jueves, 7 de junio de 2012

"La ciudad y los perros" (próxima sesión: miércoles 13, 20 h.)


El germen de la novela que probablemente abrió las puertas de España a toda una nueva hornada de narradores latinoamericanos, empezó a gestarse ya en los años adolescentes que el escritor pasó en el Colegio Militar Leoncio Prado. Novela autobiográfica, La ciudad y los perros se basa en las vivencias que el escritor tuvo como alumno del Colegio Militar Leoncio Prado, y resucita el ambiente de violencia, disciplina y rebeldía soterrada del mundo de los internados. 

"Esa ha sido mi manera de escribir desde el principio, he escrito sobre determinados temas porque me han ocurrido ciertas cosas. En algunos casos he sido muy consciente mientras vivía la experiencia, como en el Leoncio Prado, de que tenía ahí un material maravilloso para fantasear una historia partiendo de él. Desde el comienzo yo pensé que ese era un material, un punto de partida".

La novela narra las experiencias en el colegio militar de un rebelde grupo de novatos –llamados por sus compañeros más mayores "perros"-, que deciden formar un comando clandestino, llamado El Círculo, para luchar contras las violentas novatadas de los veteranos.

                           
Con el tiempo, El Círculo se desvirtúa, pues sus miembros se dedican al contrabando de alcohol y cigarrillos, la organización de partidas prohibidas de dados y el robo de exámenes. La vida en el internado, sin embargo, sufre un giro importante cuando se produce el misterioso asesinato de un delator de El Círculo. 

"Había un clima de prejuicios muy fuertes que estropeaban tremendamente las relaciones entre nosotros, exactamente igual como ocurría en la sociedad peruana, sólo que quizá en el resto de la sociedad estuviera más tamizado por las distancias que se establecían entre las razas y las clases por razones económicas. En el colegio no, todos éramos iguales, y una de las cosas que nos diferenciaba era el color de la piel, y eso creaba, incluso en el lenguaje y los apodos que se utilizaba, muy claramente una representación de ese mundo tan prejuiciado y racista".



Los cadetes del Colegio Militar Leoncio Prado se inician en la obediencia del código castrense, pero también en otro código, el de la hombría, que necesita de la humillación, del sacrificio, de la aceptación de la violencia como conducta necesaria y prescrita: devorar para no ser devorado. El autor fija su mirada en la jerarquía piramidal que impera en el colegio, microcosmos de la sociedad limeña, donde la traición, la violencia, la explotación y la degradación humanas son la garantía para que cada estrato conserve sus privilegios. Todas las contradicciones de la sociedad peruana afloran en este retrato social y político que pone de manifiesto la corrupción y la brutalidad de diversos estamentos en las sociedades contemporáneas.

"Soy un escritor realista. Me gusta fingir la realidad, así como a los escritores fantásticos les gusta fingir la pura fantasía, lo puramente imaginario. Yo tengo esa tendencia natural a escribir historias que simulan ser la realidad. Mi punto se partida siempre es la realidad, y quizá eso lo descubrí en la experiencia de escribir La ciudad y los perros. Utilicé mucho material autobiográfico, pero de una manera muy libre, reelaborándolo, transformándolo, y además añadiéndole constantemente invenciones, personajes y situaciones ficticios, incluso anécdotas que yo recordaba al pasar a la novela inevitablemente se fueron transformando, lo mismo que personajes que tenían modelos vivos fueron convirtiéndose en híbridos".

La novela ha sido adaptada al cine en dos ocasiones: en 1985, dirigida por el peruano Francisco J. Lombardi (1985), y un año después, bajo el título  "Yaguar", en la U.R.S.S.






Obra imprescindible de la narrativa del siglo XX, La ciudad y los perros obtuvo el Premio Biblioteca Breve y su publicación supuso la consolidación del boom latinoamericano. La primera novela del autor peruano causó revuelo en ambientes tan dispares entre sí como la cúpula militar peruana -que no dudó en acusar de comunista a su autor-,  y la crítica especializada -que calificó el libro de obra maestra,  no sólo de la literatura hispanoamericana sino mundial. 

A un año de cumplirse el medio siglo de su publicación, el club de lectura Dante cierra el curso 2011-2012 con la lectura de esta obra.











MARIO VARGAS LLOSA




Jorge Mario Pedro Vargas Llosa nació en Arequipa, Perú, el 28 de marzo de 1936.  En 2010, nuestro autor, que también cuenta con la ciudadanía española, fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura, culminando así una larga lista de galardones y reconocimientos, entre los que destacan el Premio Cervantes y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Entre sus obras más importantes se encuentra el libro que trataremos este mes, La Ciudad y los perros. 

Hijo único de  un matrimonio de origen criollo y mestizo de la población de Arequipa, sus padres se separaron pocos meses antes del nacimiento de Mario.  Siendo muy niño se traslada con la familia de su madre hasta Cochabamba (Bolivia). En 1945, la familia de Vargas Llosa regresa a Perú. En esta época, con diez años, Mario conoce a su padre por primera vez; un hombre autoritario y violento, con el que siempre mantendrá una situación difícil y conflictiva, y quien siempre verá en la vocación por las letras de su hijo una especie de debilidad de su personalidad.

