giorgio Bassani, que la hizo publicar en la editorial Feltrinelli, editorial que unos meses antes había publicado Doctor Zhivago, del poeta ruso Boris Pasternak. Al año siguiente, 1959, El Gatopardo obtuvo el Premio Strega, el más importante de la narrativa en Italia. En 1960 llevaba ya más de 50 ediciones y era el primer best-seller italiano.


En 1963, el cineasta Luchino Visconti convertiría la novela en una película del mismo título, protagonizada por Burt Lancaster, que obtuvo gran éxito y diversos premios.

Tras la muerte de Lampedusa, en 1961, se dio a conocer un volumen de relatos titulado Racconti (Cuentos). También fueron publicados los ensayos Lezioni su Stendhal (Lecciones sobre Stendhal, 1971) e Invito alle lettere francesi dil Cinquecento (Invitación a la literatura francesa del siglo XVI, 1979). Además, también han sido publicados un estudio sobre literatura inglesa y parte de su correspondencia.

EL GATOPARDO



Algunos párrafos de “EL GATOPARDO. Mentira de príncipe”, de Mario Vargas Llosa


El Gatopardo es una de esas obras literarias que aparecen de tiempo en tiempo y que, a la vez que nos deslumbran, nos confunden, porque nos enfrentan al misterio de la genialidad artística.

Una vez agotadas todas las explicaciones a nuestro alcance —y Dios sabe hasta qué extremos han sido averiguadas y manoseadas las fuentes de este libro y la peripecia biográfica de su autor—, satisfecha nuestra legítima curiosidad sobre las circunstancias en que se gestó, una duda fundamental queda planeando, incólume: ¿cómo fue posible?

Que no haya respuesta definitiva significa, simplemente, que esos ocasionales estallidos que desarreglan la producción literaria de una época fijándole nuevos topes estéticos y desbarajustando su tabla de valores, reposan sobre un fondo de irracionalidad humana y de accidente histórico para los que nuestra capacidad de análisis es insuficiente.

Ellos nos recuerdan que el hombre es, siempre, algo más que razón e inteligencia.

El Gatopardo es una de esas excepciones que esporádicamente empobrecen su contorno literario, revelándonos, por contraste, la modestia decorosa o la mediocridad rechinante que lo caracteriza. Apareció en 1957 y desde entonces no se ha publicado en Italia, y acaso en Europa, una novela que puede rivalizar con ella en delicadeza de textura, fuerza descriptiva y poder creador.

(…)
Lampedusa leía en cinco lenguas —el español fue la última que aprendió, ya viejo— y su cultura literaria era, según Francisco Orlando (Ricordo di Lampedusa, Milano MCMLXIII), muy vasta. Sin duda lo era y la mejor prueba es su novela. Pero, aun así, la duda se agiganta cuando advertimos que este perseverante lector no había escrito sino cartas hasta que, a los cincuenta y ocho años de edad, cogió de pronto la pluma para garabatear en pocos meses una obra maestra. ¿Cómo fue posible? ¿Debido a que este aristócrata que no sabía vivir en el mundo que le tocó sabía, en cambio, soñar con fuerza sobrehumana? Sí, de acuerdo, pero ¿cómo, cómo fue posible?

Londres, 6 de febrero de 1987

martes, 11 de mayo de 2010

JOSÉ LUIS SAMPEDRO

Cuando tenía año y medio se traslada a Tánger, ciudad con una población de origen muy variado. En esta ciudad vivió inconscientemente, pero de forma receptiva, esa multiplicidad de influencias. En el colegio tenía compañeros de distintas nacionalidades y costumbres. En la calle convivían tres religiones; la cristiana, la musulmana y la judía, varios idiomas, hábitos diferentes.

Fue recibiendo una visión del mundo múltiple y respetuosa con las costumbres ajenas.

A los ocho años pasó de la internacionalidad permisiva a la Edad Media, cuando sus padres le enviaron a casa de su tía en un pueblecito de la provincia de Soria.

Llegó a Aranjuez a fines de junio de 1930, con 13 años, y se encontró en un medio a la vez rural y cortesano. Es el ambiente que, 63 años después, recoge en su obra “El Real Sitio”.

Más tarde presenciaría un espectáculo lleno de fuerza que también, con el tiempo, daría lugar a otra novela: la arribada de los troncos de pinos de la sierra, flotando sobre el Tajo y conducidos por los gancheros, que serían los protagonistas de "El río que nos lleva".

En 1932, su nueva residencia en Madrid fue el detonante del Sampedro escritor.

La vida en Madrid le permitió aperturas culturales al terminar con la censura previa y facilitar la difusión de ideas no sólo políticas sino también literarias y artísticas (desde la proclamación de la República). La vida de los estudiantes y, sobre todo, de las estudiantes, cambiaba visiblemente y la presión religiosa se debilitaba.

En 1935 se trasladó a Santander a la Escuela de Aduanas y allí le sorprendió la Guerra Civil. Es movilizado por el Ejército republicano y después se pasa a los nacionales. Una vez finalizada la Guerra se matriculó en la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas licenciándose en 1947 con premio extraordinario y de 1955 a 1969 mantuvo la Cátedra de Estructura Económica en la Universidad Complutense de Madrid. Fue subdirector (1962-1969) y asesor (1979-1981) del Banco Exterior de España, y senador por designación real (1977-1979).

