En “El Callejón de los milagros” (1947), el autor egipcio Naguib Mahfuz nos acerca a un entorno social de la ciudad de El Cairo, concretamente el callejón (barrio) de Midaq, y a un café ubicado en el mismo sitio que sirve de punto de encuentro para los hombres de aquella zona de la ciudad.
La manera de presentar a los personajes asiduos al Café de Kirsha recuerda a la novela “La Colmena” (1951), del español Camilo José Cela, también Premio Nobel de Literatura en 1989. Ambas obras tienen como escenario un café, del cual surge la galería de personajes de los que hablará la novela en adelante. Cabe recordar también la nouvelle “Café Karnak”, del mismo autor egipcio, cuyo centro de gravitación es el propio café. Es posible hallar influencias de uno y otro autor en las obras mencionadas. Pero sería difícil precisar quien tomó la idea de quién.
En esta novela –llevada al cine en 1963 y en 1995-, Mahfuz avanza hasta mostrar el desarrollo y desenlace completo de las vidas de unas personas, incidiendo en sus nexos y contradicciones en busca del camino a seguir. Tal es el caso de la hermosa Hamida, del comerciante avaro (Salim Alwan), del codicioso dentista (Bushi), del peluquero (Abbas), del dueño del café (Kirsha), del horroroso Zaita, la señora Afifi, Ibrahim Faray. etc, a quienes muestra en sus dimensiones más escabrosas, pero sin juzgar, sin cuestionar, sin imponer nada al lector, dejándolo libre para observar el mundo narrado, para que saque sus propias conclusiones.
La intención del Nobel egipcio resulta así ejemplar, y se corresponde con los narradores orientales que rara vez imponen un juicio personal acerca de lo narrado, dejando en plena libertad al lector para que su propia conciencia interprete y juzgue. El relato que nos pone al corriente de los pasos de Hamida -hasta transformase en prostituta- dan cuenta de la distancia y transparencia de su pluma para mostrar y no “demostrar” una realidad sórdida que arrastra la sociedad desde los tiempos más remotos, tocando de esta manera la fibras del lector con mayor fuerza que la propia realidad denunciada por un reportaje periodístico.
También nos brinda la ocasión de conocer a través de la novela la intimidad de los seres orientales en su medio y circunstancia, ocasión que, a su vez, sirve para señalar las diversas y profundas analogías existentes entre seres cuyos contextos religiosos, sociales, políticos, etc. resultan tan diferentes.El desarrollo de los acontecimientos avanza morosamente afinando la cuerda de la intriga y el suspenso con la intención de mantener el interés del lector y, volviendo a Cela, dentro de la estructura novelesca que uno de los personajes de “La Colmena” señala como pasos esenciales: presentación, nudo y desenlace.
En “El callejón de los milagros”, además, se nos cuentan o… sugieren unas historias interiores, un compendio de sentimientos y pensamientos que invitan al lector a entrever los intersticios de la conciencia que conducen al hombre a su propio destino.