martes, 12 de diciembre de 2017

"Kinshû. Tapiz de otoño", de Teru Miyamoto (miércoles 13, 20h)




La imposibilidad humana de expresarse con palabras ha dado lugar a artes como la pintura, la música o el ballet. Solo los novelistas estamos condenados a explicar cosas que no se pueden expresar con palabras.

Teru Miyamoto

"Es posible expiar los errores del pasado. Limpiar el recuerdo sucio por el rencor y plantear un futuro a partir de un presente en el que el resentimiento haya dado paso a la calma y el perdón. Ésta es la idea que subyace tras las últimas páginas de Kinshû. Tapiz de otoño (1982), de Teru Miyamoto (1947), una novela de delicado trazado en el que el escritor japonés explora los abismos del dolor y la capacidad curativa del afecto y la comprensión.

La historia de Kinshû. Tapiz de otoño abarca casi un año de intercambio epistolar entre una antigua pareja que se divorció diez años atrás debido a un dramático accidente. El detonante de esas cartas es un encuentro casual de los protagonistas, Aki y Yusuaki, durante una visita al monte Zao, un volcán cercano a la ciudad de Sendai, la “ciudad de los bosques”. Tras ese momento inesperado, y conmovida por los recuerdos y el no haber sabido el uno del otro durante una década, Aki decide iniciar el envío de varias cartas en las que rememora con su ex-marido su vida en común y el dolor ante el fin del matrimonio, motivado por un suceso que les cambió completamente: el adulterio de Yusuaki con un antiguo amor del instituto que, mientras dormían juntos, intentó cometer un doble suicidio con él.


Monte Zaô
                            

Con esta trama Teru Miyamoto compone una reflexión sobre el amor y la infelicidad y, en última instancia, sobre la capacidad del perdón y la reconstrucción vital. Porque, como poco a poco van trasmitiendo las cartas que se intercambian Aki y Yusuaki, pese al final abrupto del matrimonio, en ambos permanece un reconocimiento hacia los años de amor compartidos y aflora una sincera comprensión y cercanía. Son cartas, en este sentido, que muestran dos personalidades en las que, pese a todo, se mantiene la honestidad, donde se intercambian no reproches, sino sentimientos como las dudas, el miedo, la esperanza o las ansias de encontrar la felicidad.

Nos encontramos, así, una relación de pareja que ya no existe pero en la que aflora una mayor franqueza y respeto de lo que, aparentemente, hubo mientras el matrimonio duró. Un amor que es distinto al de sus primeros años juntos, pero un amor, al fin y al cabo, que aún persiste, que busca reparar los errores del pasado para allanar el camino hacia búsqueda de la serenidad y la felicidad.


Lago Tazawa
                         

Kinshû. Tapiz de otoño es una novela de singular belleza, que, construida como una relación epistolar, aborda las huellas del pasado, de los errores y del amor frustrado, evocando con melancolía y tristeza lo que los personajes fueron en un pasado y ya no pueden recuperar. Una mirada lúcida y sencilla sobre las relaciones humanas, el afecto y la dignidad."

Ana Matellanes
Fuente: http://koratai.com/literatura-japonesa/kinshu-tapiz-otono-teru-miyamoto



   




Teru Miyamoto ( 宮本 輝 Miyamoto Teru ), nacido en Kobe (1947), es un autor consagrado en Japón con más de ochenta obras a sus espaldas.

Con sus primeras novelas obtuvo los dos premios literarios más prestigiosos del país: el Akutagawa (por Hotarugawa, El río de las luciérnagas) y el Osamu Dazai (por Doro no kawa, El río de barro). Estas dos historias de iniciación ahondan en un tema que más tarde se volvería bastante recurrente en su obra: la desolación de la posguerra.

Miyamoto combina en su obra novelas algo complejas en el argumento (pero siempre con ese estilo narrativo austero que le caracteriza), donde lecciones de historia occidental se mezclan con filosofía oriental y viceversa; con otras con una trama más juvenil, donde los protagonistas son veinteañeros, pero no por ello de vidas fútiles. La temática abarca desde la aflicción y el desánimo de la época de posguerra, propia de sus primeras novelas y de su pentalogía Ryuten no umi (El mar de las vicisitudes), hasta historias de jóvenes con ambiente más moderno, como puede ser Watashitachi ga suki datta koto (Aquello que nos gustaba) o Ao ga chiru, pasando por libros con protagonistas más dispares. 