En 1969-70 se exilió a Gran Bretaña como contestación a las deportaciones de catedráticos de la Universidad de Madrid, dando clases en las Universidades de Liverpool y de Salford.

En 1984 vuelve a la Dirección general de Aduanas, donde permanece hasta su jubilación. En 1990 es elegido miembro de la Real Academia Española.


En “El rio que nos lleva” Sampedro describe, al hilo de la trama y el estudio psicológico de los protagonistas, unos paisajes, unos pueblos y una forma de vivir. La historia que nos cuenta Sampedro es la aventura de la última "maderada" en el río Tajo. Roy Shannon, 32 años, irlandés, ha vivido los desastres de la Segunda Guerra Mundial. Ya no cree en el hombre. Camino de Inglaterra llega a España en busca de sus orígenes. Se encuentra con Paula, que le lleva hasta un campamento donde conoce a los gancheros: unos hombres primitivos, valientes y generosos comandados por un hombre al que todos llaman "El Americano". Se hizo una película homónima en 1989.

Entre sus numerosas obras podemos citar:

Novelas: “ La sombra de los días”(1947), “Congreso en Estocolmo” (1952),”El río que nos lleva”(1962),”El caballo desnudo” (1976), “Octubre, octubre”(1981), “La sonrisa etrusca “(1985), “La vieja Sirena” (1990), “El Real Sitio” (1993), “Monte Sinaí” (1997), “El amante lesbiano” (2000), y “La senda del drago” (2006).

Teatro:” La paloma de cartón” (1948), “Un sitio para vivir”.

Economía: “Principios prácticos de localización industrial” (1951), “Realidad económica y análisis estructural”(1959), “Las fuerzas económicas de nuestro tiempo” (1967)

viernes, 7 de mayo de 2010

SE ROMPE EL SACO

Sin duda alguna la cuestión palpitante ahora en nuestro mundo es la crisis. En los hogares y en las empresas se sufren las consecuencias; en los parlamentos, en los medios y en las tertulias se analizan sus efectos y, sobre todo, sus causas. Pero la explicación clara y definitiva nos la ofrece la sabiduría tradicional: LA AVARICIA ROMPE EL SACO. Pese a no ser sinónimos, hoy la palabra “codicia” se asocia inevitablemente con la palabra “crisis”.

La crisis, por supuesto, es la financiera. Hay otras, algunas tan graves como la alimentaria o la climática, pero la financiera las eclipsa. Prueba de ello es la conferencia mundial de la FAO: no consiguió reunir ni siquiera veinte mil millones para aplacar el hambre de los países pobres mientras que para enmendar los disparates y estafas de la gente rica han salido cientos de miles de millones (y todavía siguen saliendo) de los paraísos fiscales, las cajas secretas, las hábiles contabilidades y otros ardides de la ingeniería financiera. Los banqueros aparecen como “los malos de la película”, pero se olvida que no operan en el vacío sino dentro de un sistema y en estrecha interdependencia con él, lo mismo que el corazón en el cuerpo humano. Los banqueros se han excedido, sin poder evitarlo, porque el sistema es codicioso por naturaleza. Esta crisis no es una enfermedad en un cuerpo sano y robusto, sino al revés: toda la estructura de ese cuerpo social está desquiciada. La crisis no es una fiebre juvenil sino una deficiencia senil.

No es que el capitalismo sea malo sino que está agotado y se revela incapaz ante un mundo diferente del que le hizo nacer. En sus comienzos, hace cinco siglos, su codicia radical le impulsó a descubrir océanos, colonizar continentes, alentar un humanismo frente a oscuridades teológicas, sembrar ideas con la imprenta y fomentar el pensamiento y la riqueza: el sistema de vida occidental se hizo con el dominio del mundo. Pero esa misma codicia ha socavado la prosperidad con su exageración permanente, convirtiéndose hoy en la avaricia del anciano que se abraza a su bolsa llena con temor de perderla pero todavía ansioso de aumentar el botín.

La codicia siempre exagerada y el capitalismo insaciable carecen del sentido del límite. En la antigua Grecia respetaban a una diosa, Némesis, guardiana de los límites y perseguidora de sus transgresores. Otras culturas han ensalzado la serenidad y el equilibrio, la vida tranquila o la armonía con la Naturaleza, pero la codicia capitalista no está satisfecha y llama progreso al aumento constante de bienes y productos. La población mundial se ha triplicado a lo largo del siglo XX, sin que los recursos naturales hayan podido crecer lo mismo. Diversos estudios, que coinciden en lo esencial, muestran que desde fines del pasado siglo la regeneración de los productos naturales de la Tierra ya no restituye el consumo. Se piensa más o menos que sólo para dar a toda la población el nivel de vida de España haría falta tres planetas como el nuestro.