Con solo catorce años, Mario Vargas LLosa se enfrentó a la férrea disciplina del Colegio Militar Leoncio Prado, encontrando refugio en la lectura y la escritura. Aquellos fueron años fructíferos, no solo en cuanto al aprendizaje y el ejercicio de la escritura, sino también debido a su pronta fascinación como lector ante las obras de maestros como Victor Hugo y Alejandro Dumas. Trece años más tarde, Vargas Llosa recreará el universo del Colegio Militar Leoncio Prado en su novela La ciudad y los perros, la obra que lo consagró como uno de los grandes de la literatura en español.


1964. Mario Vargas Llosa frente al C. M. Leoncio Prado


Muy pronto, al igual que su compañero de generación Gabriel García Márquez, Vargas Llosa encuentra en el periodismo una fuente de aprendizaje e inspiración. 1953 fue el año de su ingreso en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en la que cursa Literatura y Derecho. En sus aulas, Vargas Llosa se une a la política universitaria a través de Cahuide, designación clandestina del Partido Comunista Peruano. Poco después, Mario Vargas Llosa, que hoy defiende las ideas del liberalismo y sostiene puntos de vista conservadores, se distancia de los comunistas y se une al Partido Demócrata Cristiano.

En 1955, con solo 19 años, Mario Vargas Llosa contrae matrimonio con Julia Urquidi, diez años mayor que él y tía política por parte de madre. Este enlance despierta un sonoro rechazo en su familia y Vargas Llosa se ve obligado a simultanear hasta siete trabajos para poder mantener una vida en común, entre ellos el de bibliotecario, reportero e incluso registrador de tumbas en el Cementerio Presbítero Matías Maestro. Su contratación por parte de Radio Panamericana pone fin a esta época de penurias económicas, y Mario Vargas Llosa puede dedicarse de forma plena a la escritura.


La primera publicación de ficción de Vargas Llosa fue Los Jefes, en 1956. En el año 1960, viviendo en París, Mario Vargas Llosa  pasa un periodo de dificultad económica junto a su esposa, Julia, de la que se divorciara en 1964 para casarse con su prima Patricia Llosa. Fruto de este matrimonio nacerán Álvaro, Gonzalo y Morgana. En  aquellos años de estrecheces termina su primera gran obra maestra, La ciudad y los perros, que es leída por el editor Carlos Barral. En 1963, la obra es galardonada con el Premio Biblioteca Breve y es publicada por la editorial Seix Barral. A partir de entonces, es la agente literaria Carmen Balcells quien se hace cargo de su destino, aportándole un sustento estable mientras termina de escribir su otra gran obra maestra, Conversación en la Catedral

Para Vargas Llosa no existe ningún género literario que se le resista, habiendo publicado ensayos, novelas de distintos géneros, obras teatrales,  y numerosísimosreportajes y artículos periodísticos. 

Entre sus novelas más destacadas, también se encuentran La guerra del fin del mundo, Pantaleón y las visitadoras, La tía Julia y el escribidor (basada en sus memorias de su relación con su esposa Julia Urquidi), La casa verde, Historia de Maya o La fiesta del Chivo. El escritor peruano puede ser considerado, sin riesgo de equivocarnos, el escritor más completo de la generación del Boom latinoamericano, ayudando a definir el carácter, el estilo y el espíritu de este grupo de autores, e innovando en los planteamientos estilísticos y narrativos de sus obras.

En un autor tan prolífico como Vargas Llosa es difícil encontrar un tema central, pero si algo representa el eje de su narrativa es el análisis del pasado partiendo de estructuras humanas y sociales, como ocurre en La ciudad y los perros, La casa verde o La fiesta del chivo. Además, aunque muchas de sus obras tienen al Perú como telón de fondo, sus numerosas estadías en Francia, España, Suiza o Londres lo convierten en el más europeo de los autores del boom latinoamericano


Entre sus principales influencias literarias se encuentran Flaubert (como ejemplo de escritor vocacional, que utiliza la realidad como fuente inagotable de recursos y situaciones para su obra), William Faulkner (del que toma no solo el ambiente y el caracter de los personajes, sino también la técnica del multiperspectivismo) y Gabriel García Márquez, a cuya obra dedicó su tesis doctoral, más tarde publicada con el título de García Márquez, Historia de un deicidio.


En paralelo a su biografía literaria, Mario Vargas Llosa ha llevado una intensa vida política en Perú. Aunque en la década de los sesenta y setenta  defendió diversas causas políticas a través de sus tribunas en la prensa, es en los ochenta cuando su participación en la vida política del Perú se acentúa, moderando sus posturas izquierdistas de juventud y abogando por un liberalismo de corte democrático y europeo.  Fue en 1987, ante los intentos del entonces presidente peruano Allan García de nacionalizar la banca, cuando Vargas Llosa funda el movimiento Libertadse alza como candidato a la presidencia del Perú. Vargas Llosa fue derrotado en la segunda vuelta por Alberto Fujimori, iniciándose así uno de los periodos más óscuros de la vida de Perú. En las elecciones de abril de 2011, Mario Vargas Llosa apoyó la candidatura de Ollanta Humala frente a la de Keiko Fujimori, que hubiese supuesto el regreso del clan de los Fujimori a la primera linea de la vida política en Perú.


