domingo, 13 de diciembre de 2020
"Mundo extraño" (José Ovejero) | miércoles 16 de diciembre | 20 h
martes, 10 de noviembre de 2020
"Leer Lolita en Teherán" (Azar Nafisi) | miércoles 11 de noviembre | 20 h
CLUB DE LECTURA VIRTUAL
La lectura como espacio ideal para llenarse de valentía, para comprender mejor el entorno e ir más allá del viaje lineal al que invita un libro. La autora Azar Nafisi lo supo y enseñó en Teherán a un grupo de mujeres a querer la literatura y a aprender de ella los mecanismos para mejorar la vida. ¿Leyendo a quién? A Nabokov, a James, a Austen y a Fitzgerald.
Azar Nafisi tiene muchas cosas en común con Shirin Ebadi. Como ella confía inicialmente en la revolución islámica, experimenta muy pronto el desengaño y la desesperación, y como ella también cree que la suerte de la mujer constituye un eje en torno al cual ha de girar el futuro de la sociedad y de la política iraníes. A diferencia de Ebadi, el punto de partida y el de llegada se sitúan fuera de Irán, en esas mismas universidades norteamericanas donde Azar fue una contestataria hasta regresar en 1979 al país natal y a las que vuelve en 1997. No sólo para enseñar literatura, sino para dar a conocer su experiencia personal. A partir de la misma se propone mostrar tanto el papel central de la subordinación femenina en un régimen opresivo como la imposibilidad de lograr una reforma del mismo sin una ruptura con el poder clerical. Azar Nafisi piensa que en Occidente hay una comprensión muy insuficiente de lo que ocurre en Irán, por la cortina que impone el propio régimen y por el predominio de una voluntad exterior de ver cambios reales donde sólo hay retoques, a veces grotescos. Ejemplo, la proyección de Mary Poppins, citada como prueba de apertura por la CNN, cuando bailes y canciones, 45 minutos en la cinta, son sustituidos sin imágenes por la voz de un locutor. O como el libro de arte sobre Degas en que las bailarinas han sido borradas.
Los 18 años de estancia en Teherán fueron para Azar Nafisi una prolongada inmersión en el vacío. En un ambiente de vigilancia generalizada y de represión cada vez más intensa, sólo alcanza la supervivencia mediante una sucesión de repliegues. Los únicos espacios de libertad pueden construirse en el interior de un reducido círculo de relaciones personales y adquirir consistencia gracias a la literatura. Es lo que intenta con un reducido seminario femenino después de perder su empleo en una universidad por negarse a llevar velo, primero, y de abandonar otra por su ambiente irrespirable. En esa antesala de la partida, la elección de Nabokov como referente, y no sólo por su Lolita, se justifica precisamente por la capacidad del escritor ruso para mantener la actitud creativa en plena tormenta revolucionaria. La lectura y el comentario la proporcionan el único medio de constituir una esfera de libertad. El ejercicio de la razón aísla frente a la agresión de los monstruos exteriores y además permite su reconocimiento. Cada libro o conjunto de libros se convierte en un espejo desde el cual la autora y sus discípulos nos hacen llegar las imágenes de una sociedad convulsa y violenta, así como de su incidencia sobre quienes participan, ante todo mujeres, en el intercambio intelectual. Son dos niveles, el literario y el político, que generan discursos diferenciados y al mismo tiempo se entrecruzan una y otra vez. Eso sí, con una eficacia narrativa desigual.
En Lolita, y también en Invitado a una decapitación, Nabokov proporciona una inmejorable sucesión de metáforas aplicables a las variantes de dominio de un poder irracional. Otro tanto sucede con El gran Gatsby, soporte para el magnífico episodio del juicio promovido por los estudiantes islámicos del curso. La tensión se mantiene con Henry James pero se disuelve al llegar a Jane Austen, enlazando con las últimas humillaciones, la desconfianza rotunda ante Jatami y la decisión de dejar Irán. El desenlace recuerda a esos hermosos ríos iraníes que terminan su recorrido en el desierto, sin alcanzar el mar. Quedan atrás el espléndido testimonio y el ejemplo de la literatura como último reducto de la libertad humana.
