martes, 14 de diciembre de 2021

"Autorretrato sin mí" | Fernando Aramburu | miércoles 15 de diciembre | 20 h

 


Un paseo por la vida
Aramburu, autor de Patria, perfila la identidad de un hombre llamado Fernando Aramburu Irigoyen, construida a través de sus recuerdos
El volumen retrata los momentos que construyeron al escritor donostiarra, pero siendo consciente, también, de los yoes que pudo ser, entrando en lo ficcional


Al terminar de leer este autorretrato —aunque sería más adecuado hablar de autorretratos, ya que a lo largo de sus páginas nos vamos encontrando con el autor en diferentes edades— de Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959), recordé Una forma de resistencia de Luis García Montero, otra obra de prosa poética que me ha fascinado, y cuya frase inicial es: “Los banqueros cuentan sus beneficios, los políticos sus votos y los poetas sus cosas”. Así, Aramburu nos cuenta, en este nuevo libro, sus cosas.

Los 61 textos que componen este autorretrato fueron escritos en lo que Marc Augé llamó “no lugares”: aeropuertos, salas de espera, habitaciones de hoteles, etc., como el propio autor explicó en la presentación del libro en Madrid. Pero en estos “espacios del anonimato”, Aramburu nos va perfilando la identidad de un hombre llamado Fernando Aramburu Irigoyen, construida a través de recuerdos que, por su naturaleza, van apareciendo sin ningún orden, por eso podríamos intercambiar los capítulos y el resultado sería el mismo. Porque, a diferencia de una autobiografía o unas memorias, no busca la coherencia de la linealidad, por lo que van apareciendo personas, cosas, decisiones, momentos que han dado como resultado el yo actual del escritor donostiarra, pero siendo consciente, también, de los yoes que pudo ser, entrando en lo puramente ficcional.

El paisaje de todo el libro es la vida. En “Yo, mi cuerpo”, frente a la alternativa de paraísos –los paraísos siempre habitan en el mundo de las promesas—, ya sean religiosos, políticos o de otra índole, al autor le basta con la realidad y por un buen paseo por la vida. Pero este camino no está exento de dolor porque: “A veces mancha y duele la vida, y uno se retira en silencio a un rincón de su desgracia a esperar que la vida amaine y se enciendan de nuevo las horas azules del gozo. Y aun así, mira por dónde, me gusta la vida. Porque me tiene que gustar. Porque es lo único que hay y yo, a fuerza de vivir y compartir el aire con la gente, no sé qué otra cosa podría hacer sino sacarle gusto a la vida, a esta vida tanta veces malvada que te da un palazo por las buenas y se va”. Uno de esos palazos lo vivirá Aramburu en una tarde invernal de 1989 y, en 2018, nos lo regala en un texto, “Línea de destino”, que al terminar de leerlo, en mi caso con toda la piel erizada, solo nos podemos preguntar: ¿cómo en tan pocas palabras caben tanto dolor y tanto amor? La respuesta, quizás la encontremos en otro texto, que es su canto a la lengua en la que escribe: “Nos ayudabas a manifestar esa cosa íntima que no por dicha con llaneza pierde su tamaño: la ternura”. Es un dolor escrito desde la ternura.

Pero, de los yoes que van transitando por el libro, quizás el que más nos interese sea el que desde niño quiso ser escritor y como nos recuerda en “A propósito del olvido”, la actitud del niño construyendo castillos en la playa que una ola derribará, pero que no se desanima y construye otro más atrás y empieza todo de nuevo, es la que tiene como escritor: “Con idéntica tenacidad, con las mismas breves esperanzas, he sido después, hasta la fecha, un hombre entregado al arte laborioso (que es oficio y es pasión y es juego) de expresarme por escrito”. Y en este terreno uno de los textos más hermosos es su canto a “La lengua castellana”.

También es una identidad que se va construyendo entre el norte y el sur. Un norte natal, que por amor se convierte en sur –“La Guapa”—, y un sur literario. Basta con recordar que uno de los textos del libro está dedicado a Federico García Lorca, cuyo último párrafo es contundente: “Contagiado por Federico García Lorca, he contraído el fervor incurable por la poesía. Ya nunca será lo mismo” . Este transitar entre el norte y el sur, aunque como declara en “Paisaje con abedules”: “Mi ventana y mi vida dan al norte”, otra cosa es su literatura, me recuerda las palabras de Luis Cernuda en “Historial de un libro (La realidad y el deseo)”: “No conocía Inglaterra aunque fuera un país que desde  mi niñez me interesó, sin duda, por esa atracción de contrarios que tan necesaria es en la vida, ya que la tensión entre ellos resulta, al menos para mí, fructífera: mi sur nativo necesitaba del norte, para completarme”. Solo hay que sustituir Inglaterra por Alemania para concluir que esta atracción de contrarios también ha sido fructífera para Aramburu.

En el diálogo mantenido por Fernando Aramburu y Ulf Eriksson, el 2 de mayo de 2017 en la sede del Instituto Cervantes de Estocolmo, el escritor sueco observaba dos líneas en su narrativa. Por un lado, se encuentran aquellas novelas más lúdicas, donde transmite el amor a la literatura, a la cultura; y, por otro parte, aquellas que engloba en la literatura de testimonio, más comprometidas. Una de sus preguntas era cómo las relacionaba en su trabajo. A lo que el novelista donostiarra responde con una reflexión sobre su fuente creativa, que nace de un “matrimonio conflictivo” con la poesía, a la que dedicó “horas, ilusiones y esfuerzos”: “Me recuerdo de noche, fumando, a la luz del flexo, contando sílabas, buscando la musicalidad, buscando la hondura, la densidad de pensamiento… Una cosa que los filólogos no consiguen definir y los escritores para entendernos rápidamente llamamos autenticidad, es decir, que aquello que está o encontramos en el interior de nuestra persona, de alguna manera, se tiene que reflejar en los textos que nacen”. Después de leer este Autorretrato sin mí, tengo la certeza de que Aramburu ha llegado a una unión perfecta entre poesía y prosa y nos ha regalado –“recuerdo” también significa regalo— esa autenticidad de su interior.

La belleza del libro parte ya desde la portada, que es una buena imagen de lo que vamos a encontrar en el interior. Los anillos de un árbol nos hablan de su vida, así los recuerdos que están en las páginas de este libro son los anillos de un hombre llamado Fernando Aramburu y que hace realidad la frase de Vicente Huidobro: “Hacer un poema como la naturaleza hace un árbol”.

María Bueno Martínez | losdiablosazules@infolibre.es  
https://www.infolibre.es/noticias/los_diablos_azules/2018/04/13/un_paseo_por_vida_81668_1821.html






Fernando Aramburu Irigoyen (San Sebastián, 4 de enero de 1959) es un escritor, traductor y profesor español.

En 1983 se licenció en Filología Hispánica en la Universidad de Zaragoza. Antes había participado en San Sebastián, su ciudad natal, en la fundación del Grupo CLOC de Arte y Desarte, que entre 1978 y 1981 editó una revista e intervino en la vida cultural del País Vasco, Navarra y Madrid con propuestas de índole surrealista y acciones de todo tipo caracterizadas por una mezcla particular de poesía, contracultura y sentido del humor.

