La mitología antigua tiene el don
de expresar y contener todo lo que nos afecta, nuestros miedos, nuestras
pasiones, nuestros duelos… los
descubrimientos de griegos y romanos nos interpelan desde el pasado.
No es habitual hallar en un mismo libro dos géneros
literarios tales son la narrativa y la poesía. Lo prosaico y lo lírico
ensamblados en una suerte de mágica comunión, rigor y coherencia, juventud y
madurez se citan para redescubrir al lector dos universos tan distintos como
armónicos entre sí: el uno descriptivo, donde la leyenda y el mito ocupan un
lugar preferente, pero sin perder esa visión actual e innovadora; de otra, la
reflexión, lo real imaginado, trascendido al verso, a lo absoluto, desconocido,
invisible. Tampoco es habitual que sean
dos las miradas, las voces que se ensamblan, y que sean dos mujeres quienes dan
luz a tanta oscuridad. De igual manera no es corriente que una editorial
apueste por este tipo de textos, que arriesgue tanto, que sofoque las soflamas
de quienes sólo entienden la edición como beneficio comercial únicamente frente
a la calidad de los manuscritos. Así este libro es un todo, la fusión de la
buena literatura de sus autoras: Irene Vallejo (narradora) e Inés Ramón
(poeta), y una edición excepcional: Olifante, al cuidado desde 1979 de Trinidad
Ruiz Marcellán. Con todo ello, el resultado no es sino un libro con un
contenido y un continente extraordinarios.
Los textos narrativos y poéticos se alternan en todo su recorrido, de
tal manera que se tiene una clara sensación de plenitud. La temática es variada
y siempre el relato antecede al texto poético. Irene Vallejo nos
transporta a una realidad que bebe fundamentalmente del mito y la leyenda
clásicas, construyendo así un corpus narrativo que sorprende por su viveza
léxica y expresiva, por su extraordinaria forma de recuperar la olvidada
voz de la mujer, luz y esencia de la feminidad, un grito que aún hoy nos trae
su dramático eco, todos los silencios que claman justicia y libertad: «Lucrecia
no fue una heroína, sino una mujer angustiada porque no cumplía los exigentes
requisitos de la víctima: había dejado de entrar libremente a su agresor y no
podía exhibir heridas. En su época, solo tenía dos opciones: callar o hablar
desde la frontera de la muerte, donde ya no quedan motivos para mentir. Hoy nos
rebelamos contra la vieja herencia de la sospecha: el miedo que paraliza a
todas las Lucrecias no es signo de consentimiento, sino instinto de
conservación. Hay que resistirse, sí, pero a los desplazamientos de culpa».
Desde el lirismo más puro, la poética de Inés Ramón produce un
temblor que nos advierte igualmente del peligro de quedar abrasados a una culpa
inexistente, que en realidad no es sino una sumisión de siglos, la continua
humillación a la que ha sido sometida la mujer por el solo hecho de serlo, sin
más consideraciones, simple y llanamente, por ser víctima siempre, ahora se
rebela contra todo tipo de animadversión, de ese odio engendrado de antiguo y
que la somete y desnaturaliza: «Mujeres del siglo veintiuno: / nuestra voz
palpita en las cuerdas de la historia; / somos palabra en la palabra de
una alondra calcinada en Auschwitz / y repetimos, hoy, con letras de sangre y
de saliva: / “Por fin se acabó / el miedo. / Comienza la esperanza».
Nos viene este libro a
las manos con un deseo abarcador, renovado en su espíritu de luz y palabra,
para acurrucarnos en su pecho de espuma y nube algodonada, para servirnos de
guía en el aciago camino que esta vida a veces nos impone, más si cabe, a la mujer
cuya olvido y ausencia ha sido una nota discordante a través de los tiempos y
que hoy, en la dulce voz de Irene Vallejo e Inés Ramón, dos
extraordinarias mujeres escritoras nos reconforta y seduce. Una seducción
creciente conforme se avanza en la lectura de “La mañana descalza”, con esa
desnudez de la palabra capaz de hacernos vibrar y sentir, conocer y descubrir
otra realidad, otras realidades que se nos escapan por la rutinaria forma de
vida que llevamos, ajena a los verdaderos valores humanos, a la esencialidad de
la existencia. Reinterpretar el pasado tras bucearlo y comprenderlo es, en
cierta manera, lo que estas dos autoras pretenden con este libro. Un análisis
de lo sucedido a través de todos los tiempos para comprender mejor el presente
y reinventarlo, reinventarse a sí mismo cada día, como cada día el sol nace y
muere. Un ejercicio poco habitual, y desde este punto de vista, se acierta en
el andamiaje del libro, en su sólida estructura, nacida de la observación y
comprensión de los mitos y transformar en mensajes actuales sus enseñanzas,
siempre útiles y certeras aún a pesar de los siglos transcurridos. “La mañana
descalza” es un libro necesario y no puedo sino estar de acuerdo con la
prologuista del mismo, Amalia Iglesias Serna, cuando dice: «…Salimos
de este libro con la conciencia un poco más iluminada y con la vaga certeza de
que tal vez sea necesario descender a esos ínferos para vislumbrar
una nueva aurora, como dijera María Zambrano». Tanto Irene Vallejo como Inés
Ramón han conseguido en este libro un equilibrio extraordinario, una
armonía que tiene su expresión más clara en la palabra que una vez y otra se
alza hacia el firmamento como la más diamantina de las estrellas. Descalcémonos
todos, hombres y mujeres, y recorramos el camino juntos, con la absoluta
creencia de que es posible un mundo donde la igualdad y la justicia nos abrigue
a todos los seres humanos. “La mañana descalza”, es sin duda, una realidad que
coadyuva a alcanzar esa nueva realidad que con tanto esmero han construido y
dejado su singular huella y por igual la narradora Irene Vallejo y la
poeta Inés Ramón.
JOSÉ ANTONIO SANTANO
https://republicadelasletras.acescritores.com/2019/09/19/la-manana-descalza-de-irene-vallejo-e-ines-ramon/
La escritora Irene Vallejo y la poeta Inés Ramón
recitan un
texto de su libro "La mañana descalza"
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