https://elpais.com/diario/2004/02/07/babelia/1076115028_850215.html
Azar Nafisi (1 de diciembre de 1955)
es una académica iraní y autora de éxito; residente en Estados Unidos desde
1997, año en que emigró de Irán. Es especialista en literatura en lengua
inglesa. Su libro Reading Lolita in Tehran: A Memoir in Books, publicado en
2003, fue traducido a 32 lenguas y estuvo 117 semanas en la lista de superventas
del New York Times (New York Times Bestseller list) y obtuvo numerosos premios
literarios, entre ellos el Non-fiction Book of the Year Award (2004) de Book
Sense, y el europeo Persian Golden Lioness Award de literatura. En 2008 publicó
una autobiografía, Things I've been silent about: memories of a prodigal
daughter, en torno al impacto que han tenido sobre toda su vida las relaciones
con sus padres (una madre fría y malhumorada, un padre cariñoso y amigable) y
las décadas de agitación política en Irán, incluida la encarcelación del padre
durante el reinado del Sha bajo falsas acusaciones de irregularidades
financieras.
Nafisi ha ostentado el cargo de profesora invitada y
conferenciante en el Foreign Policy Institute de la School of Advanced
International Studies (SAIS), de la Johns Hopkins University, y ha sido
miembro de la Junta Directiva de Freedom House.
Azar Nafisi es hija de Ahmad Nafisi, que fue el alcalde más joven de Teherán (1961–1963).
En 1979 Nafisi regresó a Irán, donde enseñó Literatura
inglesa durante un breve período en la Universidad de Teherán. Después de la
revolución iraní de 1979 y el posterior ascenso al poder del Ayatollah Jomeini,
Nafisi se impacientó rápidamente a causa de las restrictivas normas impuestas a
las mujeres por los nuevos dirigentes de su país. Habló entonces de la libertad
que consideraba que las mujeres de algunos países dan por sentadas, y que ahora
las mujeres de Irán habían perdido, puesto que las autoridades jomeinistas
habían promulgado leyes que coartaban los derechos de la mujer. En 1995 declaró
que ya no podía enseñar Literatura inglesa adecuadamente sin atraer el
escrutinio de las autoridades académicas, de modo que dejó su puesto en la
universidad e invitó a siete de sus alumnas mujeres a asistir a reuniones
periódicas en su casa, cada jueves por la mañana. Allí estudiaban obras
literarias, incluidas algunas consideradas polémicas por la sociedad iraní
postrevolucionaria, como Lolita y Madame Bovary. También les hablaba de novelas
de F. Scott Fitzgerald, Henry James y Jane Austen, intentando entenderlas e
interpretarlas desde un punto de vista iraní moderno.5Cuando en 2003 un
periodista le preguntó si «alguna vez, cuando vivía usted en Irán, pensó que le
hubiera gustado la idea de un cambio de régimen implementado por fuerzas
extranjeras», Nafisi afirmó: «Algunos iraníes estaban tan desesperados que
hubieran deseado la entrada de poderes extranjeros, pero/ yo no pensaba así
[...] en Irán, no creo que necesitáramos la intervención extranjera en ningún
momento.»
Nafisi abandonó Irán el 24 de junio de 1997 y se fue a vivir a Estados Unidos, donde escribió Reading Lolita in Tehran: A Memoir in Books, un libro en el que describe sus experiencias como mujer laica que vive y trabaja en la República Islámica de Irán.
En el libro declara: «Me marché de Irán, pero Irán no me ha abandonado.»
Nafisi ha ostentado el cargo de profesora invitada y conferenciante en el Foreign Policy Institute de la School of Advanced International Studies (SAIS) de la Johns Hopkins University, en Washington, DC y ha formado parte de la Junta Directiva de Freedom House, una organización no gubernamental (ONG) de Estados Unidos que realiza estudios y actividades en defensa de la democracia.