Desde 1985 reside en Alemania, donde ha impartido clases de lengua española a descendientes de emigrantes. En 1996 publicó la novela Fuegos con limón, basada en sus experiencias juveniles con el Grupo CLOC.​ En 2006 enfocó los estragos causados por la banda terrorista ETA en su libro de relatos Los peces de la amargura.

A lo largo de los años, también ha cultivado el género del aforismo en distintos medios de comunicación,  sin que hasta la fecha haya reunido estas piezas en un volumen.

En 2009 abandonó la docencia para dedicarse exclusivamente a la creación literaria. Sus libros han sido traducidos a más de treinta idiomas y colabora con frecuencia en la prensa española. En el año 2020 publicó una selección de sus artículos de prensa con el título de Utilidad de las desgracias y otros textos.

Los vencejos, su última novela, ve la luz en 2021.

OBRA

Novela
1996 Fuegos con limón (Andanzas 279, Tusquets Editores, Barcelona)
2000 Los ojos vacíos: Trilogía de Antíbula 1 (Andanzas 421, Tusquets, Barcelona)
2003 El trompetista del Utopía (Andanzas 501, Tusquets, Barcelona)
2004 Vida de un piojo llamado Matías, novela infantil (Andanzas 558, Tusquets, Barcelona)
2005 Bami sin sombra: Trilogía de Antíbula 2 (Andanzas 574, Tusquets, Barcelona)
2010 Viaje con Clara por Alemania (Andanzas 714, Tusquets, Barcelona)
2012 Años lentos (Andanzas 775, Tusquets, Barcelona)
2013 La gran Marivián: Trilogía de Antíbula 3 (Andanzas 805, Tusquets, Barcelona)
2014 Ávidas pretensiones (Biblioteca Breve, Seix Barral, Barcelona)
2016 Patria (Andanzas 888, Tusquets, Barcelona)
2021 Los vencejos (Andanzas 995, Tusquets, Barcelona)

Libros de cuentos
1997 No ser no duele (Andanzas 316, Tusquets, Barcelona)
1998 El ladrón de ladrillos, cuento infantil (El Barco de Vapor Serie blanca 71, SM, Madrid)
2002 El artista y su cadáver, miscelánea y microrrelatos (Marginales 202, Tusquets, Barcelona)
2003 Mariluz y los niños voladores, cuento infantil (El Barco de Vapor Serie blanca 103, SM, Madrid)
2006 Los peces de la amargura, relatos centrados en las víctimas del terrorismo de ETA (Andanzas 612, Tusquets, Barcelona)
2011 El vigilante del fiordo (Andanzas 759, Tusquets, Barcelona)
2013 Mariluz y sus extrañas aventuras, tres cuentos infantiles (Demipage, Madrid)

Ensayos
2015 Las letras entornadas (Andanzas 847, Tusquets, Barcelona)
2019 Vetas profundas (Marginales 304, Tusquets, Barcelona)
2020 Utilidad de las desgracias y otros textos, antología de artículos de prensa (Andanzas 972, Tusquets, Barcelona)

Poesía
1981 El librillo, 1981, poemas para niños, San Sebastián, edición del autor.
1981 Ave sombra. 1977-1980, antología (Harria liburuak, San Sebastián, Haranburu Editor)
1993 Bruma y conciencia. 1977-1990, obra completa hasta la fecha (Poesía vasca, hoy 11, Leioa, Universidad del País Vasco)
1995 El librillo, poesía infantil (Ajonjolí 4, Hiperión, Madrid)
2010 Yo quisiera llover. 1977-2011, antología (Demipage, Madrid)
2018 Autorretrato sin mí (Marginales 300, Tusquets, Barcelona), prosas poéticas

Traducciones
2006 Arno Schmidt: El brezal de Brand (Maestros del siglo XX 2, Laetoli, Pamplona)
2006 Max Frisch: Montauk (Maestros del siglo XX 3, Laetoli, Pamplona)
2007 Wolfgang Borchert: Obras completas (Maestros del siglo XX 5, Laetoli, Pamplona)
2015 Ernst Haffner: Hermanos de sangre (Biblioteca Breve, Seix Barral, Barcelona)
2017 Sacha Batthyany: La matanza de Rechnitz. Historia de mi familia (Biblioteca Breve, Seix Barral, Barcelona)
Adaptaciones de sus obras literarias
Félix Viscarret adaptó al cine la novela El trompetista del Utopía con el título de Bajo las estrellas (2007). Esta película ganó dos premios Goya.

La compañía El Espejo Negro, dirigida por Ángel Calvente, adaptó al teatro de títeres la Vida de un piojo llamado Matías (2009). La adaptación ganó el Premio Max al Mejor Espectáculo Infantil.

El canal HBO convirtió la novela Patria en serie televisiva en 2020.7​

Premios
1997 - Premio Ramón Gómez de la Serna
2001 - Premio Euskadi de literatura en castellano por la novela Los ojos vacíos8​
2007 - Premio Mario Vargas Llosa NH por el libro de relatos Los peces de la amargura
2007 - Premio Dulce Chacón por Los peces de la amargura
2008 - Premio Real Academia Española por Los peces de la amargura
2011 - Premio Tusquets de Novela por Años lentos
2012 - Premio de los libreros de Madrid por Años lentos
2014 - Premio Biblioteca Breve por la novela Ávidas pretensiones.5​
2016 - Premio Ramón Rubial por la novela Patria
2016 - Premio Francisco Umbral al Libro del Año por Patria
2017 - Premio de la Crítica por Patria
2017 - Premio del Club Internacional de la Prensa por Patria
2017 - Premio Dulce Chacón por Patria
2017 - Premio Euskadi de Literatura en castellano por Patria.9​
2017 - Premio Nacional de Narrativa por Patria.10​
2018 - Premio don Quijote de Periodismo por el artículo «Estamos hechos de palabras» en el diario El Mundo.11​
2018 - Premio San Clemente Rosalía-Abanca por Patria
2018 - Premio de Novela Benjamín de Tudela por Patria
2018 - Premio literario Giuseppe Tomasi di Lampedusa por Patria
2018 - Premio Strega Europeo por Patria
2018 - Premio per la Cultura Mediterranea por Patria
2019 - C de Oro del Club de la Comunicación
2019 - Premio Internacional COVITE por Patria
2019 - Athens Prize for Literature por Patria
2020 - Premio Boccaccio per la sezione narrativa internazionale
2021 - Premio Crédit Agricole FriulAdria en colaboración con la Fondazione Pordenonelegge (Pordenone, Italia)
2021 - Premio Ictus de la Sociedad Española de Neurología (SEN)

https://es.wikipedia.org/wiki/Fernando_Aramburu

martes, 16 de noviembre de 2021

"Biografía del hambre" | Amélie Nothomb | miércoles 17 de noviembre | 20 h

 



La verdadera tragedia es que la anorexia no tiene una intención autodestructiva, aunque su resultado suele serlo. La premisa es ciertamente constructiva: construir un yo, distinguir el yo del otro, que se hace con un acto de repudio, separándose del cuerpo. 