La palabra CODICIA tiene una acepción taurina que alude al ímpetu con el que embisten algunos toros y, ese significado es aplicable al capitalismo, que es esencialmente predatorio, sin respeto a la naturaleza ni tampoco a las personas. Desde que en sus orígenes el hombre se erigió en el Rey de la Creación, ha explotado sin reserva los recursos del planeta. Todavía en los primeros tiempos el famoso médico y filósofo Paracelso insistía en que a la naturaleza se la vence obedeciéndola, pero esa precaución pronto quedó olvidada, en contraste con otras culturas, que consideran sagrados un árbol o una fuente. Ni siquiera se respeta siempre al prójimo, se violan los derechos humanos a pesar de proclamarlos. Con la globalización el dinero, valor supremo del sistema, circula sin barreras, mientras el movimiento de las personas se restringe con métodos tan anacrónicos como erigir vallas y muros.

Ante tanta prosperidad en las grandes urbes de los países desarrollados muchos se resisten a admitir la decadencia de tal poderío. Olvidan con eso la experiencia histórica de todos los grandes imperios. Desde Asiria y Babilonia hasta nuestros días, tuvieron su decadencia y ocaso. Fenómeno descrito magistralmente hace ya seis siglos por Aben Jaldún, un musulmán cordobés autor de una historia de los bereberes. Otro andaluz, el poeta Rodrigo Caro, acuñó ante las ruinas romanas de Itálica estos hermosos versos “Las torres que desprecio al aire fueron/a su gran pesadumbre se rindieron.”

El capitalismo se rinde ya a su codicia. Hace cinco siglos Europa era una explosión de afanes en aventuras creadoras. Las gentes se embarcaban en frágiles navíos y cruzaban océanos para llegar a tierras ignotas; los mercados prosperaban en las ciudades, las universidades se multiplicaban y la imprenta sembraba ideas nuevas y audaces. Aquel espíritu de aventura se ha convertido hoy en un afán de seguridad y en un repliegue a refugios protectores sacrificándose las libertades a una supuesta seguridad. Occidente vive ahora en el miedo y hasta los ciudadanos del país más poderoso de la tierra viven en constante temor, soportando controles y restricciones.

También Roma, dominadora del mundo de su tiempo acabó desmoronándose y cayendo en un estado de barbarie y desorden. No estamos muy lejos de una situación semejante, porque la barbarie consiste en la destrucción de los valores básicos de una cultura y eso precisamente está ocurriendo en nuestro tiempo. Asistimos a violaciones de la Justicia y los Derechos Humanos, ataques a la libertad, simulaciones de democracia, deconstrucciones de la familia y hasta las mismas religiones y sus iglesias tienen sus crisis. Pero, imperturbable, la codicia continúa.

¿Caerán en saco roto estas observaciones? Es de temer que sí, como la de tantos otros, pues no soy el único en formularlas. Ya lo dijeron los clásicos: “los dioses ciegan a aquellos a quienes quieren perder”, pero lo vean o no, la codicia está rompiendo el saco.

José Luis Sampedro

viernes, 9 de abril de 2010

CAVAFIS



“¿Qué es pues lo que de los poemas de Cavafis sobrevive a su traducción y nos conmueve? Algo que sólo se me ocurre llamar, con la mayor inadecuación, un tono de voz, un discurso personal.”
W. H. Auden.

Constantino Petros Cavafis nació en Alejandría el 17 de abril de 1863. Tras la muerte de su padre, un rico comerciante, la familia tuvo que emigrar a Inglaterra. Tras regresar, siete años después, a Alejandría, y debido a la intervención inglesa entre 1882 y 1885, su familia se vio obligada a volver a Estambul, ciudad donde Constantino tendrá sus primeras experiencias sexuales, naciendo el poeta. Al volver a su ciudad natal la ruina familiar se precipita, y la muerte de un hermano –su consejero y mecenas- condiciona el ingreso de Kavafis en el Ministerio de Riegos egipcio, trabajo que desempeñaría hasta 1920.

Publicó relativamente poco en vida, fue muy escrupuloso con la divulgación de su obra; de forma esporádica daba a la imprenta poemas en hojas sueltas o prestaba su voz en revistas literarias. Al final de su vida sólo “autorizó” ciento cincuenta y cuatro poemas. En 1935, dos años después de su muerte, se publicaron reunidos y en el orden cronológico que él indicó esos poemas “canónicos”. Hasta 1968 no se daría a conocer otro grupo de setenta y cinco poemas, los denominados “inéditos”. Posteriormente, procedentes de los archivos del escritor, fueron rescatados una larga serie de “inconclusos”, “borradores sueltos” y “poemas en prosa”,

Fue
E. M. Forster –autor de “Passage to India”- quien dio a conocer en Europa la poesía de Kavafis. En España, el comienzo de su influencia vino a través de la obra de Luis Cernuda y sus seguidores, y, a partir de entonces, fue leído y estudiado por la generación poética de los “Novísimos”. José Ángel Valente, poeta de esta generación, ha traducido numerosos poemas del autor alejandrino. Posteriormente, la generación de poetas “de la experiencia” se reconoce deudora de la obra de Cavafis.