Todas las novelas, sin embargo, están sostenidas por un doble eje: por una parte la melancolía, con una lírica atmósfera wabi sabi, y, por otra, el sutil optimismo por superar las dificultades. Puede que los/las protagonistas de Miyamoto no tengan un carácter fuerte, pero eso no les impide tratar de vencer, o sobrellevar, los obstáculos a su manera. Cabe decir que muchos de los personajes protagonistas que más empatía transmiten en su obra son mujeres.

Y es aquí donde merece la pena hacer un inciso. Muchas de los libros de Miyamoto tienen protagonistas femeninas, que van desde la aún inocente veinteañera a la apesadumbrada divorciada. Personalmente, su forma de tratar los personajes femeninos es uno de los atractivos de este autor, pues no son mujeres de carácter fuerte ni estereotipados; muy al contrario, las retrata como seres que se han quedado solos por circunstancias de la vida, pero que logran salir adelante con empeño. En algunos casos, esas desgracias impuestas a la mujer son ocasionadas por otros personajes masculinos (la antes mencionada Kinshû o Orenji no tsubo (El tarro de naranjas)), o bien por enfermedades (Kokoni chi owari, umi hajimaru (Donde termina la tierra y comienza el mar)) o cualquier otra razón. En todo caso, la mujer de las novelas de Miyamoto demuestra más valor que el hombre a la hora de enfrentarse a las adversidades. Un arrojo que, curiosamente, está casi siempre apoyado por personajes ancianos.

La vida del maestro Miyamoto sufrió un duro revés cuando le descubrieron que padecía tuberculosis, precisamente cuando se encontraba en el monte Zaô, punto de partida de su novela Kinshû. Fue durante su estancia en el hospital cuando escribió esta historia, influida por las reflexiones sobre la vida y la muerte del escritor, que veía cómo sus compañeros de hospital iban falleciendo por la misma enfermedad. Por fortuna, tras más de un año ingresado, pudo recuperarse y su experiencia queda plasmada en más de una de sus historias.

Teru Miyamoto es un autor por descubrir en lengua castellana. La publicación en español de Kinshû. Tapiz de otoño es solo una ínfima gota del gran mar de historias que merecen ser leídas en la lengua de Cervantes. 



martes, 14 de noviembre de 2017

Novelas ejemplares II, de Miguel de Cervantes (miércoles 15, 20h)



Continuamos con la lectura de esta colección de novelas de Cervantes que emprendimos el curso anterior. 

Las Novelas ejemplares son una serie de novelas cortas que Miguel de Cervantes escribió entre 1590 y 1612, y que publicaría en 1613 en una colección editada en Madrid por Juan de la Cuesta, dada la gran acogida que obtuvo con la primera parte del Quijote. En un principio recibieron el nombre de Novelas ejemplares de honestísimo entretenimiento.


En La fuerza de la sangre se construye un relato casi policíaco, en el que una doncella violada con los ojos tapados logra reconstruir intelectualmente el crimen hasta dar con el culpable y forzar de él que se case con ella restituyendo su honor.


                                     

El celoso extremeño narra los celos patológicos de un viejo indiano que vuelve a España enriquecido y encierra a su jovencísima esposa en una casa herméticamente, sin permitirle que salga ni que nada masculino pase la puerta, en la cual ha instalado como vigilante a un esclavo negro con orden de no dejar pasar a nadie. El seductor Loaysa lo logra engatusando al negro, al que le encanta la música, con una vihuela, y se acuesta con la moza. Sin embargo, no hacen nada, aunque en el manuscrito de Porras de la Cámara sí se consuman los cuernos. El viejo, humillado, se muere de pena.


En La ilustre fregona se desgarran dos mozos que pretenden cortejar a la muy bella moza de una posada. Uno logra su propósito, el otro no y es humillado por una serie de chiquillos que le gritan por la calle y le siguen a todas partes.


En Las dos doncellas, Teodosia confiesa a un desconocido, que resulta ser su hermano, las relaciones y promesa de matrimonio con Marco Antonio. En busca del marido, encuentran a Leocadia, a quien también dio su palabra, sin tomar su honra. Marco Antonio acepta ser el marido de Teodosia, y su hermano, Rafael, el de Leocadia. El final feliz evita un duelo.En Las dos doncellas, Teodosia confiesa a un desconocido, que resulta ser su hermano, las relaciones y promesa de matrimonio con Marco Antonio. En busca del marido, encuentran a Leocadia, a quien también dio su palabra, sin tomar su honra. Marco Antonio acepta ser el marido de Teodosia, y su hermano, Rafael, el de Leocadia. El final feliz evita un duelo.