Algunas publicaciones
"Images of Women in Classical Persian
Literature and the Contemporary Iranian Novel." En The Eye of the Storm:
Women in Post-Revolutionary Iran. Ed. Mahnaz Afkhami y Erika Friedl. Nueva
York: Syracuse University Press, 1994. 115-130.
"Anti-Terra: A Critical Study of Vladimir Nabokov’s
Novels" (1994).
"Imagination as Subversion: Narrative as
a Tool of Civic Awareness." En Muslim Women and the Politics of
Participation. Ed. Mahnaz Afkhami y Erika Friedl. Nueva York: Syracuse
University Press, 1997. 58-71.
"Tales of Subversion: Women Challenging Fundamentalism
in the Islamic Republic of Iran." En Religious Fundamentalisms and the
Human Rights of Women (1999).
"Reading Lolita in Teheran" (2003). Publicado en español como
Leer Lolita en Teherán (El Aleph, 2008)
"Things I've been silent about".
Random House Trade Paperbacks (2008). Publicado en español como
Cosas que he callado (Duomo, 2010)
https://en.wikipedia.org/wiki/Azar_Nafisi
jueves, 8 de octubre de 2020
"Stoner" (John Williams) | miércoles 14 de octubre | 20 h
CLUB DE LECTURA VIRTUAL
OBRA MAESTRA IGNORADA. Enrique Vila-Matas
La semana pasada, en plena Via Po de Turín, Colum McCann,
plantado literalmente en medio de la calle, me habló de una novela que había
regalado ya unas 100 veces. ¡Unas cien veces! La novela, dijo, era Stoner, de
John Williams. Como, además de gran escritor, McCann siempre ha sido un lector
que tiene un gusto ajeno al tedio de lo comúnmente aceptado en novela, me dije
que en cuanto llegara a Barcelona trataría de buscar ese libro.
En el avión de vuelta, hojeando distraídamente una revista
francesa, encontré con la lógica sorpresa una reseña de Bernard Quiriny
sobre Stoner, de John Williams: la novela había sido escrita en 1965
e ignorada durante décadas, pero de pronto reavivada por la canonizante
editorial de la New York Review of Books y publicada después en París
en la editorial Le Dilettante. Leyendo aquella nota de Quiriny, creí recordar
una reseña muy elogiosa de Rodrigo Fresán sobre el libro y pensé que ojalá no
me equivocara porque esto significaría que el libro de Williams había sido
traducido al castellano. Lo estaba, lo confirmé en Internet en cuanto llegué a
casa. Stoner no había sido percibida por ninguna de las casas
editoriales importantes de este país y con buena vista la había publicado la
editorial tinerfeña Baile del Sol, con una excelente traducción de Antonio Díez
Fernández.
La novela cuenta la historia de
William Stoner, hijo de unos campesinos de Misuri, nacido a finales del XIX y
enviado con gran esfuerzo por sus padres a la universidad para que estudie en
la Facultad de Agricultura, donde un día, un profesor que está iniciando a sus
alumnos en las virtudes de la literatura, se dirige directamente a él en clase
para decirle: "El señor Shakespeare le habla a través de 300 años, señor
Stoner, ¿le escucha?".
La luz, nos dice el autor, penetraba en aquel momento por
las ventanas del aula y se posaba sobre los rostros de los compañeros de clase,
de manera que la iluminación parecía venir de dentro de ellos mismos para salir
hacia la oscuridad. Para el rústico joven Stoner, ese instante fue una
iluminación, una gran revelación que, con el tiempo, incluso le llevaría a
renunciar a la granja de sus padres y a convertirse en profesor de la
universidad de Misuri, donde llevaría una vida sin alicientes, equivocándose en
todo. Una vida laboriosa al servicio de la literatura, con multitud de errores
sentimentales. La biografía de alguien que vistió siempre un traje equivocado.
Y una vida condensada en una novela extraordinaria, que cuenta cómo "a
alguien se le concedió la sabiduría y al cabo de los años encontró
ignorancia".