La biografía de Cavafis o su teoría literaria ayudan poco para la comprensión de su poesía; sin embargo, la observación del contexto artístico en que surge su obra resulta imprescindible. La relación de la poesía de Cavafis con el Decadentismo francés es fundamental para entenderla. Obras como la novela “À rebours”, de Joris-Karl Huysmans, admirada por Oscar Wilde y sus seguidores, determinarían una nueva forma de sensibilidad.

Para los escritores decadentistas la existencia está constituida por experiencias fragmentarias y sensaciones que sólo cobran sentido a través de las vivencias personales; según esto, las respuestas emocionales a las experiencias intensas se convierten en lo más importante de la vida del individuo.

La existencia, el tiempo, son vividos como una sucesión de momentos aislados, inconexos. Esta actitud implica un cierto fatalismo, una aceptación digna de lo inexorable, como, por ejemplo, la muerte.

Voces amadas e ideales
de aquellos que murieron o de aquellos que están
como los muertos, perdidos para nosotros.
(“Voces”, 1904)


En medio del paulatino proceso de aniquilación del individuo atrapado en su destino, sólo el arte parece surgir como única realidad creativa con sentido por encima o a pesar de la existencia cotidiana carente del mismo.

Cavafis, como los decadentistas, también estudió la poesía de Baudelaire –padre según muchos de la poesía europea- y se sintió atraído por la idea baudeleriana de que la experiencia humana está impregnada por los vivificantes destellos de esas sensaciones cuya intensidad rompen la monotonía de la existencia.

“Por azar se encontraron sus miradas,
y el ilícito deseo de su carne
con timidez expresaron indecisos.”

(“El escaparate del estanco, 1917)

miércoles, 31 de marzo de 2010

Marguerite Yourcenar sobre Cavafis


Poemas eróticos, poemas gnómicos sobre un tema de erotismo, ya lo vemos, más que poemas de amor. A la primera ojeada hasta puede uno preguntarse si el amor por algún ser particular figura en esa obra: o bien Kavafis lo sintió pocas veces o bien se calló discretamente. Mirándola de cerca, sin embargo, nada falta: encuentro y separación, deseo insaciado o satisfecho, ternura o saciedad, ¿no es lo que queda de cualquier vida amorosa, después de pasar por el crisol del recuerdo?


No es menos verdad que la nitidez de la mirada, el negarse a forzar las cosas y, por tanto, la cordura, pero no menos quizá las diferencias de condición y de edad, y probablemente la venalidad de ciertas experiencias, contribuyen aquí a prestar al amante una suerte de desprendimiento retrospectivo durante la más cálida de las prosecuciones o goces carnales (…).

Nos encontramos aquí en lo opuesto a la fogosidad, al arrebato, estamos en el terreno de la concentración más egocéntrica y del atesoramiento más avaro.
De suerte que el gesto del poeta y del amante que maneja sus recuerdos no es tan diferente del coleccionista de objetos preciados y frágiles, caracolas o gemas, o también del aficionado a las medallas que se inclina sobre unos cuantos perfiles puros, acompañados de un número o de una fecha, números y fechas por las que el arte de Kavafis da muestras de una predilección casi supersticiosa. Objetos amados.

[Fragmento de “Presentación crítica de Konstandinos Kavafis”. . Forma parte del libro “A beneficio de inventario”]

lunes, 15 de marzo de 2010

MIGUEL DELIBES

Miguel Delibes,viñetista en su juventud de El Norte de Castilla



Admiremos al hombre auténtico de veras,
Que sabe organizar su vivir y sus libros,
Muy al tanto de todo, sin inclinarse a nada,
Porque son tan ajenas
Al manantial continuo de gran inspiración;
Auténtico vivir cuajado en escritura
Límpida, magistral, y así tan convincente,
Un arte narrativo que recrea
Campo y Ciudad, sus luces y sus ideas,
Profundos los paisajes minuciosos,
Vegetaciones, hombres, animales,
En medio el cazador.


Jorge Guillén; citado por Manuel Alvar, “El mundo novelesco de Miguel Delibes”, Madrid, Ed. Gredos, 1987, p. 114)


Los participantes del Club de Lectura Dante recordamos hoy al escritor Miguel Delibes, autor del que hemos tratado, hasta la fecha, tres de sus más de medio centenar de obras: “El hereje”, “Cartas de un sexagenario voluptuoso”, y “Señora de rojo sobre fondo gris”.



En diez palabras


De entre todas sus entrevistas y artículos publicados en EL PAÍS, extraemos su opinión sobre diez grandes conceptos (alguno de ellos, muy cercanos, como la caza) que ayudan a entender el pensamiento de Miguel Delibes.