La señora Cornelia reúne elementos de la novela bizantina, aunque al mismo tiempo critica implícitamente algunos aspectos de esta última. Juan y Antonio deciden dejar sus estudios, pero al pasar por la ciudad de Bolonia en la universidad de ahí, deciden continuar sus estudios, y toda la gente los tiene como buenos mozos. Ellos escuchan mucho acerca de una damisela llamada Cornelia Bentibolli.


El casamiento engañoso narra el timo que hace una señorita aparentemente honesta a un militar casándose con él; éste ignora que ha sido una meretriz y esta lo abandona dejándole una enfermedad venérea que debe purgar con sudores en el hospital de Atocha, donde transcurre la próxima novela.



                                      

En El coloquio de los perros, el militar, que está purgando su enfermedad en medio de fuertes fiebres, asiste de noche a la conversación entre dos perros, Cipión y Berganza; uno cuenta al otro la historia de su vida y sus muchos (y muy sinvergüenzas) amos y dejan para el día siguiente la relación del otro. Se trata de una fantasía al estilo de las de Luciano de Samosata y el desfile entremesil de tipos, entre ellos unos pastores y una bruja, recuerda al de una novela picaresca o un entremés.

martes, 17 de octubre de 2017

Encuentro con Carmen Piqueras y "Nación del sueño" (miércoles 18, 20h)




Con dieciocho años comenzó los estudios de filología inglesa. A finales de la década de los noventa, Carmen Piqueras se apuntó a un curso de poesía en el Centro de la Mujer del barrio donde residía, explorando por primera vez la escritura creativa en grupo y conociendo a algunas de las personas que la animarían después a dar su obra a conocer.



Nuestra autora debutó en el mundo literario con Oficios de derrota, Premio Dionisia García - Universidad de Murcia, 2001. 



Ha sido incluida en diferentes antologías como Antología del Aula de Poesía de la UMU , Poesía de Escritoras de Murcia, Escritores en el Archivo, Nosotras tenemos la palabra, Contra, poesía ante la represión, Artemís, encuento internacional de poetas, entre otras. 

También se han publicado sus poemas en revistas como Dáctilo, Octubre, Ägora, Hache, etc.




En 2014 apareció su segundo libro, Nación del sueño (editorial Raspabook), y recientemente ha publicado su tercer poemario, Veinte películas de amor y una canción de John Lennon, de la mano de la misma editorial. 

  





jueves, 21 de septiembre de 2017

Encuentro con Alicia Noland y "El dibujo de los días"






Anoche, ¡por fin!, conocimos a Alicia Noland, autora de “El dibujo de los días”. Durante dos horas estuvimos compartiendo impresiones sobre la casi treintena de cuentos que esconde esta obra.

Y mucho más. Alicia nos habló de muchas más cosas…

de por qué le gusta escribir a lápiz, 

de Alicia lectora,

de la infancia como fuente de creación,

de las ilustraciones que acompañan a sus cuentos,

de la escritura como expresión de su mirar el mundo,

de buscar la belleza y de ensayar la perfección,

de la labor de orfebre ante el papel,

de la importancia de una coma,

de por qué vivir es ir dibujando,

de El dibujo de los días






Y las lectoras y lectores de nuestro club de lectura compartimos con ella las emociones, ideas, empatías, extrañezas y sorpresas vividas durante la lectura y, especialmente, durante la relectura que del libro hemos hecho durante estos últimos meses.



Como celebración y cierre de este descubrimiento mutuo, Alicia Noland terminó contándonos un cuento, aún no publicado, sobre dos criaturas... una mujer en su ventana y una lechuza.

Alicia Noland volverá a visitarnos para presentar su próximo libro. 



jueves, 7 de septiembre de 2017

"El mar", de John Banville (miércoles 13, 20h)


Comenzamos este nuevo curso del club de lectura Dante con El mar, una de las novelas más logradas de John Banville.

Un poeta que escribe en prosa. Así se define a sí mismo John Banville, escritor irlandés considerado uno de los grandes talentos de la lengua inglesa. En la tradición de James Joyce y de Samuel Beckett, pero también con mucho del Proust de En busca del tiempo perdido, la novela se despliega en cada una de sus líneas como la memoria de Max Morden,  un historiador de arte que se retira a escribir a un pueblo costero.

