Su vida cambió profundamente cuando su padre fue denunciado por impago de sus deudas y encarcelado en la prisión de deudores de Marshalsea. La mayor parte de la familia se trasladó a vivir con el Sr. Dickens a la cárcel, posibilidad establecida entonces por la ley, que permitía a la familia del moroso compartir su celda. Charles fue acogido en una casa de Little College Street, regentada por la Señora Roylance y acudía los domingos a visitar a su padre en la prisión.
A los doce años, se consideró que el futuro novelista tenía la edad suficiente para comenzar a trabajar, y así comenzó su vida laboral, en una fábrica de betún para calzado de Londres.
Durante este periodo su vida, todavía infantil, tuvo que lidiar con jornadas de trabajo que se prolongaban durante 10 horas, con una pequeña pausa para comer y un salario de seis o siete chelines a la semana, del cual tenía que descontar su manutención y enviar a su familia.
La situación familiar cambió cuando su padre recibió una herencia de 250 libras, pero Dickens no abandonó este trabajo de forma inmediata, pues su madre lo mantuvo en él más tiempo de lo absolutamente necesario, cosa que Dikens no debió de entender. Estas vivencias marcarían su vida como escritor: dedicaría gran parte de su obra a denunciar las condiciones deplorables bajo las cuales sobrevivían las clases proletarias. En su novela David Copperfield, juzgada como la más autobiográfica, escribió:
«Yo no recibía ningún consejo, ningún apoyo, ningún estimulante, ningún consuelo, ninguna asistencia de ningún tipo, de nadie que me pudiera recordar. ¡Cuánto deseaba ir al cielo!».
Son varios los biógrafos de Dikens que ponen el foco de atención en la infancia y juventud del autor para entender su obra.
Según Ackroyd cuenta en la biografía que publicó en España en 2012, “Dickens. El observador solitario”, gran parte de la energía creadora de Dickens nace en su infancia y su visión del mundo se forja en aquellos momentos.
“Todo mi ser se sentía tan imbuido de pesar y humillación al pensar en lo que había perdido que incluso ahora, famoso, satisfecho y contento, en mis ensoñaciones, cuando rememoro con tristeza aquella época de mi vida, muchas veces me olvido de que tengo una mujer y unos hijos, incluso de que soy un hombre”,
Su amigo John Forster, autor de la primera biografía del escritor (The live of Charles Dickens, ya señaló que el germen de David Copperfield surgió entre tarros de betún en aquellos talleres junto al Támesis. En el clásico ensayo de 1940, Dickens, The Two Scrooge, Edmund Wilson apuntaba también que aquel periodo de trabajo infantil, con su padre encarcelado a causa de las deudas, fue crucial en la formación literaria y humana del escritor.
Por otra parte la ciudad de Londres tiene una gran influencia en la obra de Dikens, pues es en ella donde sitúa la mayoría de sus obras. “Londres y Dickens van juntos”, afirma Alex Werner. “Londres influyó tanto a Dickens que se puede decir que su genio dependió del entorno londinense, fue un gran visionario que vio en las calles de Londres un universo entero, de alegría y de sufrimiento. Los dos estaban profundamente conectados y entre los dos crearon el más maravilloso retrato de la humanidad en el siglo XIX”, explica Ackroyd.Pero Dickens no se limitó a describir y a captar la esencia de esa transformación, luchó por cambiar las condiciones de vida. Y en cierta medida lo logró. Como explica Steven Pinker en su ensayo "The better angels of our nature"- una investigación sobre el descenso de la violencia en Occidente- “Oliver Twis" y "Nicholas Nickleby" abrieron los ojos de la sociedad sobre los malos tratos a los niños en los albergues y orfanatos.
En 1841 fue nombrado hijo adoptivo por la ciudad de Edimburgo y viajó a Estados Unidos, donde fue rechazado por la sociedad de este país debido a las conferencias que impartía ,en las cuales esta sociedad no salía muy bien parada, y a su novela Notas de América, contraria a la esclavitud. A pesar de ello se reconcilió con el público después de la publicación de “ Canción de Navidad “en 1843.
Su gran best seller fue “David Copperfield”, del cual llegó a vender hasta 100.000 ejemplares en poco tiempo. Hay quien dice que fue el autor que más rentabilizó la pobreza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario