2017, año de relecturas. Este mes volvemos a viajar con Kapuściński a través de Ébano, la obra del autor de origen polaco que leímos en 2008.
El trabajo del periodista no consiste en pisar cucarachas, sino en prender la luz para que la gente vea cómo corren a ocultarse.
Ryszard Kapuściński
África, viaje non-stop.
Al hombre que ha visto veintisiete revoluciones, casi un centenar de sequías, guerras civiles, hambrunas y los encumbramientos y caídas de los poderosos en África, Latinoamérica y Asia, que en 1966 fue rociado con benzina por los rebeldes nigerianos (un oficial ebrio dio una contraorden justo a tiempo para evitar que lo inmolaran) y que, más tarde, en su casa de Varsovia, junto a su esposa Alicia, ha reconstruido sus experiencias en casi una veintena de libros y un documental (Viaje imperfecto, 1994), no se le puede considerar sólo un corresponsal de guerra.
En una entrevista para Newsweek, describió lo que le ha llevado a viajar por África cotidianamente desde 1957: "Estoy fascinado por la forma en que se hace la historia. Cualquier historia, de Europa o del mundo, siempre es dramática y sangrienta en un inicio. Lo mismo se aplica a África: nace en el dolor, el sufrimiento y el conflicto".
En Ébano, Kapuściński no viaja con las comodidades de los media workers de las cadenas internacionales, sino con los recursos del testigo: en camiones atestados de enfermos de malaria, en autos rentados que tiene que manejar entre manadas de ñus, haciendo auto-stop en medio del Sahara con un acompañante anónimo a quien se le descompone el coche, en lanchas que no le permiten escapar de un secuestro de periodistas rehenes en la isla de Zanzíbar y —como todos los africanos pobres— a pie. "Soy un poco un misionero —y muchos misioneros se han sentido bien en África. Es la única actitud posible; de otra forma, las condiciones pueden ser agobiantes. O también puedes ir a un hotel con aire acondicionado y refrigerador. Pero esa no es África".
Caminando al lado de desempleados y de los nómadas, Kapuściński acompañó a varios de los líderes de las guerras de liberación del continente: consecuenta a un flamante ministro de Educación en Ghana que tiene 21 años y debilidad por las cámaras fotográficas, conoce a los tres dictadores de Uganda y atestigua los cambios que África ha sufrido en cuarenta años de historia: "A mediados de los setenta, se habían acabado las promesas de décadas anteriores, en cuyo transcurso la mayoría de los países del continente se habían liberado del colonialismo y habían empezado una nueva andadura de Estados independientes. Tenían la idea de que la libertad traería automáticamente el bienestar. Pero no ocurrió. Los nuevos países africanos fueron escenario de una lucha encarnizada por el poder que utilizaba todo: los conflictos tribales y étnicos, la fuerza del Estado, la tentación de la corrupción, la amenaza de la muerte".
Acaso el retrato más agudo que hace Kapuściński sobre ese transcurrir es el de Idi Amín, uno de los dictadores de Uganda: alguna vez campeón de pesos pesados del box nacional, Amín había nacido en una localidad que quedó, como muchas, atrapada entre las fronteras de Zaire, Sudán y Uganda. Los pobladores de estas tribus tuvieron que emigrar a ciudades que los rechazaban por no ser originarios y porque no tenían nada que ofrecerles.
Escribe Kapuściński: "En Europa, la gente que se ve en la calle camina a un destino determinado. En una ciudad africana no va a ningún lado: no tiene a dónde ir, ni para qué. Deambula, permanece sentada a la sombra, mira a su alrededor, dormita".
De esa invasión obligada surge Amín, quien, como Bokassa en la República centroafricana o Soglo en Dahomey, es reclutado y ascendido por el ejército colonial, que prefiere contar con soldados que provengan de tribus distintas a las mayoritarias. Amín ni siquiera sabe hablar swahili. Cuando da el golpe que destrona a su antecesor, Obote (que había descubierto que Amín le había robado oro y marfil a la guerrilla anti-Mobutu en Zaire), asesina a las tribus mayoritarias y reconstruye el ejército con jóvenes que no hablan las lenguas de la región, las bantús. Aislados del mundo en el que arrestan, torturan y ejecutan, los nuevos soldados dependen de Amín. Y éste les ordenará matar a trescientos mil opositores en menos de ocho años. Un desarraigado con un ejército de recién llegados, Amín cambió para siempre el rostro de Uganda: los peces de los lagos terminaron sobrealimentados y grasosos. Y es que las víctimas de su régimen eran sepultadas en el fondo.
