miércoles, 21 de enero de 2009

JUEGOS DE LA EDAD TARDÍA

"Cuando ya empezaba a anochecer y el campo era rumor, su abuelo se apoyó en la azada y, mirando a lo lejos, exclamó:
¡El afánnn!
Gregorio no conocía la palabra, pero le sobrecogió el tono lastimero en que su abuelo la había pronunciado, echándola de sí con ansia, como si quisiera llenar con ella la noche y el silencio. Por un momento se figuró que se trataba del nombre de un pájaro o del conjuro de una aparición, y él también se puso a mirar lejos, sin ver nada. Y su abuelo, por segunda vez, con terrible susurro, apurando hasta el fondo la sonoridad de la palabra y prolongándola en aullido de lobo, repitió:
-¡ El afánnn!
Parecía un navegante loco descubriendo y dándole nombre a nueva tierra.
Enseguida regresaron a casa.

-¿Qué es el afán, abuelo?-preguntó.
-El afán es el deseo de ser un gran hombre y el de hacer grandes cosas, y la pena y la gloria que todo eso produce. Eso es el afán.
-Y padre ¿también tiene afán?
-También tiene.
-¿Y yo?
- Pronto tendrás edad para tenerlo.
-¿ Y madre?
- Ella no, las mujeres no tienen afán.

Luis Landero