Mesa frente a la ventana, de Pierre Bonnard
El mar –Premio Booker 2005–  está escrita en una primera persona que, más que contarnos una historia,  nos presenta un narrador  que reflexiona con gran hondura psicológica acerca de la naturaleza de las percepciones, los límites entre lo imaginario y lo real, y la soledad existencial del individuo. La novela se constituye entonces en una larga descripción de personajes, lugares, situaciones donde las imágenes, los sonidos y los olores adquieren un protagonismo que supera la propia trama. Los personajes se mueven, pero con un ritmo ralentizado, demorado, moroso que adquiere un significado a partir de la conciencia de Max Morden que ordena los hechos en su memoria.

Oruga usando un narghile, de John Tenniel
(Alicia en el País de las Maravillas)

Sin duda, Banville es un maestro a la hora de describir: logra metáforas maravillosas; hace tocar, oler, sentir aquello que describe; trabaja como un pintor que elige los colores, las texturas, el ángulo más adecuado, maneja las luces y las sombras, pero también, magistralmente, elige qué describir y qué no para crear cierto suspenso en el lector. Selecciona la palabra justa, la que remite a la mayor cantidad de asociaciones. 

Algunos ejemplos pueden dar cuenta de lo anterior: uno de los personajes es “un dios viejo-verde-sonriente”; la relación entre dos hermanos es “un hilo sutil e invisible de un material brillante y pegajoso, como la seda de una araña…”; el primer beso es para el protagonista similar a algo caliente “que se hubiera licuado de pronto y recorriera su hueca longitud [la de la espina dorsal]”; durante una tormenta la habitación de Morden “está sumida en un parpadeo de luz, y el cielo a patada limpia, rompiéndose los huesos”.


Si para describir hay que saber mirar, el protagonista se define a sí mismo como un diletante, alguien que disfruta de ese mirar, más que de actuar. Todo cae bajo su examen que se realiza, además, en un tiempo diferente al real, porque es un tiempo interior. Luego de la muerte de su esposa Anna, y más de cincuenta años después de la última vez en la que estuvo allí, Max vuelve a los Cedros en Ballyles.  El tiempo se diluye porque en esa visita se mezclan el presente, signado por esa pérdida, y el pasado que entrelaza hechos de su infancia con los del último año de la enfermedad de su esposa. Morden adulto observa ese pasado, pero se pregunta constantemente “¿Dónde estoy, acechando desde qué posición estratégica? No me veo”, porque para darle protagonismo a la mirada, el personaje cuestiona desde dónde examina, e incluso se dirige directamente al lector justificando los diferentes niveles de su mirar.

A esta altura, es casi obvio decir que la novela tiene como uno de sus temas el observar y el ser observado. Más allá de que Morden se regodea en la mirada, aparecen diferentes representaciones de esta. Las constantes referencias a la pintura –en la que el pintor observa para poder plasmar su cuadro que luego será observado por el espectador–, y a la fotografía –que es otra mirada, diferente y extraña– acentúan el estatismo de la narración. Lo importante es el momento, lo fugaz, la diapositiva que guarda la memoria que se caracteriza, sin embargo, por su fragilidad. Para mostrar esto se mezclan los recuerdos sin solución de continuidad. Mirada y memoria se complementan y se completan con la presencia de los sueños, que en compañía de los recuerdos adquieren más realidad que la realidad misma.

Gracias a una buena traducción, podemos apreciar también en la versión española el trabajo de Banville con el lenguaje. Según las palabras del propio autor, imaginamos que este instrumento de uso diario es simple y directo, aunque en realidad tiene voluntad propia. Las palabras tienen así un enorme potencial de significado que se puede reforzar a través del ritmo de la prosa. Gracias a esto, los objetos se muestran ante nuestros ojos a partir de la palabra que los configura. De ahí que El mar también esté actualizando el tema de la contraposición entre apariencia y realidad. Lo real lo es solo porque hay un lenguaje que lo describe.

Por supuesto que en la novela hay otros personajes: ya mencionamos a Anna, la esposa; también están Claire, la hija de veintitantos años, cuya relación con su padre no es la mejor, y todos los miembros de la familia Grace que solo están en la memoria de Morden –Carlo, Constance, los padres, junto con los mellizos Myles y Chloe–. Otros temas se suceden a través de la presentación de esta familia: el primer amor, la perversión, la sexualidad, y finalmente la muerte y el dolor. Todos estos personajes existen porque la memoria les asigna una característica que los define: el protagonista los recuerda por sus olores, por pinceladas que los transforman en cuadros que son fragmentarios e incompletos, pero que son lo único con lo que cuenta el narrador en el momento de sus añoranzas.