Algunas de las novelas más destacadas de Mario Vargas Llosa:

- Los jefes (1959).
- La ciudad y los perros (1962).
- La casa verde (1966).
- Los cachorros (1967).
- Conversación en la catedral (1969).
- Pantaleón y las visitadoras (1973).
- La tía Julia y el escribidor (1977).
- La guerra del fin del mundo (1981).
- ¿Quién mató a Palomino Moreno? (1986).
- Historia de Mayta (1984) y
- Elogio de la madastra (1988).
- Los cuadernos de don Rigoberto (1997).
- El sueño del celta (2010)







                                                       Web oficial del autor



                  Entrevista en Nostromo, de TVE

miércoles, 9 de mayo de 2012

"El tiempo entre costuras" (Próxima sesión: miércoles 16, 20 h.)



El tiempo entre costuras es la historia de Sira, una joven modista empujada por el destino hacia un arriesgado compromiso en el que las telas y los patrones de su oficio se convertirán en la fachada de algo mucho más turbio. Bajo esta trama esquemática se ofrece una historia que puede resultar, según el lector,  una novela de superación personal, una novela colonial, una novela de amor, una novela de conspiraciones históricas y políticas, y una novela de espías. 




La primera obra de María Dueñas se mueve entre mapas, laberintos, memorias y nostalgias, acercándonos hasta los legendarios enclaves coloniales de Tánger y Tetuán, al Madrid pro-alemán de la inmediata posguerra y a una Lisboa cosmopolita repleta de oportunistas y refugiados sin rumbo. Una aventura protagonizada por una protagonista de la que vamos conociendo sus tribulaciones entre los ateliers más selectos, el glamour de los grandes hoteles y las oscuras misiones de los servicios secretos. Todo esto conjugado con los temas clásicos y transversales como la amistad, el amor, el paso del tiempo, etc. 






Según ha manifestado en múltiples ocasiones la autora de El tiempo entre costuras, el hilo conductor de la trama de la novela es pura ficción, pero el trasfondo de la misma es fielmente histórico y algunos de los personajes que circulan por ella existieron en su día con las mismas glorias y miserias con las que se mueven entre las páginas.




Para la construcción del entramado histórico y la recreación de aquellos personajes reales que ya dejaron de existir, María Dueñas se sirvió de múltiples fuentes documentales: memorias, biografías, trabajos históricos, artículos académicos…  así como numerosas consultas de la prensa de la época, fondos de archivo, documentos, etc.  







Detrás de una novela siempre hay cifras que marcan su éxito o su fracaso. El tiempo entre costuras ha conseguido el sobresaliente: más de un millón de ejemplares vendidos, traducido en veintitrés países y una serie de televisión a punto de estrenarse avalan el éxito comercial de este libro.





El título se presentó en la Feria del Libro de Madrid en 2009. No hubo promoción de ningún tipo, y no todas las librerías lo colocaron en un lugar destacado en las primeras semanas de venta. "Fue importantísimo el boca a oreja. Estoy muy agradecida también a los libreros que empezaron recomendando mi libro", señalaba hace unos meses María Dueñas. "Nunca creí que la difusión iba a ser de tal magnitud. Estoy sorprendida de la repercusión y también me sorprendió mucho cuando me llamaron diciendo que querían hacer una serie con la novela. La verdad, es una historia que me ha dado muchas satisfacciones."


                                         Web oficial del libro

               Primeras imágenes de la serie de TV


MARÍA DUEÑAS






María Dueñas Vinuesa (Puertollano, Ciudad Real, 1964) es doctora en Filología Inglesa y profesora titular de la Universidad de Murcia.

Ha impartido docencia en universidades norteamericanas, es autora de trabajos académicos y ha participado en diversos proyectos educativos, culturales y editoriales. Su familia materna vivió en Tetuán durante la etapa del Protectorado Español en Marruecos.

Tras la exitosa obra que la dio a conocer, El tiempo entre costuras, se prevé que en septiembre de 2012 vea la luz su segunda novela,  Misión Olvido.










                                Web oficial de la autora


                 Entrevista durante el rodaje de la serie de TV


domingo, 15 de abril de 2012

"La Plaza del diamante" (Próxima sesión: miércoles 15, 20 h.)

Traducida a casi treinta idiomas, La plaza del diamante, esta historia de una humilde joven barcelonesa, quien va viviendo, entre penas e ilusiones, desde los años veinte hasta bien avanzada la posguerra, se ha convertido con el paso del tiempo en una novela universal. 

Ese paso del tiempo, íntimo e implacable, que devora a Natalia, la Colometa, y a la vez le da fuerza para seguir viviendo y criar a sus hijos, ha conquistado a lectores en todo el mundo y ha situado esta novela, escrita en 1960 por Mercè Rodoreda, desde su exilio ginebrino, entre las novelas españolas más importantes del siglo XX. 

