"Hamnet" es el nombre del hijo de William Shakespeare, que murió a los 11 años. La novela de Maggie O'Farrell recrea el ambiente histórico pero es mucho más que eso.
El título de la novela es engañoso: en realidad, la protagonista es Agnes, la madre de Hamnet y esposa de Shakespeare. Se sabe que se llamaba Anne Hathaway pero su padre, en el testamento, la llamó Agnes y O’Farrell prefirió este nombre, quizá para acentuar la operación especulativa. Es una gran idea porque este cambio de nombre y, después, nunca mencionar por el suyo a Shakespeare produce un distanciamiento grato y convierte a Hamnet en algo muy diferente a una novela histórica o un intento de reconstruir las vidas de personajes casi mitológicos aunque en alguna medida esté inspirada en hechos y lugares reales.
La ausencia del nombre de William aleja cualquier efecto trillado de intentar “imitar” el habla del hombre-mito. Agnes, entonces: el pueblo la considera una bruja, una criatura del bosque; es una joven hermosa que conoce los poderes de las hierbas y la naturaleza, como muchas mujeres de su época, como su propia madre. Y como muchas otras, es analfabeta. El profesor de latín (Shakespeare) la ve entrenando un ave de presa e inmediatamente lo fascina su gracia y valentía. Es un poco más joven que ella y lo enloquece la capacidad visionaria de Agnes de (casi siempre) adivinar el futuro.
La novela funciona en dos planos narrativos y en varios registros. Por un lado está el presente: Hamnet, su enfermedad (no se sabe de qué murió el hijo de Shakespeare: O’Farrell imagina una posibilidad) y por el otro, el romance del padre y la madre, junto con los problemas familiares de ambos y el crecimiento de Agnes de chica arisca e hija de un granjero rico a curandera excepcional. Los registros incluyen la vida cotidiana de las mujeres, cierto aire sobrenatural dominado por la figura élfica de Agnes y la reconstrucción de época, desde la tarea de vender guantes hechos en una granja hasta cómo llega la peste desde Alejandría al pueblo de Stratford, en un capítulo deslumbrante que sigue la trayectoria de las pulgas infecciosas entre cristales de Murano y grumetes y monos amaestrados.
El campo, el pueblo la ciudad; la enfermedad, los lazos familiares, las plantas medicinales; el amor y sus desvelos y altibajos. Hamnet es una novela sobre el duelo y el escándalo de la muerte de un niño, y cómo una pareja que se ama intensamente puede resquebrajarse ante el dolor y las diferentes formas de afrontarlo que asume cada uno. En la segunda parte, Hamnet ya no tiene capítulos sino fragmentos, algunos más breves que otros, como si intentara reflejar esa rotura, la que provoca la ausencia y la de la pareja que se aleja porque el dolor los lleva por diferentes pasajes. Hamnet tiene escenas inolvidables: la costura de la mortaja del niño y su entierro es un pasaje desgarrador, y la primera escena de sexo entre Agnes y el profesor del latín en el galpón de las manzanas es de un erotismo para nada tímido aunque tierno y estilizado.
Y lo más notable, quizá, es que aunque tiene la apariencia de una novela histórica y un verosímil de construcción magistral (todo el tiempo estamos leyendo, sin dudas, sobre Shakespeare y su familia) también hay algo etéreo, fuera del tiempo, que nos dice esto es especulación, esta también es la historia de cómo nos extraviamos cuando se suelta esa estaca que parece tener amarrado al mundo.
Cómo nos perdemos en el duelo y cómo también, a veces, en esa oscuridad encontramos la trascendencia.
Mariana Enriquez
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El único retrato que se cree que representa a Anne Hathaway