
En "La invención de Morel", el carácter "científico" de lo fantástico –es decir, la invención de una máquina capaz de captar para la eternidad a un grupo de amigos y a su inventor– se conecta con una visión cíclica del tiempo. Más allá de este prodigio, el relato fascina a sus lectores mediante la narración de esos sucesos desde distintas perspectivas: está la visión del fugitivo que llega a la isla, la de Morel en su diario, y la de un editor en sus notas. Pese a la explicación seudocientífica del final, la incertidumbre permanece.
Por otra parte, la novela muestra una clara influencia del cine, no sólo por la proyección de esos espectros –hoy diríamos virtuales– que pueblan la isla, sino porque en la misma escritura se deja ver cierta analogía con el lenguaje fílmico. La preocupación por la inmortalidad y el clima paranoico y de encierro en una isla –como en "Plan de evasión"– aluden a la situación de desesperanza global que se vivía hacia 1940 con la Segunda Guerra Mundial como paisaje de fondo.
Y está, también, esa extraña historia de amor...
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