                              Louise Glück (Poeta. Premio Nobel de Literatura 2020)


Fervores y efervescencias


Todos los días, hacia las cinco de la mañana, Amélie Nothomb se sienta a escribir con una urgencia semejante a la de la vaca que necesita ser ordeñada. La comparación –celebérrima– es de la propia autora, que no rehúsa aderezar con sombreros de copa, paraguas invertidos o posados en cementerios las declaraciones sobre su excentricidad íntima: se confiesa degustadora de vegetales en estado de podredumbre, capaz de contorsiones físicas alarmantes, suicida fallida a los tres años de edad.

Lo que Nothomb extrae de sí cada mañana –hasta completar tres o cuatro libros (¿o litros?) al año, de los que sólo publica un par de ellos– es casi siempre espumosa autobiografía. Cuajada en porciones, se ha convertido en una quincena de títulos que sus lectores en veinte lenguas consumen con avidez y rapidez. Los productos de la firma Nothomb poseen una fórmula que estimula y no sacia, que deja con hambre después de doscientas páginas; pero es que la gestión del hambre es materia en la que la autora está sobradamente entrenada, hasta el punto de que el título Biografía del hambre explicita una esencia antes que un estado: «El hambre soy yo», sentencia en las primeras páginas.




Amélie Nothomb, belga nacida en Japón (1967), cuenta en Metafísica de los tubos (Anagrama, 2001) su entrada en la vida –una entrada a punto de ser una salida por mor de un accidente doméstico en el que casi se ahoga y que inaugura su apasionada y peligrosa relación con el agua–. Durante sus dos primeros años, se ve a sí misma como un ser autosuficiente y todopoderoso al que no cabe otra denominación que la de «el Dios tubo», ya que no se manifiesta sino en movimientos internos: deglución, digestión y excreción. Este estado vegetal o ataráxico del bebé concluye con una socialización a la que se accede de dos maneras: mediante el berrido continuado y mediante la ingesta del chocolate blanco que desde Bélgica trae la abuela. La voluptuosidad descubierta por el paladar acompasará enseguida los comportamientos de las dos series de la oralidad que constituyen el alimento y el lenguaje: la criatura se atiborrará de dulces (única comida deseable y admisible en sus primeros años, según cuenta en Biografía del hambre)y el berrido será refrenado; refrenado hasta el punto de que, conocedora ya del lenguaje en su cabeza, la infanta renunciará a empezar a hablar durante algún tiempo. Así pues, ante la inminente caí­da de su divinidad, el cuerpo y el espíritu de «el Dios tubo» parecían decididos a defenderse hinchándose y taponándose.


A esos tiempos fabulosos de retención lingüística sucederían otros en los que la niña Amélie se emborrachaba a menudo bajo las mesas de los invitados a los cócteles de sus padres, y, al día siguiente, penaba con su resaca en la guardería; la costumbre le duraría hasta cumplir los catorce años. También padecía de «potomanía», afección que la impelía a beber seguidos varios litros de agua, y la convertía al rato en fuente inagotable; quizá, como apunta la escritora, aquello era la «metáfora fisiológica» de su «necesidad de absolutos»; quizá –tiende uno a pensar– fuera el modelo simplificado de los desajustes en los movimientos de incorporación y «ex-corporación» que se le avecinaban. El caso es que, trasladada la familia a Bangladesh (después de pasar por China, Laos, Birmania y Nueva York siguiendo al padre diplomático), Amélie y su hermana empiezan a devorar libros, y poco después deciden dejar de comer: el 5 de enero de 1981, día de santa Amélie. El proceso sustitutivo lo explicita la autora de esta manera: «Ya que no había más alimento, decidí comerme todas las palabras: me leí el diccionario entero». Ocurrió también en ese momento de llegada a la pubertad un episodio que la autora califica de violación; cuatro indios abordaron a la adolescente que se bañaba en el mar y le arrancaron el bañador: «Las manos del mar separaron mis piernas y entraron dentro de mí», relata. A partir de aquí, además de no volver a meterse nun­ca más en el agua, se produjo un vaciamiento de su cerebro «como un lavadero del que han sacado el tapón»; todo su talento para el cálculo mental –que la hacía ser tratada de superdotada– «se fue por ese desagüe».

Hay más detalles en Biografía del hambre que permiten seguir jugando a los vasos comunicantes: esta violación –en la que hubo pérdida de sangre, según precisa en una entrevista la escritora– parece encontrar su reverso páginas después, cuando se describe a sí misma comiendo con nocturnidad y asiduidad grandes cantidades de piña que le hacía sangrar las encías: «El gusto de mi sangre mezclada con la piña me aterrorizaba de voluptuosidad». Pero es del lado del lenguaje donde se producirán los trasvases definitivos. En los tiempos anoréxicos, era su hermana Juliette la que escribía abundantes y hermosas novelas y tragedias, mientras que Amélie se declaraba completamente ágrafa; la curación de ésta (y la no curación de aquélla) cambia las tornas: hoy es Amélie Nothomb la única que escribe, y lo hace torrencialmente, declarándose sujeta a grafomanía y encinta de sus libros, de los que se libera, pues, mediante parto. Por si queda aún alguna duda sobre la pregnancia en la vida y en la obra de esta curiosa isostasia psicofísica, hay que añadir que la autora sólo abandona la autobiografía para abordar incisivos y crueles relatos en los que el exceso verbal es médula: cómo sostener un monólogo durante horas frente a una visita taciturna e indeseable a la que uno desea echar es el tema de Las catilinarias (Circe, 1997); los peligros que puede entrañar el atender a la conversación insistente y aparentemente casual de un desconocido pelmazo son las bazas de Cosmética del enemigo (Anagrama, 2003). En ambos casos, la logorrea está emparentada con la violencia –a Nothomb se la conoce como habilísima tejedora de diálogos despiadados–, la anticipa y la sustituye hasta cierto punto; un relevo que, como se ha visto, refrenda la biografía de la escritora.

Amélie con su hermana, Juliette Nothomb

Pero bien pudiera ser que Biografía del hambre pusiera punto a toda esta compostura en alternancia y cerrase el grifo autobiográfico. Algunos signos auspician esta suposición: además de la narración sobre la anorexia, el libro sobrevuela otros episodios en torno a la alimentación que se sitúan en períodos de la infancia ya tratados en anteriores títulos (Metafísica de los tubos, El sabotaje amoroso), con lo que Biografía del hambre viene a convertirse en un texto centrado en un tema –el hambre–, pero desperdigado en ejemplos y reflexiones que no se aglutinan en relato. Y, puesto ya a hacer repaso de la infancia y la adolescencia, el libro incluye también aquellos sucedidos que no tuvieron cabida en sus predecesores, como aquel de las diez niñas enamoradas de la protagonista o el de los amores mudos y truncados de su niñera. También recupera algunos que corresponden a épocas anteriormente abordadas, como el de sus propios y gélidos amores con el joven japonés –hijo de riquísimo joyero– que la encontraba «quintaesencial», capítulo este que viene a coincidir en el tiempo con la humillante aventura de su descenso profesional en la empresa nipona, contada por la «tragicomedia racista» Estupor y temblores (Anagrama, 2001; Quinteto, 2005). 

