La
soledad de los números primos, ópera prima de Paolo Giordano, licenciado en Física
Teórica, fue galardonada con el premio Strega 2008 y ha conseguido un éxito
de ventas sin precedentes para una primera novela.
"Más
que un estado -deseado o indesado-, la soledad está en la médula de lo que
somos. Nacemos, morimos y... tal vez amamos en soledad. A la hora de contar
-¡contar!- en una primera novela como "La soledad de los números
primos" una vivencia de lo turbador que el aislamiento individual puede
llegar ser, el joven escritor italiano Paolo Giordano ha sido capaz de
construir un libro subyugante.
Parte
de dos personas gravemente heridas en su niñez -se hacen daño con las
herramientas de una vida que, como niños, no entienden o no manejan con
pericia-. Y el acierto de Giordano es que, en el lento recorrido por el tiempo,
por los años que apenas logran hacer un poco más pálidas las cicatrices de sus
personajes, provoca nuestra empatía de una manera inconsciente.
La
soledad comparte, como el espejo y como la moneda narrativa, una inquietante
realidad: tiene dos caras. Porque ese es el problema, el meollo de la historia,
también de nuestra historia, y puede convertirse en la solución, en el instinto
puro de la supervivencia. El azar ha ordenado algunos números primos -que se
dividen sólo por 1 y por sí mismos- en parejas que se aproximan sin llegar a
tocarse: 11 y 13, 17 y 19, 29 y 31, 41 y 43...
La
soledad comparte, como el espejo y como la moneda narrativa, una inquietante
realidad: tiene dos caras.
La
importancia de las ciencias
Giordano
es físico y sabe de ciencias. Pero todos podemos compartir esa experiencia, en
mayor o menor medida, porque estamos condenados a cierto grado de aislamiento,
a sentirnos individuos ininteligibles, incapaces de vencer la distancia que nos
separa del tú, insalvable. A veces a pesar del gran amor. Todos hemos tendido
puentes, que resultaron inútiles. Todos nos hemos herido al hacerlo, y tenemos
en algún pliegue profundas cicatrices que nos convierten en veteranos de esa
guerra, de las trincheras desde las que, en algún momento, cada uno de nosotros
disparó soledad, o contra la soledad.
La
virtud de este libro es la aritmética, que es la sintaxis de los números.
Seremos los primos, los únicos de una familia desposeída de sus iguales o de
sus contrarios. Habremos perdido la capacidad de satisfacer el hambre de lograr
la unidad con el otro, o al menos esa sed infinita de compartir nuestra
soledad. Pero la sed persiste. Y los protagonistas de "La soledad de los
números primos", Mattia y Alice, tienen esa misma discapacidad, lo que
ocurre es que la somatizan en la inquietante sensación de tener las manos secas
(uno) o un trastorno anoréxico (otra). Hambre y sed: Giordano ha echado cuentas
y sabe que extrañando a los personajes, haciéndolos pasar por seres
"enfermos", el lector se confía, se siente a salvo y entra en el
juego: pensar la soledad como soledad, no como trama. Y es entonces cuando te
echa el lazo, porque la soledad ya no deja de serlo cuando salta de las páginas
a tus ojos, de la ficción a tus propias vivencias perdidas en la memoria.
El
libro cuenta una histora desnuda, la de dos personas unidas, unidas, por un
destino tan común como imposible de compartir. Y en ninguno de los dos
supuestos nos defrauda, lo cual sólo podría demostrarse con una ecuación tan
perfecta, tan solitaria, como nosotros mismos. Pero la X de nuestra soledad,
¿cómo despejarla?"
JESÚS GARCÍA CALERO
Fuente: http://www.abc.es/20090318/cultura-literatura/soledad-numeros-primos-200903181047.html
ENCUENTRO CON PAOLO GIORDANO
¿Qué
ha convertido a Paolo Giordano, joven autor de La soledad de los números
primos, en el fenómeno editorial del año en Italia?
