Es estrenada en nuestro país el 16 de enero de 1974. La dictadura está viviendo sus últimos años y sigue vigente en España la pena de muerte. La censura está más debilitada pero mantiene el control sobre los medios de comunicación.
Buero Vallejo escribe en una línea posibilista: ajusta a las imposiciones de la censura el mensaje que ofrece, así puede llegar a estrenarse y ser vista por los destinatarios de este trabajo.
Un grupo de jóvenes en una fundación de estudio para el progreso: cinco personajes situados en un espacio escénico que se va transformando poco a poco a medida que progresa la acción. Desde el principio, en que estas personas parecen habitar en una confortable habitación con vistas a un hermoso paisaje, se va transformando -o desvelando- todo frente al lector... hasta que sabemos que están en la celda de una prisión.
Los cinco personajes que al principio parecen miembros de un centro de investigación moderno, al que llaman “la Fundación”, al final se transforman en cinco condenados a muerte en la prisión. Esta transformación la percibe el espectador mediante el órgano de visión de uno de los personajes, Tomás.
Al principio observamos que lo que dice Tomás y lo visto por el espectador no encaja con la conducta del resto de personajes. El espectador ve en escena lo que Tomás ve. Al ir desmoronándose este mundo, el espectador va perdiendo la fe en su visión y en la de Tomás. Cuando esta metamorfosis concluye y sabemos que estamos en la celda de una cárcel, creemos haber despertado de un sueño coherente... para caer en una pesadilla no menos coherente.
Hemos experimentado el terrible proceso que supone el paso de una visión enajenada a una visión lúcida... pero terrible: Tomás fue sometido a tortura y no pudo resistir, delatando a sus compañeros, que fueron condenados también por su culpa. Para poder sobrevivir y soportar esto, Tomás niega la verdad sustituyéndola por una mentira. Creó un nuevo mundo lleno de belleza, sin cadáveres ni torturas ni cárceles.
Este mundo que presenta Tomás al espectador y que el espectador al principio cree verdadero, se va desmoronando poco a poco entre aspectos de lo verdaderamente real que van surgiendo, como la solidaridad, la ilusión, la traición o la venganza: en el nuevo mundo verdadero aparece la delación, la muerte, pero también la posibilidad del heroísmo y la libertad.
El espacio escénico quedará vacío y la celda se transformará de nuevo en una hermosa habitación de una Fundación, lista para acoger a nuevos inquilinos. Los testigos de esta nueva transformación son, nuevamente, los espectadores. ¿Hemos salido en realidad de la Fundación en que nos encontramos instalados?
Como un infierno circular y perfecto, todo está listo para volver a empezar.
Dirección: José Osuna
Reparto: Francisco Valladares, Jesús Puente, Manuel Gallardo y José María Guillén
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