Felicidad

“El estado de felicidad no existe en el hombre. Existen atisbos, instantes, aproximaciones, pero la felicidad termina en el momento en que empieza a manifestarse. Nunca llega a ser una situación continuada. Cuando no tienes nada, necesitas; cuando tienes algo, temes. Siempre es así. Total, que nunca se consigue”Extraído de la entrevista publicada el 09/12/2007 »


Caza

“Cazar y amar a los animales son cosas compatibles. Cazar no es matar, sino derribar piezas difíciles tras dura competencia. Uno regresa más satisfecho con dos perdices abatidas contra pronóstico que una docena a huevo”.Reportaje Un maestro del cuento (10/05/2003) »
“Lo que hay que preguntarse no es si la caza es cruel o no lo es, sino qué procedimientos de caza son admisibles y qué otros no lo son.”
Artículo La caza: mi punto de vista (17/10/1982) »


España

“La actitud española de caminar por el filo de la navaja y no reaccionar hasta que se produzca la hecatombe ha sido la norma de conducta seguida hasta el día.”
Artículo Doñana y Europa (06/09/1990) »


Soledad

“No hay que confundir la soledad con la falta de compañía. La primera la padezco como viudo fiel que he sido, pero no la segunda. Mi familia y mis amigos se desviven por atenderme. ¿Puedo quejarme yo de soledad?
publicada el 09/12/2007 »


Literatura

“Los mayores de 30 todavía leen, siempre están leyendo algo. Los pequeños sólo leen aquello que les pueda ser útil para su trabajo o su carrera.”Entrevista concedida a Francisco Umbral el 07/05/1984.
“Hoy, aparte de muchos premios, hay editores que leen y descubren”
Entrevista publicada el 06/05/2004 »


Sexo

“El sexo debe ser misterio y descubrimiento personal”Entrevista publicada el 04/11/1990.

Dios

“A veces, Dios ayuda. Ayuda a mucha gente que lo reconoce así. Los evangelios de Cristo son estimulantes a este respecto. Cuando murió mi mujer, Dios me ayudó, sin duda. Tuve esta sensación durante varios años, hasta que logré salir del pozo”Entrevista publicada el 09/12/2007 »

Periodismo

“El periodismo es un borrador de la literatura... Y la literatura es el periodismo sin el apremio del cierre”
Entrevista publicada el 02/08/1990 »
“Cada vez hay columnistas más brillantes, aunque tal vez se trata menos que antaño el fondo de los problemas”
Entrevista publicada el 22/10/2002 »

Premio Cervantes

“Este premio es un privilegio de la edad. Sólo se da de los 70 para arriba. La verdad es que soy un pollo entre todos los premiados hasta ahora.”Entrevista publicada el 24/04/1994 »

Cambio climático
“Estamos tan bien instalados en la abundancia que no es fácil convencer al vecino de que se sacrifique seriamente para impedir el calentamiento del planeta y hacerlo invisible para millones de personas”Entrevista publicada el 09/12/2007

viernes, 26 de febrero de 2010

FELICITAMOS A LA SIERPE Y EL LAÚD



Muchos de los miembros de este club de lectura recordamos el nacimiento de La Sierpe y El Laúd.

Fue en la misma esquina del Callejón de los Frailes que hoy ocupa la Biblioteca Padre Salmerón, y donde antaño estuvo la centralita de telefónica (la de la Anica, aquella voz entrañable que aparejaba en sus clavijas las conversaciones de los vecinos de esta Villa, allá por los sesenta), en ésta esquina, frente a Los Valencianos, comenzó hace 30 años lo que hoy se nos muestra como una gran empresa literaria: La Sierpe y EL Laúd.

Hace ya tres décadas que apenas media docena de veinteañeros se reunían aquí para buscar otro modo de diálogo con el otro. Un diálogo a través de la sensibilidad, de la creatividad y de la poesía. Y ahora, cuando en el aniversario de su fundación caemos en la cuenta de que son 30 años los que han trascurrido desde entonces, no podemos por menos que sorprendernos y preguntarnos cómo lo han conseguido.
Los admiramos, y también tratamos de descubrir cuál es el secreto de su permanencia como grupo dentro de la cultura ciezana: decenas de publicaciones, recitales, certámenes literarios, trabajos con escolares, poemarios de algunos de nuestros más entrañables poetas (Aurelio Guirao, María Pilar López, etc.), encuentros de escritores en nuestro pueblo… etc.

La actividad desplegada en estos años ha logrado transmitir y sembrar profundamente en nuevas generaciones de ciezanos el inmenso amor a los libros y en particular a la poesía. Todo de la mano de un Grupo de Literatura, siempre renovado a través de los años, referente imprescindible e indiscutible de la actividad literaria en nuestra Región.

Sabemos que al común de los mortales les trae al pairo las excentricidades de una gente que, con la de cosas productivas que hay que hacer en esta vida y que dan una buena pasta, se dedican a cultivar el espíritu... Ahí está la cuestión de vuestra permanencia, no habéis perdido la esencia, eso que todos tenemos cuando despertamos a la vida adulta, y que conocemos con distintos nombres: sueños, ilusiones, inocencia, honestidad, amistad, justicia, coraje. Eso que con el paso de los años y los envites de la vida se va perdiendo hasta convertirnos en hombres y mujeres útiles para nuestra sociedad... Vuestra utilidad está precisamente en seguir soñando y tener sueños hermosos de los que nos hagáis partícipes.

Por esta razón, la Biblioteca Padre Salmerón y el Club de lectura Dante os damos nuestra más sincera enhorabuena, sois un ejemplo y os felicitamos sabiendo que la Sierpe y el Laúd no se rinde.

