


"Y el ángel echó su hoz aguda en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó la uva en el grande lagar de la ira de Dios". (Apocalipsis, 14:19)
Nacido el 27 de febrero de 1902 en Salinas (California), fue galardonado con el Premio Nobel en 1962.
Steinbeck expone en diversas obras la eterna lucha de las gentes que dependen de la tierra para sobrevivir. Además de haber estudiado en la Universidad de Stanford, durante su juventud trabajó como bracero y recolector de fruta. En "La copa de oro" (1929), Steinbeck narra la vida y las hazañas del famoso pirata galés del siglo XVII Henry Morgan. Más tarde publicará "Las praderas del cielo" (1932), una colección de relatos que describe la vida en una comunidad de granjeros del sur de California; en esta obra aborda por primera vez los temas sociales que caracterizan la mayor parte de su obra. Entre sus primeros libros también cabe citar "A un dios desconocido" (1933), la historia de un granjero cuyas creencias en el culto de la fertilidad pagano le llevan a sacrificar su propia vida durante una época de terrible
sequía; "Tortilla Flat" (1935), un relato entre picaresco y romántico sobre los emigrantes mexicanos establecidos en los alrededores de Monterrey (California); "Una vez hubo una guerra" (1936), la historia de una huelga de recolectores de fruta, "La fuerza bruta" (1937), la patética historia de dos braceros itinerantes que luchan por conseguir su propia granja, y "De ratones y hombres" (1937), uno de sus relatos más interesantes, inspirado en la experiencia de su autor, vagabundo durante los años 20.
La obra más popular de Steinbeck es "Las uvas de la ira" (1939, Premio Pulitzer en 1940), el triste relato de una familia procedente de una empobrecida región de Oklahoma que emigra a California durante la depresión económica de los años treinta. Esta controvertida novela, recibida como un conmovedor documento de protesta social, se ha convertido en un clásico de la literatura estadounidense.
Otras obras dignas de mención son: "La luna se ha puesto" (1942), "Los arrabales de Cannery" (1944), "El ómnibus perdido" (1947), "El invierno de nuestro descontento" (1961) y "Norteamérica y los norteamericanos" (1968). En 1962 escribió "Viajando con Charlie", un relato autobiográfico de un viaje por Estados Unidos en compañía de un caniche.
De FERNANDO DE ROJAS se puede afirmar que era bachiller en leyes. Nacido en la Puebla de Montalbán (Toledo) hacia 1475, poseyó una importante biblioteca. Estudió en la Universidad de Salamanca, donde la tradición clásica siempre tuvo una enorme acogida. En 1517 se estableció en Talavera de la Reina (Toledo), donde ejerció por breve tiempo el cargo de Alcalde Mayor. Era judío converso. La ascendencia judía de Rojas está probada por el proceso contra Álvaro de Montalbán; éste, acusado de judaizante nombró "por su letrado al bachiller Fernando de Rojas, su yerno, vecino de Talavera, que es converso", pero la Inquisición lo rechazó diciendo que no había lugar y le pidió que nombrara a otra persona "syn sospecha". Rojas otorgó testamento en Talavera el 3 de abril de 1541 y debió de morir casi inmediatamente, ya que su mujer comienza el inventario de sus bienes el día 8 del mismo mes. Fue enterrado en la "yglesia del monesterio de la Madre de Dios" en Talavera, de cuya Congregación era miembro. Sus restos fueron localizados en marzo de 1936 en la pequeña iglesia de dicho monasterio, y exhumados en marzo de 1968.
Es la historia de un hombre que, sin jamás bajar de las copas de los árboles, conocería aventuras, amores y guerras, se cartearía con los sabios de su tiempo, participaría en movimientos revolucionarios, fundaría sociedades secretas y llegaría a conocer a Napoleón. Todo esto nos lo cuenta su hermano pequeño Biagio, quién llevó una vida conformista a la sombra de Cosimo desde el día en el que a él le falló la voluntad y comió los caracoles. Toda la novela tiene por premisa la figura del Barón rampante y su precaria existencia entre dos mundos; el primero, entre los ramajes del bosque, y el segundo, terrenal entre los hombres. No nos sorprende está temática tratándose de uno de "Nuestros antepasados", seres a caballo entre dos realidades paralelas. Pero encontramos aquí un apego a la verosimilitud, al “realismo” que Calvino no ha mostrado antes con sus hombres partidos por la mitad que se encuentran perfectamente y armaduras vacías dotadas de razón. Hay una preocupación detallista en "El barón rampante" por explicarlo todo: cómo Cosimo se las ingenia para acomodarse en los árboles, cómo hace para desplazarse, cómo sobrevive, incluso cómo satisface sus necesidades higiénicas, fisiológicas (en el torrente convenientemente llamado Merdazio) y sexuales cuando le llega la edad. Pero más que hacer una de aventuras, parece que Calvino ha querido homenajear al gran siglo de las novelas, el XVIII, cogiendo un poco de todos los géneros. La estrafalaria familia del barón y su entorno le sirve para enlazar elementos de novela bizantina con piratas turcos, tesoros e hijas perdidas; novela sentimental en la tradicion de "Las amistades peligrosas", al relatar los tormentosos amores entre Cosimo y su vecina la marquesa Viola; e incluso notas de novela gótica al convertirlo en un franco-masón que desbarata complots jesuíticos. Pero por ser la más realista, y por ambientarse en un período de referencias tan claras como el de la Revolución Francesa, se ha visto en esta la obra más política de la trilogía.
Puede verse en Cosimo la figura del intelectual crítico, inconformista, que elige el ostracismo en un mundo que rechaza, pero que intenta cambiar contribuyendo desde su atalaya privilegiada. El sentido de fracaso en Cosimo podría ser interpretado como un reflejo del propio desencanto de Calvino por su militancia ideológica. Sin desmentir esta interpretación, no hay que soslayar el valor poético de esta obra. Igualmente poéticos son los dos otros libros de la trilogía, con su simbolismo de la división, la ruptura y la mezcolanza. En "El barón rampante" lo que hay es la poesía y el mito de una elevación mediante la voluntad por encima de la grávida existencia humana. Sin hacer partícipe a la religión, Italo Calvino nos habla de un hombre que vivió sobre los demás y terminó subiendo al cielo.
Pero si escribís NOA NOA en letras mayúsculas, dais con el título de un libro de Paul Gauguin, que el pintor escribió a mano. Eso fue en 1894, en el curso de algunos meses que pasó en París, entre dos estancias en Tahití. Más tarde, en 1896, retomó el manuscrito. Añadió textos. Añadió, sobre todo, imágenes: pinturas a la acuarela y grabados en madera. Mediante sus imágenes y palabras, Paul Gaguin quiere dar testimonio de lo que esas dos estancias en esas lejanas islas, la primera solamente en Tahití, la segunda en Tahití y después en las islas Marquesas, aportaron a su arte y a su pensamiento.
Lo esencial queda dicho en el título del libro: la aventura física y moral del pintor en medio de ese pueblo y de ese país exótico adquirió, para él, el encanto profundo, sensual y mareante de un perfume".
Marc Le Bot