El viaje non-stop de Kapuściński es una ruta hacia la literatura: "Así nací, incapaz de quedarme en un lugar. Quizá sea una deficiencia: el hombre que está satisfecho no tiene necesidad de irse. Para mí lo más importante es escribir. Y para escribir, necesito esas historias". Su África es el territorio del arte de los hechos: pueblos que padecen de hambruna junto a mercados llenos de mercancías, decenas de catedrales construidas dentro de montañas para evitar la ira de los musulmanes, presidentes europeos que apoyan a criminales, niños que componen milicias porque los adultos murieron en los primeros años, ladrones que se roban hasta el techo de las casas, tribus cuya única fuente de poder es una vaca o un camello, lugares donde tener una olla o una bicicleta hacen la diferencia entre la pobreza y la clase media, poblaciones que creen estar embrujadas y huyen de sí mismas, canciones patrióticas en el desierto cuyo coro es "mi Patria es ahí donde llueve", familias que comparten un solo dulce entre decenas y lo hacen a partes iguales, y todo un continente que vive en un tiempo de penuria y tragedias que se compensa con un mundo paralelo donde los muertos te cuidan.
Escribe Kapuściński tras levantarse sobresaltado por los ruidos de la noche: "Aquí la vida es un esfuerzo continuo, un intento incesante de encontrar ese equilibrio tan frágil, endeble y quebradizo, entre supervivencia y aniquilación".
Fuente: Letras Libres.
http://www.letraslibres.com/mexico/libros/ebano-ryszard-kapuscinski
Ryszard Kapuściński (Pinsk, entonces Polonia, el 4 de marzo de 1932 - Varsovia, 23 de enero de 2007) fue periodista, escritor y ensayista. Estudió en la Universidad de Varsovia Historia y arte, aunque finalmente se dedicó al periodismo. Ha colaborado en Time, The New York Times y Frankfurter Allgemeine Zeitung.
Compaginó desde 1962 sus colaboraciones periodísticas con la actividad literaria y ejerció como profesor en varias universidades, siendo nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Silesia en 1997. Fue corresponsal en el extranjero hasta el año 1981.
Ryszard Kapuscinsk falleció el martes 23 de enero de 2007, en Varsóvia a la edad de 74 años.
“Víctima de Mayakovski”, como él mismo afirmó, el futuro reportero comenzó a escribir poesía –“malos poemas”, decía- a los quince años. Tras serle publicado algún poemario y poemas sueltos en dos revistas de la época –Odrodzenie (Renacimiento) y Slowo Powszechme (Palabra universal)- decidió seguir escribiendo versos... para si mismo, sin ánimo de publicarlos; en efecto, él consideraba difícil substraerse a esa forma de escritura asimilada, propia de un poeta joven y sensiblemente influido por el autor de La nube en pantalones.
Pocos años después, y ante la dificultad de crear un lenguaje propio, se inicia en el campo de la prosa a través de sus crónicas y escritos de índole periodística, labor por la que fue y es reconocido mundialmente: el cronista de su amado continente en Ébano y Desde África; el reportero que denuncia el absolutismo en El Sha o en El emperador...
Mas la poesía exige otro modo de acercarse a la palabra: escribir poemas, nos dice, “permite tocar la lengua viva, explotar sus límites, valorar el significado de las propias palabras y de las metáforas”. Entonces... ¿cómo conseguir tocar la lengua viva? Kapuściński no deja espacio a la duda: será preciso que el poeta se adentre “en otro lenguaje, en otra forma de ver, en otra atmósfera, en otro tipo de recogimiento, de concentración”.
Estas condiciones y su tiempo propicio surgirán en la vida del ciudadano Kapuściński, qué paradoja, a partir de la implantación de la ley marcial en Polonia: diciembre de 1.981: asistimos a otra representación de El Proceso: seguimos los pasos de un redivivo K.: el reportero ha sido despedido de la revista Kultura; por tanto, el poeta tiene tiempo, y es tiempo de silencio. Kapuściński emprende el camino, entre el silencio de fuera y desde el silencio de dentro, en busca de esa forma de expresión que él mismo denominó “más personal”. Cinco años después publicará un poemario nacido de esa búsqueda, Notes.