Entre los elogios cosechados por esta obra cabe señalar el de Gabriel García Márquez, quien, en 1983, calificó a La plaza del diamante como "la novela más bella que se ha publicado en España desde la Guerra Civil". 




Si La plaza del diamante fuera un animal, sería un perrillo herido, un gato despeluchado, una paloma con el ala rota,  sin hacer ruido, sin importancia. Porque así es la vida de la Colometa, despojada hasta de su verdadero nombre; así habían de vivir las buenas hijas, esposas y madres, sin opinión ni decisión, sin queja ni lamento, todo silencio y obediencia, y resignación.

Y así está escrita, con frases sencillas, con un lenguaje claro y frases comprensibles, sin buscar golpes de efecto ni forzar el significado de las cosas...lo que no es óbice para que el lector atento se percate, páginas tras página, de los numerosos símbolos de que se sirve la autora para enriquecer esta historia... más allá de lo que a simple vista se lee. 



Como trasfondo, la guerra civil que condena tanto a los muertos como a los que sobreviven a ella:

“Estaban muertos los que habían muerto y los que habían quedado vivos, que también era como si estuvieran muertos, que vivían como si les hubieran matado.”

Y la Colometa tiene que volverse de corcho para sobrevivir a la indiferencia de su padre, al abandono del Quimet, al despido de sus señores, al desgarro de dejar a un hijo en el hospicio… pero a los corchos también les consume el aguafuerte.

La tristeza impregna toda la novela y tanto es así que cuando aparece la solución encarnada en la persona del tendero, Antoni, que le salva la vida literalmente a ella y a sus hijos, ni ella misma se alegra, ni siquiera cuando se va a casar su hija, quizá porque ya no sabe cómo hacerlo. 

“Y sentí intensamente el paso del tiempo. No el tiempo de las nubes y del sol y de la lluvia ni del paso de las estrellas adorno de la noche, no el tiempo de las primaveras dentro del tiempo de las primaveras, no el tiempo de los otoños dentro del tiempo de lo otoños, no el que pone las hojas a las ramas o el que las arranca, no el que riza y desriza y colorea las flores, sino el tiempo dentro de mí, el tiempo que no se ve y nos va amasando. El que rueda y rueda dentro del corazón y le hace rodar con él y nos va cambiando por dentro y por fuera y poco a poco nos va haciendo tal y como seremos el último día.”

Y al final, el grito, el segundo grito de Colometa:

“Y sentí una compañía en la mano y era la mano del Mateu y se le posó en el hombro una paloma corbata de satén y yo no había visto nunca ninguna, pero tenía plumas de tornasol y sentí un viento de tormenta que se arremolinaba dentro del embudo que ya estaba casi cerrado y con los brazos delante de la cara para salvarme de no sabía qué, di un grito de infierno. Un grito que debía hacer muchos años que llevaba dentro y con aquel grito, tan ancho que le costó mucho pasar por la garganta, me salió de la boca una pizca de cosa de nada, como un escarabajo de saliva… y aquella pizca de cosa de nada que había vivido tanto tiempo encerrada dentro, era mi juventud que se escapaba con un grito que no sabía bien lo que era… ¿abandono?”




La plaza del diamante fue llevada al cine en 1982 por el director Francesc Betriu. Silvia Munt fue la encargada de interpretar el personaje de Colometa, mientras que Lluís Homar interpretó a Quimet, primer marido de la protagonista. Posteriormente se realizó una adaptación televisiva del filme. La novela se ha llevado también, y en numerosas ocasiones, al teatro.




MERCÈ RODOREDA





Mercè Rodoreda i Gurguí vino al mundo el 10 de octubre de 1908 en Sant Gervasi de Cassoles, Barcelona. Fue hija única de Andreu Rodoreda y de Montserrat Gurguí, y frecuentó la escuela desde los siete a los diez años, donde le enseñaron costura y a cocinar, educación apropiada para una jovencita de su edad cuyo sólo horizonte debía ser el matrimonio y unos hijos de quienes ocuparse, predestinación ésta para la que no había nacido la futura escritora, a la que le gustaba mucho leer y experimentaba una gran curiosidad por la vida y sus enseñanzas. A medida que fue creciendo desarrolló también un sentido de la libertad y del individualismo que la convirtieron en una mujer avanzada a su tiempo. 

En 1928 conoce a su tío materno, Joan Gurguí -diecisiete años mayor que ella-, con el que acabará contrayendo matrimonio bajo dispensa eclesiástica por la consanguinidad.

Al año siguiente, el 23 de julio de 1929, nace su único hijo, Jordi. Lejos de querer limitarse a su papel de esposa y madre, Mercè Rodoreda se dedica a diversas actividades intelectuales -periodismo, entre otras-, y a escribir su primera obra, ¿Soy una mujer honrada?, que le fue publicada en editorial Catalonia con financiación de su marido.




