En este libro, publicado en 1966, Cortázar ofrece a sus lectores ocho artefactos de precisión y gran ingenio narrativo que nos ayudan a deleitarnos mientras desciframos, a bucear mientras nadamos, a leer dentro de nosotros. Una vez más, como en tantas de sus obras, nuestro autor configura el hecho de narrar como un exorcismo que actúa sobre la escritura y enfrenta al lector a un ejercicio que trasciende la mera y cómoda lectura, algo que él tuvo siempre en cuenta frente al papel en blanco: Cortázar no pretendía llegar a todos los lectores, Cortázar buscó alcanzar, tocar al otro, al cómplice, el lector, a través del espejo, de la página, y esto lo hacía cuestionando los límites entre lo que conocemos por “real” y lo que creemos “irreal”.
La alienación, el extrañamiento, la ruptura del tiempo y del espacio, el doppelgänger (desdoblamiento de un personaje) son algunas de las posibilidades que el talento de este escritor desarrolla desde su gran originalidad para acabar creando este universo imaginario.
En 1946 se publicó en una revista que dirigía Jorge Luis Borges Casa tomada, un conocido cuento "fantástico" de Julio Cortázar que él mismo lee en este vídeo y que sería publicado años después dentro del libro de relatos Bestiario.
Los ocho relatos de Todos los fuegos el fuego fueron escritos en los límites del azar, jugando, siempre jugando Julio, con la bipolaridad espacial y temporal, con la “lógica” del coup de dés, y causando perplejidades nuevas ante los viejos secretos: las pasiones, las vidas imaginarias, los espacios y tiempos paralelos…
Los ocho relatos de Todos los fuegos el fuego fueron escritos en los límites del azar, jugando, siempre jugando Julio, con la bipolaridad espacial y temporal, con la “lógica” del coup de dés, y causando perplejidades nuevas ante los viejos secretos: las pasiones, las vidas imaginarias, los espacios y tiempos paralelos…
La autopista del sur… Un atasco de tráfico que se inicia un domingo por la tarde y se alarga en el tiempo sirve a Cortázar para narrar en uno de esos cuentos originales suyos el nacimiento, desarrollo y muerte de una pequeña comunidad entre los coches detenidos. ¿Crítica de la sociedad industrializada? También, y más, mucho más. El amor, la muerte...
La salud de los enfermos… Alejandro, el benjamín de una familia, muere en un accidente, pero todos intentan aparentar que sigue vivo para que la salud de la madre no se resienta aún más. El retorcimiento del engaño que conduce al laberinto.
Reunión… Un grupo armado vaga por un paraje desconocido a la espera de reunirse con otra facción del mismo. La música de Mozart: la caza y la guerrilla. A Aurora Bernárdez, su mujer, no le gustó este relato. Tampoco a Ernesto Che Guevara.
La señorita Cora… El juego y la técnica del punto de vista magníficamente expuesto: cada personaje es un punto de vista y la historia se va narrando tejiendo esos diferentes “yo”. Otra historia de amor, claro.
La isla a mediodía… Espacio y tiempo. Un asistente de vuelo y una isla griega. Morir para renacer en lo onírico. O al revés.
Instrucciones para John Howell… Tras el primer acto, un espectador de una obra de teatro es sacado de su butaca y obligado a interpretar el papel de John Howell. El espectador se ve inmerso en un absurdo, una actriz que le pide que se quede hasta el final para que no la maten, unos hombres que en los entreactos le dan instrucciones, una huida, un final abrupto. Del acto de leer y de la relación entre quien lee y lo leído nos habla Cortázar en este relato.
Todos los fuegos el fuego… En este relato, Cortázar estira y manipula el espacio y el tiempo al narrar una lucha entre gladiadores en la Roma clásica entretejida con una conversación de teléfono en el París del s. XX. Historia de amor, de amor de amantes, obsesión, muerte, dolor, silencios... y el fuego: el antiguo, el de ahora, el de siempre: el mismo fuego, todos los fuegos.
El otro cielo… La acción, el tiempo, el espacio, la identidad en manos del mago, del escritor. El protagonista vaga del París del s. XIX al Buenos Aires de mediados del s. XX. En París, es un hombre libre y bohemio que deambula por las galerías en busca de una prostituta con la que se pierde en paseos, en los cafés, en su buhardilla, mientras fuera está la amenaza de un asesino de mujeres, en Buenos Aires, es un tipo apático que se dedica a la bolsa. ¿Dónde estamos?