La sensación es la de que Biografía del hambre está barriendo los últimos restos que quedan por la casa biográfica para cerrarla. En las últimas páginas, la Amélie evocada tiene ya veintiún años, y ha entrado en la edad adulta, es decir, en una edad que no tiene interés biográfico. Así lo dice en El sabotaje amoroso: «A partir de la pubertad, la existencia no es más que un epílogo». Declara­ciones de un Peter Pan disfrazado de Campanilla.


Otro signo de que la época autobiográfica va tocando a su fin tiene que ver, de nuevo, con el juego psicofísico de vasos comunicantes. El mismo día en que, a sus trece años, Amélie Nothomb decidió dejar de comer, se impuso una segunda exigencia, que terminó por ser obsesión enfermiza: rememorar, cada noche, la totalidad de las emociones de su vida como una película proyectada interiormente. Este ejercicio de hipermnesia conducente a la locura y emparentado con el impulso autobiográfico parece que pudo ser finalmente detenido hace algunos años. Quizás ahora, en otra etapa de la misma senda, la escritora liquide también, por fin de etapa, el espejo en que se mira literariamente a sí misma.

El paso que parece estar tentada a dar es el que va de lo especular a lo especulativo. Biografía del hambre po­see una veintena de páginas en su comienzo que quieren ser ingeniosa teo­ri­za­ción: se trata de una apología del hambre como trampolín del deseo, lo que convierte a su ausencia en drama; para ello expone el caso del archipiélago de Vanuatu, lugar de abundancia cuya población, satisfecha y ahíta, «ni siquiera es capaz de luchar, no ha construido nada» y, por tanto, es digna de lástima. Alcanzado por la desazón moral que proporciona la evidencia de la miserable y dramática realidad de buena parte del planeta, el lector tiende a prestar a estas afirmaciones un to­no de broma; pero la sonrisa se le vuelve mueca cuando se percata de que, de ser broma, es tosca, y de ser ironía, es histriónica: Nothomb se tiene a sí misma por «una campeona del hambre». Añade, además, que su hambre debe entenderse en un sentido más amplio, que «si sólo se hubiera tratado de hambre de alimentos no habría si­do tan grave», y que «si Nietzsche hablaba de superhombre» ella se autoriza «a hablar de superhambre». La confusión del plano real y del plano metafórico propicia en ella verdaderos raptos místicos: «Niña superhambrienta de dulce, no dejaba de buscar mi pitanza: mi búsqueda de lo dulce era mi búsqueda del Grial»; «La superhambre no era la posibilidad de sentir más pla­cer, era la posesión del principio mismo del disfrute, que es el infinito»; «Dios no es el chocolate, es el reencuentro entre el chocolate y un paladar capaz de apreciarlo».

Estamos en plena degustación de la fórmula maestra nothombiana: una extrapolación de conceptos rellenos de autocomplacencia con tropezones de ironía, acompañados con salsa de cultura clásica, guarnición de intimidades y presentación en porción gnómica: nada indigesto, nada alimenticio, pero muy apetecible. Eso sí, no conviene confundir a los comensales: a esta preparación le conviene la materia prima light de la autobiografía o de la ficción, no las espesuras de la reflexión ensayística. Puede que ni siquiera sus aledaños: en su penúltimo libro Amélie Nothomb le hinca el diente a la cuestión mediática, y concretamente al reality show, que retrata exacerbando sus aspectos grotescos y crueles hasta lo repugnante; Ácido sulfúrico inventa un programa de televisión llamado «Concentración» consistente en un juego que extermina ante las cámaras a los participantes seleccionados por la audiencia. Este cóctel de farsa y Shoah utiliza de manera jocosa y liviana referentes históricos aún muy sensibles, y lo hace en aras de una reflexión de pretendida profundidad crítica que finalmente se resuelve en repaso de lugares comunes o de dolorosas verdades envueltas en ironía trivial: «El adelgazamiento era menos un problema estético que una cuestión de vida o muerte», nos aclara; o nos amonesta: «Cuando más indignado se siente usted, más mira». Lo que quizá no percibe es que esta última amonestación le viene como anillo al dedo no sólo al espectador del concurso televisivo, sino también al lector de su Ácido sulfúrico.

Pertenece al gusto de cierta novela actual el pontificar bajo apariencia de irónico desapego –el caso emblemático es el de Michel Houellebecq–, una simulación de distancia que Amélie Nothomb precisa así para su caso particular: «Mantengo mi candidez admirativa al tiempo que analizo mecanismos sórdidos». Esta supuesta no implicación personal en el análisis exhorta a deducir objetividad de lo que sólo es escueta ligereza o mordacidad perentoria. Se trata de un flirteo vanidoso de la novela con el ensayo mediante el que la primera pretende seducir al segundo, pero sin ir a su terreno y con artes que incluyen el menosprecio y el desplante. Sin embargo, en un contexto de novela, la voz narrativa que se muestra al tiempo distante y cáustica tiende siempre a un molesto engreimiento, razón por la cual es más convincente presentarla de manera no desencarnada. De este extremo no parece haberse percatado Nothomb en Ácido sulfúrico, aunque en todas sus anteriores novelas haya dado muestras de lo contrario: bien son los personajes los portavoces de la agudeza sarcástica, bien, en la zona autobiográfica, lo es la voz narradora del yo que se ensaña consigo mismo.

Esta última es la voz que la escritora ha modulado con más pericia porque, independientemente de su aplaudido ingenio, está matizada por otros impulsos que contrarrestan la labia de­senfrenada. Amélie Nothomb se retrata como niña megalómana, narcisista y excéntrica con una mirada sarcástica pero llena, a la vez, de comprensión y de fascinación: la novelista Nothomb está absolutamente seducida por su personaje, al que contempla con el mismo arrobamiento con que éste contemplaba a la fascinante pero despectiva Elena en El sabotaje amoroso o a la bella y malvada Fubuki de Estupor y temblores. El látigo verbal no deja sobre el lector otra cosa que un escozor efervescente, pero lo que sí hace mella en él es el fervor con que la escritora se cocina a sí misma para saciar su hambre.

Amelia Gamoneda
https://www.revistadelibros.com/amelie-nothomb-biografia-del-hambre-y-acido-sulfurico/




Amélie Nothomb se llama realmente Fabienne Claire Nothomb. Hablamos de una escritora en lengua francesa que nació en la ciudad japonesa de Kobe en julio de 1966, país que encarnó el decorado de las distintas vivencias de la autora durante sus cinco primeros años. Mientras vivía allí, todavía niña, no era consciente de que la rodeaban dos lenguas diferentes: el francés y el japonés. Al trabajar su padre como diplomático de Bélgica, la familia se ve obligada a mudarse varias veces, por lo que Amélie vive en China, Estados Unidos, Laos, Birmania o Bangladés. Sin embargo, será Japón el que más influencia ejercerá en ella y, por tanto, en su literatura.

