martes, 7 de abril de 2015

ROSA REGÀS





¿Quién soy yo? ¿Cómo soy? ¿Acaso no somos lo que los demás ven en nosotros, esa amalgama que arrastramos toda la vida sin saber nunca en qué consiste? Son los demás los que nos forman y nos conforman, los que sostienen nuestra imagen: con ellos vivimos y somos, y con ellos moriremos cuando mueran, o desapareceremos cuando su memoria se desvanezca o nos alcance su desprecio. Pero aún así, yo me niego a rendirme a la evidencia y quiero creer que sé quién soy y cómo soy. 

                                     


Sé que soy pelirroja y mido un metro setenta, que tengo los ojos claros y la piel de lagartija, que jamás llevo anillos ni etiquetas, que me encantan los sombreros. Sé que me gusta beber y bailar y que mi expectación no tiene límites. Tampoco mi irritabilidad, tan intensa a veces como el temblor ante lo que amo. Sé defender una forma de vivir, de pensar y de ser pero no creo en los valores universales y eternos, ni en la moral natural, ni le veo el sentido a perder la vida por Dios, la patria o el deber u otras formas más modernas de dominar las conciencias. Pertenezco a la reserva de quienes sólo izarían banderas si estuvieran prohibidas, y sin embargo tengo la lágrima fácil y cualquier gesta intrascendente, cualquier estúpida heroicidad me hace llorar. Me merecen respeto muy pocas personas, admiración bastantes y ternura la mayoría. Desprecio a los traidorzuelos, a los vanidosos, a los fatuos, a los dogmáticos. El mundo me desconcierta porque no sé qué puedo hacer por paliar tanta doblez y tanto dolor y porque cada vez queda menos espacio para la libertad. No me da miedo la oscuridad pero sí las multitudes. Detesto el acordeón y el doblaje; soy intransigente y vulnerable; me gustan el desierto y la selva, los canales y el mar, la lluvia y la sequía, el frío y el calor, la música de cámara, la ciudad, las sábanas de hilo, las moras negras y el arroz a banda. Me emocionan más los árboles que los gatos. Anhelo igualmente la fiesta y el silencio. Me enternecen los susurros y me abruman los lamentos. Arrastro como todos mi pasado y sé que el día de mañana ya es hoy. No recuerdo haberme aburrido jamás quizá porque busco en el exceso la solución a las causas imposibles. Y sólo quisiera volver a los veinte años para andar día y noche en minifalda. 

Rosa Regàs





Rosa Regàs es conocida tanto por su carrera literaria, como autora y editora, así como por su presidencia de la Biblioteca Nacional.

Regás estudió Filosofía y Letras en Barcelona y su primer trabajo fue para la Editorial Seix Barral, editorial en la que trabajó hasta que decidió fundar en los años 70 su propia empresa, La Gaya Ciencia, un proyecto personal que dejó atrás para colaborar con la OMS como traductora.










En lo literario, Regàs ha publicado tanto novela como ensayo, comenzando a publicar en 1987 con un libro sobre la ciudad de Ginebra. En 1991 vio la luz la que sería su primera novela, Memoria de Almator, aunque sería en 1994 cuando diera el salto a un público más amplio al ganar el Premio Nadal por Azul. El espaldarazo definitivo a su popularidad lo recibió en 2001 al hacerse con el Premio Planeta, que le fue concedido por La canción de Dorotea.


Regàs es una colaboradora habitual de diarios, revistas, radio y televisión, medio en el que se realizó la adaptación de una de sus obras, Diario de una abuela de verano. El papel de Regàs en el mundo de la cultura se ha visto recompensado con premios como la Orden de Chevalier o la Cruz de San Jordi.















El papel de Regás en el mundo de la cultura se ha visto recompensado con premios como la Orden de Chevalier o la Cruz de San Jordi.

Además, a lo lo largo de su carrera, Regàs ha ganado numerosos premios, como el Biblioteca Breve de 2013 por Música de cámara.







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