Eran incontables las lunas que brillaban sobre sus azoteas, o los mil soles espléndidos que se ocultaban tras sus muros.
Poema del siglo XVII del persa Saib-e-Tabrizi.
En la obra que hemos abordado este mes, "Mil soles espléndidos", la vida de dos mujeres aparentemente muy diferentes se cruzan en mitad de la guerra que sufre Afganistán.
Mariam tiene 33 años, su padre no la acepta porque ella nació de una relación extramarital y la madre abandona este mundo cuando su hija decide conocer a la familia paterna. Huérfana a los 15 años, se ve obligada a casarse con un zapatero 30 años mayor, que desea más que nada a ser padre, ya que su único hijo murió cuando era un bebé. Mariam, aunque su esposa, no es más que una empleada; solo pasa a ser tratada con dignidad durante el embarazo, pero el destino juega una sorpresa para negarle la posibilidad de ser madre. Impotente, no le queda sino la resignación frente a los malos tratos del marido.
Mariam tiene 33 años, su padre no la acepta porque ella nació de una relación extramarital y la madre abandona este mundo cuando su hija decide conocer a la familia paterna. Huérfana a los 15 años, se ve obligada a casarse con un zapatero 30 años mayor, que desea más que nada a ser padre, ya que su único hijo murió cuando era un bebé. Mariam, aunque su esposa, no es más que una empleada; solo pasa a ser tratada con dignidad durante el embarazo, pero el destino juega una sorpresa para negarle la posibilidad de ser madre. Impotente, no le queda sino la resignación frente a los malos tratos del marido.
Laila, que vive en la misma calle que la pareja, tiene 20 años menos que Mariam, pero su trayectoria también sufre una profunda transformación y le reserva giros nada prometedores. A la edad de 14 años, ella fue educada por su padre, un profesor liberal, ya que la madre sufre una profunda depresión. Ella va a la escuela, es inteligente, tiene muchos planes para el futuro, que no incluyen un matrimonio, ni hijos. La chica se enamora de Tariq, pero él y su familia se ven obligados a abandonar Kabul, debido a la feroz guerra; Laila, sin embargo, elige permanecer con los padres, pero poco después de la salida de la amada descubre que ella está esperando un bebé.
Más tarde, su familia también opta por el exilio; sin embargo, como la vida no es un animal domesticado, ella se posiciona contra estos planes y, en el día de salida, un misil destruye los sueños tejidos y solamente la chica sobrevive. Es en este momento que se entrecruzan las vidas de ambos y Laila es resguardada por Mariam y Rashid, que propone a la chica que se una a él y le entregue los niños deseados. La chica, sin otra forma, engaña al zapatero y le dice que está embarazada. Los dos se combinan para cuidar de la niña, Aziza, despreciada por el presunto padre por no ser un hombre. En este trabajo lleno de sorpresas, la historia parece estar a cargo de los destinos robados de sus protagonistas por la guerra y sus injusticias.
Va construyéndose, en este ambiente, un cruce alternativo en compañía de las ruinas vomitadas por el caos. Al mismo tiempo, pronto nos damos cuenta de que, detrás de las escenas de las supuestas diferencias, hay también lugares y momentos de encuentro.
Pese a la diferencia de edad y las distintas experiencias que la vida les ha deparado, la necesidad de afrontar las terribles circunstancias que las rodean —tanto de puertas adentro como en la calle, donde la violencia política asola el país—, hará que Mariam y Laila vayan forjando un vínculo indestructible que les otorgará la fuerza necesaria para superar el miedo y dar cabida a la esperanza.
La adaptación al cine ha sido producida por Sam Mendes y dirigida por Marc Foster.