Su novela Aloma, que fue Premi Creixells, se publica el año 1938. En plena Guerra Civil fallece su padre a consecuencia de un bombardeo, y en 1939, concretamente el 23 de enero, abandona a su marido y a su hijo, iniciando un exilio que durará muchos años.  La decisión de exiliarse no fue algo irreflexivo; ella trabajaba en el Institut de les Lletres Catalanes, y cuando en 1939 termina la guerra, con la marcha de muchos intelectuales catalanes, Mercè decide irse también.



El amor entra en su vida, no vamos a decir de nuevo, sino de verdad, en la figura de Armand Obiols, seudónimo de Joan Prats, del grupo de intelectuales de Sabadell, a quien conoce en el castillo de Roissy-en-Brie. Después de muchas idas y venidas por Francia, motivadas por la precariedad económica y el momento político que se vive, Obiols marcha a Burdeos y ella se queda en Limoges, volviéndose a reunir con él en 1943. En 1949 visita Barcelona.

Esta época de amor, guerra y posguerra no es muy prolífica en lo literario; ella trabaja haciendo traducciones, aunque también cose si se da la circunstancia, hasta que finalmente reanuda la escritura. En 1958 es galardonada con el Premi Víctor Cátalà por Vint-i-dos contes. La plaza del diamante ve la luz en 1962. En 1966 publica La calle de las camelias, que es galardonada con el Premio Sant Jordi de ese año; Jardin cerca de la mar, en 1967, y Mi Cristina y otros cuentos, también en ese año. 

Fallecido su marido, en 1968 se encuentra por última vez con su hijo, a quien se le ha diagnosticado una enfermedad mental, siendo recluido en un centro psiquiátrico.

Armand Obiols, el amor de su vida, muere en 1971, en Viena, y ella, que vive a caballo entre Ginebra y Barcelona, acaba dejándose seducir por el encanto de Romanyá de la Selva, en Girona, donde concluirá estableciéndose. Al regresar a Catalunya reanudó su relación con sus cuatro nietos, de los que actualmente sólo vive uno, habiendo desaparecido los demás en dramáticas circunstancias. 


En 1974, Mercè Rodoreda publica su obra más ambiciosa, Espejo roto,   culminación de la evolución sufrida por la escritora; en esta novela se percibe aún el empeño psicológico de nuestra autora,  pero también dejan verse ciertas connotaciones míticas. En 1980 aparece Viajes y flores,  por el que es galardonada con el Premio Ciudad de Barcelona de Literatura Catalana. Ese mismo año también verá la luz la  que sería su última novela publicada en vida, Cuánta, cuánta guerra, y en 1981 se publica Parecía de seda y otras narraciones.

Dejó inacabada -aunque sería publicada póstumamente- la novela La muerte y la primavera.

El 13 de abril de 1983 fallece en  Girona.






viernes, 30 de marzo de 2012

"Anatomía de un pensamiento", de Manuel Balsalobre Ato






Manuel Balsalobre, nuestro compañero del club Dante, presentará su poemario Anatomía de un Pensamiento el próximo 13 de abril, viernes, a las 20 h., en la Sala de Conferencias de la Biblioteca Padre Salmerón. 

Estamos todos invitados a acompañar a Manuel en un día tan importante para él y para la cultura de Cieza.




miércoles, 7 de marzo de 2012

"EL LECTOR" (Próxima sesión: miércoles 14, 20 h.)


El libro que difundió la fama de Bernhard Schlink como novelista sugiere y llama a la reflexión sobre múltiples asuntos: la fuerza del erotismo, el amor adolescente, el sentimiento de vergüenza (de Hanna), los distintos sentimientos de culpa (en el protagonista y también la culpa generacional), la visión retrospectiva de algunos episodios durante el nazismo, el arrepentimiento, etc. Pero quizá destaque como la más importante la idea de la culpa, vinculada con el problema complejo y antiguo de establecer si es razonable admitir que una culpa se trasmite de generación en generación. Ambas ideas son fundamentales en toda la obra literaria de Schlink.


¿Comprender el crimen significa empezar a perdonarlo? ¿Castigar lo que no entendemos completamente nos convierte en verdugos?

Esas son algunas de las preguntas que nos formula  El Lector, de Bernhard Schlink. Acaba de terminar la segunda guerra mundial. Michael Berg tiene 15 años y vive en una ciudad alemana cualquiera. Una tarde, volviendo del colegio, el muchacho se siente mal y vomita en la calle. Una mujer madura y atractiva lo auxilia. Se llama Hanna y tiene 36 años. Comienzan una relación erótica. Ella lo baña, lo seca, lo cabalga, lo inicia en las ficciones del deseo. Hanna trabaja como cobradora de tranvía. Es simple, vive en el puro presente y no le gusta hablar.

Michael parte con lo único que tiene, le lee sus textos de estudio: Schiller, Goethe. Luego, entusiasmada, ella le pide más. Michael inicia a su amante madura en el deseo de las ficciones. Se internan en Dickens, en Tolstoi. Durante casi un año «mantuvimos nuestro ritual de ducha, lectura, amor y reposo. Le leí Guerra y Paz...». El muchacho se enamora cada vez más. Roba un camisón de seda para ella, padece los incomprensibles silencios de la mujer. Y los llena leyéndole, leyéndole... Hacen un viaje de verano en bicicletas. Luego, de pronto, sin ningún aviso, Hanna lo deja, desaparece. Y Michael, terriblemente desilusionado, crece. Crece afectado de «aquella combinación de cinismo y sensibilidad» que, quizás, sea la marca ambivalente de la generación alemana de posguerra.