La crítica señala que en Banville hay mucho de Henri Bergson para quien lo absoluto puede darse solo a partir de una intuición, es decir, a partir de esa simpatía por la cual uno se transporta al interior de un objeto para traducir aquello que lo hace único. Pero eso no es todo, en su Introducción a la metafísica (1903), también él habla de la importancia del recuerdo y de la memoria. “Vivir consiste en envejecer. Pero es también un enrollamiento continuo, como el de un hilo sobre una bola, pues nuestro pasado nos sigue, se agranda sin cesar con el presente que recoge sobre su ruta. Conciencia significa memoria”, nos dice, y esta es la poética que subyace en la escritura del autor irlandés.

Por último, es casi una obligación pensar el porqué de la elección del mar como escenario en el que transcurre la vida de los personajes: el mar de la infancia en los Cedros y el que está junto a la casa en la que Max vivió con Anna el último año de su enfermedad, pero también el mar es el hospital en el que se adentra el protagonista cuando muere su compañera. Testigo de lo que sucede fuera de la conciencia de los personajes, este elemento de la naturaleza es además un símbolo de la dinámica de la vida, todo sale de él y todo vuelve a él. Es, también, una metáfora de la incertidumbre, de la duda, de la indecisión, y en esta novela, el mar es esencialmente el flujo de la memoria que va y viene en oleadas de intuiciones que es, según lo que dijimos, lo que nos queda de la realidad exterior.

“Qué pequeño recipiente de tristeza somos, navegando en este apartado silencio a través de la oscuridad del otoño”, dice Max. Para el que se reconozca en esta frase o para quien esté dispuesto a hacer una pausa, El mar es la recreación de un mundo a través de una interioridad, pero es, además, una posibilidad de que nosotros mismos completemos esa mirada del protagonista a partir de nuestra propia experiencia interna.

Por Adriana Santa Cruz
http://leedor.com/2012/09/03/el-mar-john-banville/






"El mejor escritor en activo en su idioma... Pericia y elegancia... Leemos a Banville para recordar qué era eso de leer ." 

Rodrigo Fresán


John Banville (Wexford, 8 de diciembre de 1945) es un novelista irlandés, Premio Booker 2005. Escribe también novela negra bajo el seudónimo de Benjamin Black.

Desde muy joven —12 años— supo que quería ser escritor. Estudió en una escuela de los Hermanos Cristianos y en el colegio católico de San Pedro de Wexford.  En lugar de ingresar en la universidad, prefirió comenzar a trabajar y lo hizo en la compañía aérea Aer Lingus, lo que le permitiría viajar por el mundo.

Más tarde diría irónicamente de esta decisión: "Un gran error. Debería haber ido [a la universidad]. Lamento no haber tomado esos cuatro años de emborracharse y enamorarse. Pero quería irme de mi familia. Quería ser libre". 

Cuando regresó a Irlanda después de haber vivido en Estados Unidos en 1968 y 1969, se convirtió en periodista y entró a trabajar en el diario The Irish Press, donde llegó a ser subeditor jefe. Cuando este periódico desapareció en 1995, pasó al The Irish Times. Es colaborador habitual de The New York Review of Books.

Publicó su primer libro en 1970, una recopilación de relatos titulada Long Lankin, a la que seguiría una serie de novelas, la primera de ellas Nightspawn que salió al año siguiente. Después vinieron Birchwood (1973), la llamada Trilogía de las revoluciones —compuesta por Copérnico (1976), Kepler (1981) y La carta de Newton (1982)— y cerca de una docena de novelas más, entre las que destacan El libro de las pruebas (1989), finalista del Premio Booker) y El mar (2005), que ganó el preciado galardón.

Banville es conocido por el estilo preciso de su prosa. Su ingenio y su humor negro muestran la influencia de Nabokov.

En 2006 aparece el primer libro de Benjamin Black: El secreto de Christine, a la que le han seguido otras cuatro novelas negras.


Sobre su desdoblamiento como escritor, ha dicho: "El arte es una cosa extraña. Bajo el sombrero de Banville puedo escribir 200 palabras al día. Un día decidí que podía convertirme en otro y bajo ese segundo sombrero, en esa segunda piel, puedo irme a comer tras haber escrito un millar de palabras, tal vez 2.000, y disfrutar con ello. Es increíble descubrir cómo otro tipo puede vivir tu vida y usar tus manos y deleitarse con eso. Escribir es un trabajo peculiar... Escribir es como respirar. Lo hago por necesidad. Por mi propia boca, y ahora también por la de Black". 