Paolo
Giordano (Turín, 1982) lleva una semana luciendo un horroroso jersey a rayas
amarillas en distintos medios de comunicación. Hoy se presenta en el bar del
Hotel 1898, muy cerca de las Ramblas barcelonesas, con un atuendo menos
estridente: "Me hacía ilusión que el público español supiera que tengo más
de un jersey". El joven autor, que una vez fue físico matemático, es hoy,
a finales de década, lo que Enrico Brizzi —creador de la seminal novela de amor
adolescente italiana Jack Frusciante ha dejado la banda— fue a los últimos
noventa. Tras darle un poco de cuerda a la ironía dramática que domina su
primer libro, La soledad de los números primos (Ed. Salamandra), recibe una
mala noticia. "¿Dos horas de tele? ¿Qué quieren saber? ¿En un parque? Hace
frío para eso, ¿no?".
"Hay
'blogs' llenos de gente que quiere romperme las piernas. Internet me
asusta"
A
Giordano no le gustan las sorpresas. Es un tipo ordenado que estudió ciencias y
que cayó en la literatura como extensión lógica del placer que halla en estar
solo y, sobre todo, por obra y arte del aburrimiento, acaso el sentimiento más
poderoso que existe. "Mucho más que el amor", comenta. "Creo que
el amor es parte del problema más que de la solución. Porque lidiamos con ideas
demasiado definidas de lo que el amor debe ser. Eso nos provoca un estrés
enorme. Debemos lograr algo y ese algo tal vez no llega. La televisión es el
medio que más ha ayudado a estereotipar esta idea del amor. Vivo en Italia, sé
que todo lo malo sale de la televisión".
La
soledad de los números primos es una historia de amor frustrado adolescente,
soledad metafísica y anorexia accidental, protagonizada por dos jóvenes (Mattia
y Alice) tan confundidos por la vida que terminan convirtiéndose en números
primos gemelos, aquellos entre los que siempre se encuentra un número par. El
libro ganó el pasado mes de julio el Premio Strega, convirtiendo a este hombre
de 26 años en un fenómeno literario en su país natal. "Intenté dos novelas
antes, con toda la historia montada, pero las dejé en la página 80, porque ya
sabía hacia dónde iban y cómo acababan. Me aburrí. Para poder terminar ésta
tuve que estructurarla en pequeñas piezas. Soy muy poco fiel a las ideas.
Muchas veces llegan varias que no se complementan y se crea un conflicto. Si
esa idea es buena, pero no encaja, trato de guardarla para otro momento. Nunca
tiro ninguna, pues llegan muy pocas veces y no es cuestión de desperdiciar los
bienes escasos". Jugando al escondite con el tedio, Giordano descubrió que
no le interesaba el proceso lineal de creación, porque, claro, ya sabía el
final del libro, ese final que el autor no sólo no teme desvelar, sino que se
siente en la necesidad de argumentar. "Los adolescentes no entienden el
final. Dicen que es trágico y no pueden soportar la tragedia. Yo les digo que
no es un final triste. Mi concepto de la tragedia tal vez sea muy de los
noventa. En Facebook no hay jamás finales tristes".
En
Internet nunca halló Giordano la felicidad. Como Hank Moody, el personaje de
David Duchovny en la serie Californication, una vez cometió el error de
googlearse. "Fue horrible. Los blogs estaban llenos de gente que quería
romperme las piernas. Jamás pensé que lo que yo pudiera escribir pudiese
interesar a la gente, y menos aún que les pudiera irritar tanto. Internet me
asusta. Me siento muy viejo diciendo estas cosas, pero es cierto".