Siete años después, Michael es un fervoroso estudiante de derecho. Un joven inocente que culpa a toda la Alemania de sus padres por haberle heredado un pasado inexcusable. Fervoroso e inocente, asiste a un juicio contra criminales de guerra. Hay cinco mujeres acusadas por la muerte de varias prisioneras en el campo de concentración del que eran guardianas. Entre ellas, Michael reconoce a Hanna... Y reconoce el dilema que en adelante dividirá su vida. Entre el deseo de castigar la ignominia colectiva, añadida a la traición amorosa que le hizo ella; y por otro lado: el verdadero amor que, como el auténtico mal, es en el fondo irremediable.

Como novela política, El lector constituye una excepción dentro del género. Los narradores políticos -todavía a fines del milenio- suelen preferirse épicos y apostar al héroe. En cambio, el narrador artista lleva un siglo por lo menos arriesgando su buena conciencia y atreviéndose a tomar ese punto de vista prima facie inmoral: el del antihéroe.  Hemos comprendido (es decir, hemos ampliado los límites de nuestra experiencia moral para abarcar... al Raskólnikov de Crimen y Castigo, al Kurtz de El corazón de las tinieblas, o al Mersault de El extranjero. Leyendo esos libros todos le hemos tomado alguna vez el peso al hacha del verdugo.

Una zozobra ética de esta especie es, precisamente, el ejercicio que El Lector propone a sus lectores. Una agonía moral inusitada en la novela política contemporánea: «Quería comprender y al mismo tiempo condenar el crimen de Hanna. Pero su crimen era demasiado terrible. Cuando intentaba comprenderlo tenía la sensación de no estar condenándolo como se merecía. Cuando lo condenaba como se merecía, no quedaba espacio para la comprensión».

Fotograma de "El lector"
En una novela sobre erotismo y política, Schlink jamás incurre en las pornografías propias de esos dos temas. Jamás pormenoriza un acto sexual. No sólo eso, Schlink escoge deliberadamente un punto de vista que nos implica: el del lector (en una novela llamada El lector, todos venimos a ser protagonistas). Y desde allí nos conduce inexorablemente a comprender al verdugo. Mostrándonos en él al débil, al analfabeto, aquel para el cual el mundo es un enigma violento al que sólo puede responder con la violencia de un animal ciego.

Pero hace Bernhard Schlink algo más, algo por lo cual esta novela política y moral es de una especie extraordinaria. Nos lleva hábilmente a comprender cómo se puede amar a la guardiana, amar al «malo». Y que en tal caso no hay manera de escoger honestamente entre ese amor y nuestro deseo de justicia. Como ocurre con los grandes libros, no es sólo nuestra inteligencia e imaginación la que es puesta a prueba, es nuestra tolerancia, nuestra cultura (cultura como sinónimo de humanidad).

Llegamos a este libro prevenidos de nuestras bárbaras certezas. Y lo dejamos civilizados por la duda.





BERNHARD SCHLINK



Bernhard Schlink es un juez alemán nacido en 1944 en en Bielefeld, localidad de Renania del Norte-Westfalia. Es hijo del teólogo Edmund Schlink. Bernhard Schlink ejerce también de profesor de Historia de la ley en la Universidad Humboldt de Berlín. 

Se dio a conocer como escritor con una novela policíaca en 1987: La justicia de Selb, un libro detectivesco co-escrito junto a Walter Popp que daba a conocer internacionalmente a un investigador privado llamado Gerhard Selb. Esta novela tendría dos continuaciones -escritas por Schlink- con el mismo protagonista: El engaño de Selb (1992) y El fin de Selb (2001).


 Entre tanto escribió otras novelas: El lector (1995) y Amores en fuga (2000). El lector supuso un éxito extraordinario; traducida a treinta y siete lenguas, recibió varios premios y destacó entre la crítica por la forma de tratar el Holocausto. En El lector, Schlink se sirve de trazos autobiográficos para narrar la historia de amor entre un muchacho y una ex nazi en la Alemania de la posguerra.

Este último libro fue llevado al cine en 2008 por el director Stephen Daldry, para lo que contó con Kate Winslet, Ralph Fiennes y David Kross.

Fotograma de "El lector" 

En 2000 se publicó el libro de relatos  Amores En Fuga. El director Richard Eyre se basó en uno de estos relatos para llevar al cine Crónica de un desengaño, un largometraje que cuenta la historia de un triángulo amoroso basado en las sospechas de infidealidad que tiene un  hombre sobre su mujer.

domingo, 5 de febrero de 2012

"PEDRO PÁRAMO" (Próxima sesión: miércoles 15, 20 h.)



“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo". 