Para Banville, que también ha escrito piezas de teatro, su oficio tiene mucho de samurai: "Tener el valor, sabiendo previamente que vas a ser derrotado, y salir a pelear: eso es la literatura".

Obras publicadas

La guitarra azul 2016  
Órdenes sagradas 2015   
La rubia de ojos negros 2014    
Venganza 2013   Antigua luz 2012 
Muerte en verano 2012   
En busca de April 2011 
Los infinitos 2010   
El lémur 2009  
El otro nombre de Laura 2008 (2009) 
El secreto de Christine 2007   
El mar 2005    
Imposturas 2003  
Eclipse 2000 (2014)
El intocable 1997 (2009) 
Fantasmas 1993 
El libro de las pruebas 1989  
Mefisto 1986 (2002) 
Copérnico 1984   
La carta de Newton 1982 
Kepler 1981
Birchwood  1973
Nightspawn 1971
Long Lankin (Cuento)  1970  

Novelas como Benjamin Black

El secreto de Christine 2007
Christine Falls 2007
El otro nombre de Laura 2008
The Silver Swan 2008
El Lémur 2009
En busca de April 2011
Muerte en verano 2012
Venganza 2013
La rubia de ojos negros 2014
Órdenes sagradas 2015

Premios y honores

1976, Premio James Tait Black Memorial por Copérnico
1981, Premio Guardian ficción por Kepler
Premio Allied Irish Bank Fiction por Kepler
Premio American-Irish Foundation por Birchwood
1989, Premio Guinness Peat Aviation por El libro de las pruebas
Finalista del Premio Booker 1989 por El libro de las pruebas
2003, Premio Nonino a toda su obra (Italia)
2005,Premio Booker por El mar
2006, Premio Irish Book a la mejor novela del año por El mar
2007, Miembro de número de la Royal Society of Literature
Premio Madeleine Zepter
2009, Honorary Patronage of the University Philosophical Society
2011, Premio Franz Kafka
2013, Premio Leteo
2013, Premio Austriaco de Literatura Europea
2014, Premio Príncipe de Asturias de las Letras6 El 4 de junio de 2014 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.






martes, 13 de junio de 2017

"La soledad de los números primos", de Paolo Giordano (miércoles 14, 20h.)




La soledad de los números primos, ópera prima de Paolo Giordano,  licenciado en Física Teórica, fue galardonada con el premio Strega 2008 y ha conseguido un éxito de ventas sin precedentes para una primera novela.

"Más que un estado -deseado o indesado-, la soledad está en la médula de lo que somos. Nacemos, morimos y... tal vez amamos en soledad. A la hora de contar -¡contar!- en una primera novela como "La soledad de los números primos" una vivencia de lo turbador que el aislamiento individual puede llegar ser, el joven escritor italiano Paolo Giordano ha sido capaz de construir un libro subyugante.

Parte de dos personas gravemente heridas en su niñez -se hacen daño con las herramientas de una vida que, como niños, no entienden o no manejan con pericia-. Y el acierto de Giordano es que, en el lento recorrido por el tiempo, por los años que apenas logran hacer un poco más pálidas las cicatrices de sus personajes, provoca nuestra empatía de una manera inconsciente.

La soledad comparte, como el espejo y como la moneda narrativa, una inquietante realidad: tiene dos caras. Porque ese es el problema, el meollo de la historia, también de nuestra historia, y puede convertirse en la solución, en el instinto puro de la supervivencia. El azar ha ordenado algunos números primos -que se dividen sólo por 1 y por sí mismos- en parejas que se aproximan sin llegar a tocarse: 11 y 13, 17 y 19, 29 y 31, 41 y 43...

La soledad comparte, como el espejo y como la moneda narrativa, una inquietante realidad: tiene dos caras.

La importancia de las ciencias
Giordano es físico y sabe de ciencias. Pero todos podemos compartir esa experiencia, en mayor o menor medida, porque estamos condenados a cierto grado de aislamiento, a sentirnos individuos ininteligibles, incapaces de vencer la distancia que nos separa del tú, insalvable. A veces a pesar del gran amor. Todos hemos tendido puentes, que resultaron inútiles. Todos nos hemos herido al hacerlo, y tenemos en algún pliegue profundas cicatrices que nos convierten en veteranos de esa guerra, de las trincheras desde las que, en algún momento, cada uno de nosotros disparó soledad, o contra la soledad.