Más tiempo, más silencio: el silencio editorial del poeta durante más de tres lustros hasta que, en 2004, una editorial italiana publica en edición bilingüe Taccuino d`appunti, colección que incluye poemas publicados en Polonia y más de medio centenar no publicados hasta ese momento. En su prólogo se puede leer “Profesión: reportero. Vocación: poeta”. Dos años después verá la luz Prawa natury (Leyes naturales), en Polonia.
Buen conocedor del nuestro idioma, Ryszard Kapuściński llegó a leer algunas de las traducciones al castellano de sus poemas. Su obra poética completa ha sido traducida al castellano y publicada hace unos años.
Encontrar la palabra precisa
que esté en plenitud de fuerzas
que esté tranquila
que no se ponga histérica
que no tenga fiebre
que no coja depresiones
se puede confiar en ella
encontrar la palabra limpia
que no ha difamado
no ha delatado
no ha participado en la persecución
no ha dicho que lo negro es blanco
se puede tener esperanza
encontrar las palabras alas
que permitieran
siquiera un milímetro
alzarse por encima de todo esto
(de Notes, 1986)
DESCUBRIMIENTO
Tu corazón es destrozado por el dolor :
empiezas a sentir el corazón
tus ojos de repente dejan de ver :
empiezas a sentir los ojos
tu memoria se hunde en la oscuridad :
empiezas a sentir la memoria
te descubres a ti mismo
negándote a ti mismo
existes
negando la existencia
* * *
La hoja
separada de la rama
tirita tiembla
sólo cuando toca el suelo
se calma
(de Prawa natury, 2006)
Ryszard Kapuściński en Tanganika
Fragmento de la entrevista de Ricardo Cayuela a Ryszard Kapuściński en julio de 2002:
"La primera impresión que tiene un lector suyo es sorprenderse —y no pocas veces emocionarse— con la enorme capacidad de empatía que tiene usted con las situaciones extremas y con su capacidad de soportar condiciones terribles con tal de llegar a la gente y narrar su historia. ¿Fue Polonia una buena escuela de estoicismo?
Nací en una parte de Polonia que ahora forma parte de Bielorrusia, muy al este de Varsovia, fuera de nuestras fronteras actuales. Era la parte más pobre de Polonia y posiblemente de Europa. De hecho, sigue siendo muy pobre. Una tierra desgraciada, de pocos recursos y de una gran escasez. Cuando empecé a viajar por nuestro planeta como corresponsal extranjero encontré un lazo emocional con las situaciones de pobreza en los llamados países del Tercer Mundo. Era como regresar a los escenarios de mi niñez. De ahí nace mi interés por estos países. Por eso me interesan los temas que tocan la pobreza y lo que produce: conflictos, guerras, odios."
Entrevista al autor (en castellano)
Algunas de sus obras
• El Emperador, Etiopía y su emperador Haile Selassie, a través de las declaraciones de ex-trabajadores de palacio.
• El Sha, sobre el Sha Mohamed Reza de Irán.
• El Imperio, la URSS entre 1939 y 1967, y 1989 y 1991.
• Ébano, considerado por muchos su mejor libro, contiene reportajes ubicados en varios países de África.
• Lapidarium IV, fragmentos de reportajes y pensamientos.
• La guerra del fútbol, en que habla sobre diversos conflictos africanos y latinoamericanos. El reportaje que da título al libro narra la guerra que llevaron a cabo Honduras y El Salvador, cuyo detonante fue un partido de fútbol entre las selecciones de ambos países valedero para el mundial de 1970 de México.
• Los cínicos no sirven para este oficio, basado en entrevistas y conversaciones moderadas por Maria Nadotti.
• Un día más con vida, donde narra la descolonización portuguesa de Angola en 1975 y sus consecuencias: una guerra civil que asoló la región hasta hace muy poco.
• Los cinco sentidos del periodista, que recoge principios básicos de periodismo, con base en los talleres que impartió en la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano.
• El mundo de hoy, en el que el autor reflexiona sobre los últimos acontecimientos ocurridos en el mundo tales como el 11-S o el 11-M, así como una especie de autobiografía acerca de lo mucho que ha vivido y sus reflexiones para comprender el mundo en el que vivimos.
• Viajes con Heródoto, publicado en 2006. Obsesionado por cruzar la frontera, la redacción del diario en el que trabaja le envía a la India con el único bagaje de lo que es y un libro, la Historia de Heródoto, el primer historiador griego. Es un libro de difícil clasificación, en el que homenajea a un Heródoto protorreportero, descubridor de algo tan fundamental como que los mundos son muchos.
Reportaje: Kapuściński, el periodista que cruzó la última frontera