En sus propias palabras, tuvo que pasar su infancia y su adolescencia en compañía de continuas mudanzas, por lo que pronto comprendió que su universo no sería estable y que perdería todo cada tres años. Ese hecho hizo nacer en ella una angustia muy fuerte que nunca llegó a desaparecer. Ese «apocalipsis», un fenómeno regular en su vida, la vinculó de una forma muy profunda al lenguaje y, en consecuencia, a la literatura: en un mundo donde perdería todo continuamente, el lenguaje era lo único que se mantenía estable.

En 1980 se muda a Bélgica, país en el que se siente extranjera. Amélie comienza a cursar Filología románica en la Université Libre de Bruxelles, una universidad de tendencias liberal-socialistas donde no es bien recibida debido a su apellido, que recordaba su procedencia de una familia de la alta burguesía católica y a su bisabuelo de extrema derecha. Ese problema de aceptación, que no ayudó a la joven a integrarse y reforzó su sentimiento de no ser belga, de no ser occidental y de ser japonesa, apareció reflejado posteriormente en su novela semibiográfica Antichrista. Amélie Nothomb se sentía incapaz de comunicarse con los jóvenes occidentales y, según ella, quizás fue esa la razón que la condujo por la vía de la escritura.

De todas formas, Nothomb consiguió terminar su formación en la universidad mencionada y, tras obtener la licenciatura, regresa a Tokio, donde acaba trabajando como intérprete en una prestigiosa empresa, una experiencia que posteriormente se convertirá en el argumento principal de Estupor y temblores, libro que será galardonado con el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa en 1999 y que será traducido en términos cinematográficos por Alain Corneau en el año 2003.


Más tarde regresa a Bélgica, donde despunta su carrera de escritora con Higiene del asesino, libro que escribió en solo tres meses. Envió el manuscrito a diversas editoriales, entre ellas la prestigiosa Gallimard, pero acabó publicándolo en Albin Michel, una empresa más modesta a la que permanecerá (casi siempre) fiel. Así como recibió numerosos elogios, su primera novela fue la diana de numerosas críticas negativas, ya que «no podía haber sido escrito por una joven de 23 años», «era evidentemente la obra de un hombre, y más concretamente de un hombre mayor». En ese preciso momento, Fabienne Claire Nothomb empieza a conocer el significado de la palabra «fama» y adopta el nombre de Amélie, quien se convierte no solo en escritora, sino también en todo un fenómeno mediático. A partir de entonces puede permitirse vivir únicamente de la literatura. De las tres novelas que escribe al año, solo publica una, siempre en el mes de agosto, y sus escritos están traducidos a unas 40 lenguas diferentes.

En 2012 vuelve por primera vez a Japón, un país que la había salvado en numerosas ocasiones, porque necesitaba volver a sentir el poder curativo del archipiélago. Al regresar allí, se da cuenta de que lo que había definido su personalidad no había sido Japón, sino la nostalgia que había sentido por ese país. Aprovechando la ocasión, France 5 graba un documental cuyo tema central se convertirá más tarde en el argumento de uno de sus libros, La nostalgia feliz. Con el paso del tiempo, Amélie Nothomb se da cuenta de que, en ella, al sustantivo «nacionalidad» le corresponde el adjetivo «belga», pero únicamente porque eso supone no pertenecer a ningún sitio, no tener una identidad clara, definida.

Para Amélie Nothomb, la escritura se define como una vía de escape que le permite expresar pensamientos y sensaciones. A través de ella se evade y se aleja de mundos monstruosos como el de la anorexia, enfermedad que padeció a los 13 años. También suele refugiarse en el mundo de la infancia, ya que para la autora la pureza del ser humano es exclusiva de dicha etapa. Sus novelas se describen como una intertextualidad entre la literatura japonesa medieval y la literatura occidental, y en ellas confluyen los términos binarios que distinguen occidente y oriente. Por esta razón se puede calificar a la autora como híbrida: es occidental y no occidental, activa y pasiva, observadora y observada, móvil y estática, moderna y tradicional, etc. De hecho, Amélie Nothomb ha llegado a ser definida como "la intersección de polaridades culturales". Precisamente por el hecho de que haya estado en contacto, desde muy temprana edad, de diversas culturas, su literatura puede inscribirse en una especie de literatura global, ya que sus novelas se alimentan de una cultura poliédrica de la que la autora siempre extrae una receta exquisita.

En sus novelas reflexiona sobre el sentido de la vida, la condición humana, la profesión de escritor, el suicidio amoroso, pero en ellas la escritora aborda sobre todo los temas de los orígenes y de la identidad. Amélie usa sus textos para reflejarse y componer un discurso propio de sí misma, es decir, los utiliza para buscar una solución a su problema identitario, ya que no consigue ubicarse en un punto geográfico concreto. Por esa razón, a Amélie le cuesta mucho no incluirse en sus novelas: la mayoría de sus escritos tienen carácter autobiográfico.

En conclusión, a esta autora quizás la debamos incluir en esa lista de escritores, muy larga en nuestro siglo, que se identifican con varias culturas, con varias lenguas e incluso con varias personalidades. En ella confluyen la heterogeneidad, la ironía, la paradoja, los extremos y las diferencias, y quizás por eso el mejor personaje de Amélie Nothomb sea ella misma.

Tamara Andrés 
https://lapiedradesisifo.com/2015/03/04/biografia-de-una-escritora-convertida-en-su-propio-personaje/




 UN RELATO CORTO DE AMÉLIE NOTHOMB:


viernes, 8 de octubre de 2021

"Null Island" | Javier Moreno | miércoles 13 de octubre | 20 h

 



Null Island. Como no soy río me doy la vuelta cuando quiero

Llegué media hora antes de lo previsto a la librería Alberti el día de la presentación de Null Island en Madrid. Es algo raro en mí, puesto que las distancias en la capital son extremas, y a menudo llego justa o tarde a estos eventos literarios. Sin embargo, ese día, el 20 de noviembre, yo venía de unas jornadas en el Ministerio de Educación y en vez de pasar por casa me fui directamente a la librería. No llevaba paraguas y llegué hecha un trapo, pero la generosidad y la calidez de Lola, la dueña y alma de la Alberti, fueron clave para que yo me comprara el libro y empezara a leer sin parar hasta que Javier Moreno y José Ovejero empezaron la presentación. Para entonces yo ya iba por la página 27 y me había quedado hipnotizada por la sentencia mágica de una maestra de la infancia del narrador: Como no soy río me doy la vuelta cuando quiero. ¿Puede existir una forma más tierna y radical a la vez para expresar la libertad en cuanto a la toma de decisiones de las mujeres? Como no soy río me doy la vuelta cuando quiero funcionaría perfectamente como un lema feminista, pero va mucho más allá, es toda una sabiduría de siglos concentrada en diez palabras que transmite la maestra al autor o al narrador. La educación como base de todo. La síntesis como eje vertebrador de esta novela apasionante que aquí nos ocupa.

Null Island no es una novela al uso, puesto que no sigue los cánones estrictos ni los recursos narrativos que del género se espera. Es un paso más. Una evolución del propio género literario, puesto que trasciende incluso lo metaliterario como podrá apreciar el lector.