La virtud de este libro es la aritmética, que es la sintaxis de los números. Seremos los primos, los únicos de una familia desposeída de sus iguales o de sus contrarios. Habremos perdido la capacidad de satisfacer el hambre de lograr la unidad con el otro, o al menos esa sed infinita de compartir nuestra soledad. Pero la sed persiste. Y los protagonistas de "La soledad de los números primos", Mattia y Alice, tienen esa misma discapacidad, lo que ocurre es que la somatizan en la inquietante sensación de tener las manos secas (uno) o un trastorno anoréxico (otra). Hambre y sed: Giordano ha echado cuentas y sabe que extrañando a los personajes, haciéndolos pasar por seres "enfermos", el lector se confía, se siente a salvo y entra en el juego: pensar la soledad como soledad, no como trama. Y es entonces cuando te echa el lazo, porque la soledad ya no deja de serlo cuando salta de las páginas a tus ojos, de la ficción a tus propias vivencias perdidas en la memoria.

El libro cuenta una histora desnuda, la de dos personas unidas, unidas, por un destino tan común como imposible de compartir. Y en ninguno de los dos supuestos nos defrauda, lo cual sólo podría demostrarse con una ecuación tan perfecta, tan solitaria, como nosotros mismos. Pero la X de nuestra soledad, ¿cómo despejarla?"

JESÚS GARCÍA CALERO
Fuente: http://www.abc.es/20090318/cultura-literatura/soledad-numeros-primos-200903181047.html






 ENCUENTRO CON PAOLO GIORDANO

¿Qué ha convertido a Paolo Giordano, joven autor de La soledad de los números primos, en el fenómeno editorial del año en Italia?

Paolo Giordano (Turín, 1982) lleva una semana luciendo un horroroso jersey a rayas amarillas en distintos medios de comunicación. Hoy se presenta en el bar del Hotel 1898, muy cerca de las Ramblas barcelonesas, con un atuendo menos estridente: "Me hacía ilusión que el público español supiera que tengo más de un jersey". El joven autor, que una vez fue físico matemático, es hoy, a finales de década, lo que Enrico Brizzi —creador de la seminal novela de amor adolescente italiana Jack Frusciante ha dejado la banda— fue a los últimos noventa. Tras darle un poco de cuerda a la ironía dramática que domina su primer libro, La soledad de los números primos (Ed. Salamandra), recibe una mala noticia. "¿Dos horas de tele? ¿Qué quieren saber? ¿En un parque? Hace frío para eso, ¿no?".

"Hay 'blogs' llenos de gente que quiere romperme las piernas. Internet me asusta"

A Giordano no le gustan las sorpresas. Es un tipo ordenado que estudió ciencias y que cayó en la literatura como extensión lógica del placer que halla en estar solo y, sobre todo, por obra y arte del aburrimiento, acaso el sentimiento más poderoso que existe. "Mucho más que el amor", comenta. "Creo que el amor es parte del problema más que de la solución. Porque lidiamos con ideas demasiado definidas de lo que el amor debe ser. Eso nos provoca un estrés enorme. Debemos lograr algo y ese algo tal vez no llega. La televisión es el medio que más ha ayudado a estereotipar esta idea del amor. Vivo en Italia, sé que todo lo malo sale de la televisión".



La soledad de los números primos es una historia de amor frustrado adolescente, soledad metafísica y anorexia accidental, protagonizada por dos jóvenes (Mattia y Alice) tan confundidos por la vida que terminan convirtiéndose en números primos gemelos, aquellos entre los que siempre se encuentra un número par. El libro ganó el pasado mes de julio el Premio Strega, convirtiendo a este hombre de 26 años en un fenómeno literario en su país natal. "Intenté dos novelas antes, con toda la historia montada, pero las dejé en la página 80, porque ya sabía hacia dónde iban y cómo acababan. Me aburrí. Para poder terminar ésta tuve que estructurarla en pequeñas piezas. Soy muy poco fiel a las ideas. Muchas veces llegan varias que no se complementan y se crea un conflicto. Si esa idea es buena, pero no encaja, trato de guardarla para otro momento. Nunca tiro ninguna, pues llegan muy pocas veces y no es cuestión de desperdiciar los bienes escasos". Jugando al escondite con el tedio, Giordano descubrió que no le interesaba el proceso lineal de creación, porque, claro, ya sabía el final del libro, ese final que el autor no sólo no teme desvelar, sino que se siente en la necesidad de argumentar. "Los adolescentes no entienden el final. Dicen que es trágico y no pueden soportar la tragedia. Yo les digo que no es un final triste. Mi concepto de la tragedia tal vez sea muy de los noventa. En Facebook no hay jamás finales tristes".

