jueves, 4 de noviembre de 2010

LECTURA DEL MES: “El último encuentro”, de Sándor Márai.



Tras una existencia ornada de elegancia y esplendor, el general Henrik decidió recluirse en su castillo en los Cárpatos, donde lleva viviendo más de 40 años. Sólo una nodriza y sus recuerdos le sirven y acompañan. Un día, su mejor amigo, Konrád, a quien no ha visto desde hace más de cuatro décadas, le anuncia por escrito que irá a visitarlo. “Konrád sabía que tenía que regresar –explica el narrador– y el general sabía que aquel momento llegaría algún día”. La novela es la recreación de ese encuentro, y el magnífico diálogo entre ambos personajes no sólo irá desvelando un tercer ángulo en la trama –una mujer imborrable llamada, Krisztina–, sino que ofrece una de las más sabias reflexiones que se han escrito sobre la amistad y el amor. El autor logra en esta breve novela adentrarse, con un lenguaje que es bisturí y candil al mismo tiempo, en el revés y el derecho de ambas pasiones humanas.




La amistad entre Konrad, pobre y con pretensiones inculcadas por sus padres, y el rico Henrik nos posiciona en esa etapa tan rica del imperio austrohúngaro, literariamente hablando, partiendo del momento en que ellos tendrán El último encuentro, y justo ahí encontramos una de las virtudes de la novela: el manejo de esos momentos; cómo Sándor Márai utiliza el tiempo para llevarnos y traernos a la infancia y juventud de los protagonistas, hasta la hora que ya son viejos, porque la reunión que llevarán a cabo la hacen cuando ya son un par de ancianos con las espaldas cargadas de recuerdos.



La casa donde se reunirán estos amigos es un castillo en las estribaciones de los Cárpatos; un sitio que el guardia imperial, padre de Henrik, ocupaba como centro de caza para sus amigos de la corte, entre ellos el Rey. Ahora ese castillo sólo alberga a Henrik, a su nodriza Nini y a los sirvientes.



Cuando se llega al instante del encuentro, los antes inseparables camaradas comienzan un diálogo en el que Márai exhibe su talento: dosifica el suspenso, entrelaza la historia biográfica de ambos, y penetra en su psique para dejarnos ver las posibilidades del alma humana, y hasta dónde nos podría llevar una pasión arrebatadora, sugiriendo las derivaciones éticas de los comportamientos del individuo cuando se traicionan la confianza y la lealtad.

SÁNDOR MÁRAI


Sándor Márai nació el 11 de abril de 1900 en Kassa, una pequeña ciudad húngara que hoy pertenece a Eslovaquia.


En 1918 trabajó como editor en Budapest y al año siguiente se trasladó a Berlín y, poco después, a Frankfurt, donde se dedicó al periodismo.


Durante la década de 1930 se labró un gran prestigio por la claridad y precisión de su prosa de estilo realista. Sus obras alcanzaron grandes cifras de ventas y se traducían a numerosos idiomas.


Cuando los nazis accedieron al poder en Alemania, el escritor húngaro fue uno de los primeros en oponerse abiertamente a Hitler a través de contundentes artículos. Enseguida vio lo que se le venía encima a Europa, por un lado, con Hitler y, por otro, con Stalin. Sin embargo, la crueldad de la guerra no le tocaría de lleno hasta 1945. Después de la invasión alemana de Hungría, frente a tantas atrocidades perpetradas por los invasores secundados por fascistas húngaros, Márai escribió en su diario:


"De hecho, los alemanes son magos. Han acertado a realizar el milagro de que cualquier ser humano decente espere honestamente y lleno de anhelo a los rusos, a los bolcheviques que llegan como libertadores".


Estos "libertadores" decidieron no molestarle de momento, dada su fama. Pero con la ocupación soviética de Hungría y con el establecimiento del régimen comunista, la estrella de Márai comenzó a declinar. Tachado pronto de escritor "decadente y burgués", aquel europeo individualista y cosmopolita, de ideales humanistas, jamás pudo plegarse a la uniformización colectivizada que aceptaban la mayoría de sus colegas, y en 1948 abandonó Hungría definitivamente para instalarse en Italia.


La prohibición de su obra en Hungría hizo caer en el olvido a quien en ese momento estaba considerado uno de los escritores más importantes de la literatura centroeuropea. Transcurrieron así varios decenios hasta que, con el ocaso del comunismo, este escritor fue redescubierto en su país y en el mundo entero.


Márai se quitó la vida en 1989 en San Diego, California, pocos meses antes de la caída del Muro de Berlín.


Sándor Márai destacó sobre todo por su obra narrativa, aunque también escribió poesía, teatro y ensayo, además de múltiples colaboraciones periodísticas, entre las que se encuentran algunas de las primeras reseñas sobre las obras de Franz Kafka. En sus novelas, escritas originariamente en húngaro –aunque había comenzado su carrera escribiendo en alemán- y cuidadosamente desarrolladas, Márai analiza la decadencia de la burguesía húngara durante la primera mitad del siglo en títulos como ”Divorcio en Buda”, “El último encuentro” o “La herencia de Eszter”. En la prosa de Sándor Márai, el “Proust húngaro”, se deja oír la voz de los grandes novelistas, de Flaubert, Stendhal, Dostoievsky, Henry James y Balzac.


Por otra parte, Márai escribió obras de tintes autobiográficos –además de sus famosos “Diarios”- que retratan las convulsiones sufridas por Hungría durante la primera mitad del siglo XX; por ejemplo, los años previos y posteriores a la Primera Guerra Mundial retratada en “Confesiones de un burgués“, o las invasiones del ejército nazi, primero, y soviético, después en “ ¡Tierra, tierra!”.