En primer lugar destacaría la riqueza de matices, el uso de un lenguaje culto mezclado con lo pop y las redes sociales, hasta tal punto que parece que nos fundimos en esa realidad líquida de Bauman tan acuñada, una realidad que nadie consigue comprender del todo. El autor y/o narrador que también se funde(n) nos hace(n) reflexionar sobre temas trascendentes y humanos desde el ensayo (o “microensayo” como apunta Basilio Pujante), pero también desde lo lírico y la dimensión onírica. Su capacidad de evocar a través de los objetos y los sueños es sublime.

Es difícil saber cómo Javier Moreno ha conseguido mezclar el tono serio y culto con frases de estados de Facebook haciéndonos creer que está a la misma altura de sus lectores y sonar totalmente natural. Ése puede ser su gran don en esta novela y su gran secreto. No es un autor que sermonea sobre algo o nos da claves para entender mejor nuestro entorno, sólo se hace preguntas y se vale de un anti-héroe post-moderno para “arañarnos” y “asomarse al magma que se esconde tras la superficie pulida de las cosas” (pág. 18) que para él es el origen y la finalidad de la escritura.

Además de todo lo citado anteriormente, es una novela llena de verdad y de grandes disparos elocuentes. El ingenio y la capacidad irónica del autor no conocen límites. Puede que algunas ráfagas de pensamientos hayan pasado por nuestra mente en algún momento, pero nadie los ha codificado como Javier Moreno en una novela hasta ahora. Numerosos destellos y vías de conocimiento se nos abren con él.

El tema central de la novela es la impotencia y en un país donde el 20% de la población masculina sufre este trastorno sexual, esta novela es más necesaria que nunca, puesto que todavía es un tema tabú que hay que recuperar  y visibilizar, pero también porque desde la literatura casi siempre se ha tratado de modo irónico o sarcástico. La impotencia masculina ha sido un recurso habitual en la literatura picaresca. Libros como El Decamerón, de Boccaccio, están repletos de historias de maridos impotentes cuyas ansiosas esposas se desfogan con otros hombres más jóvenes y vigorosos. El mismo Cervantes relató una historia muy similar en su comedia El viejo celoso. Pero, probablemente, la novela que convirtió la impotencia en materia de escándalo fue El amante de lady Chatterley (1927), del británico D. H. Lawrence. La historia ya la conocemos, la joven esposa de un aristócrata británico que está ”sexualmente incapacitado” tras ser herido en la guerra se entrega a los brazos de un fornido guardabosques.(https://www.quo.es/ser-humano/g37446/la-impotencia-a-traves-de-los-tiempos/).

Sin embargo, en Null Island, la impotencia no es motivo de mofa, sino de pena, frustración y aislamiento, la no capacidad de satisfacer a uno mismo y a la persona que se ama, y esto es lo más revolucionario: el narrador no sólo piensa en sí mismo con respecto a su trastorno, no es una reflexión falocéntrica, sino que ve también los efectos que puede llegar a tener en su pareja, Marta y su dimensión creativa, pues tanto la impotencia sexual como la falta de creatividad literaria están totalmente ligadas en la novela.

Centrémonos ahora en Marta, el personaje femenino central de Null Island: la pareja del escritor impotente que ha dejado su trabajo de funcionario para dedicarse a “vivir de la literatura”. “El discreto encanto del secreto” es el último capítulo de la primera parte de la novela, “Falacia” y es aquí donde podemos acercarnos definitivamente al universo emocional íntimo femenino de Marta, pues el autor le cede todo el protagonismo y este capítulo a modo de diario está escrito por ella como ejercicio de su taller de narrativa, pero al mismo tiempo como cura psicológica.

En estas páginas reconocemos a una mujer inteligente, urbanita y fuerte que trabaja en el medio audiovisual, que siente una profunda admiración por su pareja y que al mismo tiempo ha estado educada en los cánones del amor romántico como podemos apreciar en su siguiente afirmación “Amar a alguien es abandonarse a su suerte. Buena o mala. En la salud y en la enfermedad, dicen en las bodas” (pág. 144) o en “Creo que la intimidad es un secreto, que la pareja debe sustentarse en un secreto (…) (pág.142). Las mujeres hemos sido educadas en estos parámetros, en justificar al otro, tapar o minimizar los efectos devastadores de una relación que no funciona por diversos motivos, pero también hemos aprendido a no ser ríos y a darnos la vuelta cuando queremos…Por eso, la evolución de este personaje resulta tan interesante, por el sorprendente giro que da en la segunda parte de la novela.

Finalmente, la atmósfera descrita en el congreso de Soria es una delicia. La descripción del ambiente, los profesores y alumnos, la propia ciudad de Soria como personaje, el encuentro con la joven y misteriosa Elvira (nombre cargado de significado intencionado en la novela), etc. hacen que no podamos dejar de leer esta fantástica novela de Javier Moreno que sin duda tiene ya un reconocimiento sobresaliente por parte de la crítica y los lectores. No duden en visitar y habitar Null Island, el no lugar, 0º 0º, el centro mismo de nuestro ser.

FLORA JORDÁN
http://www.criticoestado.es/null-island-como-no-soy-rio-me-doy-la-vuelta-cuando-quiero/



Javier Moreno (n. La Cueva Monteagudo, Murcia, España; 1972) es un escritor, poeta y crítico literario español.

Es autor de novelas como: Buscando Batería (Bartleby, 1999), La Hermogeníada (Aladeriva, 2006), Click (Candaya, 2008; Nuevo Talento FNAC) y Alma (Lengua de Trapo, 2011), así como del libro de relatos Atractores extraños (InÉditor, 2010).

Ha sido galardonado con el Premio Nacional Fundación Cultural Miguel Hernández (Cortes publicitarios, Devenir, 2006) y con el Premio Internacional de Poesía Joven La Garúa (Acabado en diamante, La Garúa, 2009).

Ejerce la crítica literaria en Deriva, Revista de letras y en Quimera.

Obras
Novelas
Buscando Batería. Bartleby, 1999
La Hermogeníada. Aladeriva, 2006
Click. Candaya, 2008
Acabado en diamante. La Garúa, 2009
Renacimiento. Icaria, 2009
Alma. Lengua de Trapo, 2011
2020. Lengua de Trapo, 2013
Acontecimiento. Salto de Página, 2013
Null island. Candaya Narrativa, 2019

Relatos
Atractores extraños. InEditor, 2010
Un paseo por la desgracia ajena. Salto de Página, 2017

Poesía
Cortes publicitarios. Devenir, 2006
Acabado en diamante. La Garúa, 2009

Obras de teatro
La balsa de Medusa (Espacio escénico DT, Madrid, 2007)


(a partir de -54:10)



viernes, 10 de septiembre de 2021

"El infinito en un junco" | Irene Vallejo | miércoles 15 de septiembre | 20 h

 



El fenómeno de ventas de 'El infinito en un junco', el ensayo que ya era un éxito antes de publicarse

Irene Vallejo, Premio Nacional de Ensayo 2020, es responsable de uno de los éxitos más insólitos de las letras españolas de los últimos años

Un ensayo de 452 páginas sobre la historia de los libros no parece, de entrada, destinado a ser un superventas por muy bueno que sea. Eso lo tenían claro casi todos los implicados en la publicación de El infinito en un junco, de Irene Vallejo (Siruela, 2019). Pero después de meses situado en los puestos más altos de la lista de los más vendidos ya se puede hablar de todo un fenómeno. No inexplicable pero sí sorprendente si se atiende al tipo de publicaciones que triunfan entre el público de forma masiva ¿Cómo ha sucedido?

