viernes, 15 de marzo de 2013

EL PAÍS DE LAS ÚLTIMAS COSAS,comentado el pasado miércoles día 13


En autor utiliza el personaje de Ana Blumer, en busca de su hermano desaparecido, para introducirnos en una civilización que se descompone, donde todo lo que representa nuestra sociedad o estado de bienestar desaparece. “Cuando vives en la ciudad aprendes a no dar nada por sentado. Cierras los ojos un momento, o te das la vuelta para mirar otra cosa y aquella que tenías delante desaparece de repente


Desde las primeras páginas de esta historia Auster consigue engancharnos y nos hace sentir la angustia de algo posible, demasiado probable: El desmoronamiento de la sociedad, la pérdida de todo lo que conlleva nuestra rutina diaria, y que damos por supuesto.

Auster va mostrándonos un país caótico: los cadáveres son utilizados como combustible: la gente se ingenia mil formas de suicidio, como correr hasta la extenuación; el gobierno es totalmente ineficaz y corrupto; la comida escasea….

Es la versión degradada del mundo actual y funciona como un temible augurio de lo que podría sucederle (sucedernos). “El País de las últimas cosas” es la pesadilla y el castigo de la sociedad de consumo. Nada peor para la población del Primer Mundo que verse condenada a vivir como en el Tercer Mundo. La sociedad de consumo no podía tener otro infierno que el del “no consumo”. Un infierno moderno, terrenal y carente de toda finalidad y trascendencia.

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