¿Cómo olvidar cuando el discreto profesor, consciente de
haber perdido el tiempo en su obstinado trabajo sin luces, se refugia al final
en la imperturbabilidad que heredó de sus padres rurales, impasibles
trabajadores de la tierra, constantes dibujantes de "surcos como oraciones
en el papel"? Impresiona el modo de contar de John Williams, su fuerza
inusitada para los dramas minúsculos y para el recuento cotidiano de nuestras
resignaciones y decepciones, y sorprende que Stoner, siendo la obra
maestra que es, haya podido ser ignorada durante tanto tiempo. Quizás despistó
a más de uno por su aparente sencillez. Y es que, como dijera el actor Tom
Hanks: "Se trata simplemente de una novela sobre un tipo que va a la
universidad y se convierte en un maestro. Pero es una de las cosas más
fascinantes que jamás he encontrado".
Creo que es fascinante también que sea en el fondo un elogio
tanto de la rectitud moral como de la cultura del esfuerzo y del amor por la
vieja literatura, con el patetismo que encierra todo eso. Y porque, a fin de
cuentas, en plena crisis mundial, sorprende leer una oda tan intensa a los
viejos valores morales heredados de una infancia hundida en las raíces
agrícolas del Misuri más profundo y miserable, el más conmovedor también,
porque es el que dice mejor la verdad sobre la vida.
https://elpais.com/diario/2011/10/18/cultura/1318888806_850215.html
John Williams (Clarksville, Texas, 29 de agosto de 1922 - Fayetteville, Arkansas, 3 de marzo de 1994) fue un escritor estadounidense principalmente conocido por sus novelas Stoner y El hijo de César, aunque también se dedicó a la poesía.
Nació en la pequeña localidad tejana de Clarksville, cerca del río Rojo. Después de desempeñar varios empleos en periódicos y emisoras de radio, Williams se enroló en el ejército en 1942, durante dos años y medio como sargento en la India y Birmania. Varios años después de la Segunda Guerra Mundial fue a la Universidad de Denver, donde obtuvo su título bachelor en 1949, y el master en 1950.
Durante este periodo publicó su primera novela, Nothing But the Night (1948), y su primera colección de poemas, The Broken Landscape (1949). En otoño de 1950 Williams fue a la Universidad de Misuri, donde ejerció como profesor y obtuvo el doctorado en 1954. En 1955 pasó a dirigir el programa de escritura creativa de la Universidad de Denver.
En 1965 también se publicó su tercera novela, Stoner, que fue reeditada por The New York Review of Books en los años 2000 y trata sobre la vida y la vocación de un profesor de literatura, por lo que contiene elementos autobiográficos. La más conocida de sus obras es su cuarta novela, Augustus, traducida al español como El hijo de César, ganadora del National Book Award de ficción en 1973.
Tras jubilarse de la Universidad de Denver en 1986, Williams se trasladó con su mujer a Fayetteville, Arkansas, hasta que murió de un fallo respiratorio el 3 de marzo de 1994. Una quinta novela, The Sleep Of Reason, quedó inacabada en el momento de su fallecimiento.
viernes, 11 de septiembre de 2020
"El olvido que seremos" (Héctor Abad) | miércoles 16 de septiembre | 20 h
CLUB DE LECTURA VIRTUAL
Ya somos el olvido que seremos.El polvo elemental que nos ignoray que fue el rojo Adán y que es ahoratodos los hombres, y que no veremos.Ya somos en la tumba las dos fechasdel principio y el término. La caja,la obscena corrupción y la mortaja,los triunfos de la muerte, y las endechas.No soy el insensato que se aferraal mágico sonido de su nombre.Pienso con esperanza en aquel hombreque no sabrá que fui sobre la tierra.Bajo el indiferente azul del cielo,esta meditación es un consuelo.
Jorge Luis Borges
De Agamenón para acá, padre es el que hace la guerra, el orden frente al caos, la autoridad frente a la desobediencia. Y si no es el mismo Dios, pues es el que negocia con los dioses. El ateniense sacrifica a Ifigenia para que el viento inflame las velas; el patriarca propone y dispone, el padre es la ley y la patria su territorio. Y sin embargo hasta el orden simbólico sufre sus cimbronazos.