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Yo no soy periodista porque carezco de la disciplina del cronista. Soy escritor y tengo la indisciplina del narrador, y ésta fue la clave que me permitió entender ciertas cosas. (…) Yo iba a los lugares, más que para ver las cosas, para que ellas me miraran.”






Roberto Saviano nació en Nápoles en 1979. Por medio del periodismo y la literatura cuenta la realidad económica y territorial de la Camorra y la criminalidad organizada.


Saviano, que estudió Filosofía Moderna en la Universidad de Nápoles, habitual colaborador de L’Espresso y La Repubblica, saltó a la fama en 2006 con la publicación de “Gomorra”, una novela-reportaje en la que describe los negocios que la Camorra mantiene tanto en Italia como en el extranjero, y que abarca diversos sectores: turismo, comercio, construcción, transportes, bancos, drogas, tráfico de armas, etc. La gran repercusión del libro -con más de dos millones de ejemplares vendidos, y editado en más de cuarenta países- provocó la reapertura del debate sobre la criminalidad organizada en Italia.


Decidió abandonar su país después de que la prensa desvelará el 14 de octubre del 2006 que el clan de los Casarelli tenía previsto asesinarle a él y a su escolta. Desde entonces el Ministerio del Interior italiano proporciona al escritor una escolta permanente.

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Después de “Gomorra”, Roberto Saviano ha publicado dos relatos: “El anillo” –sobre el asesinato de dos inocentes en Nápoles-, y “Lo contrario de la muerte”, la historia de una joven viuda de guerra.


Matteo Garrone (Roma, 1968) ha llevado a la gran pantalla “Gomorra”, película que obtuvo el Gran Premio del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Cannes, en 2008.

NUNCA DEBAJO DE UNA MUJER


ROBERTO SAVIANO. EL PAÍS - Cultura - 15-07-2009
Con frecuencia reflexiono sobre cómo se educa en territorio mafioso: en esos lugares, una gran parte de la formación del hombre y la mujer pasa a través de la sexualidad. Quizás nada explique mejor el código sexual que rige en esas tierras que la imposibilidad de que ningún ámbito se sustraiga a la lógica férrea de pertenencia, jerarquía, poder, control territorial. Reglas complejas, ritos rigurosos, vínculos inquebrantables. Una sintaxis inflexible y eternamente idéntica regula desde la adolescencia el comportamiento sexual de los mafiosos.

"Nunca debajo de una mujer" es el imperativo con el que se educa. Si mientras haces el amor, decides estar debajo, estás eligiendo someterte incluso en la vida de todos los días. "Nunca sexo oral". Recibirlo es lícito, hacérselo a una mujer es de "perros". A este viejo código se atiene todavía gran parte de las nuevas generaciones de adeptos, obsesionados no sólo por su virilidad, sino también por cómo ejercerla. Hacerlo de acuerdo con esas rígidas reglas se convierte en un rito con el que reafirman su poder. Unas normas claras e indelebles que están vigentes en casi todas las zonas de la N'drangheta, Camorra, Mafia y Sacra Corona Unida y que significan algo más que el simple espejo de una cultura machista.

Para las mujeres todo es mucho más complejo. Es un mantenerse en precario equilibrio entre modernidad y tradición, entre jaula moralista y total libertad para afrontar asuntos de negocios. Pueden ordenar una muerte pero no pueden permitirse tener un amante o abandonar a un hombre. Pueden decidir invertir en un sector del mercado pero no maquillarse cuando su hombre está en la cárcel. Vestirse con elegancia, maquillarse mientras su marido está encarcelado quiere decir que lo hacen para otros. Teñirse el cabello equivale a una silenciosa confesión de traición. La mujer existe sólo con relación al hombre. Sin él, es como un ser inanimado. Un ser demediado. Durante los juicios, no es raro ver a mujeres en los espacios reservados al público mandar besos o simples saludos a los acusados que están en las peceras blindadas. Son sus mujeres, aunque muchas veces parecen sus madres. Si, cuando te cruzas con ellas por la calle, van bien vestidas, cuidadas, maquilladas, significa que su hombre está cerca, está libre y manda. Y al mandar refleja su poder sobre su mujer. Sin embargo, las mujeres de los jefes encarcelados, desaliñadas hasta volverse invisibles, son las que muchas veces, de forma vicaria, mandan más.

En tierra criminal, todas las historias de las mujeres se parecen, tanto si tienen un destino trágico como si logran sobrevivir en la normalidad. En general, marido y mujer se conocen desde adolescentes y contraen matrimonio a los veinte o a los veinticinco años. Casarse con la chica que se conoce desde pequeña es fundamental, siempre que sea virgen. Es imposible sustraerse a esta praxis. Y quien crea que puede librarse de ella, está equivocado. Incluso cortejar es marcar territorio. Acercarse a una mujer significa correr el riesgo de invadir territorio ajeno.