Así comienza esta novela, en Comala, un topónimo irreal, derivado de la palabra "comal", ese recipiente que se pone sobre las brasas y donde se calientan las tortillas; un brasero, símbolo infernal por el que deambulará Juan Preciado, el héroe en búsqueda de sus orígenes. El lugar en sí es también una síntesis de muchos pueblos de la tierra de Rulfo, y sus características son comunes a todos ellos: el caciquismo, la desesperación, el calor sofocante, la despoblación, etc., tan presentes en este libro: 

"Lo elaboré durante años, pero no había escrito una sola página. Me daba vueltas y vueltas en la cabeza. Cuando regresé al pueblo de mi niñez, treinta años después, y lo encontré deshabitado, fue cuando obtuve la clave que me indicó que debía comenzar a escribir la novela. Mi pueblo tenía unos ocho mil habitantes, y sólo quedaban unos ciento cincuenta vecinos; en tres décadas la gente se había ido, así simplemente. Está este pueblo al pie de la Sierra Madre, donde sopla mucho viento; a alguien se le había ocurrido sembrar de casuarinas las calles, y, esa noche que me quedé allí, en medio de toda esa soledad, el viento en las casuarinas mugía, aullaba, en ese pueblo vacío... Entonces supe que estaba en Comala, el lugar ese... Comprendí, entonces, que era hora de escribir y nació Pedro Páramo, que es la historia de un pueblo que va muriendo por sí mismo, nadie lo mata, nadie, sólo va muriendo por sí mismo.”

"En sus fotos", dice Carlos Fuentes, “es como si Rulfo se asomase fuera de las tumbas de Comala para descubrir la luminosidad de las sombras”
La novela se inicia, entonces, en dos mundos diferenciados: el Comala que recuerda la madre, el que ya no existe, y este, un pueblo fantasmagórico, el que descubre Juan Preciado. Estos dos pueblos crean el lugar de espanto en que transcurre la narración, que es un reflejo terrenal de la transformación de las cosas, una imagen de la realidad impalpable de nuestro mundo. Es, según la visión del autor, el Purgatorio en vida; porque en Pedro Páramo se cuenta la peregrinación de un alma en pena que busca realizar una ilusión, la de entroncar con sus orígenes.

Desde la puerta, h. 1950
Pero también es  la historia de un amor trágico: “Sí lo podemos decir. Porque Pedro Páramo, en su esencia, es un hombre frustrado por un amor imposible. En lo más íntimo, Pedro Páramo nació de una imagen y fue la búsqueda de un ideal que llamé Susana San Juan, a la que soñé a partir de una muchachita que conocí a los 13 años; ella nunca lo supo y no la volví a ver jamás en la vida”.

Tras pasar las primeras páginas de esta novela, cualquiera de sus lectores puede intuir que sólo con la relectura se captará, poco a poco,  lo inusual del paisaje, lo poético de la narración y lo trágico del relato...  aunque, según su autor, se precisan tres lecturas para comprender esta obra. En efecto, la complejidad del resultado nos invita a imaginar la dificultad de su desarrollo; en su elaboración, esta novela fue un ejercicio de eliminación: 


"Lo más difícil que tuve que salvar para escribir el Pedro Páramo, fue eliminarme a mí mismo, matar al autor, quien es, por cierto, el primer muerto del libro. Es cierto: lo más difícil fue eliminarme a mí mismo de la historia. Primero reuní unas trescientas páginas. Llegué a hacer cuatro versiones, y conforme pasaba a máquina un nuevo original, iba destruyendo hojas, iba eliminando divagaciones... me borré completamente. Primero la había escrito en secuencia, pero advertí que la vida no es una secuencia; pueden pasar los años sin que nada ocurra y de pronto se desencadenan los hechos muy espaciados, roto el esquema del tiempo y el espacio, por eso los personajes están muertos, no están dentro del tiempo o el espacio. Lo que ignoro es de dónde salieron las intuiciones a las que debo su forma: fue como si alguien me dictara".

“Aquí en los pueblos de México existe la idea de que las ánimas en pena visitan a los vivos. En los caminos, todavía hoy, donde hay un muerto la gente arroja una piedra sobre la sepultura; esa piedra equivale a un Padrenuestro para la salvación del ánima del difunto. En la novela, todos están muertos. Ya desde que Juan Preciado llega al pueblo con el arriero está muerto. La historia del pueblo se la cuentan los habitantes muertos. Así, el pueblo vuelve a vivir una vez más. Ese ha sido mi propósito, darle vida a un pueblo muerto." 


JUAN RULFO

"Me llamo Juan Nepomuceno Pérez Rulfo Vizcaíno, me apilaron todos los nombres de mis antepasados maternos y paternos como si fuera el vástago de un racimo de plátanos, y aunque siento preferencia por el verbo arracimar me hubiera gustado un nombre más sencillo."

Juan Rulfo (Apulco, Jalisco, 1917-México) nació en la casa familiar de la hacienda de Apulco, pequeño lugar dependiente administrativamente de Sayula en donde fue registrado su nacimiento el 16 de mayo de 1917, pero realmente pasó los años decisivos de su niñez en otra población cercana llamada San Gabriel, un pueblo que había sido próspero, pero que, como a tantos otros, lo arruinó la Revolución. El sur (“Los Bajos”) del estado de Jalisco, al que pertenecen estos lugares de la infancia de Rulfo, estaba en aquel tiempo muy aislado, empobrecido, abandonado y sumido en la anarquía. Cronológicamente hay que situarse a finales de la Revolución Mejicana (1910-1920) y en medio de la rebelión de los Cristeros (1926-1928), la violenta reacción de los sectores católicos tradicionales contra el laicismo revolucionario.

