sábado, 29 de enero de 2011

LECTURA DEL MES: "La invención de Morel", de Adolfo Bioy Casares




Esta historia tiene un origen que no permite deducir el sorprendente final. Narrada en primera persona por un protagonista cuyo nombre nunca se dice, la acción transcurre plácidamente, sin estridencias. Comienza con la llegada del protagonista a una isla aparentemente desierta, con el propósito de aislarse del mundo. Se decía que la isla había sido declarada en cuarentena a causa de una misteriosa enfermedad, y, por tanto, la soledad estaba garantizada. Sin embargo, tras los primeros paseos, el protagonista se encontrará con un nutrido grupo de personas, aparentemente veraneantes, a quienes observa desde lejos, evitando ser descubierto. Estas personas aparecen tan solo a ciertas horas del día, y se dedican a una serie de actividades que el protagonista no logra comprender en un principio...

En "La invención de Morel", el carácter "científico" de lo fantástico –es decir, la invención de una máquina capaz de captar para la eternidad a un grupo de amigos y a su inventor– se conecta con una visión cíclica del tiempo. Más allá de este prodigio, el relato fascina a sus lectores mediante la narración de esos sucesos desde distintas perspectivas: está la visión del fugitivo que llega a la isla, la de Morel en su diario, y la de un editor en sus notas. Pese a la explicación seudocientífica del final, la incertidumbre permanece.

Por otra parte, la novela muestra una clara influencia del cine, no sólo por la proyección de esos espectros –hoy diríamos virtuales– que pueblan la isla, sino porque en la misma escritura se deja ver cierta analogía con el lenguaje fílmico. La preocupación por la inmortalidad y el clima paranoico y de encierro en una isla –como en "Plan de evasión"– aluden a la situación de desesperanza global que se vivía hacia 1940 con la Segunda Guerra Mundial como paisaje de fondo.

Y está, también, esa extraña historia de amor...

ADOLFO BIOY CASARES


Escritor nacido en 1914 en Buenos Aires, falleció en esa misma ciudad en 1999. Iniciado muy joven con una serie de relatos impregnados de surrealismo y luego no recogidos en la madurez, fundó en 1935 la revista Destiempo junto con Jorge Luis Borges. Con él escribió varios volúmenes de novelas policiacas, mezclados con observaciones irónicas sobre la sociedad argentina y suscritos con diversos seudónimos: H. Bustos Domecq, B. Suárez Lynch, B. Lynch Davis y Gervasio Montenegro. Su principal personaje es el detective Isidro Parodi. En novelas, cuentos y guiones de filmes, Bioy ha estudiado mitos clásicos revividos en la modernidad, aspectos paranormales de la vida y la psicología del amor.
Entre sus títulos más notorios están: las novelas "La invención de Morel" (1940), "Plan de evasión" (1945), "El sueño de los héroes" (1954), "Diario de la guerra del cerdo" (1969), "Dormir al sol" (1973) y "Aventuras de un fotógrafo en La Plata" (1985). También cultivó el cuento: "El perjurio de la nieve" (1944), "La trama celeste" (1948), "Historia prodigiosa (1956), "Guirnalda con amores" (1959), "Historias desaforadas" (1986) y "Una muñeca rusa " (1991).

Publicó parcialmente sus memorias y el texto de dos filmes coescritos con Borges: "Los orilleros" y "El paraíso de los creyentes" (1955).

En 1990 se le concedió el Premio Cervantes.

Bioy Casares tuvo la suerte de tener una buena posición económica y la supo aprovechar. Fue autodidacta, abandonó sus estudios de Derecho y Letras, leyó filosofía, la mejor literatura inglesa y europea, los clásicos argentinos y españoles, fue un escritor intelectual y se dedicó exclusivamente a la literatura. Viajó por el mundo, fue un gran seductor, jugó al rugby y al tenis, fue un verdadero bon vivant. Para Bioy, la vida y la literatura fue una misma cosa, y el entendió el acto de narrar como una aventura del conocimiento, del deseo de revelar lo enigmático y lo misterioso.

Considerado por Borges como uno de los mayores escritores argentinos de ficción, Bioy Casares es dueño de una vasta obra en donde la la fantasía y la realidad se superponen con una armonía magistral. La impecable construcción de sus relatos es, quizá, la característica que con mayor frecuencia ha destacado la crítica con respecto a su obra.

domingo, 9 de enero de 2011

LECTURA DEL MES: "Meridiano de sangre", de Cormac McCarthy


Como gran parte de la obra de este norteamericano, MERIDIANO DE SANGRE se ambienta en esa especie de Macondo infinito y polvoriento que son las grandes extensiones entre México y Estados Unidos.