La autora ganó el Premio Nacional de Ensayo a principios de noviembre, lo cual es una ayuda evidente a su popularidad, pero el éxito de El infinito en un junco ha sido progresivo desde su publicación en septiembre del año pasado. Chema Aniés, de la librería La Anónima de Huesca comenta a elDiario.es por teléfono: "Es algo increíble. Que coincida una obra de muy buen nivel con un éxito comercial es algo que se da muy pocas veces y en este caso ha sido impresionante. Ha sido poco a poco, porque no fue una aparición deslumbrante quitando en Aragón, donde era conocida". 

Irene Vallejo ya escribía columnas en El Heraldo de Aragón –ahora también lo hace en El País Semanal– y había publicado varios libros. Entre ellos, las novelas La luz sepultada (2011) y El silbido del arquero (2015), ambas en la editorial Contraseña, que en junio de 2020 también sacó al mercado El futuro recordado, una antología de sus textos en el periódico aragonés. Alfonso Castán, editor de Contraseña junto a Francisco Muñiz, cuenta vía telefónica que cuando llegó a sus manos el manuscrito del ensayo vio que era un libro que necesitaba otro tipo de editorial.

"Tenemos una gran amistad con Irene y cuando me contó lo que estaba elaborando, yo tuve claro que ese no era un libro para nosotros porque no publicamos ensayo y por lo que me explicaba, en una editorial importante podía tener más repercusión. Yo había conocido a Julio Guerrero cuando aún era editor independiente y sabía que ahora trabajaba en Siruela. Así que le dije a Irene que cuando lo terminase, se lo pasaría a él para ver qué le parecía. Además, Julio había leído El silbido del arquero y le había gustado mucho. Recuerdo que se lo pasé un viernes y el lunes me llamó para decirme que le había parecido muy interesante y que quería publicarlo", comenta Castán orgulloso.

No lamenta el no haberlo publicado en su editorial, una pregunta a la que ya ha respondido varias veces. "Sé que con nosotros el libro no habría tenido esa repercusión o habría sido muy difícil. Aunque por suerte somos una editorial con una buena distribución, nuestros libros llegan a las librerías de toda España y tenemos nuestro público, no habría sido lo mismo. Y no nos arrepentimos porque por delante del dinero está nuestro aprecio". Además, de alguna manera también han salido ganando: "los libros que Irene ha publicado con nosotros también se han beneficiado. Por ejemplo, de El silbido del arquero este año hemos tenido que sacar tres ediciones. Y también me alegré porque Julio es amigo y sé que a él un éxito como este le ha venido muy bien. Entonces todos contentos", afirma riendo.

¿Cómo influye el tamaño de una editorial en el triunfo de un título? Castán contesta que Siruela tiene medios, sobre todo en cuanto a prensa y contactos, para hacer que un libro se convierta en un éxito. "Hay que intentar llegar al mayor número de lectores posibles y para eso hay que intentar que los libreros conozcan el libro, lo lean". Añade que tener suerte con las menciones en los medios es también muy importante. "Alberto Manguel escribió la primera reseña en El País y eso ya fue un buen paso. Luego Luis Alberto de Cuenca publicó otra en el ABC. Son personas con cierto nombre. Y claro, el propio Mario Vargas Llosa, que escribió un mensaje a la editorial diciendo que le había parecido una obra maestra. Pero creo que la determinante fue una columna de Juan José Millás. Se fueron publicando una serie de recomendaciones que fueron como la chispa que inició el incendio".

Ofelia Grande, directora de Siruela, explica por correo electrónico a elDiario.es que ni ellos se imaginaban este fenómeno. "Lo publicamos porque nos pareció un libro maravilloso que encajaba mucho, además, con el 'espíritu' de Siruela y sabíamos (o más bien creíamos) que tendría éxito entre los lectores, entre los muy lectores. Pero tengo que decir que muy poco tiempo después de su publicación, en el mes de diciembre, ya intuíamos que iba a funcionar muy bien. Había muchas señales de ello. Ahora lo comentamos con la autora y nos reímos porque en enero le dije 'vamos a vender más de 100.000'. Y así ha sido".

Para ella los lectores son los principales responsables del fenómeno. "Sin duda son siempre los que convierten un libro en un éxito" aunque añade que una buena campaña de marketing siempre ayuda, "pero como lo hacen muchas otras cosas". "Con una campaña se puede crear un éxito momentáneo. Pero un éxito sostenido en el tiempo, que va creciendo (y sigue) como una ola, solo se consigue con lectores entusiasmados, con libreros generosos, con medios de comunicación cómplices, con bibliotecarios entregados… con una red de amigos del libro que se lo cuentan de uno a otro y con una autora que cree en lo que dice y lo transmite como pocas personas saben hacerlo".

El papel de los libreros y libreras
Los medios reseñan y las editoriales hacen campañas, pero que el librero o la librera conozca el título, como comentaba Alfonso Castán, es vital. Al fin y al cabo es quien finalmente interactúa con el cliente y puede influir en la decisión de compra, recomendando un título al indeciso o darle visibilidad al libro en la mesa de novedades. Podría ser el prescriptor a pie de calle junto a los propios lectores que contribuyen con el boca a boca.

Chema Aniés comenta que tienen una gran influencia pero reducida a su zona. En el caso concreto de El infinito en un junco, Irene Vallejo partía con una ventaja a la hora de convencer al gremio: la materia de la que trata. "En cuanto los libreros se lo leyeron, se implicaron. Primero por el tema, ya que es la historia del libro, de la escritura, de la cultura, que nos gusta y nos afecta a todos. Y segundo por cómo está escrito: no es un ensayo árido, es muy literario. Y conocerla a ella en las diversas presentaciones que ha hecho por toda España, creo que ha reforzado la intervención", sostiene.

La venta online ha hecho mella en el poder de los trabajadores de las librerías a la hora de impulsar un fenómeno. Sobre todo en este 2020, con el confinamiento que impedía o impide acudir a adquirir volúmenes en persona. Pero las librerías independientes se han organizado para mantener a sus clientes en la plataforma Todostuslibros.com. Hasta ahora solo permitía localizar el título deseado en más de 700 comercios, pero el pasado 12 de noviembre, Día de las Librerías, se lanzó oficialmente su servicio de compra online. Interactúa directamente con la web Las librerías recomiendan, un espacio en el que libreros y libreras escogen libros y escriben reseñas y recomendaciones. Así, esa figura de guía de lectura no se pierde al desaparecer el encuentro en el espacio físico. 