Matar al padre, predestinó el psicoanálisis. Y Alexander Mitscherlich, de la Escuela de Frankfurt, exploró la ausencia de la paternidad en la sociedad alemana de posguerra. Genio sin imagen, a la deriva de una teoría que lo recupere y lo salve, el relato del padre en Occidente intenta reflejar su complejidad desde la tragedia, aún antes de la escritura. Por la carga ideológica en torno a esta figura, a menudo densa y en estrecha relación con el rol autoritario de los patriarcas –léase dictadores– latinoamericanos, cualquier versión en contrario no sólo llama la atención, también es bienvenida, porque la paternidad suele brillar por su ausencia, según las estadísticas, en el fragor cotidiano de la vida familiar.
En ese sentido, El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince (Medellín, 1958) es un libro “padre” como dirían en México –que es así como la lengua popular define todo aquello más que bueno–, por su calidad narrativa y sobre todo porque el protagonista de la historia es el doctor Héctor Abad (1921-1987), un progenitor diferente: “Cristiano en religión, marxista en economía y liberal en política”.
El médico Héctor Abad, en efecto, era un convencido de la necesidad del compromiso social de la medicina en países devastados por la pobreza como Colombia. Durante toda su vida batalló por la paz, la tolerancia y la justicia, se encerraba en su estudio a oír a Bach y Beethoven para sanar su pena y su rabia, y confiaba en el amor a rajatabla, el amor por la vida, por los hijos, por el arte y por la justicia. Lo amenazaron muchas veces pero él no quiso exiliarse ni tampoco calló, en sus audiciones radiales y en sus escritos siguió denunciando a los ejecutores de la violencia que desgarraba a su país, a sus cómplices y a sus mentores. Hasta el 25 de agosto de 1987 en que dos sicarios vaciaron los cargadores sobre su cuerpo frente al Sindicato de Maestros de Medellín. Tenía 65 años, vestía saco y corbata, y en el bolsillo de su pantalón llevaba un soneto de Borges, “Epitafio”, acaso un apócrifo, y cuyo primer verso reza: “Ya somos el olvido que seremos...”
La mano, la memoria, el alma del escritor necesitaron cincelarse durante dos décadas para abordar la escritura de esta pérdida. “Me saco de adentro estos recuerdos como se tiene un parto, como uno se saca un tumor”, cuenta Héctor Abad Faciolince, quien escribió entre otras las novelas Basura (2000, Premio Narrativa Innovadora Casa de América) y Angosta (2003). Y no hay duda que el tiempo ayudó no sólo a madurar el trazo sino también a encontrar el tono adecuado en una tradición literaria donde prevalecen el padre autoritario, el tirano y el patriarca. Mientras la figura del padre de Kafka se impone sobre su labor y sobre su existencia, y Joseph Roth confiesa: “Yo no tuve padre, en el sentido que nunca conocí al mío...”, el narrador colombiano en cambio escribe: “Amaba a mi padre por sobre todas las cosas... Amaba a mi papá con un amor animal. Me gustaba su olor, y también el recuerdo de su olor... Me gustaba su voz, me gustaban sus manos, la pulcritud de su ropa y la meticulosa limpieza de su cuerpo”.
Por eso quizá el relato El olvido que seremos cobra grandeza a partir de la extrañeza. ¿Es posible este padre amoroso? Se carcajea más que sus hijos, llora a mares cuando está triste, canta tangos y escribe poemas. Tampoco es el sostén económico de la familia –al igual que en la antigua Grecia, en el gineceo de la familia Abad, del dinero y el presupuesto familiar se encargó la madre por vocación, en una división de roles totalmente atípica. O por lo menos a contramano de la estadística, que si bien incorpora la jefatura de familia en la mujer en los hogares con ausencia del padre, éste no era el caso del médico Abad. Esta madre entiende además su función de proveedora como un acto más de amor hacia su esposo y a su prole, convencida que de esa forma el médico puede dedicar más tiempo a sus ideales. Por si fuera poco el doctor Abad educa a su prole a fuerza de abrazos, con amor protege y rodea esa familia en una caricia permanente, como un útero placentero y seguro en medio de una sociedad atravesada por la violencia intrafamiliar, política, institucional e histórica.
“La idea más insportable de mi infancia era imaginar que mi papá se pudiera morir, y por eso yo había resuelto tirarme al río Medellín si él llegaba a morirse”. Hay que imaginar al escritor, adulto, “nunca tanta sangre” en sus manos como la que brotó aquel día del cuerpo inánime de su padre. Imaginarlo durante años escribiendo otras novelas, hasta que un día decide ya no tirarse al río Medellín y en cambio relatar la vida de ese hombre amado hasta poner orden en los cajones, cicatrizando la herida desde la memoria. Un poco como quería Nietzche escribir “para sobreponerse a la realidad”. El resultado es la historia verídica del médico Héctor Abad contada con los recursos de la novela y que a la vez es carta, testimonio, documento, ensayo y biografía; cuarenta y dos capítulos que son la saga de la familia del escritor, iluminando la historia de Colombia de las últimas décadas desde el lugar del amor y la justicia, aunque sin poder evitar la pregunta con la que comienza y termina el libro. El por qué de la muerte.
La vida es una herida absurda, dice el tango, ése que tanto le gustaba cantar al doctor Abad. Pero la vida no tiene cura. Ya lo dijo Artaud.
Esther Andradi
https://www.letraslibres.com/mexico-espana/libros/el-olvido-que-seremos-hector-abad-faciolince
DOCUMENTAL "CARTA A UNA SOMBRA" (tráiler)
lunes, 22 de junio de 2020
"La utilidad de lo inútil" (Nuccio Ordine) | miércoles 24 de junio | 20 h
“El deber de los escritores, nos decía Gabo, no es conservar el lenguaje, sino abrirle camino en la historia”. Al respecto de la “fecunda inutilidad de la literatura”, el humanista italiano recuerda el pasaje de Cien años de soledad de los inútiles pescaditos de oro que el coronel Buendía fabricaba y vendía para fundir las ganancias y repetir el proceso de la pescadilla que se muerde la cola. El arte por el arte: “Sus únicos instantes felices, desde la tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo, habían transcurrido en el taller de platería, donde se le iba el tiempo armando pescaditos de oro. Había tenido que promover treinta y dos guerras, y había tenido que violar todos sus pactos con la muerte y revolcarse como un cerdo en el muladar de la gloria, para descubrir con casi cuarenta años de retraso los privilegios de la simplicidad”. Ordine observa en estas palabras una prueba de que la verdadera literatura se basa en esa simplicidad, en un gozo desinteresado que consiste en darse sin esperar nada a cambio.
Por la misma razón Picasso afirmaba que aprender a pintar como los pintores del Renacimiento le había llevado unos años, pero aprender a pintar como los niños le llevó toda la vida. En ese realismo mágico de la mirada de los niños está contenida la esperanza de la dignitas hominis, la verdad y el amor. La verdad como búsqueda insaciable y el amor libre de la jaula de la posesión.
Nuccio Ordine, caballero de la Legión de Honor francesa desde 2012, sabe lo mucho que está en juego, y lo expresa con la delicadeza propia de un excelso espíritu humanista: “La mirada fija en el objetivo a alcanzar no permite ya entender la alegría de los pequeños gestos cotidianos ni descubrir la alegría que palpita en nuestras vidas: en una puesta de sol, un cielo estrellado, la ternura de un beso, la eclosión de una flor, el vuelo de una mariposa, la sonrisa de un niño. Porque a menudo, la grandeza se percibe mejor en las cosas más simples”. La lección de La utilidad de lo inútil –léanlo, por favor– es que si perdemos las cosas más simples, aquellas que (sólo) en apariencia no valen para nada, lo perderemos todo. Con lo inútil no se juega.
http://revistaleer.com/2014/06/es-la-inutilidad-estupido/
ALBERTO SÁNCHEZ MEDINA