Pesimista
e idealista, por lo que habita en un constante estado de frustración vital, el
italiano aprendió de los grandes nombres de la literatura norteamericana del
siglo XX (David Foster Wallace, Jeffrey Eugenides
), pero jamás dejó que el virus de la
posmodernidad atacara su aproximación al hecho de escribir. La suya es una narrativa de
vocación más clásica, más basada en la musicalidad que en el ruido semántico,
estructurada alrededor de la historia y los sentimientos y libre de referencias
pop, namedropping y demás artilugios. Tal vez el resultado tenga que ver con su
naturaleza como lector: "Como tal, nunca estuve interesado en autores, en
presentaciones, en críticas. Simplemente leía. Ni se me ocurría que pudiese
haber un negocio alrededor de esta cosa de la literatura, y mucho menos que yo
pudiera llegar a formar parte de él. La primera presentación a la que asistí
fue la de mi libro. Escribir me satisface, pero el acto de escribir, no. Me
cansa mucho. Es simplemente trabajo. Pero pensar que soy un tipo que escribe me
gusta. La idea de que soy un escritor es la mejor idea que he tenido jamás. De
hecho, tuve esa idea durante cuatro o cinco años sin escribir una sola línea.
Fui un escritor sin obra, pero la mar de orgulloso de mi trabajo, durante
muchos años".
FUENTE: http://elpais.com/diario/2009/03/20/tentaciones/1237576977_850215.html
Paolo
Giordano (Turín, 19 de diciembre de 1982), escritor italiano ganador del
Premio Strega 2008 con su primera novela, La soledad de los números primos.
Giordano vive en San Mauro Torinese, su lugar de origen. En 2001 se diplomó con una calificación excepcional (100/100)
en el liceo científico estatal Gino Segré de Turín. Finaliza su licenciatura
(laurea especialistica, titulación universitaria italiana) en Física de las
interacciones fundamentales, graduándose cum laude en la Universidad de Turín
con una tesis considerada entre las mejores. Obtuvo una beca para realizar un
doctorado en física de partículas en la Escuela de Doctorado en Ciencia y Alta
tecnología de la misma institución. Ha investigado las propiedades del quark
fondo en un proyecto cofinanciado por el Instituto Nacional de Física Nuclear
de Italia, y en particular, la descomposición inclusiva del mesón B en el canal
semileptónico y radiativo.
Saltó
a la fama con la publicación de su primera novela, La soledad de los números
primos (2008), que ganó ese mismo año los premios Campiello a la mejor opera
prima, Fiesole de narrativa de autores menores de 409 y el Strega,
convirtiéndose a los 26 años es el escritor más joven que ha obtenido este último reconocimiento literario.
Según Tuttolibri, el suplemento
cultural del diario La Stampa, fue el libro más vendido en Italia en 2008, con
más de un millón de copias. La novela sobre Mattia y Alice —que, como explica
Giordano, eran dos números primos gemelos, solos y perdidos, juntos pero no lo
bastante para tocarse de verdad— fue llevada al cine en 2010 por el director
Saverio Costanzo; el papel de Mattia fue interpretado por Luca Marinelli en lo
que fue su debut en la pantalla grande, mientras que de Alice hizo la
florentina Alba Rohrwacher.
Después
de este éxito, ha publicado El cuerpo humano (2012) y Il nero e l’argento
(2014; traducida al español con el título de Como de la familia).
Tiene
una sección en la revista Gioia, donde escribe relatos cortos tomando como
punto de partida una noticia de actualidad y un número. Tras visitar en el
2006 un proyecto de Médicos Sin Fronteras en Kinshasa, en la República
Democrática del Congo, donde la organización asiste a los enfermos de sida y a
las prostitutas del barrio de Masina, escribió el relato Mundele (el blanco).
Sus obras han sido
traducidas a varios idiomas.
Novelas traducidas al castellano
La
solitudine dei numeri primi, 2008 — La soledad de los números primos, trad.:
Juan Manuel Salmerón Arjona; Salamandra, Barcelona, 2009
Il
corpo umano, 2012 — El cuerpo humano, trad.: Patricia Orts; Salamandra,
Barcelona.
Il
nero e l’argento, 2014 — Como de la familia, trad.: Carlos Mayor, Salamandra,
Barcelona.
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