Juan Marqués es el coordinador de dicho espacio online, además de poeta (ha publicado recientemente el libro Diez mil cien en la editorial Planeta y ha ganado el X Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado). Explica vía correo electrónico a elDiario.es que para los libreros un fenómeno como el de El infinito en un junco "es algo muy importante, de verdad, porque realmente hacen falta libros que se lean masivamente. Es tremendo pero del ochenta y muchos por ciento de los 65.000 libros que se publican anualmente en España no se venden ni cien ejemplares. Gestionar toda esa avalancha es ineludible, por supuesto, porque que no se vendan no quiere decir que no sean necesarios o valiosos, pero supone muchísimo trabajo que es poco rentable. Si un solo título vende lo mismo que otros varios miles hace que la cosa se equilibre, que merezca la pena".




Según su visión, hay poca ciencia en el papel de la editorial a la hora de que un libro triunfe. "Hay cientos de ellas que hacen un trabajo impecable, y todas merecen que una vez en su existencia tengan un 'junco', pero lo normal es que no suceda. Es el caso de Pre-Textos con Louise Glück, la nueva Premio Nobel: llevan años apostando por ella sin apenas vender nada de los siete libros que le han publicado, y en 15 minutos, tras el anuncio de Estocolmo, vendieron todo lo que tenían repartido y hasta almacenado. Algo así como un 700% más de lo que habían vendido nunca de ella. De todos modos, son fenómenos incomparables: incluso en ese caso la poesía es minoritaria, comparado con lo de Irene Vallejo. Según publicó Andrés Trapiello en El Mundo, el agente de Glück no ha renovado el contrato con la editorial valenciana en busca de otra más grande, lo que ha provocado cierto revuelo en el sector.

En 'Las librerías recomiendan' publicaron muy pronto una reseña sobre el libro, ya que Chema Aniés, que había leído las galeradas avisó de que "podía pasar algo gordo con él". Sin embargo no le da demasiada importancia a ese hecho, para él no fue determinante. "Simplemente fue una voz más que alertó pronto: una voz, eso sí, entusiasta, seria, autorizada, cariñosa... pero una más en el enorme y prestigioso coro de recomendadores que lo leyeron pronto", sostiene.

Para él, el fenómeno se produce gracias a "la presencia en redes sociales, las recomendaciones, la visibilización constante... Si hay por todas partes un clamor unánime alrededor de un libro (y además en todos los ámbitos: la Universidad y los fanzines, el público exigente y el llamado 'lector común' –que, por cierto, yo creo que no existe–, las revistas hipsters y los clasicistas..., entonces es como una mecha. Y si la editorial reacciona a tiempo, como tan bien hizo Siruela, y se centra en ello en cuanto percibe el runrún, y la autora (que es, por cierto, un verdadero encanto) ayuda con disponibilidad para todo tipo de promoción... pues puede llegar a suceder esto".

¿Cuál es el futuro que le espera a El infinito en un junco? ¿Ha llegado al tope de su alcance? Ofelia Grande, que ya ha vivido un éxito como este en su editorial con libros como El último barco de Domingo Villar, Imperiofobia y Leyenda Negra de Elvira Roca o Biografía del silencio de Pablo d´Ors, está convencida de que el 'junco' acaba de empezar su recorrido y no tiene fin. "Falta que se publique en las casi 30 lenguas que ya lo han contratado, que llegue a los colegios, institutos, universidades, que alcance a más lectores… Todos ellos van a quedar 'hechizados' y ese es el único secreto. No hay más. Ni menos".

Carmen López
https://www.eldiario.es/cultura/libros/fenomeno-ventas-infinito-junco-ensayo-exito-publicarse_1_6443861.html


ENTREVISTA A IRENE VALLEJO

https://www.youtube.com/watch?v=CsleMPiZNUg






Irene Vallejo Moreu (Zaragoza, 1979) es una filóloga y escritora española.1​ Entre otros premios ha recibido el Premio Nacional de Ensayo 2020 por su libro El infinito en un junco.

Doctora en Filología Clásica por las universidades de Zaragoza y Florencia, su labor se centra en la investigación y divulgación de los autores clásicos; así, por ejemplo, colabora con los periódicos Heraldo de Aragón y El País, donde mezcla temas de actualidad con enseñanzas del mundo antiguo. Fruto de ese trabajo ha publicado dos libros recopilatorios de sus columnas semanales, El pasado que te espera y Alguien habló de nosotros. 

Compagina esa labor con su actividad literaria. En 2011 publicó su primera novela, La luz sepultada, una historia cotidiana de sentimientos y miedos situada en la Zaragoza de 1936 frente al inminente estallido de la guerra civil española. Su segunda novela fue El silbido del arquero, publicada por la editorial Contraseña, en la que plantea una historia de aventuras y amor, ambientada en tiempos legendarios, recordando a los conflictos contemporáneos.  También ha cultivado la literatura infantil y juvenil con las obras El inventor de viajes, ilustrada por José Luis Cano, y La leyenda de las mareas mansas, en colaboración con la pintora Lina Vila. ​ Ha sido incluida en la antología de narradoras aragonesas Hablarán de nosotras (2016) con el relato El mal invisible. 

En 2020 fue galardonada con el Premio Nacional de Ensayo por su libro El infinito en un junco, siendo la quinta mujer galardona con este premio desde que se creó en 1975. La primera mujer que recibió el galardón fue la filósofa Celia Amorós en 2006. 

El 23 de abril de 2021, día de Aragón (debido a la festividad de San Jorge, su patrón), coincidente con el Día Internacional del Libro, recibe la máxima distinción institucional otorgada por el Gobierno de Aragón: el premio Aragón 2021. El premio le fue entregado, en el mismo acto en el que la medalla de las Cortes de Aragón fue concedida a las personas mayores, en el palacio de la Aljafería, fortaleza medieval de origen andalusí en la que actualmente tiene su sede el parlamento aragonés. Curiosamente, tal y como ella misma y el presidente de Aragón, Javier Lambán Montañés, afirmaron en el acto, la idea de escribir El infinito en un junco se le ocurrió en el patio del propio palacio en el que le fue entregado el premio. La entrega fue emitida por Aragón Televisión y Aragón Radio en directo. 

En la mañana del mismo 23 de abril, dio en Barcelona el pregón de la Lectura del Día del Libro (Sant Jordi) de la capital catalana, acompañada de su alcaldesa, Ada Colau. 

Obras
Terminología libraria y crítico-literaria en Marcial (2008)
El pasado que te espera (2010)
La luz sepultada (2011)
El inventor de viajes (2014)
La leyenda de las mareas mansas (2015)
El silbido del arquero (2015)
Alguien habló de nosotros (2017)
El infinito en un junco (2019)

Premios y reconocimientos
Quinto Certamen Los Nuevos de Alfaguara (1997)
Premio Búho '97 a los Aragoneses del Año.
Premio de la Sociedad de Estudios Clásicos al Mejor Trabajo de Investigación (2005)
Mención especial del Jurado en el Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza (2012)
Premio Sabina de Plata (2017)
Premio Ojo Crítico de narrativa (2019)10​
Premio Los Libreros Recomiendan (2020), en categoría de no ficción, por El infinito en un junco. 
Premio Nacional de Ensayo (2020) por El infinito en un junco. 
Premio de Literatura José Antonio Labordeta (2020).
Premio Aragón 2021, máxima distinción que concede el Gobierno autonómico aragonés. ​

https://es.wikipedia.org/wiki/Irene_Vallejo