"La cristiada se caracterizó más que nada por el saqueo, tanto de un lado como del otro. Fue una rebelión estúpida porque ni los cristianos tenían posibilidades de triunfo, ni los federales tenían los suficientes recursos para acabar con estos hombres que eran de tipo guerrillero."

La infancia de nuestro autor fue desarrollándose, pues, entre revueltas campesinas, bandolerismo, saqueos, incendios, matanzas y protestas sociales. Precisamente, como resultado del fanatismo y de la violencia de aquella época y de aquel territorio devastado, su padre fue asesinado, así como varios de sus tíos.

Cristeros en misa
“Yo tuve una infancia muy dura, muy dificil. Una familia que se desintegró muy fácilmente en un lugar que fue totalmente destruido. Desde mi padre y mi madre, inclusive todos los hermanos de mi padre fueron asesinados. Entonces viví en una zona de devastación. No sólo de devastación humana, sino devastación geográfica. Nunca encontré ni he encontrado hasta la fecha la lógica de todo eso. No se puede atribuir a la Revolución. Fue más bien una cosa atávica, una cosa de destino, una cosa ilógica. Hasta hoy no he encontrado el punto de apoyo que me muestre por qué en esta familia mía sucedieron en esa forma, y tan sistemáticamente, esa serie de asesinatos y de crueldades.”

La pronta muerte de su madre, cuando él tenía diez años, vino a colmar el vaso de las desgracias familiares. Tras salir de un orfanato de Guadalajara, en 1934 se radica en México D.F., y comienza a escribir sus trabajos literarios y a colaborar en la revista América. Cuatro años después, quizá movido por su propia situación como habitante de la gran ciudad, comenzaría el intento de una primera novela, El hijo del desconsuelo, un texto sobre los campesinos emigrados a la ciudad que acaba destruyendo por juzgarla excesivamente retórica. En 1942 publica dos cuentos que formarán parte de El llano en llamas. Este mismo año comienza a escribir Pedro Páramo, obra que vería la luz más de diez años después.

"‘Tenía los personajes completos de Pedro Páramo, sabía que iba a ubicarlos en un pueblo abrasado por el desierto, sabía cómo iba a transcurrir toda la novela; pero no sabía cómo iba a decirlo, me faltaban las formas. Y para eso escribí los cuentos de El Llano en llamas, para soltar la mano."



Clara Aparicio
En 1947 comienza a trabajar para la Goodrich Euzkadi -empresa  fabricante de neumáticos- como publicista y representante, y a raíz de sus viajes de trabajo inicia su notable labor fotográfica. Un año después se casa con Clara Aparicio, cuya relación epistolar fue publicada hace unos años (Aire de las colinas. Cartas a Clara. Debate, 2000). Posteriormente, y gracias a la subvención de la Fundación Rockefeller, Juan Rulfo puede dedicarse plenamente a la escritura.

Facsímil de la primera edición de "El llano en llamas"

En 1953 publica El llano en llamas -una colección de relatos-, y dos años más tarde aparece Pedro Páramo. De esta última obra opinaba Borges que "es una de las mejores novelas de las literaturas de lengua hispánica, y aun de toda la literatura". A partir de la publicación de estos dos libros -y de sus numerosas traducciones- el prestigio literario de Rulfo habrá de incrementarse de manera constante, hasta convertirse en el escritor mexicano más reconocido en su país y en el extranjero. La segunda novela de Juan Rulfo, El gallo de oro, fue escrita entre 1956 y 1958, pero no llegó a publicarse hasta 1980, habiéndose utilizado previamente para producir una película del mismo título.

1967. Versión cinematográfica de Pedro Páramo, dirigida por Carlos Velo. Rulfo dice en esta época renunciar a publicar ningún texto literario más, declaración que, coincidiendo con el “boom” de la narrativa hispanoamericana en España y Europa, ayuda al proceso imparable de mitificación del novelista. Sin embargo, Juan Rulfo estaba escribiendo lo que parecía una nueva novela –que pensaba titular La cordillera–, pero que no habría acabado aún 20 años más tarde...

Obtuvo importantes premios: el Nacional de Literatura en México, en 1970, y el Premio Príncipe de Asturias en España, en 1983.




Durante las dos últimas décadas de su vida, Juan Rulfo desarrolló una intensa actividad en favor de los más desprotegidos a través de su trabajo en el Instituto Nacional Indigenista de México, donde se encargó de la edición de una de las colecciones más importantes de antropología contemporánea y antigua de México. El escritor nacido en Jalisco, que había sido un atento lector de la historia, la geografía y la antropología de su país a lo largo de toda su vida, colmaría con este trabajo una de sus vocaciones más duraderas.

Falleció en México, en 1986.