En la ENCICLOPEDIA ENCARTA de MICROSOFT encuentro la siguiente reseña del dramaturgo estadounidense Arthur Miller, que figura entre los principales autores teatrales del siglo XX.
Nació en Nueva York el 17 de Octubre de 1915, hijo de un fabricante de abrigos que se arruinó durante la Gran Depresión. En 1938, mientras estudiaba en la universidad de Michigan, recibió varios premios por su comedia "Todavía crece la hierba". De regreso a Nueva York comenzó a escribir seriales radiofónicos. En 1944, obtuvo su primer premio literario con "Un hombre con mucha suerte", obra que sin embargo no tuvo éxito comercial. Su novela "Focus" (1945), un ataque contra el antisemitismo, resultó un gran éxito y "Todos eran mis hijos" fue elegida por el Círculo de Críticos de Teatro de Nueva York como la mejor obra teatral de 1947. Este estudio sobre los efectos del oportunismo en las relaciones familiares influyó en la mayoría de sus obras posteriores.
El mayor logro de Miller fue "Muerte de un viajante" (1949), que obtuvo los premios Pulitzer de Teatro y del Círculo de Críticos de Teatro de Nueva York, y a menudo se cita entre las mejores obras del teatro contemporáneo. En un estilo casi poético, narra la trágica historia de un hombre normal, muy parecido a su padre. "Las brujas de Salem" (1953), una obra que describe los juicios por brujería realizados en Salem, es en realidad una denuncia contra la investigación del Congreso de Estados Unidos sobre las actividades subversivas llevada a cabo por el senador Joseph McCarthy. El propio Miller compareció ante el Comité de Actividades Antiamericanas en 1956. Fue condenado por desacato pero, apelada la sentencia, quedó finalmente absuelto.
Otras obras dignas de mención son "Panorama sobre el Puente" (1955), "Después de la caída" (1963),"Incidente en Vichy"(1964),"El precio"(1968)y"El arzobispo" (1977), basada en la persecución de los escritores disidentes soviéticos. Destacan asimismo el guión cinematográfico "Vidas rebeldes" (1960), escrito para su segunda esposa, la actriz Marilyn Monroe; "El reloj americano" (1980), una serie de viñetas dramáticas basada en "tiempos duros" (1970), un estudio sobre la depresión del escritor estadounidense Studs Terkel; una colección de relatos, "Ya no te necesito" (1967), y "Ensayos teatrales de Arthur Miller" (1978).
Los principales responsables de Vidas Rebeldes: Frank Taylor (productor), Arthur Miller (guionista), Eli Wallach, John Huston (director), Montgomery Clift, Marilyn Monroe, y Clark Gable alias "El Rey".
Las obras de Miller se interesan especialmente por la responsabilidad del individuo hacia los demás, el conocimiento de uno mismo y la realización personal. Escritas en un estilo sencillo y coloquial, tienen su origen en la conciencia social del autor y su compasión hacia los que son vulnerables y se dejan arrastrar hacia el mal camino por los falsos valores que impone la sociedad.
El 8 de Mayo último le concedieron el Premio PRINCIPE DE ASTURIAS DE LAS LETRAS y al día siguiente apareció en el periódico "TRIBUNA de Salamanca" el artículo de Aníbal Lozano que a continuación se transcribe íntegra y literalmente.
"¡Hay que estirar el cuello para ver una estrella!", dice Willy Loman en un momento transcendente de "Muerte de un viajante", exactamente cuando la naturaleza de la vida le obsesiona con el fracaso en un paraíso de falsos ganadores.
El teatro de Arthur Miller - desde ayer Premio PRINCIPE DE ASTURIAS DE LAS LETRAS - es el del realismo que penetra en la piel hasta llegar a los tuétanos. Heredero del gran teatro norteamericano que renovó universalmente la figura de Eugene O'neill, hijo adoptivo para el teatro de la generación que marcó la presencia de Tennesse Williams, Miller sabe como pocos dibujar al personaje y darle la transcendencia de la lucha de la vida. Si no fuera por el fuego de las falsas imágenes diríamos que él es un "barojiano" comprometido y que no se queda ante el escaparate de pintar la vida tal como es, sino para darle forma para que el fondo del compromiso precisamente no se pierda.
Así es el personaje, por ejemplo, de Willy Loman, que pide un gran actor para que lo lleve a escena y al que el otro regalará el premio de la memoria. Si en España lo interpretaron Carlos Lemos (que siempre recuerdo junto a Enrique Clemente) y Rodero, entre otros grandes, ahora por Willy, José Sacristán ha recibido el premio "Mayte" de Teatro. Y qué decir de Eddie Carbone, al que siempre recurro para escribir sobre una parábola entre el teatro y la vida. He ahí a Helio Pedregal dirigido por Narros a quién pudimos ver tan recientemente en la espléndida "Panorama desde el puente".
El de Miller es un teatro sin fisuras, un espacio donde la vida provoca salir a escena desde lo cotidiano y la dureza de cuánto gravita en la lucha diaria por la supervivencia... y la dignidad.
A Buero le gustaba hablar de su teatro aunque él creía - y su naturaleza dramática lo atestigua - que en el fondo su ojo estaba clavado en O'neil, quizás porque se sentía generacional del mismo Arthur Miller y si uno en España creaba el teatro desde la historia misma, ya fuera entre Velázquez, Goya o Larra, aun sin desprenderse de los personajes cotidianos de la crudeza en que vivían, el otro tiraba de un viajante, un desesperado combatiente o un emigrante amenazado para preguntar sobre la naturaleza de su honestidad. Ese gran teatro de Miller no es otro que el de la profunda química humana.
En el Teatro Campoamor de Oviedo, el universal dramaturgo recibió ayer, Viernes 25, el Premio PRINCIPE DE ASTURIAS DE LAS LETRAS, en su edición del presente año.
Arthur Miller no se ha dejado "arrastrar hacia el mal camino por los falsos valores que impone la sociedad". Y nunca le llaman despectivamente gringo, yanqui o cosa parecida. Al contrario, en él se dan los auténticos valores del pueblo norteamericano, ejemplarizador de sus clases dirigentes; ese buen pueblo del que puede surgir un mañana donde el más poderoso sea también el más justo.
Este artículo fue publicado por Juan José Abellán, componente de nuestro club de lectura,en el Mirador de Cieza el 26/10/2002.