En el caso de esta historia, estamos a mediados del siglo XIX. Los blancos intentan hacerse con el control absoluto de la tierra y para ello tienen que eliminar a cualquier precio toda fuerza india. En este estado de violencia animal se crea un ejército -el grupo Glanton- bajo el mando del juez Holden que tras cometer el asesinato de indios acabará aniquilando a mexicanos en los territorios fronterizos. Pues bien, en este universo de ferocidad desmedida un chico de quince años abandona su casa y se lanza a una especie de road-movie iniciática que lo lleva por esa especie de laberinto de Creta que es la condición humana cuando la sangre supone la única manera de pactar con el mundo.

Más que un western apocalíptico, que lo es, MERIDIANO DE SANGRE es una celebración del mal. O mejor, una radiografía objetiva de la maldad. Todos sus personajes están tocados por la violencia en su estadio más primario. La ingenuidad como rasgo humano, sobre todo en un adolescente, es arrancada de la misma manera que se arrancan las cabelleras. La muerte se alza como moneda de cambio y como única manera de comunicación con el medio. No nos sorprende, según esto, que una de las obras favoritas de McCarthy sea "Moby Dick", de Herman Melville.



Para revestir literariamente esa filosofía nihilista, McCarthy pone en marcha todos los mecanismos de su prosa; una prosa que rezuma Faulkner y Whitman; una prosa que hereda de ambos escritores un sentido épico de la literatura y de la vida, aunque el pesimismo del primero acaba imponiéndose al misticismo universal del segundo. Una prosa, la de McCarthy, que por generación debería estar vinculada a la estética beat y que, sin embargo, se aleja de esos derroteros hermosamente adolescentes. En fin, un trabajo, el de McCarthy, que se nutre de la idea de límite, de frontera; pero eso sí, la mirada de nuestro autor trasciende la mera frontera física para ofrecernos esa frontera como un estado del alma donde el hombre está muy cerca del animal.

A estas alturas, un clásico de la literatura contemporánea.

CORMAC McCARTHY


“Todo lo que quieran saber de mí está en mis libros”

Cormac McCarthy nació en Rhode Island (Estados Unidos) en 1933, y más tarde vivió en Knoxville (Tennessee), en el seno de una respetable familia de abogados. Su primer editor lo fue también de Faulkner, y sus primeras obras se publicaron en la década del 60. Su obra más reconocida es “Meridiano de sangre” (1985).

En una casi mítica entrevista concedida a The New York Times en 1992, declaró: “Decepcioné a mis padres. Supe desde joven que no iba a ser un ciudadano respetable. Odié la escuela desde que la pisé”. De hecho, no leyó un solo libro hasta los veintiún años, tras abandonar la universidad y alistarse en el ejército; fue destinado a Alaska y sus alternativas de ocio se vieron drásticamente reducidas: el aburrimiento atroz que padeció allí le llevó a buscar refugio en la lectura. No tardó mucho en comprender que dedicaría el resto de su vida al más solitario de los oficios: la escritura.

La belleza desoladora de los bosques de su primera residencia y la desnudez de los parajes desérticos situados en la frontera entre México y Estados Unidos constituyen el escenario de casi todas sus novelas. Pocos escritores han sabido describir con mayor hondura y delicadeza la grandeza del paisaje americano.

De este candidato al Nobel de Literatura se sabe con certeza que siente un rechazo casi patológico a hablar de su vida, su obra o, en general, de literatura; no importa cuánto dinero le ofrezcan o lo mucho que lo necesite. Su ex esposa Annie, que sigue siendo su amiga, recuerda: “Cuando volvimos a Estados Unidos vivíamos en la total pobreza, en un establo reacondicionado en las afueras de Knoxville. Nos bañábamos en el lago porque no había agua corriente. A veces le ofrecían dar una lectura por dos mil dólares para una universidad, pero él les decía que todo lo que tenía para decir estaba en los libros, así que tocaba seguir comiendo alubias una semana más.” Cabe aclarar que McCarthy había sido desheredado por su padre, que había soñado con un hijo abogado. Hasta poco antes de cumplir los 60 años fue pobre de solemnidad. Viajaba en una camioneta destartalada, escribía en habitaciones de motel y ninguno de sus títulos vendió mucho más de un par de miles de ejemplares, pese a haber entre ellos varias obras maestras.

Después… las cosas cambiaron.

OBRA

Novela

El guardián del vergel (The Orchard Keeper), 1965)

La oscuridad exterior (Outer Dark, 1968)

Hijo de Dios (Child of God, 1974)

Suttree (Ídem, 1979)

Meridiano de sangre (Blood Meridian, Or the Evening Redness in the West, 1985)

Trilogía de la frontera:
I - Todos los hermosos caballos (All the Pretty Horses, 1992). Ganador del National Book Award
II - The Crossing (En la frontera, 1994)
III - Cities of the Plain (Ciudades en la llanura, 1998)

No es país para viejos (No Country for Old Men, 2005)

La carretera (The Road, 2006). Ganador del Premio Pulitzer de ficción en 2007

Teatro

The Stonemason (Escrita en la década de 1970 y publicada por primera vez en 1995)

The Sunset Limited (2006)