En 1994, Antonio Magliulo de Casal di Principe intentó cortejar a una chica, pariente de un hombre del clan de los Casalesi y que estaba prometida a otro miembro del clan. Magliulo le hacía muchos regalos e, intuyendo que quizás la chica no estaba muy contenta con su boda, insistía. Estaba enamorado de esta mujer mucho más joven que él y la cortejaba como es habitual en su tierra: bombones Baci Perugina por San Valentín, un cuello de piel de zorro en Navidad y, siempre, postegge, es decir, como un poste esperándola a la puerta del trabajo. Un día, en pleno verano, un grupo de afiliados del clan de Schiavone le citó en la playa de Castelvolturno para aclarar ciertas cosas. Ni siquiera le dejaron hablar. Mauricio Lavoro, Giuseppe Cecoro y Guido Emilio le dieron un golpe en la cabeza con un palo con clavos, le ataron y le metieron arena en la boca y en la nariz. Cuanta más arena tragaba para respirar, más le metían. Murió ahogado por una pasta de arena y saliva que se le había solidificado en la garganta. Fue condenado a muerte por cortejar a una mujer más joven, consanguínea de un importante afiliado, y prometida. Cortejar, pedir una cita, pasar una noche juntos es compromiso, riesgo, responsabilidad.

Cuando ante el tribunal, los arrepentidos contaron estos y otros asuntos semejantes tratando de vencer la incredulidad de los jueces, dieron una explicación que es una síntesis inigualable: "Señor juez, aquí follar es peor que matar. Es mejor que mates a la mujer de un jefe; a lo mejor te perdonan. Pero si follas con ella, estás muerto". Amar, decidir hacer el amor, besar, hacer un regalo, sonreír, tocar una mano, intentar seducir a una mujer o ser seducido puede ser un gesto fatal. El más peligroso. El último. En un lugar donde todo es ley implacable, los sentimientos y las pasiones que no conocen reglas son, más que cualquier otro factor vital, una condena a muerte.

miércoles, 10 de febrero de 2010

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jueves, 28 de enero de 2010

Auschwitz

León Felipe
A todos los judíos del mundo,mis amigos, mis hermanos


Estos poetas infernales,
Dante, Blake, Rimbaud
que hablen más bajo...
que toquen más bajo...
¡Que se callen!
Hoy
cualquier habitante de la tierra
sabe mucho más del infierno
que esos tres poetas juntos.
Ya sé que Dante toca muy bien el violín...
¡Oh, el gran virtuoso!
Pero que no pretenda ahora
con sus tercetos maravillosos
y sus endecasílabos perfectos
asustar a ese niño judío
que está ahí, desgajado de sus padres...
Y solo.
¡Solo!
aguardando su turno
en los hornos crematorios de Auschwitz.
Dante... tú bajaste a los infiernos
con Virgilio de la mano
(Virgilio, «gran cicerone»)
y aquello vuestro de la Divina Comedia
fue una aventura divertida
de música y turismo.
Esto es otra cosa... otra cosa...
¿Cómo te explicaré?
¡Si no tienes imaginación!
Tú... no tienes imaginación,
Acuérdate que en tu «Infierno»
no hay un niño siquiera...
Y ese que ves ahí...
está solo
¡Solo!Sin cicerone...
esperando que se abran las puertas de un infierno que tú,
¡pobre florentino!,
no pudiste siquiera imaginar.
Esto es otra cosa... ¿cómo te diré?
¡Mira! Éste es un lugar donde no se puede tocar el violín.
Aquí se rompen las cuerdas de todos los violines del
mundo.
¿Me habéis entendido poetas infernales?
Virgilio, Dante, Blake, Rimbaud...
¡Hablad más bajo!
¡Tocad más bajo! ¡Chist!
¡¡Callaos!!
Yo también soy un gran violinista...
y he tocado en el infierno muchas veces...
Pero ahora, aquí...
rompo mi violín... y me callo.

viernes, 22 de enero de 2010

PRIMO LEVI



Novelista, ensayista y científico italiano, superviviente del campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau.

Levi nació en Turín el 31 de julio de 1919 y estudió química en la universidad de aquella ciudad entre 1939 y 1941. Se encontraba trabajando en el terreno de la investigación, en Milán, cuando la intervención alemana en el norte de Italia, ocurrida en el año 1943, le empujó a unirse a un grupo judío de la Resistencia. Fue detenido y deportado al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, en el cual sobrevivió desempeñando trabajos de laboratorio para los nazis.
Retomó su carrera como químico industrial en 1946 y, al jubilarse en 1974, pudo dedicarse con más intensidad a la literatura.


Entre los muchos libros que Levi escribió a lo largo de su vida destacan “Si esto es un hombre” (1947), que contiene su visión particular de lo inhumano de Auschwitz,” La tregua “(1958), en el cual describe su largo viaje de retorno a Italia a través de Polonia y Rusia, después de ser liberado, “El sistema periódico “(1975), un grupo de narraciones cortas en las que utiliza los elementos químicos como metáforas para caracterizar a distintos tipos de personas, y ”Si no ahora, ¿cuándo?”(1982), una obra en la que describe el grupo de la Resistencia al que perteneció, y mediante la cual intenta refutar la idea de la pasividad de los judíos frente al nazismo.

Levi se suicidó el 11 de abril de 1987, arrojándose al vacío, por el hueco de la escalera de su casa.