En Internet nunca halló Giordano la felicidad. Como Hank Moody, el personaje de David Duchovny en la serie Californication, una vez cometió el error de googlearse. "Fue horrible. Los blogs estaban llenos de gente que quería romperme las piernas. Jamás pensé que lo que yo pudiera escribir pudiese interesar a la gente, y menos aún que les pudiera irritar tanto. Internet me asusta. Me siento muy viejo diciendo estas cosas, pero es cierto".

Pesimista e idealista, por lo que habita en un constante estado de frustración vital, el italiano aprendió de los grandes nombres de la literatura norteamericana del siglo XX (David Foster Wallace, Jeffrey Eugenides), pero jamás dejó que el virus de la posmodernidad atacara su aproximación al hecho de escribir. La suya es una narrativa de vocación más clásica, más basada en la musicalidad que en el ruido semántico, estructurada alrededor de la historia y los sentimientos y libre de referencias pop, namedropping y demás artilugios. Tal vez el resultado tenga que ver con su naturaleza como lector: "Como tal, nunca estuve interesado en autores, en presentaciones, en críticas. Simplemente leía. Ni se me ocurría que pudiese haber un negocio alrededor de esta cosa de la literatura, y mucho menos que yo pudiera llegar a formar parte de él. La primera presentación a la que asistí fue la de mi libro. Escribir me satisface, pero el acto de escribir, no. Me cansa mucho. Es simplemente trabajo. Pero pensar que soy un tipo que escribe me gusta. La idea de que soy un escritor es la mejor idea que he tenido jamás. De hecho, tuve esa idea durante cuatro o cinco años sin escribir una sola línea. Fui un escritor sin obra, pero la mar de orgulloso de mi trabajo, durante muchos años".

FUENTE: http://elpais.com/diario/2009/03/20/tentaciones/1237576977_850215.html











Paolo Giordano (Turín, 19 de diciembre de 1982),  escritor italiano ganador del Premio Strega 2008 con su primera novela, La soledad de los números primos.

Giordano vive en San Mauro Torinese, su lugar de origen.  En 2001 se diplomó con una calificación excepcional (100/100) en el liceo científico estatal Gino Segré de Turín. Finaliza su licenciatura (laurea especialistica, titulación universitaria italiana) en Física de las interacciones fundamentales, graduándose cum laude en la Universidad de Turín con una tesis considerada entre las mejores.  Obtuvo una beca para realizar un doctorado en física de partículas en la Escuela de Doctorado en Ciencia y Alta tecnología de la misma institución. Ha investigado las propiedades del quark fondo en un proyecto cofinanciado por el Instituto Nacional de Física Nuclear de Italia, y en particular, la descomposición inclusiva del mesón B en el canal semileptónico y radiativo.

Saltó a la fama con la publicación de su primera novela, La soledad de los números primos (2008), que ganó ese mismo año los premios Campiello a la mejor opera prima, Fiesole de narrativa de autores menores de 409 y el Strega, convirtiéndose a los 26 años es el escritor más joven que ha obtenido este último reconocimiento literario. 

Según Tuttolibri, el suplemento cultural del diario La Stampa, fue el libro más vendido en Italia en 2008, con más de un millón de copias.  La novela sobre Mattia y Alice —que, como explica Giordano, eran dos números primos gemelos, solos y perdidos, juntos pero no lo bastante para tocarse de verdad— fue llevada al cine en 2010 por el director Saverio Costanzo; el papel de Mattia fue interpretado por Luca Marinelli en lo que fue su debut en la pantalla grande, mientras que de Alice hizo la florentina Alba Rohrwacher.

Después de este éxito, ha publicado El cuerpo humano (2012) y Il nero e l’argento (2014; traducida al español con el título de Como de la familia).

Tiene una sección en la revista Gioia, donde escribe relatos cortos tomando como punto de partida una noticia de actualidad y un número.  Tras visitar en el 2006 un proyecto de Médicos Sin Fronteras en Kinshasa, en la República Democrática del Congo, donde la organización asiste a los enfermos de sida y a las prostitutas del barrio de Masina, escribió el relato Mundele (el blanco).

Sus obras han sido traducidas a varios idiomas.





















Novelas traducidas al castellano

La solitudine dei numeri primi, 2008 — La soledad de los números primos, trad.: Juan Manuel Salmerón Arjona; Salamandra, Barcelona, 2009
Il corpo umano, 2012 — El cuerpo humano, trad.: Patricia Orts; Salamandra, Barcelona.
Il nero e l’argento, 2014 — Como de la familia, trad.: Carlos Mayor, Salamandra, Barcelona.