En autor utiliza el personaje de Ana Blumer, en busca de su hermano desaparecido, para introducirnos en una civilización que se descompone, donde todo lo que representa nuestra sociedad o estado de bienestar desaparece. “Cuando vives en la ciudad aprendes a no dar nada por sentado. Cierras los ojos un momento, o te das la vuelta para mirar otra cosa y aquella que tenías delante desaparece de repente”
Auster va mostrándonos un país caótico: los cadáveres son utilizados como combustible: la gente se ingenia mil formas de suicidio, como correr hasta la extenuación; el gobierno es totalmente ineficaz y corrupto; la comida escasea….
Es la versión degradada del mundo actual y funciona como un temible augurio de lo que podría sucederle (sucedernos). “El País de las últimas cosas” es la pesadilla y el castigo de la sociedad de consumo. Nada peor para la población del Primer Mundo que verse condenada a vivir como en el Tercer Mundo. La sociedad de consumo no podía tener otro infierno que el del “no consumo”. Un infierno moderno, terrenal y carente de toda finalidad y trascendencia.
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