Incógnitas
Por Juan Gelman

Dos libros de Primo Levi – "Si esto es un hombre "(1947) y " Los hundidos y los salvados" (1986)– lo han convertido en referencia obligada de todo estudio sobre la Shoá. En efecto, en ellos relata su experiencia como prisionero en Auschwitz, adonde fuera deportado por los nazis en 1944cuando él buscaba contacto con los partigiani. Tenía 28 de edad cuando se publicó el primero y quién sabe si hay otro escritor sobreviviente de los campos de la muerte que haya narrado lo inenarrable con tanta lucidez, economía de medios y agudeza sostenidas a lo largo de 40años. Siempre se ha exaltado su visión del infierno concentracionario por exenta de insultos, lamentos y repeticiones del agravio, y vertida en un estilo analítico, meticuloso, clarificador, como guiado por la técnica brechtiana del distanciamiento. Desconfiaba de quienes practican la profecía y de quienes levantan el dedo en posición de víctima. "No soy nada de eso", dijo alguna vez.

Esta aparente objetividad es atribuida a su formación científica: Primo Levi era químico y en 1961 se desempeñaba en Turín como gerente general de una fábrica de pinturas, esmaltes y resinas sintéticas. Investigaba, sí, pero al ser humano, ese "centauro, laberinto de carne y de mente, de aliento divino y de polvo". Le gustaba sorprende conversaciones más que participar en ellas, "espiar por un agujerito más que observar panoramas vastos y solemnes... hacer girar entre mis dedos una sola pieza del mosaico más que mirar el mosaico entero". Es puro esquema considerarlo un mero sobreviviente del nazismo que testimonió con talento: su obra completa, publicada por Einaudi en 1998, muestra a un grande y diverso escritor.

Es curioso que se trate de la misma empresa que rechazó el manuscrito de “Si esto es un hombre”. El libro apareció en una editorial pequeña y no tuvo mayor resonancia. Sólo un joven escritor de entonces lo elogió con entusiasmo. Se llamaba Italo Calvino. Cuando Einaudi lo reedita en 1958 se convierte en un éxito de proporciones y Primo Levi gana respeto como hombre de letras, aunque ciertos colegas lo califican de menor. Pero su obra –poemas, relatos históricos y de ciencia ficción, ensayos, cuentos— desborda la etiqueta "crónica" que la acompañó mucho tiempo, es más contradictoria y menos sosegada de lo que se solía suponer. Por lo demás, revela la intensa labor de traducción de Primo Levi –Heine, Kafka, Lévi-Strauss, entre otros– y su empeño en la difusión de autores como Katzenelson, Poliakov y Bruck que padecieron la Shoá.

Primo Levi escribía y reescribía sin pausa, por lo general textos cortos –"agujeritos"– que intercalaba a veces en otros posteriores concretando libros incluso décadas después de su primera concepción. “Si esto es un hombre “resultó una criatura en la que trabajó de manera constante, revisó la reedición de Einaudi, supervisó su traducción al inglés y especialmente al alemán (1961), la adaptación radial (1964) y la teatral (1966), le agregó notas para la edición de lectura obligatoria en los colegios (1974) y un apéndice motivado por las preguntas más frecuentes de los estudiantes (1976) que fue además materia de muchas páginas de “ Los hundidos y los salvados”.
El crítico Alberto Cavaglion juzgó que todo lo escrito por Primo Levi es una glosa de” Si esto es un hombre”. En semejante apretujón no entraría, por ejemplo, “El sistema periódico “(1975), 20 capítulos con el nombre de sendos elementos de la tabla de Mendeleiev en que lo autobiográfico se mezcla con lo científico y lo científico construye analogías de índole moral. Sostenida por un flujo de invención que no decae, la escritura de Primo Levi no es la de un aficionado –como lo definían algunos y él se definía–, sino la de un escritor original cuya penetración sintáctica y emotiva parece dimanar de una oscura ansiedad del pensamiento. Primo Levi no fue sólo el cronista del Infierno moderno: también indagó los meandros del yo y del ser. En el prefacio de su libro más "infernal" –Si esto es un hombre– advierte que lo escribió a fin de "proporcionar documentos para un estudio desapasionado del alma humana".
Cuarenta años después la despasión se disipa en Los hundidos y los salvados: en vez de distancia y ausencia de odio, hay furia. "Nadie –dice– podrá jamás establecer con precisión cuántos del aparato nazi no podían no saber de las atrocidades espantosas que se estaban cometiendo; cuántos sabían algo, pero fingían ignorancia; cuántos tuvieron la posibilidad de saber todo, pero eligieron el camino más prudente de tener ojos y oídos (y sobre todo la boca) bien cerrados." Y por vez primera pasa del adjetivo "nazi" al gentilicio "alemán":"... la falta de difusión de la verdad sobre los campos de concentración es una de las mayores culpas colectivas del pueblo alemán, es la demostración más manifiesta de la cobardía a la que lo había reducido el terror hitleriano".
Nunca se sabrá qué produjo esta implosión en Primo Levi. ¿Una rabia latente que se quita la máscara? ¿El deseo de saber que choca contra la imposibilidad de responderse preguntas terribles sobre la condición humana?